29 junio 2016

Un río con nombre de mar

"Bien se podrían gloriar Babilonia de sus muros, Nínive de su grandeza, Atenas de sus letras, Constantinopla de su imperio, que Quito las vence por ser llave de la Cristiandad y conquistadora del mundo, pues a esta ciudad pertenece el descubrimiento del gran río de las Amazonas". Placa conmemorativa del descubrimiento del Amazonas. Catedral Metropolitana de Quito.

La historia a menudo nos sorprende con sus mezquinas injusticias. ¿Quién iba a imaginar, por ejemplo, que el continente descubierto al mundo por Colón hubiera terminado llamándose América?, o que ese gran río avistado por Vicente Yáñez Pinzón hacia el 1500 y surcado, cuarenta años más tarde por Francisco de Orellana, no se llamaría ni río de Orellana ni tampoco río de la Mar Dulce, como supuestamente lo había bautizado Yáñez Pinzón, timonel que había sido de la menor de las carabelas del almirante en el primer viaje de descubrimiento?

Lo cierto es que en aquel mapa de "portolano", o carta de marear, dibujado por Juan de Vizcaíno (o Juan de la Cosa), en el que se usa por primera vez el nombre de "mapa mundi" hacia 1501, y en el que aparece Cuba ya como una isla, asoma con certera latitud aquel río de la Mar Dulce o la desembocadura del que hoy se conoce como río de las Amazonas y que por esos tempranos años del siglo XVI ya se lo conocía también como río Grande e incluso con el curioso nombre de Marañón; nombre idéntico al que hoy distingue a la parte inicial de su curso, antes de la confluencia con el Ucayali, en lo que es el actual Perú.

Dice la historia que al dar la vuelta al siglo de los descubrimientos, justamente en una de las primeras expediciones de reconocimiento de las costas de la actual Sudamérica, se habría confundido al delta del Amazonas con la desembocadura de dos caudalosos ríos: uno el mencionado río Grande y otro el que inicialmente se conoció como río de Santa María de la Mar Dulce. Esta confusión es comprensible dada la enorme extensión que tiene el delta del majestuoso río (más de dos grados terrestres; es decir, aproximadamente 250 kilómetros). Se dice también que quienes primero surcaron río arriba desde la desembocadura, habrían sido unos marineros de apellido Marañón, y de ahí el extraño nombre.

Fue el cronista español Antonio de Herrera y Tordesillas, en su "Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y la Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales", quien se refirió siempre al río con el nombre de Marañón. Igual cosa sucedió con otros cronistas, como Martín Fernández de Enciso, Pedro Cieza de León y Agustín de Zárate. Todos ellos se refirieron al río con aquel nombre anacrónico. Pues, así ya se lo conocía al río antes de que se descubriera el actual Perú, hecho que solo aconteció unas tres décadas después de descubierta su desembocadura.

Como siempre repetimos: la historia jamás está exenta de ironía. Las aventuras épicas de Francisco de Orellana, en especial la gesta del descubrimiento de un río que él mismo llamó como "de las Amazonas", no sólo habrían de costarle un ojo de la cara, sino que su codicia y obcecado empecinamiento lo llevarían a regresar más tarde con una mal organizada expedición en la que enfermaría gravemente y perdería su vida. Nunca imaginó el extremeño que habría de terminar sus días en una nueva exploración de ese mismo río de las mitológicas amazonas que él mismo se habría encargado de descubrir…

De nuestros ríos orientales la mayoría desemboca en la parte del Marañón, antes de su confluencia con el Ucayali. No así el Napo y sus afluentes que vierten sus aguas en el Amazonas. El Marañón realiza un largo recorrido en territorio peruano antes de serpentear por estrechos cañones o "pongos" que hacen de su navegación un trámite proceloso; y solo más tarde se precipita hacia la selva para entonces cambiar de nombre. Es probable que el nombre de este Marañón, tenga una historia independiente, bien pudiera significar "río de las marañas", por las reconocidas dificultades de navegación que ofrece. No se descarta tampoco que así haya sido bautizado en asociación con el nombre que antes tuvo el río en el trecho relacionado con su desembocadura.

