27 diciembre 2016

Feminicidios en el castellano

Es una vieja controversia y, al parecer, no existe una regla clara en nuestro idioma para el uso del femenino cuando se trata de los participios activos. Leo con frecuencia, en las redes sociales, acerca de la renovada discusión de si debe decirse la presidente o la presidenta; hay quienes insinúan que se debe utilizar la primera opción para el caso de que esa importante dignidad sea ejercida por una dama y la segunda si se trata de referirse a la esposa del presidente.

Algunos sostienen que es impropio hablar de presidenta pues creen que no debería utilizarse el femenino para el caso de palabras que terminan en ante o ente, como en los siguientes ejemplos: amante, principiante, ambulante, conducente, equivalente, permanente, complaciente o conveniente. Nótese que hablamos indistintamente de sustantivos o de adjetivos, o también de adjetivos sustantivados, es decir de palabras que se escriben en idéntica manera, pero que a veces actúan como adjetivos y otras como sustantivos.

En casos como los anteriores siempre será incorrecto usar el femenino. No sería adecuado decir de una mujer que es "inteligenta" o "pedanta". Por ello, hay que reconocer casos como agente, conferenciante, dibujante, estudiante u oyente, en los que se debe mantener una forma única, en ellos solo cambia el artículo y no se altera el sustantivo o adjetivo. En similar forma deberíamos construir el femenino con aquellas palabras terminadas con el sufijo ente, lo cual es el caso de adjetivos o sustantivos adjetivados. Para esto, pueden servir de ejemplo palabras como doliente, maloliente, entrante o saliente.

Es probable que la confusión se deba a que existen situaciones en que se ha generalizado el uso del femenino (la fuerza de la costumbre), sucede con ciertas posiciones y oficios, como asistente, sirviente, cliente o dependiente, palabras en las que está aceptado el uso del femenino. Idéntico argumento se aplicaría para la primera magistratura; por tanto sería legítimo utilizar cualquiera de las dos alternativas, es tan correcto decir presidente como presidenta. La Academia también acepta voces como tenienta o parienta.

Para añadir insulto a la lesión, como dicen en inglés, existe algo que pudiera producir una confusión adicional: se trata de esos oficios que su identificación se realiza por medio de sustantivos que son comunes tanto para el femenino como para el masculino; es el caso de actividades como deportista, guionista o terapeuta. Adviértase, sin embargo, que lo propio no sucede con casos como modisto, conserje o sastre, para los que la Academia no parece utilizar un criterio único, en cuanto a que se deba cambiar únicamente el artículo.

Como decíamos al principio, y volviendo a los sustantivos o adjetivos terminados en ante o ente, parecería que existe mucho de capricho y arbitrariedad, hay un aparente exceso de libre albedrío, la norma estaría dada por la costumbre, no existiría por lo tanto una regla clara y definida. Piénsese, por ejemplo, en otros sustantivos y/o adjetivos como comediante, galante, ausente o presente. Este es el caso de palabras que no están directamente relacionadas con verbos; en estas situaciones, sería obviamente incorrecto utilizar el femenino (presenta, galanta, ausenta o comedianta...)

Lo que sucede es que el castellano no siempre es un idioma fácil, los extranjeros que procuran aprender o perfeccionar el uso de nuestra lengua, encuentran muchas veces que tienen dificultad con el uso de las conjugaciones y con la aplicación del participio activo. Además, no siempre la letra final, sea esta a u o, determina el género ni define algo como femenino o masculino. No se diga en casos de palabras, como las antes señaladas (deportista o terapeuta, que terminan en a) o  de otras que terminan en o y que son utilizadas para ambos casos, como serían modelo, piloto o testigo.

En resumen, no existen reglas definitivas, especialmente para aquellas palabras de las que hemos querido encargarnos en esta entrada, aquellas terminadas en ante o ente (sin que incluyamos a las terminadas en mente, convertidas en adverbios de modo). La única fórmula que podría ser aplicada como válida es que: admiten el femenino aquellas palabras que se han formado con esa terminación o sufijo y que representan a ciertos oficios, cargos o actividades. Pero, aun en casos como estos, la regla tampoco es definitiva, parece depender del aval de la costumbre... O sea que, quién sabe!

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22 diciembre 2016

De espejos y juramentos

La enciclopedia que fuera compilada hace ya un cuarto de milenio, y que es atribuida a la Ilustración; aquella que debemos al esfuerzo de sabios del calibre de Voltaire, Diderot o D'Alembert, no fue la primera iniciativa del hombre con este objetivo. Antes ya hubo por lo menos tres intentos pioneros de compilación léxica y de conocimiento. La intención era la de hacer un registro y, digo bien, no se trataba de escribir algo inédito, la misión que se propusieron sus promotores fue la de compilar o recopilar el conocimiento.

Este fue el caso de la Suda, o Souda, escrita por un tal Suidas hace diez siglos. Este pudo haber sido el primer intento de recopilar el significado de muchos términos y de lo que había atesorado la humanidad en cuanto a conocimientos de orden general, preferentemente de carácter filosófico o científico; fue también una manera de recuperar lo que se sabía de la vida y obra de los hombres más relevantes que se habían destacado en el pasado; así la Historia habría de rescatar, para el futuro, el saber y conocimiento de quienes fueron, en la antigüedad, sus hombres más prominentes. Suda quería decir fortaleza, fue un esfuerzo enciclopédico bizantino y recogía el saber de Occidente, acumulado alrededor del Mediterráneo.

Algo similar a este empeño es lo que emprendió un fraile dominico, Vicente de Beauvais, un par de siglos más tarde. Vicente llamó a su obra Speculum Maius, o Espejo Mayor, procurando que su trabajo recogiera la mayor parte de la sabiduría que había acopiado la humanidad hasta ese momento. El nombre mismo del tratado era sugestivo: la intención era la de "reflejar" lo que hasta entonces se conocía, la idea era compendiar el pasado conocimiento. La obra de Vicente fue por muchos siglos la enciclopedia más completa de la Edad Media. Más tarde otro dominico, Tomás de Aquino, haría un aporte adicional incluyendo aspectos de orden moral.

Otro emprendimiento importante, en este sentido, se habría realizado en el mundo islámico; se trataba de un trabajo académico contemporáneo al de la Suda, conocido como Kitab, que se atribuye al persa Ibn Al Nadim; esta obra tenía características similares y parecidos objetivos. Todos estos afanes implicaron un triple esfuerzo: el de recolectar, discriminar y reorganizar la información que ya existía respecto al conocimiento.

Es por medio de la Suda, o Souda, que hemos tomado conocimiento de un famoso galeno griego, nacido en la isla de Kos, que habría de convertirse en el paradigma y referencia de la profesión médica. Se trata de Hipócrates, un sabio que vivió quinientos años antes de nuestra era, en el llamado siglo de Pericles, fue la más grande autoridad que tuvo la antigüedad con respecto al desarrollo y avance de la medicina y propuso un código moral que habría de marcar una filosofía y un comportamiento. Esta propuesta ética es lo que hoy se conoce como Juramento Hipocrático. Cierto es que no siempre todos los galenos, hacen en la actualidad honor a esa premisa, pero el propósito del sabio griego fue el de acuñar un sentido de promesa, poner por delante el respeto a la vida cuando se trate de la salud de pacientes y demás enfermos.

Pero el juramento iniciado por Hipócrates no sólo debería aplicarse para quienes ejercen la medicina; su intención es de tal naturaleza que debería ser la norma esencial, el código de conducta, de todas las actividades y oficios que tienen que ver con la vida del hombre, pues la vida humana no sólo tiene que ver con el oficio de los galenos, con el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades o con el celo por la salud, que es el fin último de la medicina. En este sentido, todos o casi todos los oficios y actividades humanas, deben participar de idéntico código moral, similar al propuesto para la medicina.

Mirando en perspectiva, los métodos y técnicas que se aplicaron en tiempo de Hipócrates pudieron estar equivocados, pues, a pesar de su carácter experimental y pionero, no todos habrían de aportar beneficios para el futuro de la medicina. Lo importante es señalar que el sabio fue el primero en legar un mensaje moral de compromiso que habría de influir, con un sentido de integridad, en toda actividad que tenga que ver con la salud y bienestar del hombre y, por extensión, con todo aspecto relacionado con la vida. Ese fue el mayor aporte que debemos reconocer al llamado "Padre de la medicina".

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19 diciembre 2016

Error, errar, vagabundear

Acabo de terminar una pequeña novelita de Jorge Amado intitulada “De cómo los turcos descubrieron América”. Realmente debí decir “empezar y terminar” porque la mencionada lectura no me ha tomado más de dos o tres horas. No se trata de un texto de Historia, sino, como queda indicado, de una pequeña historia novelada, un “romance”, como creo que le llaman en portugués, la lengua del escritor brasileño.

La obra me ha hecho recordar cómo llamaban en nuestra tierra, cuando yo era todavía niño, a los inmigrantes o descendientes de la gente que provenía de la parte oriental del Mediterráneo, preferentemente a árabes, sirios y libaneses, no se diga a los turcos propiamente dichos. En efecto, era con el apelativo de “turcos” como se identificaba en forma indiscriminada a todas estas nacionalidades. En aquellos tiempos, los de mi niñez, se acostumbraba a tratarlos de turcos, sin que hayan nacido en Turquía, sin que fuera correcto hacerlo. Hablaban, como recuerdo, un español medio contaminado por su lengua árabe original, se dedicaban en forma preferente al comercio de telas y géneros. Les llamaban turcos, sin serlo.

Leyendo el librito de Amado he caído en cuenta que así llamábamos a los recién llegados (o lo hacían nuestros abuelos), pero no con una intención peyorativa, y ni siquiera por un motivo emparentado con el prejuicio. Se llamaba de esta manera a los individuos provenientes de esos países, que forman parte del así llamado Medio Oriente, porque todos esos lugares, hasta sólo algo más de un siglo, fueron parte del Imperio Otomano (en honor a Osman, uno de sus primeros líderes), imperio que tuvo en jaque al oriente europeo por más de seis siglos.

No se puede olvidar que la última capital de los otomanos fue la sorprendente Estambul, una de las ciudades más cautivantes que existen en el mundo, no solo por su arquitectura, sino por sus paisajes naturales y por su privilegiada historia. Antes tuvo dos nombres inolvidables: primero Bizancio y luego Constantinopla; fue cuna de Solimán el Magnífico, como se ha dado en llamarlo en español, que fue un gran organizador, un soberano pacificador que se preocupó de codificar e implementar las normas jurídicas de las que carecía su pueblo. En Estambul están dos de las más hermosas e importantes mezquitas del mundo musulmán: la que fuera construida por Solimán y la hermosa de Hagia Sophia, esta última convertida hoy en museo.

La parte europea de Estambul -la que queda hacia occidente- es la más tradicional; en ella se hunde el Cuerno de Oro y está bañada hacia levante por el Bósforo, que no es sino un estrecho que comunica el Mar Negro (conocido en la antiguedad como Ponto) con el Mar de Mármara; y que separa a la ciudad del Asia Menor. En las orillas del lado europeo pueden todavía apreciarse los espléndidos “yalis”, los palacios de verano de la élite otomana. Estuve más de una vez en esta ciudad sorprendente, sólo para lamentar que el tiempo de estadía del que disfruté fue siempre exiguo, porque éste siempre me pareció insuficiente.

La gente que se origina en, o proviene de, el Cercano Oriente, es también parte de aquella interminable secuencia de olas migratorias que, por ya más de quinientos años, no han dejado de venir a residir en América. Los ahora locales no dejamos de sorprendernos por este ocasional ímpetu migratorio y, muchas veces, expresamos nuestra inconformidad, y aún nuestro rechazo, por estas iniciativas y emprendimientos. Tendemos a olvidar que ese incesante proceso que se llama mestizaje no es otra cosa que el resultado natural de todos esos viajes, movilizaciones y asentamientos. Cuántas ilusiones, frustraciones y tragedias no serán parte de aquellos procesos.

Si bien se ve, la vida del hombre ha sido por siempre una permanente reubicación en busca de un mejor lugar para encontrar nuevas oportunidades y conseguir más felicidad y mejor bienestar. Resulta curioso que exista un verbo en el castellano que no solo significa desplazarse sin un rumbo definido, sino también una probabilidad -convertida en la más humana y definitoria de las posibilidades-, aquella de fallar en nuestros esfuerzos y tentativas, la contingencia real de poder equivocarse… Me refiero al verbo “errar”, verbo que no solo contempla esas dos acepciones, sino que, además, reconoce dos tipos disímiles de conjugación, confusas y caprichosas…

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12 diciembre 2016

"Pepe's galley" en el recuerdo

El hombre se llamaba José y, claro, todo el mundo lo conocía como Pepe, que resulta ser el hipocorístico de uno de los nombres más populares que existen en el castellano. Era él, este inolvidable Pepe, el ufano y orgulloso propietario de un bien montado café y restaurante que estaba avecinado a un inquieto boliche que habían instalado junto al hotel donde nos alojaban en la estación de Los Ángeles. Este Pepe era un orondo y parlanchín inmigrante mejicano que había bautizado a su negocio como "Pepe's galley" o, si se quiere,"La cocina de Pepe".

Aquí, es importante insertar una breve digresión: Galley es una palabra inglesa que no tiene exacta traducción en nuestro idioma; sí, no la tiene, galley quiere decir galera (igual que esas naves que utilizaban corsarios y piratas), pero también es un término para identificar a la estación de servicio donde se encuentran los hornos y donde se preparan las comidas en los barcos y en los aviones. Allí es donde se almacena y se calienta la comida antes de servirla.

A veces los tripulantes preferimos hablar de "los hornos" cuando nos referimos a aquellos galleys, y así llamamos a la estación donde desempeñan parte de sus tareas y funciones aquellos otros tripulantes que están encargados de atender a los pasajeros. ¿Quién anda en los hornos de adelante?, decimos por ejemplo, es nuestra manera de ubicar en qué zona se encuentra uno de los miembros de la tripulación. Aunque lo decimos en sentido coloquial, únicamente.

De vuelta a lo que queríamos comentar:

Fue así como, cuando volábamos a Los Ángeles y debíamos soportar aquellas prolongadas estadías cuando permanecíamos en California -las mismas que duraban hasta cinco días interminables-, que habíamos establecido la pantagruélica costumbre de ir a tomar nuestros nada frugales desayunos -eran verdaderos almuerzos- por lo general en el lugar del opulento Pepe. Por ello conveníamos, casi siempre, en reunirnos en el café del extrovertido propietario.

Allá íbamos nueve de cada diez ocasiones, esa era nuestra inamovible costumbre: ir a lo de Pepe. Y, claro, muy bien educados, y mejor portados, como éramos nosotros, los aviadores de "la que en vida fue", nuestra querida y nunca olvidada Ecuatoriana de Aviación, con esa suerte de superávit de confianza que cuando salíamos de casa de golpe asumíamos, que entrábamos en aquel lugar y procedíamos a saludar a su dueño. Cuando se iniciaba el breve intercambio, utilizábamos el acostumbrado "¿cómo le va, Pepe?"; a lo que él siempre contestaba en forma inalterable: "Pos aquí, como usted ve. Vendiendo "hamburguers" que es un contento!"

Ayer nomás he recordado al industrioso José y, claro, a esos opíparos desayuno-almuerzos que preparaba en su cocina, culpables aquellos del inicio de mi ya irreversible deformación abdominal. Sobre todo, he recordado su invariable forma de responder a nuestro saludo, y he descubierto, aunque un poco tarde, qué mismo quiere decir aquello de "vender hamburguers que es un contento" (él pronunciaba el sustantivo como "jamberguer", lo hacía con ese acento del latino residente que sabe valorar sus logros y alardear de sus méritos, no faltaba más), y he comprendido que no se refería a la repetición de una tarea hasta llegar al tedio intolerable de hacer lo mismo y lo mismo, me he dado cuenta que expresaba la satisfacción de hacer algo hasta sentir la dicha, hasta sentir esa sensación que produce la compensación del esfuerzo.

Este pasado fin de semana me había propuesto darle una mano a mi segundo hijo, Sebastián, quien se había comprometido con un pequeño y esforzado emprendimiento. Ahora sé, y en forma literal, qué es aquello tan gratificante de vender hamburguesas hasta saciarse, y sentir, como el recordado Pepe, qué mismo es eso de "vender 'jamberguers' que es un contento!"

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05 diciembre 2016

Entre la tragedia y la gloria

Es quizá una herencia misional, pero el Estado se ha quedado con un nombre que parece más bien apropiado para apellidar a un monasterio: Santa Caterina le dicen y es, a excepción de su vecino, Campo Grande do Sul, la entidad política más meridional del país más grande que existe en Sudamérica. El Estado mismo parece una cuña enclavada entre Paraná y el mencionado Campo Grande do Sul. Su capital es una ciudad insular, Florianápolis, que antiguamente se conocía como Nuestra Señora del Destierro y cuyo nombre hace honor al Mariscal Floriano Peixoto, el segundo presidente que tuvo Brasil.

Hacia el lado occidental del Estado, aquel que limita con ese cuerno que dibuja el mapa de Argentina, existe un pequeño municipio cuya capital es la industriosa ciudad de Chapecó. Su población alcanza tal vez a un tercio del de la capital del Departamento; su gente, como sucede con la afición deportiva de todo el Brasil, había ido fortaleciendo el entusiasmo porque su equipo de fútbol, que no hace mucho había escalado a primera división, consiguiera algo sólo reservado para los equipos llamados grandes en su país: obtener un título continental.

Era este el caso típico del conjunto de una ciudad pequeña de provincia que consigue lo inesperado e impensable: representar a su país en un certamen internacional. Esta hazaña había gozado del respaldo y simpatía no sólo de los aficionados de su pequeña ciudad, no se diga de todo el Brasil, sino también de todo el continente. Algo parecido había acontecido en el Ecuador, con un equipo de Sangolquí, el humilde Independiente del Valle. Pero tal parece que a veces la gloria camina en la cornisa misma de la desgracia... Esa es la terrible ironía que esconde la fortuna -la mala fortuna-, esa es la fuerza que suele tener el destino.

Y, como en la mayoría de los tristes y lamentables accidentes aéreos, tuvieron que juntarse una serie de errores y fatídicas circunstancias para que toda la ilusión de un grupo de deportistas, y la expectativa de todo un pueblo, terminara en un insólito accidente, uno que nunca debió ocurrir, uno que era evitable, hasta que se produjo una conjunción de equivocaciones e irregularidades. Así es como ocurren las tragedias; LaMia había sido una diminuta "aerolínea" (nunca, como en el caso, es tan inadecuado que se use este sustantivo) que no había satisfecho los requisitos de certificación en su nativa Venezuela.

No todos los aviones sirven para lo mismo, unos se utilizan para un cierto tipo de ruta, otros para una cierta capacidad de pasajeros. Así surgen conceptos como el de rango o autonomía. Los aviones de LaMia estaban diseñados para ser utilizados en rutas cortas, de reducida autonomía (el BAe-146 era justamente un avión jet cuatrimotor designado como RJ, lo que lo identificaba como un jet regional), es decir diseñado para cumplir rutas de dos o tres horas de duración.

¿Quiere decir que el avión no estaba calificado para volar entre Santa Cruz de la Sierra y Medellín? No, sino que la aeronave no estaba en capacidad de hacerlo directamente. No tenía la autonomía; debía utilizar escalas intermedias para poder abastecerse adecuadamente. Esto, por lástima, tenía una implicación: más tiempo de operación. La empresa conocía que esto hacía al vuelo menos atractivo desde el punto de vista comercial y, además, que un aterrizaje adicional encarecía la operación: hacía al vuelo menos rentable. La solución, por lo mismo, era efectuar el vuelo sin tener que hacer una escala intermedia de re-abastecimiento; salir de todos modos, y si más tarde el combustible lucía exiguo o insuficiente, se aterrizaba en forma no programada.

Parece que el consumo real no se fue acomodando a esta expectativa. Pero, por lástima, el piloto (que también era uno de los propietarios de la compañía) se habría acostumbrado a jugar con fuego. Las vicisitudes económicas de la empresa aérea lo habrían acostumbrado a caminar por el filo de esa cornisa... Su gran error fue no comunicar a tiempo su precaria condición de combustible y, al parecer, se opuso a que su bisoño y poco asertivo copiloto, advirtiese al control de tránsito de su riesgoso predicamento. Nunca comunicó en términos claros su peligrosa situación; no declaró oportunamente su crítica emergencia.

El mundo sabe ya lo que pasó y quizá resulte improductivo analizar el "por qué" de lo que ocurrió. Lo que ahora realmente importa es insistir en cómo evitar que vuelvan a lamentarse estos ridículos accidentes, estas estúpidas tragedias.

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26 noviembre 2016

El sonido del silencio

La eventual pérdida del oído, como sucede con los demás deterioros fisiológicos, acaece casi siempre en forma gradual, pero su aparecimiento inicial se presenta de un modo tenue y sutil; así, esos síntomas se van presentando casi inadvertidamente. Esto acontece del mismo modo que se presentan otras condiciones y achaques; así se exhiben los síntomas iniciales de las deformaciones de las articulaciones, por ejemplo, o de las deficiencias del músculo óptico, o esto sucede con el deterioro de la visión. Siempre existe un primer día, lo que pasa es que ese primer síntoma casi siempre es subestimado como si fuese algo temporal y pasajero.

Mas, existe un umbral cronológico, cruzado el cual ya existe la presunción, casi el secreto convencimiento, de que cualquier nueva molestia no va a desaparecer en pocos días, sino que ya se constituye en el pregón, en el ominoso heraldo, en el anticipo y vaticinio, de que habría empezado a incordiarnos una nueva molestia, una nueva enfermedad. Aquella incómoda y frecuente sensación de que algún corpúsculo se nos ha introducido en el ojo, o aquella otra molestia bajo el omóplato que insiste en querernos fastidiar... ellas nos hacen saber que ya nos ha visitado un nuevo achaque, que un nuevo inquilino ha aparecido con la insana intención de quererse quedar. Es el carácter inequívoco que suelen tener estos callados mensajes.

¿Será que se trata de un asunto de diseño? Cuando yo aún no cumplía la veintena, los médicos decidieron extirparme las amígdalas, glándula que nunca supieron explicarme cuál mismo era, no sólo su beneficio, sino ante todo su objeto y utilidad. Algo parecido sucede con el apéndice, adminículo que, por lo que he escuchado, es necesario extirparlo a quienes ofician actividades en ultramar -sí, sin importar que el mismo se encuentre o no en buen estado-, por la sola remota posibilidad de que se infecte o inflame y pueda ser imposible el que sea extirpado con la correspondiente oportunidad.

Más preocupante que tener una nueva enfermedad, es el caso de quienes "nos auto-convencemos" que quizá hemos sido afectados por una nueva dolencia. La mente humana, como es sabido, tiene sus caprichos; y la creencia de que "algo pueda estarnos pasando" nos afecta aun en el caso de que la hipocondría no sea nuestra más característica debilidad y estemos preocupados en forma constante por el buen estado de nuestra salud.

Hago todo este largo preámbulo para comentar que de pronto, sin que medie ningún otro antecedente, el otro día empecé a preocuparme con la idea de que -tal vez, quizá, parece que, probablemente- había empezado a quedarme sordo... Sí, todo parecía indicar que el síntoma que se me había presentado era un claro preludio de que había empezado a perder la audición.

Sucede que iba manejando, subiendo por la autopista, y de golpe empecé a percibir un muy leve ruidito; el mismo era similar al que se escucha cuando una estación de radio ha perdido su señal y sólo recibimos aquel leve rumor, metálico e impreciso. Pero, sucede que la radio no estaba encendida... Procuré asegurarme, entonces, de que todas las ventanas estaban debidamente cerradas; mas, el ruido continuaba. El sonido tampoco provenía del sistema de aire acondicionado. Como he indicado, era un sonido metálico, parecido al de un neumático cuando se desinfla o al de una línea expuesta con flujo de agua. Así que, nada...