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22 junio 2016

Aquel "puto" 7 a 0…

Esa fue una imagen distorsionada que captamos de México y su cultura. Era la propuesta devaluada de una sociedad de ranchos y de haciendas, con sus charros dueños de un hablar que alargaba las vocales y de unos mariachis que exhibían su dudosa elegancia. Fueron esas unas películas que se proyectaban en cines de barrio carentes de abolengo, cuyos nombres ya denunciaban el precario buen gusto de esas representaciones. Luego vendrían las poco imaginativas telenovelas de estopa y libreto carentes de contenido. Ese fue el México ramplón y cansino que nos trató de vender la industria del celuloide...

Por fortuna, pronto descubrimos que existía otro México; uno que, aunque todavía jineteaba sobre la huella de un exagerado nacionalismo, dejaba tras de sí la impronta de términos con significados distintos. Pero este era un país que dejaba apreciar el vigor de sus manifestaciones artísticas; este otro México -con esa equis que se pronunciaba como una jota árabe- era un país que se había adelantado a los caminos del progreso. Ello, a pesar de lo segmentada y estratificada que se mostraba su sociedad. Esa imagen siempre nos invitó a consultar a qué debíamos culpar por aquel otro inmerecido estereotipo.

Si algo llamaba la atención eran todas esas palabras con significados diferentes o apoyadas en sufijos que sonaban distinto. Voces como pinche o naco, órale, pos, mano, guey (y, sobre todo ese verbo que comenzaba con “che” que tenía la virtud de convertirse con facilidad en ubicuo adjetivo o sustantivo), contribuyeron a difundir la idea de que México era un pueblo donde no se había enseñoreado el buen gusto, que no privilegiaba lo mejor y lo distinguido. Era un país que lo habíamos contemplado desde afuera alterado por el lente del prejuicio. Hizo falta compartir con colegas y conocidos para descubrir su distinta manera de ver la vida y, además, para comprender qué querían decir aquellos términos que intuíamos distintos.

Fue en mi primer desplazamiento hacia el Asia que descubrí a un "infante terrible", era un piloto mejicano; este era un personaje díscolo e incorregible. Con él tuve la oportunidad de conocer, y de disfrutar, una de las sociedades más interesantes que existen en el planeta: el pueblo coreano. Allí, en esa tierra tan interesante, juntos aprendimos a interpretar las costumbres de ese pueblo, a desentrañar los protocolos de nuestra nueva compañía, a comer unos gusanos expendidos en rincones callejeros, a saborear pulpos crudos capturados directamente de unas enormes peceras. Allí aprendí el significado de voces y expresiones que se usan a diario en el país azteca, como: puto, pedo, chido o ¡no mames!

En estos días, una versión especial de la Copa América ha tenido como anfitrión a Estados Unidos, pero quienes han jugado como dueños de casa han sido los mejicanos. Por este motivo, los arqueros de los equipos que han enfrentado a México han tenido que soportar la molestosa costumbre de los residentes mejicanos, quienes se confabulan para fastidiar a los guardametas contrarios llamándoles de “putos” cada vez que realizan un nuevo servicio... Pero, ha sucedido -por esta vez- que al enfrentarse al equipo chileno, este les ha dado tal tipo de vapuleo que no sólo que los ha eliminado del torneo, sino que les ha quitado las ganas de incordiar, pues les ha propinado una concluyente lección. Así, los putos han pasado a ser unos inesperados guarismos: 7 a 0!

Mas, sin embargo (como dicen en México), el grito que se corea en sus estadios no es una expresión homofóbica, ni siquiera tiene por intención abusar de los arqueros (hacer "bulling"). Solo intenta concertar una manera de disfrutar en grupo o, si se quiere, de hacer relajo. La voz “puto” se utiliza en México para designar a quien es gay u homosexual, equivale al manido “marica” de nuestros pueblos, término que la sociedad mojigata lo quiere identificar con la falta de valor o de arrestos y lo confunde con lo opuesto a masculinidad.

Pero, en esta época de reivindicaciones, ser "puto" no es ya un sinónimo de cobardía. Esta es una hora en la que se respetan las preferencias de sexualidad y de estilo de vida. Aunque la homosexualidad no sea lo más típico, la sociedad ha aprendido a aceptar las diferencias involucradas en esa alternativa. A pesar del vocerío de la intolerancia, la sociedad ha tenido que aprender a transigir para aceptarla como una opción diferente.

Ha existido hasta hace poco un innegable estigma que implicaba esa condición; esto ha postergado el advenimiento de un espíritu de aceptación y tolerancia. ¿Qué ha facilitado esta nueva integración? Fundamentalmente dos cosas: el espíritu liberal, de que cada cual atienda a lo de cada uno, y la reflexión de que si tal situación no la habríamos vivido en nuestras propias familias (porque quizá la desconocíamos), no estábamos exentos de que la hubiéramos tenido que enfrentar con nuestros más cercanos seres queridos…

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10 junio 2016

Resbalones y derrapes

De niño me encantaban las excursiones; esos paseos improvisados que realizábamos en los días ventosos de verano y que nos llevaron a la Chorrera, a Cruz Loma o al Itchimbía. Ellos fueron no sólo un preámbulo para futuros descubrimientos, fueron una manera de mirar la vida con ojos distintos, desde otros ángulos -antes insospechados-, fueron maneras de descubrir nuestros caracteres y habilidades, de conocer nuestros espíritus, de reconocer nuestras limitaciones, y un espejo para saber algo más de nosotros mismos...

Pasado el tiempo, y ya en el ejercicio de lo que fue mi profesión como piloto de aviación, poco a poco fui descubriendo que en mi oficio existían dos fases críticas en el vuelo, conocidas como despegue y aterrizaje, donde lo importante era evitar ciertas “excursiones"… otro tipo de excursiones. Si en mi infancia las excursiones a las montañas cercanas fueron un preludio de los viajes que más tarde habría de realizar por el mundo, las que aprendí a evitar en el ejercicio de la aviación estaban relacionadas con los accidentes, las tragedias y desastres.

Pocas semanas atrás sucedió, otra vez, un accidente importante en Cuenca. Hablo de accidente, y no de incidente, porque -aunque no hubo víctimas o fatalidades- tengo entendido que los daños a la estructura del avión dan para pensar que se trató de averías de grado considerable. Habla la prensa de que el avión habría "perdido pista"; sucedió lo que en aviación se conoce como "una excursión" (“overrun”). En este caso el avión no pudo frenar antes del fin de la pista, se salió de la superficie de concreto y se produjo una situación lamentable.

Descartando que haya existido una falla mecánica, como sería un desperfecto en el sistema de frenado, habría que preguntarse qué aspectos pueden afectar para que pueda darse este tipo indeseado de resultados. Dejemos a un lado la posibilidad de que el piloto más experimentado no haya estado al mando de los controles, pues se asume que, si se trata de una pista delicada o crítica, debería ser el comandante quien -por un sentido profesional de responsabilidad- esté encargado de realizar esta maniobra. En este sentido, deben ser las políticas operacionales de las empresas las que deben supervisar estos protocolos.

Ahora bien, si no existió un problema mecánico y la aeronave se encontraba controlada por el piloto más idóneo, por qué es que siguen sucediendo estas situaciones? ¿Si existe un sistema que ayuda a controlar la gradiente de planeo (ILS), por qué no aterrizan los aviones en la parte inicial de la pista, en el umbral respectivo? La respuesta es bastante sencilla: simplemente porque los aviones no continúan -luego de la transición a condiciones visuales- en la correcta senda de planeo; o porque, haciéndolo, no efectúan un correcto quiebre de dicha senda (la nivelada manual del avión); así, terminan por desperdiciar buena parte de la pista (flotan demasiado) y esto se agrava cuando la pista se encuentra húmeda y mojada.

De la experiencia en los programas de entrenamiento de nuevos pilotos en las aerolíneas modernas, se viene detectando una preocupante falta de habilidades de los mismos en la cercanía del aterrizaje (bajo 200 pies). Esto quiere decir que los pilotos con escasa o mínima exposición, no mantienen un apropiado ángulo de descenso -el mismo que es controlado con el elevador- cuando se acercan a la pista y están en condición de nivelar el avión luego de reducir la potencia de los motores; esta es una técnica que no la han perfeccionado todavía. Esto se complica, muchas veces, cuando existe viento cruzado; pues, al añadirse otro elemento lateral en la ecuación, les dificulta el control vertical de la aeronave.