A pesar de no percibir ninguna reacción anormal, paré el vehículo, inspeccioné los neumáticos y comprobé que no existía fuga de aire en las llantas. A estas alturas el ruido se había hecho más claro y continuo y la fastidiosa bulla continuaba. Por demás está comentar que inclusive opté por apagar el motor, pero igual el ruido no amainaba. Decidí taparme ambos oídos, pero así y todo, el maldito ruido persistía, como si nada!

He ido a consultar al otorrinonaringólogo (creo que es la palabra más larga que se pueda escribir en español, después de súpercalifragilisticoespialidoso) y el médico dice que no se trata de “tinnitus” ni de ninguna de esas enfermedades medio aristocráticas. Que mi audición es buena para mi edad (sólo una leve deficiencia propia de mi condición de "adulto mayor"); que lo que sucede es que tengo la mala costumbre de utilizar palillos con algodón -los llamados "cotonetes"-. Me ha explicado que al hurgarse los oídos con esos artilugios, el cerumen se va depositando en el fondo del pabellón y produce un efecto de caja de resonancia. Nada más. Eso era todo.

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24 noviembre 2016

Un panorama familiar? *

Indonesia ha perdido su candidatura para convertirse en miembro del Concejo de la OACI para el período 2016-2019. Algunos expertos lo relacionan con su pobre récord de seguridad aérea. Pero, ¿va el estado islámico a estar listo para la próxima elección para formar parte del reducido círculo de estados confiables, considerando que su promedio de accidentes mortales es veinticinco veces más alto que el de Estados Unidos?

Indonesia es el país insular más grande del mundo, con aproximadamente diecisiete mil islas. Con el boom de aerolíneas de bajo costo y el desarrollo económico general, muchos viajeros domésticos han dejado de viajar por barco y han preferido un medio más rápido y confortable. Como resultado, sumado al crecimiento del turismo internacional, el tráfico aéreo ha dado un salto de 27 millones en 2009 a 89 millones en el 2015. Y sigue creciendo...

Un portavoz de IATA ha pronosticado que "se estima que Indonesia se convierta en el quinto mercado más grande en el 2035 (en lugar de décimo en el 2015) con un mercado global de 242 millones de pasajeros". También se espera que la industria de aviación sustente casi nueve millones de puestos de trabajo y 99 billones de dólares en Producto Interno Bruto. Por otra parte, Indonesia contribuirá con 30 a 40 billones a la economía mundial en base a sus órdenes de nuevos aviones. Las compañías locales tienen hoy un "backlog" de 650 aviones; y, aunque las órdenes del país van muy por detrás de las de China -que ordenó 800 aviones sólo en el 2015- los fabricantes ven un tremendo crecimiento en el mercado aeroespacial.

De acuerdo con otro experto, Indonesia carece de una visión debidamente orientada en el sector de la aviación civil. Sostiene que el gobierno necesita proveer más fondos y demostrar una voluntad política más vigorosa en áreas como la mejora de aeropuertos, entrenamiento de profesionales aeronáuticos y en ser más exigente en temas de seguridad. El portavoz de IATA, antes mencionado, añade que tanto "el crecimiento como los beneficios colaterales no están garantizados”. La infraestructura, tanto de aeropuertos como de control de tráfico aéreo, requiere tener la capacidad para atender el crecimiento esperado; por lo tanto, disponer del personal entrenado para abastecer la demanda de viajeros prevista es igualmente importante.

Con respecto al personal, el déficit de pilotos experimentados y de ingenieros no es, de largo, ni el único ni el más grave problema de la aviación de Indonesia. El poco personal adiestrado de la Autoridad Aeronáutica enfrenta un muy serio peligro: simplemente carece de recursos para supervisar a las aerolíneas, los institutos de entrenamiento, las bases de servicios de mantenimiento y otras organizaciones a las que concede y controla sus licencias. Muchos años de deficiente supervisión, junto a otros factores, han llevado a situaciones peligrosas en que algunos participantes estuvieron operando con reglamentos y estándares inapropiados.

En agosto, la Federal Aviation Administration anunció que había decidido restaurar a Indonesia su habilitación de Categoría 1 que la perdió en 2007. De acuerdo con la FAA, y por casi diez años, Indonesia careció de las normativas necesarias para supervisar a los operadores de acuerdo con los estándares mínimos internacionales, o su Autoridad Aeronáutica Civil fue deficiente en una o más áreas, como especialidad técnica, entrenamiento de personal, récord de documentos o procedimientos de inspección. Pero, luego de una auditoría, la Aeronáutica Civil habría efectuado mejoras sustanciales en términos de control de seguridad.

EASA (Agencia de Seguridad Europea) ha removido a varias aerolíneas de su lista negra. Como resultado, siete transportadoras están operando de acuerdo con estándares internacionales de seguridad. Esta reversión de la aviación insular, orientada a más seguras y confiables operaciones, no hubiese sido posible sin la exigencia y, al mismo tiempo, sin el apoyo de la comunidad internacional, incluyendo a IATA, OACI, FAA y EASA.

Pero el más importante factor constituye la voluntad política manifestada por el gobierno luego de cada nuevo accidente aeronáutico. La aviación civil local enfrenta varios problemas y desafíos causados por la insuficiencia de infraestructura y de personal adecuadamente calificado. Las estadísticas demuestran que en los últimos quince años el país habría soportado casi 40 accidentes fatales y sobre 100 incidentes. En comparación, su vecino Malasia ha tenido sólo un par de accidentes y menos de una docena de incidentes...

*  Tomado de la revista aeronáutica Aerotime, con mi traducción y edición.

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19 noviembre 2016

El cuento de Alí Babá

"Érase una vez un hermoso lugar de Persia donde vivía un próspero mercader de cuyo nombre no quiero acordarme. El hombre tenía dos hijos; el primogénito, bastante sedentario, ladino y ambicioso, respondía al nombre de Kasim y había decidido continuar con el oficio de su padre; el menor era esforzado, industrioso y soñador, prefería disfrutar del paisaje del bosque donde talaba troncos para venderlos más tarde como leña, obedecía al nombre de Alí Babá..."

Podemos inferir que esto del Babá era parte de un nombre compuesto ya que el hermano mayor nunca fue conocido como Kasim Babá. Dicho de otro modo, no sabemos, a ciencia cierta, cuál era el distintivo que los hermanos empleaban como apellido. Tampoco conocemos si esto de la segunda parte del nombre del menor tenía alguna relación con el término padre (papá en árabe se pronuncia babá) o si quizá hacía referencia  a una deliciosa pasta de berenjena que forma parte de la mesa en Oriente Medio y se conoce como "baba ganush".

El legendario cuento del menor de los hermanos se habría hecho famoso, desde hace unos tres siglos, cuando a alguien se le ocurrió incluirlo en una antología de historias breves que se tradujo y que respondían al sugestivo título de "Las mil y una noches". Desde entonces Alí Babá se convirtió en un personaje conocido por chicos de todas las edades en todo el mundo y ya nadie podía sostener que jamás había escuchado aquel "¡ábrete sésamo!" con que el cabecilla de una banda de ladrones hacía posible el ingreso a una disimulada caverna que guardaba el fabuloso tesoro de los malhechores.

Con el cuento de "Alí Babá y los 40 ladrones" sucede que el personaje que da nombre al cuento no es ni su héroe ni un villano. Alí Babá no es el líder de los rufianes y la verdadera heroína es una leal y suspicaz esclava identificada como Morgana. En pocas palabras, y aunque a muchos sorprenda, Alí Babá no es quien dirige a los malandrines y, por el contrario, es quien descubre la existencia de su escondite y advierte la existencia de aquel código sonoro que activa el mecanismo de apertura que permite la entrada al subrepticio escondrijo.

He recordado el fin de semana esta popular historia al escuchar lo que en los últimos días se ha comentado en referencia al escándalo que ha generado el conocimiento de probables casos de corrupción que involucrarían a funcionarios del actual régimen. Tal como están las cosas, y si se conoce que el actual gobierno disfrutó, en su administración, de ingresos equivalentes a la nada despreciable cantidad de trescientos mil millones de dólares, y si se calcula que entre sobornos, comisiones y sobreprecios pudieron repartirse valores cercanos a una referencia porcentual de alrededor de un trece por ciento, es inevitable inferir que el valor total del "lleve" (la cantidad aproximadamente distribuida) alcanzaría a la impúdica y poco imaginable suma de cuarenta mil millones de dólares (cuarenta billones en el sistema de conteo estadounidense)!

Esto equivaldría a reconocer que cuarenta individuos (sí, solo cuarenta) habrían acomodado en sus faltriqueras la obscena suma de un mil millones de dólares, cada uno; o, si optamos por un cálculo más moderado, que cuatrocientos "sólo" se llevaron la más modesta cantidad de cien millones de dólares. O, quién sabe, que tan solo cuatro mil desaprensivos maleantes decidieron "sacrificarse" con la minucia de diez millones...

Pensar que cuarenta mil millones se dice rápido, y que estos ladrones ni siquiera estuvieron obligados a decir ¡ábrete sésamo!... (medito en que el "baba ganoush" se elabora añadiendo pasta de "tahina" que no es sino otro ingrediente que se prepara con ajonjolí o, precisamente, sésamo). Cuarenta mil millones de dólares! Y pensar que pudieron haber sido tan solo cuarenta ladrones!

Es triste tener que conjeturar que la honestidad de los auto proclamados funcionarios "de las manos limpias" no ha pasado de ser sino un cuento. La corrupción, por el contrario, seguirá siendo el inefable "cuento de nunca acabar". El bienestar de los desposeídos, mientras tanto, solo habrá de quedar en espejismo y desilusión, en frustrante propuesta digna de ser enterrada con el consabido "colorín, colorado, esta historia ha terminado!"

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14 noviembre 2016

Resiliencia y adversidad

No digo que antes no existían, pero creo que hay términos que antes no se usaban o que, si se lo hacía, antes se utilizaban con menor intensidad. Es el caso de voces como empatía, sinergia, resiliencia o ralentizar. El caso de las dos últimas puede resultar paradigmático pues inclusive ciertos correctores ortográficos parecería que algunas veces no los quieren aceptar...

Con palabras como resiliencia resulta curioso que no nos habrían llegado directamente del latín sino a través de una lengua diferente, un idioma sustituto, en forma indirecta. En efecto, si se consulta el diccionario, se colige que su etimología es latina y que el significado implicaría saltar hacia atrás, rebotar y replegarse. Cuando escucho resiliencia pienso enseguida en una reacción humana que implica perseverancia, resistencia, recuperación, valor, empecinamiento, fe. En suma, valores con los que algunos individuos reaccionan ante la adversidad. Es que eso es la resiliencia, la capacidad para reaccionar ante a un elemento perturbador o adverso.

Porque no puede haber resiliencia, o manera de medirla, si no existe adversidad. Un individuo no se prueba, no puede hacerlo, si el infortunio no lo enfrenta al fracaso comercial, la quiebra financiera, el ostracismo político, las tragedias familiares o esos inesperados vericuetos y meandros con que a veces suelen obstinarse la enfermedad o las desgracias naturales. Ni se diga de los acontecimientos súbitos e inesperados que por algo llamamos accidentes.

Chapeau! Me saco el sombrero frente a la resiliencia de los que sufren, de los que enfrentan la mala fortuna financiera, los quebrantos de salud o la persecución política. En ellos, todos los valores que apreciamos y admiramos se hacen presentes. Ellos luchan contra la incomprensión y el rechazo social, enfrentan con paciencia la maledicencia y la interpretación antojadiza de su situación; saben que su vida es muchas veces, tiene que ser, un heroico acto de renovación de propósitos y de constancia, una forma de renovar su fe, de insistir en su colosal esfuerzo.

Me inspira en lo personal, y me incita a la emulación, el caso de amigos que han enfrentado el infortunio, que han enfrentado fracasos financieros suficientes para sumirlos en el desánimo y la depresión, pero que han sabido dar la cara a su precaria situación, manejar con resistencia las secuelas de su fracaso y empeñarse nuevamente en insistir con un una nueva iniciativa o un revisado esfuerzo. Ellos han sufrido el reclamo y la desconfianza ajenas, han sentido el recelo y el abandono de sus amigos y conocidos, pero han sabido respaldarse en su familias y en su capacidad y han sabido salir adelante con imaginación, perseverancia y sacrificado empeño.

¿Qué hace a estos individuos "rebotar" de sus predicamentos? ¿Qué los hace resilientes, a más de poseer un especial temple y temperamento? Es probable que sea el convencimiento del futuro éxito de su insistente obsesión, la firme persuasión de que su intención será favorecida por la fuerza de su verdad, la confianza de que si mantienen el esfuerzo para procurar su ansiada recuperación han de conseguir el resultado que recompensará su empecinamiento.

La vida es para muchos, quizá para la mayoría, el desarrollo previsto de una repetida rutina; pero hay unos pocos individuos metódicos, disciplinados y valientes que deciden hacerse del timón o de las riendas y se proponen ser los conductores de su propio destino. No les arredra el fracaso, la enfermedad o la fortuna adversa, creen en su propia capacidad, confían en su formidable imaginación, saben que la vida es una empresa en la que no siempre debe esperarse dicha y felicidad, están convencidos de que hay mayor satisfacción en saberse levantar, en intentar una vez más y en hallar realización en la renuente insistencia de su porfiado intento.

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12 noviembre 2016

Accidentes en el Cayambe

Siento un incómodo escrúpulo (voz latina que pudiera significar "tener piedrecillas en el zapato") a la hora de publicar determinados comentarios que ocasionalmente recibo, en relación con lo que aquí he escrito. Se refieren a solicitudes, respecto a temas acerca de los cuales se quisiera que exprese mi punto de vista. Confieso que a veces no lo hago, para evitar inconvenientes discriminaciones. Esto pudiera tener una lamentable, y nada recíproca, desventaja: que no me permite continuar el intercambio epistolar que pudo haber sido iniciado por uno de mis propios lectores; quienes -por lo general- utilizan seudónimos, lo cual no permite responder debidamente a sus inquietudes o atender a tales solicitudes particulares.

Una de mis lectoras me ha comentado en forma reciente, que yo debería tener conocimiento de lo que sucedió en un accidente aéreo acaecido en el volcán Cayambe y me he visto en la obligación moral de responder a su postergada inquietud, no sólo por tratarse de alguien que me ha dispensado la generosidad de su atención, sino porque con harta probabilidad ella forma también parte de ese confundido y desgraciado colectivo -la verdad que constituye un inaudito y populoso gremio- de los nunca bien informados deudos de todos aquellos pasajeros que han desaparecido, o perecido, en los accidentes de aviación.

Tengo que agradecer a mi lectora por su confianza, pero con probabilidad no soy un experto en relación con la información adecuada, ni con las eventuales causas de ciertos accidentes. Para empezar, cabe la reflexión de que algo de oscuro y misterioso parece caracterizar siempre a lo que sucedió o pudo haber ocurrido con estas fatídicas tragedias. No puedo dejar de mencionar tampoco que por motivos circunstanciales estuve ausente del país por veinte años.

Quisiera comentar, aunque sea brevemente, que a pesar de que acumulé una experiencia que pudiera calificarse de importante, y de que me diplomé como especialista en seguridad aérea, este entrenamiento tuvo como núcleo la organización de entidades de seguridad en las aerolíneas y la prevención de accidentes. El curso que alguna vez efectué en Estocolmo se refirió solo de forma tangencial a la temática de investigación de accidentes aéreos.

Además, habría que consultar: ¿de cuál de los accidentes ocurridos en esa montaña estaríamos hablando? ¿A cuál de los que involucraron a la compañía Ecuavía, uno de los cuales intuyo que jamás apareció? Porque, según recuerdo, por lo menos otros dos accidentes acaecieron al intentar superar el paso norte de la montaña, pero no sucedieron por una colisión contra el cerro; uno de ellos fue el de un mono-motor que perdió estabilidad en una zona de mal tiempo.

Sospecho que la inquietud de mi lectora tienen que ver con uno de los accidentes que afectaron a los pequeños bi-motores conocidos como Piper Navajo. Recuerdo que uno de ellos acaeció en julio del año 1978, mientras yo efectuaba mi transición para comandante del Boeing 707. En esos mismos días Ecuatoriana había contratado a un nuevo grupo -toda una promoción- de diez nuevos primeros oficiales. Uno de esos copilotos, que como recuerdo tenía origen colombiano, había sido requerido por Ecuavía para que se desempeñara ese día como copiloto del avión que terminaría siniestrado en la montaña.

Si conjeturo correctamente, creo que conocí en forma personal al comandante. Había sido designado por la autoridad aeronáutica para que efectuara el chequeo para mi habilitación por instrumentos. En esos días no se hacía hincapié en la navegación con las facilidades aéreas, para orientación y aproximación en mal tiempo, sino más bien en el uso de unas secuencias de ascensos, descensos y virajes coordinados (los patrones A y B) cuya pro-eficiencia determinaba el grado de pericia en vuelo en condiciones no visuales.

Irónicamente, esto de utilizar en forma inadecuada los instrumentos del avión para orientarse pudo haber sido el motivo principal para que sucediera el accidente. La causa más probable es que se hubiera "instrumentado" en forma poco prolija, sin utilizar las referencias correctas para confirmar la ubicación exacta de la aeronave. Esto, sin considerar otra probabilidad: una inesperada falla mecánica que no les permitió a los pilotos mantener una altura mínima de seguridad y quizá, ni siquiera, el control del aparato. En ese accidente perdió la vida, como pasajero, un apreciado amigo. Qué casualidad tan lamentable!

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09 noviembre 2016

Se nos adelantó el invierno...

El triunfo electoral de Donald Trump en los Estados Unidos no solo es una victoria política sin precedentes en la historia americana, sino que muy pocos se lo esperaban. Es más, creo que muy pocos atinan a dar una satisfactoria lectura para una situación tan inexplicable como contundente. Para muchos ha constituido un balde de agua fría, realmente una tormenta de invierno ocurrida fuera de estación, una tormenta que se adelantó a la temporada.

A primera vista, la ganancia de Trump se explica como una respuesta poco meditada y visceral, es la respuesta del prejuicio y del resentimiento. Esto no tiene nada de extraño; al fin y al cabo a eso apuntaba la campaña del líder republicano. Su mérito, hay que reconocerlo, fue que supo canalizar la ira y frustración de quienes no se sintieron sintonizados -y menos identificados- con las élites políticas, con el llamado "establishment". Trump supo identificar a Washington con la hipocresía y la corrupción; mucha gente creyó en su mensaje y -esto es lo importante- votó por él muy a pesar de que estaba convencida de que el magnate pudiera no estar debidamente calificado para desempeñarse como presidente. Inclusive, muy a pesar de creer que no terminaría haciendo lo que había amenazado que se proponía cumplir.

Lo que los "expertos" no tomaron en cuenta fue la reacción de lo que podría reconocerse como la América "profunda", los estratos subyacentes, los sectores rurales y más conservadores de la sociedad americana. Desde este punto de vista, resulta significativo que justamente hayan sido los Estados del centro, del interior de los Estados Unidos, los que se hayan pronunciado mayoritariamente en favor del candidato republicano. Particularmente ha sido importante el apoyo que ha recibido en los estados del llamado Midwest, preocupados por las políticas proteccionistas que pudieron haber debilitado la supremacía americana a lo largo de los últimos veinte años. Reflejan, además, la respuesta de la gente a la decadencia industrial americana.

El impensado resultado hace meditar en un tipo de rechazo concentrado principalmente en las áreas suburbanas; es la respuesta de toda esa gente que quiso rechazar el orden establecido, que veía a los Clinton como una suerte de pareja real; que no había encontrado una explicación a la pérdida de liderazgo comercial y económico que percibía que había venido afectando en forma paulatina a los Estados Unidos. Este es el núcleo del voto conservador y rural que ya se había expresado en las primarias demócratas en apoyo a Sanders, asunto que no fue debidamente interpretado y atendido por los directores de la campaña de Hillary Clinton.

Todo esto debe llevarnos a reflexionar en si las huestes de la candidata demócrata no se dejaron confundir por un exceso de confianza. Si esto sucedió, no sería ocioso averiguar qué fue lo que pasó. ¿Por qué los blancos que votaron por un afro-americano no quisieron hacerlo ahora por una mujer?

Para empezar, el apoyo racial que obtuvo Obama, en su momento, parece no haberse hecho presente. Tampoco el respaldo latino hacia Clinton tuvo la fuerza esperada; al contrario, existe la sospecha de que hubo un sector entre los hispano-hablantes que disimularon su preferencia electoral, y esto tuvo el efecto de un voto vergonzante. Da la impresión que los estrategas de Clinton no cayeron en cuenta de la formidable columna vertebral que reforzaba la campaña republicana: el respaldo para los aspirantes al Senado y al Congreso que iba a acarrear consigo un inusitado apoyo para su candidato.

Parte del motivo para la derrota tuvo que ver con haber subestimado el sistema electoral pues no bastaba con conseguir el voto popular; los estrategas de la campaña de Clinton no dieron suficiente importancia a reforzar el respaldo de ciertos Estados que, al final del día, habrían de convertirse en cuotas de respaldo en el Colegio Electoral. A estas alturas pudiera hablarse de un "empate técnico" en el voto popular (consuelo de tontos) lo cual denuncia el error estratégico de los demócratas basado en su exceso de confianza. Claramente, una vez más, no se dio la debida importancia al sistema electoral, en particular en aquellos Estados clave.

La impresión final es la de que los demócratas no refrescaron ni supieron vender su producto, se contentaron con decir que Trump no era suficientemente bueno, que no estaba preparado. No reconocieron a tiempo que Trump era un buen candidato. Ahora falta ver si el empresario será y se comportará como un buen Presidente.

Mientras tanto, nos ha quedado la fría sensación de que el invierno se había adelantado...

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07 noviembre 2016

Oficialmente, de amarillas

Creo haber comentado que estuve leyendo a Haruki Murakami. Me ha pasado lo que había previsto: no he podido ceder a la tentación de buscar otro libro del mismo autor y he iniciado su lectura. Antes fue "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" y hoy estoy embebido en la lectura de "La caza del carnero salvaje". Muchas veces se me convierte en una obsesión aquello de descubrir la razón o motivo que tiene un escritor para dar un título a sus obras, aunque no siempre consigo ese elusivo objetivo.

Todavía no estoy seguro que Murakami ha satisfecho mi expectativa. He leído por ahí que su manera de escribir es una forma de realismo mágico a la japonesa. Me había encantado el primer tercio de la "Crónica”; pero siento que luego la trama como que perdió su enfoque, o es posible que el ritmo de la narración haya cambiado. Tuve esa rara sensación de que en alguna parte me salté alguna página o, quién sabe, quizá sucedió que en algún episodio me venció la duermevela y no me percaté de que estaba pasando por alto algo esencial y sobremanera importante. A veces nos sucede...

En cuanto a "La cacería del carnero", también voy ya por la tercera parte. Admito que me he dejado influenciar por una advertencia contenida en el prólogo. Este culmina con un equívoco comentario relacionado con un mítico animal: “Un carnero que —dice la leyenda— se apoderó de Gengis Khan y que tal vez no sea más que la encarnación del poder absoluto". Así transijo ante la curiosidad e inicio una búsqueda en la enciclopedia de la relación entre aquel poder absoluto y dicho carnero; no obstante, esa investigación no tuvo éxito ni me llevó a ninguna parte.

Mi búsqueda coincidió, sin embargo, con mi primera semana como flamante portador del poco estimulante membretillo de "adulto mayor" o "ciudadano de la tercera edad", solo para caer en cuenta que el caudillo tártaro tenía conmigo algo en común, tal vez más importante que haber merodeado en forma renuente las áridas planicies de Mongolia. Gengis había suspendido sus incesantes correrías a la misma edad que hoy me identifica: 65 años, la edad que, según cuenta la Historia, el Gran Khan habría fallecido. Lo que sigue obtuve de mi inexperta y poco sistemática indagación:

Su nombre era Temujín, pero le decían Gengis Khan. Debería pronunciarse sin hacer sonar la K; así, como quien absorbe la jota: Han. Tenía cuarenta y cuatro años cuando asumió el trono de los mongoles. Khan querría decir rey o, mejor todavía y más propiamente, rey de reyes. Nació en la segunda mitad del siglo XII. Supo mantenerse en el poder por largos veintiún años, hasta la interesante edad de sesenta y cinco, cuando por fin dejaron de aplicarle el pico y placa, no debía pagar tarifa en los estacionamientos municipales, pasó a hacer uso de la fila especial en los bancos reservada para gente conocida con ese feo eufemismo que distingue a los "adultos mayores" y pudo incluso hacerse acreedor a un descuento especial en los pasajes aéreos...