El tipo de avión que se usa para la pista de Cuenca (jets de tamaño mediano), tiene un tipo de desaceleración y de frenado que obliga a utilizar casi toda la superficie disponible, sobre todo cuando el avión está pesado o la pista no se encuentra seca. Esto quiere decir que se reduce la tolerancia cuando el control vertical de la parte final de la aproximación, o la maniobra de quiebre de planeo, no consiguen un aterrizaje en el punto de contacto previsto (las marcas de inicio de pista). El no hacerlo, debería obligar a los pilotos a realizar un sobrepaso (irse nuevamente al aire) aun en el caso de que ya hubieran iniciado el aterrizaje.

No habiendo posibilidad de que se amplíe la pista de Cuenca, una alternativa operacional pudiera ser la de utilizar un modelo de avión de menor capacidad (probablemente un turbo-prop), con el ajuste necesario de frecuencias para satisfacer la eficiente demanda comercial que se trata de atender en forma recomendable.

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08 junio 2016

Vigencia de unos símbolos

Un cónsul es en la actualidad un funcionario que se encarga, en las misiones diplomáticas, de ciertas tareas de representación. El cónsul  está encargado principalmente de la emisión de pasaportes, visas, certificados y otros tipos de autenticaciones. No sucedía así en la antigua Roma, donde el cónsul era más bien un magistrado encargado de administrar justicia; de hecho, no sólo eso, por un tiempo sus atribuciones comprendían inclusive la delicada posibilidad de ejecutar sumariamente, es decir de condenar a muerte a ciertos ciudadanos.

Los cónsules de antaño no estaban rodeados de amanuenses o de secretarias, estaban acompañados por un grupo de funcionarios conocidos como "lictores". Estos andaban a llevar el símbolo de la autoridad del cónsul, que consistía en un manojo de varas -a manera de cilindro- de hasta un metro y medio de largo, al que llamaban "fascis". Las varas estaban atadas con una cinta de cuero de color escarlata y se fabricaban con madera de olmo o abedul. En el centro de los fasces (a veces en el dorsal) se había colocado un hacha o segur. Varas y segur representaban la autoridad y la justicia: las funciones consulares.

Con el tiempo, este instrumento, el fascis, empezó a utilizarse como símbolo de dignidad y de potestad en otras instituciones. Incluso, hace algo así como un siglo, fue adoptado en Italia por una organización política cuyos métodos se caracterizaron por la preeminencia del partido único, la preponderancia de un autoritario líder, el ejercicio de una maniquea intolerancia y el abuso de la propaganda. El fascismo daba importancia al estado sobre el individuo; en la práctica, limitaba los derechos individuales con el pretexto del bien común. El movimiento se apoderó de la insignia que antes fue privativa de la gestión consular.

Hoy hablamos de dicho fascis como si se tratase de un artilugio extraño y desconocido... Y quizá no hemos caído en cuenta que este forma parte, y desde principios de nuestra época republicana, nada menos que de uno de nuestros más importantes símbolos patrios: el escudo nacional. Como el "barrilito ese" ya está ahí, no le hemos dado la debida importancia, no hemos atendido a su probable razón de ser o significado, ni hemos apreciado su contenido como un valor de dignidad institucional. De hecho, el escudo es un símbolo a menudo distorsionado, la rama de palma -que representa el martirio de los héroes- es con frecuencia reemplazada por una de olivo, lo cual nunca constó en el decreto inicial.

Advierto que la cinta que sostiene al sol en el blasón, contiene unos símbolos zodiacales que representan los meses que fueron alguna vez importantes, luego de la revolución de marzo de 1845, pero que ya nadie los relaciona debidamente. Inclusive, hay veces que el cóndor mira a un lado indistinto (en heráldica los animales siempre deben mirar hacia la derecha) y su cola no apunta al lado de su mirada para conservar el talante de altivez que debe sugerir su apostura. Aquel barquito, que porta un caduceo, reproduce muchas veces los colores de la bandera en su costado, dándole así a la imagen una condición de colorido tropical que merma su elegancia y sobriedad. Estos errores compruebo que se reproducen en la página web de una importante embajada...

De regreso a la voz fasces, la Academia ha establecido, en su vigésima tercera edición, que se trata de un sustantivo masculino plural; por lo tanto, que se debería decir los fasces y no el fasces (no existe en español el singular latino “fascis”). Discrepo con este criterio, pues lo plural son las varas y no el manojo, o atado, de esos instrumentos utilizados para flagelar. En todo caso, el haz inferior de nuestro escudo no es un barrilito para amarrar los pabellones; es un símbolo de autoridad, de carácter republicano, de dignidad, de honor e institucionalidad. Algo distinto a lo que los adherentes a "il duce" habrían tratado alguna vez de simbolizar.