Habría nacido cerca de Ulaan Bataar, la actual capital de Mongolia, aunque es probable que la ciudad más importante de su imperio haya sido la mítica Samarkanda, ubicada a su vez en las cercanías de un lugar famoso por la fabricación de “kilims” y de alfombras multicolores, una ciudad intensa y misteriosa, fascinante e inescrutable, la industriosa Bukhara. Gengis Khan había creado un régimen caracterizado por la masacre indiscriminada de los pueblos sojuzgados, el saqueo violento y el genocidio, aunque la historia de la civilización le debe haber comunicado al Asia con el mundo árabe y conectado a Oriente con Europa a través del impulso de la ruta de la seda.

Esto es lo que pude averiguar de este guerrero formidable. Sus sanguinarias e impredecibles correrías habrían impulsado a los chinos a reanudar la construcción de la Gran Muralla. Gran aparte de lo que sabemos de Gengis Khan lo debemos a un viajero veneciano: el enigmático Marco Polo. No puedo olvidar que uno de mis amigos tuvo alguna vez la poco frecuente oportunidad de recorrer la ruta de la seda. Él cuenta en la relación de su viajera experiencia que en un lugar muy apartado, en la mitad de ninguna parte, pudo observar una extraña competencia: tratábase de algo similar al polo moderno, pero que en lugar de utilizar una pelota como herramienta para esa contienda, usaba la cabeza de una oveja...

En cuanto al caprichoso guarismo que hoy me ocupa (65), y en lo que a mí corresponde, solo quisiera comentar que este ha pasado a otorgarme un caprichoso privilegio: puedo, a partir de esta semana, jugar al golf realizando mis lanzamientos utilizando bochas doradas o amarillas. Sí, soy desde ahora un golfista "senior". Se me hace inevitable recordar que en nuestro deporte no nos referimos a las bolas usadas como que fueran viejas. Nos referimos a ellas como "bolas con experiencia". Bienvenido a la edad de los eufemismos!

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30 octubre 2016

Cuestión de diagnóstico

Hoy me he puesto a meditar en que muchas cosas que nos suceden son a veces cuestión de perspectiva, de simple diagnóstico, igual que nos ocurre con las enfermedades que nos aquejan. Y, claro, ese diagnóstico empieza por nuestro reconocimiento de qué es lo que nos afecta, de qué es lo que sentimos. Uno no puede ir a donde el médico y sólo comentar que se siente enfermo, tiene que participarle al facultativo de los síntomas de los que cree que está sufriendo.

Sospecho que en esto de los diagnósticos, como en todo en la vida, pueden presentarse diferencias o discrepancias. En base a su experiencia, e incluso en base a sus prejuicios, los médicos pueden sospechar de más de una causa para el mismo síntoma, o pueden asociar distintos síntomas con una misma causa. A la final, la salud es otra de esas condiciones o circunstancias que los humanos parece que no las apreciamos hasta que algo empieza a molestarnos, hasta que algo empieza a afectar nuestro gratuito sentido de bienestar.

Y ese es uno de los problemas que nos afectan: que "lo damos por sentado", que no somos proactivos ni hacemos un tratamiento preventivo. Abusamos de nuestro organismo y solo nos preocupamos por él cuando es un poco tarde y cuando ciertos síntomas nos empiezan a incordiar. Esto del "darlo por hecho" parece estar inscrito en el DNA del ser humano, nos acostumbramos a la bondad, paciencia y generosidad de los otros, lo damos por hecho; o abusamos de ello y no caemos en cuenta que, de vez en cuando, hay que devolver una parte y, siquiera de repente, debemos saber reconocer y reciprocar...

Esto percibo que sucede en todo tipo de relaciones, no sólo en las privadas sino también en las que son públicas, las que nos relacionan con la sociedad. Este es mi diagnóstico, mi humilde observación, a pesar de esa inveterada inhabilidad que creo que me afecta para diferenciar lo importante de las cosas pequeñas, lo verdaderamente trascendente de lo prosaico y singular. En la política nos pasa lo mismo: creemos que eso de preocuparnos por las cosas que afectan a los otros no tiene importancia. Que es algo de lo que deben preocuparse los demás.

Es probable que a eso se deba el fracaso y la crisis de la democracia formal, a creer que no hace falta nuestra participación, ni siquiera para consignar el voto. De hecho, aquella apatía, reflejada en el ausentismo, se debe en gran parte a nuestro convencimiento de que nuestro voto no va a afectar, ni en bien ni en mal, al estado de cosas; que de todos modos no vamos a estar en condición de influenciar la situación en que se encuentra la sociedad. Nada queremos hacer para recuperar la confianza que hemos perdido en las instituciones. Otros lo han de hacer a su tiempo; y las cosas, también a su tiempo, por sí solas un día se han de arreglar. Aquí también lo damos por hecho, no nos queremos molestar.

Por lástima, al igual que con las enfermedades, las cosas no se arreglan por sí solas, tenemos que propender a buscar un diagnóstico, a apoyarnos en otras personas que, con mejores conocimientos y con buenas intenciones, tengan el deseo de mejorar esas cosas y de buscar formas y métodos para poderlas corregir o cambiar. Solo así lo estropeado se ha de poder un día arreglar.

Pienso en esta temática mientras leo un libro de Murakami, "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo"; y pienso que mucho me apenaría que aquel "darlo por hecho", ese darnos por bien servidos, sea la verdadera cuerda que haga que el mundo de las vueltas; que sea la que determine el rumbo de nuestras vidas y el derrotero que hubiésemos preferido que tenga nuestro destino. Mientras leo, escucho el "alegreto" de una no muy conocida composición sinfónica; al principio la confundo con otra de un autor más contemporáneo, pero luego caigo en cuenta que pertenece a un renovado Beethoven (quienes saben me han dicho que se dejó influenciar por Haydn)... Es la séptima sinfonía en A menor.

Sí, todo es cuestión de diagnóstico, pero incluso para conseguir un diagnóstico hay que poner de parte, hay que dejarse ver y analizar, hay que dejarse ayudar. Lástima que esto de "darlo por hecho" sea una de nuestras características, una cómoda manera de escamotear el reconocimiento, quizás una forma mezquina de agradecimiento, una avariciosa manera de mostrar aprecio a los demás...

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23 octubre 2016

Es-peculando...

¡Qué curioso, hoy que se habla tanto de latrocinios y peculados, descubro que no existe en el diccionario un verbo necesario (y, como están las cosas, un verbo indispensable). No existe para nada el verbo "pecular" (yo peculo, tú peculas, él pecula, nosotros peculamos, etc.), ahora que, como todo el mundo especula, parecen ser muy pocos los que no "peculan"... Lo más próximo en el diccionario, a este verbo inexistente, son las voces peculio y peculiar que, como se podrá adivinar, están íntimamente emparentadas, pues tienen que ver con lo que le es propio a una persona.

Pero de ahí a que exista un verbo destinado a quienes cometen esta forma de fraude, o que hacen mal uso de los fondos públicos, pues nada, nadita de nada. Como que la acción y efecto de malversar el erario público fuese una condición desconocida, como que no existiera. ¿Será por eso, me pregunto, que los funcionarios -una gran parte de ellos- andan por ahí persuadidos que, como no existe ese verbo que, justo es decirlo, suena tan impúdico, es como que si ello no sería delito ni pecado y, por lo mismo, como que no sería sujeto de pesquisa.

Hoy mismo, cuando en el país parece haberse destapado una espeluznante red de corrupción que involucra al sector petrolero (por lo demás, asunto nada inesperado ni que produzca sorpresa), tal parecería que se puede hablar de actos de cohecho o de sobornos, de groseras indelicadezas o de acciones que implican enriquecimiento ilícito, pero no se tipifican tales crímenes como lo que realmente son: como "delitos que consisten en el hurto de caudales del erario público, que han sido cometidos -precisamente- por aquel o aquellos (todos y todas) a quien o a quienes se ha confiado su cuidado y administración". Esto se llama peculado, pe-cu-la-do!

En este punto se hace conveniente una necesaria digresión: ¿por qué no es sorprendente ni causa extrañeza que en la actualidad parezca "peculiar"  a ciertos funcionarios públicos que echen mano de lo que no es suyo, que no es de su "peculio" y cometan este nefando acto de andar "peculando"?; pues simplemente porque no existen sistemas de control, es desconocida la fiscalización, no existe transparencia en la contratación pública y se han desarrollado hábiles métodos en las normas de dicha contratación para que con cínicos subterfugios se contrate “a dedo”, sin que se cumplan requisitos y con el propósito de favorecer al mejor postor, al que más ofrece...

En otras palabras, este sistema corrupto, impúdico y desvergonzado se ha convertido en la forma natural de hacer negocios en la administración pública, es el proceso normal (hoy le llaman "giro del negocio"), es como si se aceptase que si no se distribuye dinero, si no se aceptan sobornos, si alguien no se lleva la plata del Estado, nada se puede construir, no hay obra que se pueda contratar, nada se puede planificar ni desarrollar... Sí, como usted escucha (o lo lee, amigo lector), sin el lleve no hay contratación, así de simple. Como en la serie de televisión: Sin tetas no hay paraíso. Pobre país!

En estos días la triquiñuela y engañifa es considerar a estos delitos como actos de simple soborno o, lo que es peor, como manifestaciones de algo más inocuo: enriquecerse súbita e inmoralmente, lo que se denomina "enriquecimiento ilícito". Pero, lastimosamente se quiere ignorar mañosamente que estos sobornos o formas veloces de hacerse rico, se ejercen en detrimento de los sectores más marginales y desfavorecidos de la sociedad, justamente en perjuicio de quienes las obras a contratarse se supone que debían favorecer. Es por ello que estos atracos tienen un carácter tan lesivo: perjudican al pueblo necesitado, entorpecen y anulan el progreso de quienes esperan techo, caminos, salubridad.

Para algunos, estos últimos diez años han constituido la "década ganada", para muchos han constituido, en cambio, la "década perdida"; sin embargo, visto el alto grado de derroche y de corrupción que se ha percibido en la mayoría de obras relacionadas con la administración pública, no es temerario hablar por lo menos de la "década desperdiciada o del derroche". Es hora de retomar los procesos y protocolos de contratación, de insistir en los mecanismos de control, de restablecer las necesarias auditorías y la fiscalización. Que se deje de contratar "a dedo" y con desparpajo, a pretexto de atender situaciones de emergencia o estados de excepción.

Cuando se trate de dineros públicos, y especialmente de contratos y licitaciones, debe existir total claridad y transparencia. En casos como éstos, todo funcionario público no sólo ha de ser honrado, sino también parecerlo. Su actuación debería sujetarse al escrutinio público en forma tal que pueda ser considerarlo como sospechoso mientras no se demuestre lo contrario...

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21 octubre 2016

Tierra de sangre

Van como quinientos años que llaman a estas tierras con un nombre equívoco e injusto. Las conocen como América en honor a un navegante de dudoso prestigio, cartógrafo él, que proporcionó inicial información respecto a ciertas tierras que habían sido descubiertas hacia finales del siglo XV. Eso fue una impostura, porque quien había "descubierto" lo que al principio se conoció como "Nuevo Mundo" fue un esquivo marino genovés que siempre dio la impresión que se empeñaba en esconder sus verdaderos ancestros: el enigmático e inescrutable Cristóbal Colón. Los datos proporcionados por Amérigo Vespucci fueron utilizados en un mapa publicado en 1507 por Martín Waldseemüller. En él se usaba por primera vez el nombre de América para apellidar a la parte meridional de nuestro continente.

Lo justo hubiera sido que ese enorme territorio, nunca antes imaginado y recién descubierto, llevase el nombre de Colón; pero el Almirante, muy a pesar de sus cuatro procelosos viajes, habría de morir persuadido que había llegado al Asia... Colón siempre creyó que las tierras descubiertas eran parte de Cipango (Japón) o de Catay (China). Su cosmovisión no se ajustaba a la realidad, a la verdadera dimensión de la esfera terrestre.

El cálculo que había hecho Colón de la distancia que existía entre Europa y Asia (por vía de occidente), resultó tres veces más corto de lo que representaba la realidad. Lejos estuvo el genovés de considerar que la distancia que había entre la isla de Guanahaní (San Salvador) y la costa oriental de Asia era todavía el doble de lo que hasta ahí había navegado. Y, aunque hoy parece estar ya fuera de toda duda que, antes de Colón, otros europeos habían llegado a otras partes del Nuevo Continente; fue él quien descubrió, o destapó ese descubrimiento, para conocimiento del mundo.

Pero la gesta de 1492 no sólo fue un acontecimiento geográfico. Ese año y los posteriores habrían de marcar para el Nuevo Mundo una etapa de conquista y colonización que habría de despojar a los pueblos originarios de su cultura e identidad, de sus territorios y propiedad. Bien se puede ponderar la transmisión, hacia los indígenas, de una nueva y más avanzada cultura y de unos nuevos conocimientos; incluso de una nueva lengua y de una insospechada religión (la única verdadera en la creencia de los invasores), pero no se puede ocultar el sistema de abusos y de discriminación que implantaron los europeos, todo en nombre de sus soberanos y de su dios.

Estas premisas dan pábulo para referirnos a una postura que se ha venido fortaleciendo en los últimos años. Se refiere a la propuesta de la etnia Kuna, asentada en el norte de la actual Colombia, y avecinada al golfo de Darién, que sostiene que nuestro continente debería llamarse con el distintivo de Abya-Yala, por considerar que estos territorios tenían ya unos pobladores, una identidad cultural y un valor como civilización mucho antes del descubrimiento. Abya-Yala querría decir “territorio o tierra de sangre" con el sentido de identidad geográfica e independiente heredad cultural.

Pero sucede que ninguna de las culturas o civilizaciones que existieron en el continente antes de la llegada de los europeos, tuvo una amplia cosmovisión que incorporase a los demás o a la mayoría de territorios de lo que hoy conocemos como América. Tanto los aztecas como los incas, las culturas más avanzadas y mejor organizadas que encontraron los españoles, tenían una visión muy limitada de sus propios territorios. Ni siquiera las continuas luchas que tuvieron que emprender para consolidar sus respectivos dominios, les permitieron alcanzar algún tipo de comprensión de la verdadera realidad geográfica de este rico como enorme continente.

Con la llegada de los europeos, las distintas confederaciones aborígenes (y más tribus independientes) que había en estos territorios, jamás pudieron imaginar que su tierra era parte de una geografía que quedaba alejada de otros lugares que existían en el mundo. Que sus territorios quedaban lejos, en la distancia y en el tiempo, de todo lo demás que podían imaginarse. La tierra que consideraban propia ni siquiera tenía un nombre, quizá solo imaginaban que el suyo era un territorio recóndito y aislado: una tierra “alejada-de-todas-partes”.

Hoy he preguntado por ahí si alguien sabe qué es, qué quiere decir Abya-Yala. Que es el nombre de una librería, me han dicho… una que vende libros religiosos y de autoayuda, una librería salesiana que queda en el sector de El Girón, cerca de La Floresta, sobre la avenida 12 de Octubre...

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14 octubre 2016

Flotando en el viento

Hacia finales de 2006 (advierto que ya han pasado casi seis años) escribí en este blog una pequeña crónica relativa a un viaje realizado entre un grupo de amigos; allí, y hacia el final de esa entrada, hacía referencia a un artículo de Iván Sandoval el mismo que, a su vez, se refería a la letra de una canción de Bob Dylan titulada "Blowing in the wind". Llamé a esa crónica con un título que pretendía ser sugestivo: "Soplando en el viento".

No es improbable que haya existido algo de intencional en esa casi literal traducción, ajena a lo que procura por lo general ser mi estilo. Quizá, pienso hoy, sucumbí a la idea de jugar con el doble sentido de flotar en el ambiente y de nadar contra corriente. Haya sido lo que haya sido, no comprendo ahora por qué no le di a esa traducción un significado que hoy me resulta más sencillo y natural: flotar en lugar de soplar. Cuando el cantautor hace ciertos cuestionamientos a manera de pregunta, él mismo se contesta: "la respuesta mi amigo está flotando en el aire, la respuesta está flotando en el aire".

En estos mismos días la Academia Sueca ha decidido conceder el premio Nobel de literatura al cantautor norteamericano Robert Allen Zimmerman, mejor conocido como Bob Dylan. La resolución ha despertado un nunca inopinado furor en el mundo de la literatura. ¿Cómo así la designación?, la gente se pregunta. ¿Con qué criterio la Academia ha concedido ese premio o reconocimiento? No hay que olvidar que el mismo fue escatimado a genios de la talla de Borges o a escritores formidables como los españoles Unamuno, Machado o Valle-Inclán. Para empezar, ¿podemos catalogar la letra de aquellas tonadillas populares como "literatura"? ¿Podemos comparar esos potenciales "poemas" de Dylan con los trabajos de un Pablo Neruda, o con la obra general de un Camilo José Cela o de José de Sousa Saramago?

Por lo mismo, y para ponernos de acuerdo, es necesario definir primero qué debemos entender por "literatura". Hemos de coincidir que por literatura entendemos una forma de escritura que posee un mérito literario (perdón por la repetición); es decir, algo que privilegia la solemnidad del más hermoso recurso del que podemos echar mano los humanos: el don de la palabra. Es una forma de escritura que, en este sentido, se opone al lenguaje ordinario. Hablamos entonces de literatura y nos referimos al "arte de la palabra". Solo así concebida la literatura se constituye en una de las "bellas artes".

En la actualidad se considera como literatura a toda forma de expresión que se destaca por su calidad estética; hablaríamos aquí no sólo de unos escritos con carácter creativo o que se sustentan en la imaginación (el así llamado mundo de la ficción o de la fantasía). Partiendo de este significado, y sin entrar a discutir si las canciones de Dylan tienen o no calidad estética, bien se pudiera involucrar a dichas iniciativas en el amplio concepto de la “nueva” literatura. Mas, frente a esto, no puedo estar enteramente de acuerdo.

Hace tan solo un par de siglos hubo una corriente en Europa que ponía reparos a considerar como literatura a la novela. Tampoco se quería considerar como literatura a las expresiones populares de escritura, ni siquiera a las obras dramáticas... La misma prosa no había alcanzado el prestigio que se asignaba a la poesía, por considerarse que aquella carecía de la forma de inspiración que siempre se le había asignado a esta última. La prosa seguía considerada por un sector como una expresión rústica o vulgar.

Existe otra consideración en esta línea: la de si la literatura debería tener un mensaje literario (no hablamos aquí de "misión"; dejemos aquello para quienes quieren hablar de literatura "comprometida"), nos referimos a una forma de lenguaje que tendría que ver con un cierto estilo. Al hablar de la "finalidad" de la literatura no puede soslayarse la necesidad de propiciar y proporcionar un placer estético. Aunque haya quienes quieran denostar ciertos esfuerzos con aquello de ridiculizar el "arte por el arte", la buena literatura ha de caracterizarse por un valor que apunte a su perdurabilidad.

Pero no sólo podemos considerar como literatura a aquello que contenga tal valor estético, el propósito de la literatura debe ser también (no únicamente) el de entretener, motivar e inspirar. En otras palabras, no toda escritura puede ser considerada como literaria; la literatura debe tratarse ciertamente de algo hermoso que, además, tenga una capacidad mágica, aquella que tiene el taumaturgo, que es justamente la de asombrarnos o hacernos maravillar. Aquí, de nuevo y como hace seis años, tendríamos que preguntarnos cuál fue la intención de la Academia Sueca; y la respuesta, mi amigo, ha quedado… flotando en el viento, sí flotando en el viento!

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09 octubre 2016

Reflexiones relativas al tránsito

Hemos comentado en ocasiones anteriores que los problemas relacionados con el tránsito en nuestra ciudad están íntimamente influenciados por la estructura del transporte colectivo. Así como el transporte afecta la movilidad vehicular, el tránsito también afecta a la transportación colectiva. Por lo mismo, y mientras se concretan mejores soluciones para la transportación masiva, es importante trabajar en nuevas políticas y soluciones para aliviar las congestiones y hacer más fácil el tránsito vehicular en la ciudad.

Un aspecto que merece especial atención es el de las paradas de buses. En la actualidad, las unidades de transporte paran todavía en forma arbitraria y caótica. Aun en el caso de que estas utilizarían solamente las paradas designadas, este trámite temporal propicia los atascos de los vehículos que vienen atrás, especialmente cuando las paradas se han ubicado antes de las esquinas y los automotores que esperan la reiniciación de su movimiento deben virar luego de alcanzar la siguiente intersección o bocacalle. Esto porque no existe una política planificada de construcción y designación de zonas de parada para los buses de transporte (refugios), con lo cual se conseguiría contar con paradas más ordenadas y seguras; y, sobre todo, se lograría convertir en más ágil la movilización de los demás vehículos.

Se viene observando, por otra parte, que la perniciosa costumbre que tienen los conductores de los vehículos pesados, en las carreteras, de preferir el carril de la izquierda, se ha venido convirtiendo casi en una norma en las avenidas y vías de velocidad que existen en la ciudad. No existe un plan de educación vial, ni tampoco una campaña estructurada que promocione este tipo de disciplina entre los conductores de vehículos pesados. Además, es notorio que no existe ningún tipo de control por parte de los vigilantes para fortalecer el celo porque esta mala costumbre vaya desapareciendo.

Creo que si se implementaría un sistema punitivo para propiciar un método disuasivo que procure eliminar este mal hábito, la movilización vehicular se convertiría en más ágil y predecible y, por lo mismo, en más eficiente y segura. Se tiene la incómoda impresión que los conductores de vehículos pesados dejan de considerarse como tales cuando van vacíos o "no están pesados"... En este sentido, es necesario también propender a la creación (en el caso de las carreteras) de nuevos carriles adicionales, en ciertas zonas, para evitar que los vehículos pesados que se movilizan lentamente se conviertan en obstáculo para los vehículos que requieren rebasarlos.

Otro asunto que amerita una campaña de promoción especial es el uso debido de las intersecciones, tanto en las bocacalles como en cualquier otro lugar en el que sea evidente que se encuentre un vehículo que debe salir a la vía principal. Como lo hemos mencionado en otras ocasiones, es costumbre en otros lugares más civilizados del mundo, la de señalar estas áreas en las intersecciones con una cuadrícula pintada en el piso (grid), la misma que solo puede ser invadida cuando la señal de tránsito (semáforo) así lo permite y además cuando al atravesarla existe total seguridad de que el vehículo en tránsito no se habrá de detener en la mencionada intersección (marcada con esa conspicua señal), como consecuencia de la detención inesperada de los vehículos que ya cruzaron la cuadrícula y se encuentren más adelante.

Hay un aspecto de carácter social que se ha vuelto a advertir en las calles de la ciudad; se trata de la renovada presencia de vendedores callejeros y de una inesperada forma de mendicidad, constituida por los malabaristas, prestidigitadores de circo y otros personajes similares. En el pasado, anteriores administraciones municipales emprendieron en muy esforzadas campañas para combatir y eliminar estas plagas que afean la ciudad, crean una continua molestia y dan una muy lastimosa imagen. Lamentablemente, se ha permitido otra vez que este problema vuelva a presentarse.

Finalmente, existe una extraña situación que debe ser atendida en forma preferente, se trata de la forma de movilización abusiva de ciertos vehículos oficiales. Existe un número exagerado de vehículos de Estado (identificados por no llevar placas, portar luces estroboscópicas y vidrios oscuros) que hacen uso abusivo de los métodos de urgencia, sin que se logre identificar ni su verdadero rango administrativo ni la condición de su perentorio trámite. La impresión que dejan estas desaprensivas autoridades (si es que lo son) es que han convertido a dicha condición en una costumbre inaceptable.