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06 junio 2016

Cómo vuelan las noticias

La ciudad se llama Kassel; está situada en el centro geográfico de Alemania, no muy lejos de Frankfurt. Siglos atrás dio acogida a una hermandad conocida como de los Rosacruces y más tarde a los protestantes calvinistas (Hugonotes) que se vieron obligados a abandonar Francia, hacia finales del siglo XVII, luego del edicto de Fontainebleau. Allí, en una urbe caracterizada por su espíritu de tolerancia, había nacido -hacia 1816- un judío de nombre Israel Josafat, hijo de un rabino conocido como Samuel Levi Josafat. Así comienza la historia de una de las agencias más conocidas en el mundo: la famosa Thomson Reuters.

Israel parece que no estuvo muy a gusto con sus nombres y apellidos. A los veintinueve años se mudó a Londres con el nombre de Julius Josafat y tan solo un mes después se convirtió al cristianismo y adoptó el nuevo nombre de Paul Julius Reuter. No está muy claro si Israel optó por tomar esta decisión obligado por las implicaciones hebreas de su nombre o si para dar gusto a su novia luterana con quien habría de contraer nupcias pocas semanas después.

Poco más tarde, Israel, ahora Paul Julius Reuter, se trasladó a Francia donde tomó contacto con un editor y traductor, cuyas ideas estaban revolucionando el mundo de la prensa escrita: Carlos Luis Havas. La agencia de noticias de Havas se convertiría en la futura AFP, la Agencia France Presse. Eran años -mediados del siglo diecinueve- cuando se había empezado a utilizar en forma rudimentaria la telegrafía y las agencias noticiosas estaban ansiosas por experimentar con una forma de comunicación que haría más fácil y, sobre todo, mucho más rápida la comunicación veraz y ágil de lo que estaba pasando en el resto del mundo.

Impulsado por el éxito del francés, Reuter decidió fundar su propia agencia en su país natal. Escogió un sitio conveniente para alimentarse de las noticias que se distribuían desde Bruselas. Su preferencia fue la ciudad de los múltiples nombres: Aachen (se pronuncia Ájen); que se conoce en francés como Aix-la-Chapelle y en español como Aquisgrán, la capital imperial de Carlomagno. Allí, Reuter se puso a esperar que la telegrafía se hiciera más confiable mientras utilizaba palomas mensajeras para la transferencia de sus noticias... Me pregunto si este imaginativo como precursor método no sería el motivo para ese conocido "clisé", o lugar común, aquel de que en la práctica "las noticias vuelan"...

Parte de la acogida que tuvo Reuter se debió no sólo a la difusión pronta de todo lo que pudiera estar pasando en el mundo, sino a la iniciativa de contar cualquier información que pudiera despertar interés y curiosidad. El oficio de transmitir las noticias se convirtió en una forma de promover la cultura popular y de impulsar el conocimiento cosmopolita de la gente. La prensa dejó de ser solo un medio de diseminar noticias y expresar opinión; era ahora una herramienta de información, un valioso artilugio que aportó al conocimiento en forma amena y global.

Una vez desarrollado el telégrafo, Reuter volvió a Inglaterra, esta vez a para fundar una empresa que recogía las latas con noticias que se lanzaban desde los barcos en Crookhaven, Irlanda, y enviaba esas noticias a Londres, a través de la telegrafía, mucho antes de que los barcos llegaran a su puerto de destino. Poco tiempo después, Paul Julius Reuter se convirtió en súbdito británico, por lo que la Corona, en reconocimiento a sus aportes al formidable avance noticioso que tuvo Inglaterra, le confirió el nobiliario título de Barón de Reuter.

Desde hace ya casi una década, la Agencia Reuters es parte de un enorme conglomerado conocido como Thomson Reuters. En esa prestigiosa empresa trabaja como editor de temas económicos mi primogénito; lo han contratado en Emiratos Árabes, pero lo tienen basado en Sidney -Australia-, donde reside actualmente. Bernardo es especialista en finanzas islámicas que se rigen por la ley Sharía. Vive al otro lado del mundo pero se comunica a través del novedoso Skype. No utiliza ya el telégrafo, ni creo que le hacen falta las palomas mensajeras...