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06 octubre 2016

Enciclopedia e ilustración

No hace mucho estuve involucrado en una interesante discusión: alguien argumentaba que una enciclopedia es, o debería ser, el trabajo mancomunado de un grupo de hombres, destinado a producir como resultado una obra de amplio espectro que abarque una amplia gama de conocimientos y definiciones. Hacia el final de dicho palique habríamos de coincidir en que aunque aquella pudiera ser escrita por un solo autor, tal esfuerzo pudiera ser interpretado como un gesto, si no altanero, por lo menos bastante pretencioso.

Enciclopedia es un término tomado del latín, el mismo que a su vez fue incorporado a ese idioma de su concepto original, una palabra griega. Enciclopedia es una voz que no se refiere al trabajo académico o de investigación de varias personas; tan solo significa "educación general" o, como lo aclara el diccionario, "educación para un círculo amplio" de gente.

El término 'enciclopedia', sin embargo, no debe remitirnos (por lo menos únicamente) a una serie de tomos ampulosos y pesados que exudan conocimiento general o científico; la voz ha de referirse principalmente a un movimiento intelectual provocado en Europa hace más de un cuarto de siglo (sí, más de doscientos cincuenta años) no sólo para diseminar y democratizar el conocimiento, sino para dar respuesta a un grado de dependencia mental que existía entonces en la sociedad. Era hora de aplicar la razón para potenciar la conciencia colectiva, para provocar que el hombre común aprenda a valorarse y a reclamar sus derechos por sus propios medios. En esto consistió precisamente el iluminismo, también llamado con el nombre de "ilustración".

El iluminismo se estructuró en Francia, pero sus orígenes se remontaron a conceptos de los que se había empezado a hablar antes en Inglaterra. Se sugiere que Voltaire, que más tarde sería el autor del Diccionario Filosófico, se habría contagiado de las ideas de los pensadores británicos; estos, a su vez, se habrían influenciado del nuevo pensamiento europeo al que habían aportado innovadores de la talla de Descartes, Leibniz, Newton, Spinoza o Pascal. El gran objetivo de la ilustración, de acuerdo con la Wikipedia, era entonces superar los perniciosos efectos que habían producido "la ignorancia, la superstición y la tiranía" a efecto de propender a construir un mundo mejor.

Es el siglo XVIII el que recibe la mayor influencia por parte del iluminismo. Se había propiciado, hacia finales del siglo anterior, una generación de luz que contrarrestaba a las tinieblas, por eso se lo habría de conocer como "siglo de las luces". La preponderante preocupación de la ilustración habría de ser superar la ingenuidad e ignorancia de la gente, propiciando la capacidad de todos para "usar la razón propia, sin la ayuda de otros para poder pensar". Nació así una nueva era en la filosofía y el conocimiento científico, caracterizada por la presencia del axioma y la lucha contra la superstición religiosa.

Hacia principios de la segunda mitad del siglo XVIII se inició la elaboración de la Enciclopedia, gracias al esfuerzo inicial de Denis Diderot y Jean D'Alembert, con la intención de provocar a la sociedad para que echara mano de aquel criterio propio. Esta iniciativa habría de inspirar el pensamiento reformador que tuvo la Revolución Francesa, cuya motivación se inspiraba en un rechazo al sistema del Antiguo Régimen, el absolutismo y la dictadura. No debe olvidarse que en esos años una gran mayoría de la población europea era todavía analfabeta.

Pero la mayor influencia que ejerció el iluminismo se dio en la vida política. La ilustración habría de dar paso a la separación de poderes y a la consolidación de una nueva clase social que habría de arrebatar a la aristocracia el control de las decisiones políticas: la burguesía. Todo esto sucedió en Europa hace ya un cuarto de milenio, ¿no viene siendo hora que aquí, en nuestros países de América Latina, la gente aprenda también a pensar por su propia cuenta?, ¿no es ya justo y oportuno que nuestros pueblos aprendan a identificar a los demagogos, a su pérfida venta de ilusiones, a toda esa falsa esperanza que no es sino una forma distinta de tiranía?

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03 octubre 2016

Hablemos de populismo *

* Por Francisco Martín Moreno. Tomado de El País de España - 29 de septiembre de 2016

Me resulta realmente imposible abordar el tema del populismo sin recordar la definición con la que sentenció Henry Louis Mencken a esta política suicida que cuida tanto a los pobres que los multiplica por doquier: “Populista es aquella persona que predica ideas que sabe falsas entre personas que sabe idiotas”. Claro está que en América Latina, en donde prevalece lamentablemente la ignorancia y todavía se dan millones de analfabetos ante el fracaso incontestable de la educación, es muy fácil engañar a los indigentes y a los desesperados con promesas que, de antemano, se sabe que son imposibles de cumplir.

Aquí en México vemos a un López Obrador que promete erradicar la corrupción, facilitar el acceso a las universidades a millones de personas, acabar con la miseria, vender a Estados Unidos jugo de naranja para nivelar la balanza comercial y enajenar el avión presidencial para detonar el crecimiento económico, para así elevar al ser humano al mínimo nivel exigido por la más elemental dignidad humana.

Prometer, podemos prometer todos: yo prometo, tú prometes, él promete, ellos prometen, nosotros prometemos, sí, pero yo incumplo, tú incumples, él incumple y todos incumplimos porque no podemos inventar el dinero, porque no podemos inventar la riqueza, porque no podemos inventar el bienestar y al final de cuentas es realmente imposible materializar el sueño populista que finalmente acaba en un auténtico desastre, en donde el vendedor de fantasías se convierte en tirano al querer imponer la felicidad y su voluntad a la fuerza. El populismo por lo general acaba en un baño de sangre.

Los populistas escogen a un enemigo común, como bien puede ser una parte de la nación a la que se le debe aplastar, encarcelar o destruir. En el caso de México, López Obrador etiquetó a ciertos funcionarios o grupos de exfuncionarios, como “la mafia del poder”. Fidel Castro escogió a Estados Unidos, al imperialismo yanqui, como la gran amenaza contra la cual todos los cubanos tendrían que luchar, aunque después de Bahía de Cochinos ya no hubiera amenaza alguna. Castro invariablemente declaró que la quiebra de la economía cubana se debía el embargo comercial decretado por la Casa Blanca, cuando en realidad podía vender el azúcar, el tabaco o el ron en cualquier parte del mundo y si no lo venden es porque el marxismo leninismo stalinismo brejnevismo (uuufff) fracasó como la gran mentira del siglo XX.

Cuando alguien hace un regalo, alguien lo paga, ese es el caso del populismo chavista que obsequia la gasolina como si no le fuera a costar a nadie, y claro que cuesta, porque los populistas empiezan a endeudarse para financiar la demagogia, suben los impuestos a los ricos en lugar de multiplicarlos, nacionalizan las empresas supuestamente explotadoras del pueblo, se vacían los anaqueles, huye la inversión extranjera, se destruye la creación de empleos, aparece el desabasto en tiendas y comercios, surge la desesperación social, faltan medicamentos fundamentales, alimentos básicos que se deben importar ante la parálisis industrial que ellos mismos originaron.

Se dispara la inflación, se descapitaliza el país, surge la violencia y la delincuencia a niveles insospechados, se imponen controles de precios que conducen a la quiebra al sector productivo, se instala un feroz control de cambios para estimular el mercado negro de divisas y cuando la ruina del país se avecina y las personas empiezan a cazar perros y gatos en las calles para poder alimentarse, entonces el populista acusa a “la mafia del poder”, a “los empresarios hambreadores del pueblo”, al imperialismo yanqui y a los capitalistas degenerados e insaciables de todo lo acontecido.

Un populista jamás será culpable de nada, en todo caso, siempre aducirá que todo lo hizo en beneficio del pueblo y que es un incomprendido. La realidad consiste en demostrar que el populismo es la antesala de la dictadura porque tarde o temprano las leyes de la economía se impondrán y dejarán expuestas sus vergüenzas demagógicas ante el mundo entero. Pero lo que no debe acontecer es que el populismo acabe en una cruenta revolución que bien puede conducir a la instalación de un nuevo populista que también prometerá lo que no puede cumplir… Es un perverso círculo infernal.

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01 octubre 2016

Qué mismo quiso decir Negrete?

Con el título de "Baratillo legislativo", el columnista Alfredo Negrete ha escrito un artículo de opinión en el diario El Comercio. Es probable que el autor haya querido hacer un análisis de lo que ha sido la presencia legislativa en nuestros anteriores períodos democráticos; presencia que pudiera calificarse como positiva o como negativa; sin embargo, hay algo en la redacción del artículo, probablemente su defectuosa puntuación o quizá la ausencia de un coherente sustento, que hace que no se sepa a ciencia cierta qué mismo quiso decir el articulista. Resulta comprensible que la valoración del artículo sume un monto considerable de lectores "indignados".

Parece haber, en su exposición, tres ideas centrales: una primera, señala que han existido períodos de contradictoria valoración; una segunda que sugiere que luego de largos períodos de desgobierno también "han existido períodos de estabilidad y honorabilidad" (o viceversa); y, finalmente, que el largo desempeño de la actual asamblea, en manos de la Revolución Ciudadana (toda una década), ha constituido algo comparable con la "Pax Romana" (?), lapso que tuvo una duración de casi doscientos años en tiempos del Imperio Romano.

Como entiendo, la voz parlamento viene de parlar o, mejor aún, de "parlamentar". De acuerdo con el DRAE, parlamentar quiere decir "entablar conversaciones con la parte contraria para intentar ajustar la paz, una rendición, un contrato o para zanjar cualquier diferencia"... La palabra parlar implica "hablar con desembarazo o expedición"... Por lo mismo, y como consta a toda la ciudadanía, ¿de qué parlamento o acción de parlamentar (o de parlar) estamos hablando? Si, como es conocido, las iniciativas legislativas que han sido propiciadas por el gobierno siempre aplicaron la dictadura del voto, de la que siempre echó mano la mayoría de Alianza País.

Pero hay algo más importante: hablar de una renovada "Pax Romana" implicaría la existencia de un período de tranquilidad y prosperidad que supuestamente habría vivido nuestro país gracias a la ausencia de confrontaciones políticas. Lo único que demostraría esta supuesta, y nunca consentida, "paz republicana" sería la ausencia de disidencia; en otras palabras, la existencia de un criterio único y la preponderancia de una posición mayoritaria sin respeto al criterio de cualquier otra posición que en algo pudiera sonar a distinta o diferente.

De acuerdo con la enciclopedia, esa "Pax Romana" fue no sólo un hecho inédito, sino que constituyó una especie de milagro. Dice, en este sentido, que se debe tomar en cuenta que "el concepto de paz para los romanos tenía un significado diferente. Los romanos consideraban la paz no como una ausencia de guerras, sino como una situación que se presentaba cuando los enemigos habían sido derrotados y, además, habían perdido su capacidad de resistencia". Sería solo en este sentido que se pudiera hablar en el Ecuador de un supuesto advenimiento de una suerte de Paz Romana: porque se vivió una etapa cuando se confrontó toda opinión diferente, se debilitó a los partidos políticos y estos perdieron su capacidad de resistencia.

El segundo párrafo insinúa que la alternativa legislativa a la obsecuencia solo pueden ser las mayorías móviles o la pugna de poderes... Es más, Negrete menciona que esas opciones "surgen del arrabal, utilizando los recursos de la profesión más antigua" (¿se refiere a la prostitución?); materia que no tiene -en este contexto- ningún asidero y que, tampoco, está respaldada como proposición por ningún argumento convincente.

Como lo reconoce el propio columnista, el actual período legislativo ha estado en manos de un parlamento "no deliberante" (y en la percepción general, sumiso a más no poder). En lo personal, puedo aceptar que el largo interregno que ha estado en manos de la Revolución Ciudadana es consecuencia de los conflictivos años que vivió el país luego de 1996; pero de ahí a sostener que la década que la RC obstruyó la confrontación de ideas, y que renunció a su ineludible tarea y obligación de fiscalizar, deba considerarse como una etapa de beneficioso progreso, es no entender el objetivo esencial de la democracia. Peor aún, ello sería rendir homenaje a un estilo de gestión que se caracterizó por una irreflexiva disciplina partidista y que estuvo signado por la impunidad.

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26 septiembre 2016

En alas de la mariposa

He vuelto a leer "Papillón" de Henri Charrière. Lo hice por primera vez hace más de cuarenta años cuando trabajaba para Texaco en el Oriente. Entonces las lecturas eran en las primeras horas de la tarde, cuando la modorra producida por el calor del trópico solo podía ser vencida por una lectura interesante. Ahí, sentados en la sala de espera que tenía la oficina de operaciones, los pilotos permanecíamos atentos a la posibilidad de un llamado para realizar un vuelo de traslado. Quizá no sólo hubo modorra aquellas tardes, a veces se juntó el tedio y no hubo mejor antídoto que un buen libro para el insoportable aburrimiento.

Pero... ¿es realmente Papillón un buen libro?, ¿podemos catalogarlo siquiera como literatura? Las respuestas pueden ser distintas y controvertidas; pues, como tantas cosas en la vida, todo depende del cristal con que se mire. Se puede argumentar que carece de ciertos elementos que caracterizan a la mejor literatura, pero nadie puede negar que contiene un valor indiscutible: el mantener un interés permanente del lector en la trama y el desenlace, en una cierta maestría para manejar el ritmo de la narración, y para mantener ese ideal de búsqueda de la libertad perdida por un crimen que jamás se cometió.

Charrière había sido un díscolo proxeneta en su juventud (Efe: no hace falta que vayas al diccionario: significa rufián que trafica con prostitutas por comisión o persona que vive de la prostitución ajena). Habiendo vivido en el bajo fondo parisino, Charrière fue acusado de un homicidio que él reclamaba que nunca cometió. Los episodios de su novela están basados en sus recurrentes intentonas de evasión en un lapso aproximado de diez años, hasta que consiguió fugarse del presidio de la isla del Diablo situada frente a la Guayana Francesa.

El título de la novela viene del apodo con que se conocía en el mundo del hampa al presidiario y fugitivo, convertido más tarde en escritor; este, poseía un tatuaje en el pecho con la imagen de una mariposa (esto significa Papillón en francés). Se dice que la mayoría de las aventuras relatadas en la obra no fueron reales o, por lo menos, que no fueron vividas personalmente por el autor. Es probable que aquellas fueron vicisitudes ocurridas a otros reclusos con los que el autor tuvo oportunidad de compartir mientras estuvo encarcelado. Así, el mérito adicional de Charrière habría sido el de haber sabido hilvanar distintas ocurrencias y sucesos en una historia que logre cautivar y mantenga al lector en suspenso.

Habiendo sido condenado a cumplir cadena perpetua, la única alternativa que tenía Papillón era la posibilidad de fugarse del presidio. Evadirse usando cualquier estratagema era su única obsesión, ni siquiera la de vengar la inaceptable injusticia a la que la sociedad y el sistema lo habían condenado. Así consiguió fugarse en dos ocasiones, siempre en precarias embarcaciones que él mismo construyó. Sus esfuerzos chocaron siempre con la crueldad de sus vigilantes, el sórdido ambiente penitenciario o la tragedia de lo inesperado.

Charrière consiguió culminar una primera escapada exitosa. Llegó hasta las costas de Colombia donde vivió una aventura con una sencilla tribu aborigen. No obstante, su deseo de reincorporarse a la civilización fue culpable de que sea nuevamente apresado y devuelto a las islas de las que se había evadido. En un segundo intento logró llegar hasta Venezuela, donde gracias a la terminación de la Segunda Guerra se acogió a una resolución internacional que disponía que los evadidos no pudieran ser repatriados al país de encarcelamiento previo.

Para Papillón, la espera para recuperar su libertad constituyó un largo proceso, un tiempo de ilusión y resiliencia. La oruga debía convertirse en crisálida, para luego, ya transformada en mariposa, poder ser libre e intentar nuevamente la aventura de volver a volar...

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22 septiembre 2016

Del poder y el delirio

… “nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que los ha mandado por mucho tiempo, los mande perpetuamente". Simón Bolívar, “Discurso de Angostura”.

La lectura del libro del estudioso mexicano Enrique Krauze, "El poder y el delirio" es, sin duda, un muy valioso referente (nótese que eludo, con intención, el clisé repetitivo de "texto imprescindible" que parece haberse puesto de moda) con respecto al abuso del poder, los métodos del populismo y las contradicciones, no sólo del chavismo venezolano y su desaparecido como controvertido líder, sino su estrategia en relación a cómo alcanzar el poder y una forma de gobierno que se han difundido en América con el remoquete de Socialismo del Siglo XXI.

Krauze subraya el estilo de gestión de Hugo Chávez, hábil "encantador de serpientes", que parecía tener más energía y propensión a la controversia que cualquier otro ser humano. Sostiene el mexicano que el problema con estos líderes es que "dejan de sentirse humanos y empiezan a creerse dioses". Y que justamente por ello "desdeñan la crítica ajena y son incapaces de autocrítica".

Por otra parte, la distorsión de la imagen de Bolívar ha sido una clara muestra de falsificación y utilización de la historia. Chávez y sus seguidores, vociferaban contra el probable retorno de un sistema de gobierno distinto, la tan cacareada "restauración conservadora". Pero apoyaban justamente lo contrario de lo que el Libertador aborreció: el deseo de una sola persona de aferrarse al poder y controlar todas las instituciones. Esto nos retrotrae a lo que fuera la más rancia tradición ibérica (la monarquía) contra la que precisamente luchó Bolívar.

Esta es una hora de reconciliación. Nuestros países no saldrán de su actual situación mientras sus pueblos sigan escindidos por una intención perversa signada por un insensato maniqueísmo. Es hora de que aprendamos a identificar qué mismo es la democracia y en dónde empieza aquella otra mentirosa farsa. Hay una sola vía para el progreso y esta es la que va señalada por un sentido de comunidad. No puede haber futuro sin ella.

Estuve en Caracas en 1968, Venezuela parecía entonces  el país más democrático de América Latina; un acuerdo político entre sus dos más grandes partidos se reflejaba en un ambiente de tolerancia, madurez cívica y unidad de propósito. Para 1974, cuando esta situación parecía prolongarse en el tiempo, asumió el mando Carlos Andrés Pérez. Su período coincidió con una inesperada y paulatina subida del precio del petróleo (situación producida por la guerra del Sinaí). Esto, por lástima, no se tradujo en fortuna sino en infelicidad: con ello vino una etapa de gasto público exagerado, aumento de burocracia, deuda externa agresiva y, desde luego, corrupción... Venezuela era un país rico habitado por gente pobre. "Alguien se estaba llevando el dinero del petróleo".

Chávez supo interpretar esa inquietud y su discurso supo cautivar a las masas con la oferta de un estado paternalista. Su estrategia parecía muy sencilla: promover una nueva constitución y propiciar posteriores cambios legales. Pero lo que realmente proponía era una forma de perpetuación en el poder. No deja de ser irónico que quien había subvertido el orden democrático y que había sido sobreseído, sin ninguna condición, por parte del presidente Caldera, hubiera recibido la desproporcionada oportunidad de alzarse con el poder absoluto.

El caudillo sembró el odio y el resentimiento, concentró en tal forma el poder, gracias a su manipulación legal, que convirtió al sistema en caricatura de una verdadera democracia. Venezuela pasó a ser la hacienda de unos pocos, manejada por un gobierno corrupto, fascista y totalitario. Un gobierno, en teoría marxista, con el poder en manos de un solo hombre... Para Marx esto hubiese sido una aberración histórica. Chávez, que se llenaba la boca hablando de Bolívar, desestimó la palabra preferida del Libertador: libertad. Esta, recuerda Krauze, "había desaparecido de su diccionario". Nunca la usaba, "porque no la entendía o porque para él carecía de sentido"…

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12 septiembre 2016

De gustos y colores

La reciente desaparición del cantautor mejicano Alberto Aguilera, mejor conocido como Juan Gabriel, habría provocado ciertos comentarios (harto inoportunos) por parte de Nicolás Alvarado, Director de Televisión de la UNAM (milenio.com - 30 de agosto de 2016), que causaron un inusitado revuelo, no sólo entre los admiradores del artista, sino también un clamoroso rechazo -por su probable carácter discriminatorio y ofensivo- en las distintas redes sociales. Peor aún, desencadenaron la dimisión del propio funcionario debido al impacto que su artículo había causado por sus despectivas y poco afortunadas declaraciones.

Alvarado había comentado que las canciones del "Divo de Juárez" se caracterizaban por una letra carente de sintaxis y prosodia, y saturada de elementos que se situaban entre el absurdo y el lugar común; y que le irritaban las lentejuelas de sus atuendos por "nacas", o cursis. Lo malo es que este término, en México, implica una condición de carácter no sólo derogatorio, sino que además supone una manifestación discriminatoria y de segregación racial. Tratar a alguien de naco puede implicar una expresión de rechazo a lo que pudiera considerarse como un valor. El artículo parecía criticar al cantante no sólo por su forma un tanto amanerada de cantar, sino por una manera de actuar y de vestir, nunca exenta de elementos rimbombantes y excesivos.

Una tarde en el D.F. (como así llaman los mejicanos a su enorme capital) averigüé al conserje de un hotel, que qué mismo quería decir aquello de naco. Pos "pinche", me respondió. Ante lo que no tuve más remedio que volverle a inquirir: "Y que quiere decir pinche", pregunté. "Pos lo mismo -me respondió-, quiere decir exactamente lo mismo que naco!"...

Naco, cholo, longo, guajiro, paleto, hortera, vulgar, tosco, rústico, pinche, cursi, huachafo, roto, chabacano... En fin, tanto adjetivo o sustantivo que se usa en nuestro idioma (y de acuerdo con cada país o localidad) con la intención de referirse a unos gustos que no se consideran refinados, o a preferencias de probable "mal gusto". A veces se utilizan más como adjetivo que sustantivo, otras más como sustantivo que adjetivo. A estos se los convierte inclusive en verbos, con el afán de localizar unos gustos en un sector social; y, en ocasiones, con el evidente o disimulado propósito de insultar. Según el diccionario, más que mal gusto, estos términos implicarían la pretensión de ser elegante, sin alcanzar a conseguirlo.

Son términos que tienen, por lo mismo, dos tipos de connotación: una relacionada con los gustos y lo cultural, y otra claramente discriminatoria: implica una condición de ser burdo, tosco o "campesino". Pero... ¿Quieren ellos significar realmente campesino? Debemos empezar por reconocer que no todo campesino es inculto (o que no es cultivado), y que tampoco no todo personaje urbano es necesariamente culto o deja de ser zafio por el simple hecho de no ser un campesino. Por el contrario, la miseria de la ciudad torna a muchos de sus integrantes en seres burdos e inciviles, con gustos no sólo cursis, sino en seres propensos al abuso y a la grosería.

Soy de la impresión que la cándida intención del funcionario académico fue la de referirse a los controvertidos gustos y preferencias del cantante mejicano; mas, como contrapartida, la reacción de los seguidores del artista supo tomar esos comentarios como una declaración segregacionista y de carácter racial. El episodio lleva a reflexionar en qué es el buen gusto y en qué significa la cultura, pues el gusto es -y no puede ser de otro modo- algo subjetivo y personal: lo que es de buen gusto para unos, no lo es necesariamente para otros. El gusto está siempre sujeto a un inevitable sentido de subjetividad.

Por otra parte, la "no cultura" es, en sí misma, una forma de subcultura; en otras palabras: la ausencia de cultura es ya otra forma de cultura. Todo aquello que se pone de moda o se hace parte de un patrimonio, o legado, se convierte en la llamada "cultura popular". Resulta irónico pero sintomático: Alvarado termina su breve escrito y decide escuchar una canción de Boris Vian titulada "J'suis snob" (“Yo soy esnob”), que no quiere decir otra cosa que "Yo soy ingenuo"… Ortega y Gasset decía que esnob viene de "sine nobilitate": sin nobleza.

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