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02 junio 2016

De santorales y periplos

La Iglesia Católica se ha dado sus modos, a través del tiempo, para ubicar en el calendario los nombres de todas esas personas especiales que son veneradas por sus fieles. De este modo, quienes han sido encumbrados a los altares reciben una fecha específica o festividad para ser conmemorada una vez al año. Claro que son tantos los santos que han sido designados por la Iglesia que, como no hay forma de aumentarle días al año, se ha optado por incluir en el mismo día a diferentes elegidos. Del mismo modo, hay nuevos santos que repiten, otra vez, el mismo nombre y uno termina por no saber por qué mismo los han santificado…

Si se revisa el santoral, advertimos que hay no menos de cinco santos que llevan el nombre de Tomás, siendo los más importantes: Tomás, el apóstol; y el sabio y padre de la Iglesia que asoció el cristianismo con las ideas aristotélicas: santo Tomás de Aquino, discípulo a su vez de otro sabio conocido como Alberto Magno. Por eso, si, por muestra de ejemplo, se quiere saber a cuál de los Antonio hay que “poner de cabeza” para buscar intercesión en asuntos amatorios, se debe estar seguro de a quién mismo se dirige, para no hacer la gestión en vano. Sospecho que hay que referirse al santo de Padua, un franciscano protector de los enamorados.

Algo complicado sucede cuando parecería que al mismo santo, o ser beatífico, se le ha dado aparentemente dos denominaciones distintas. Este es el caso del santo patrón de los marineros y pescadores (y sugiero yo que de todos los que tienen el oficio de navegantes, incluyendo el gremio de los aviadores), un santo al que en inglés se lo conoce como Saint Elmo y como San Telmo en castellano. Cuando reviso en la enciclopedia por la razón para esta discrepancia, me topo con una inesperada sorpresa: se trata en apariencia de dos personajes distintos…

En el caso del de la península ibérica se trataría de San Telmo, un predicador dominico cuyo nombre era Pedro González Telmo, que ya en vida se convirtió en protector de los marineros, especialmente cuando arreciaban las tormentas y vendavales; murió en 1240 a los 55 años de edad. Para el caso del otro santo, venerado como Saint Elmo, este también fue conocido como Erasmo de Formia, fue un mártir cristiano que murió a principios del siglo cuarto. Se cuenta que mientras le perseguían los paganos, surgió un fuego desde un templo que dio cuenta de sus persecutores. Se dice también que en cierta ocasión habría caído un relámpago muy cerca de donde estaba y que los marinos identificaron el fuego que aparece en los mástiles, en los días de tormenta, con su protección.

Efectivamente, existe un fenómeno meteorológico conocido como fuego de San Telmo, que consiste en un extraño resplandor que aparece en las vergas de los barcos cuando el tiempo se pone borrascoso. Los aviadores observamos también este curioso fenómeno como si fuera una descarga intermitente de electricidad estática que se desarrolla a lo ancho de los parabrisas de los aviones durante los episodios de tormenta. De aquí que San Telmo o Saint Elmo se haya convertido en el santo patrón de marinos y aviadores. Por rara coincidencia Elmo, Telmo o Erasmo es también el protector para los cólicos y enfermedades intestinales, las plagas del ganado y se lo ha declarado patrón de las mujeres en labor de parto.

En el periplo épico narrado en la Eneida por el poeta Virgilio, existe un personaje conocido como Palinuro; se trata del capitán o timonel de la nave de Eneas en su viaje desde Troya hasta la Magna Grecia y luego hasta su destino final: el Lazio (la tierra de los latinos). Palinuro habría orientado la nave hasta puerto seguro; sin embargo, para su desgracia se quedó dormido y se cayó al mar (parece que esto de quedarse dormido les pasa con frecuencia también a los aviadores), y fue condenado a morir desnudo en un playa desierta y olvidada, parecida a la de la canción de Emilio José: “Mi barca”… Ese timonel nunca fue encumbrado a los altares (la Eneida se escribió antes del nacimiento de Cristo); da la impresión que no es garantía de santidad aquello de andar desnudo por las playas o el que un aviador vaya y se quede dormido…

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