28 julio 2016

De sabores, lecturas y aparejos

Proclama y respalda, con no inopinada insistencia, un inquieto y muy cercano colega y amigo, sobre todo en referencia a aquellos tardíos y bien provistos desayunos vacacionales que cada vez con más menguada frecuencia a veces compartimos, que nada existe que supere en el disfrute de nuestros placeres gustativos que la mezcla de contradictorios sabores, mejor aún si estos son más diversos, más antagónicos y más distintos. Extraños gustos tienen los apetitos!

Sostengo que algo similar ocurre o puede ocurrir con nuestras simultáneas y disímiles lecturas, pues con cierta asiduidad soy de la costumbre de seguir el curso de dos o más textos de naturaleza distinta. Esta explicación procuro dar cuando comento acerca de qué libros me tienen actualmente entretenido. Poca gente entiende cómo es posible que pueda estar interesado -a la vez- en estar dando atención a tramas o episodios diferentes y aun de carácter distinto. Esto, más allá de que pudiera considerarse mi respuesta o confesión tal vez como un mero alarde o como una harto afectada muestra de ostentosa presunción.

Mas, la verdad es que, con la probable culpa de mi recién estrenada ausencia de una actividad permanente (disfruto hoy de una condición inédita que me ha convertido en aviador emérito, es decir en piloto jubilado), tengo cada vez un poco más de tiempo para dar gusto a mis rezagadas y postergadas lecturas; asunto este que en ocasiones nos convierte a los lectores en protagonistas de excepción de múltiples y variadas vidas paralelas. Esa es justamente la magia y el beneficio de la lectura, que nos lleva a participar sin quererlo en vidas distintas.

Estos mismos días, por ejemplo, estoy leyendo una autobiografía de Chesterton, otra de Groucho Marx y también me entretengo con una formidable compilación de varios relatos marineros. He de insistir (aunque esta no sea necesariamente mi normal metodología): muchas veces se encuentra un placer especial al seguir una disímil variedad de temas múltiples. No me cabe duda que mi colega puede tener razón: no hay nada como aquello de degustar sabores y aderezos distintos!

Llegué al mencionado escrito de G.K. Chesterton luego de mi lectura de lo que quizá sea su obra cenital, “El hombre que fue jueves. Una pesadilla”. Según muchos entendidos, esta sería la más importante novela filosófica y policíaca que jamás se haya escrito. La trama puede ser considerada como una alegoría; sin embargo, no logró cautivarme como esperaba, tanto por su desarrollo como por su contenido. Chesterton es el maestro de la paradoja y es en su autobiografía donde exhibe toda su erudición, genialidad y carácter. Sus memorias reflejan a un hombre enorme, más que por su tamaño por la condición de su intelecto…

Los libros de Julius Henry Marx versan también de sus memorias. Estas están relatadas con humor e ironía nunca exentos de cinismo. A pesar de ello, tanto “Groucho y yo” como “Memorias de un amante sarnoso”, constituyen relatos ligeros y muy amenos que más de una vez nos invitan a una sincera y personal introspección. Nunca viene mal que nos contemplemos con humildad y espíritu crítico en un azogue ajeno, no afectado por la distorsión de nuestra propia vanidad.

La revisión de los “Relatos del Mar” (varios autores), por otra parte, me retrotrae a un sinnúmero de términos marinos que no son de uso corriente para quienes somos oriundos de tierras alejadas de puertos y más lugares costeros. Voces como obenque, cofa, esquife, juanete, estribor, jarcia, trinquete, verga, bauprés o pescante, más de una vez nos invitan a revisar su etimología o quizá su exacto significado. Una de ellas en particular nos obliga a recordar nuestros iniciales investigativos escarceos (o, a preguntarnos que por qué será que bergantín no se escribe con ve corta); y nos da testimonio de cómo se metamorfosean ciertos conceptos con el paso del tiempo y cómo las mismas voces van adquiriendo significados nuevos y algo distintos.

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18 julio 2016

Un esquema fraudulento

Cuando minutos antes del crepúsculo escocés, el pasado jueves, Phil Mickelson igualó la marca de menor número de golpes en una jornada de uno de los cuatro torneos de golf más importantes en el mundo, el Open británico, pocos dudaban que había iniciado el camino para conquistar su sexto título en los reputados Majors, sino que anticipaban que la fortuna estaría haciendo justicia a este genial jugador, cuyo palmarés incluye la rara situación de haber quedado segundo en casi una docena de oportunidades. Además, estuvo a punto de convertir un tiro que se paseó por el borde mismo del hoyo. Hubiese sido el primer 62 de la historia de estas competencias!

Mickelson es una inspiración para muchos golfistas alrededor del mundo. No solo que su habilidad natural incita la emulación de seguidores y contrincantes, sino que su juego corto, el que se practica en el área cercana a la bandera en los dieciocho hoyos, es no solo muy imaginativo sino simplemente inigualable. Hay algo en la actitud natural del zurdo, no sé si es su tímida sonrisa, su parsimonioso caminar o aquella delicada sencillez que él mismo exuda, que le otorga a su apostura una espontánea simpatía en favor de su persona. En suma, y a pesar de sus cuarenta y tantos años, muchos quieren verlo siempre como único ganador.

Pero sucedió que tan temprano como en la jornada del día sábado, poco a poco se fue perfilando un insospechado contendor: el sueco Henrik Stenson. La competencia entre los dos, a partir de ahí, se puso no solo reñida y dramática sino que despertó la atención y el inusitado interés de los aficionados a este deporte. Al final de la contienda, Stenson había hecho un juego tan excepcional que Mickelson no pudo superar la formidable puntería del sueco, que nunca había tenido el privilegio de levantar el trofeo de uno de los llamados Grandes.

Stenson también, aunque transitando un diferente tipo de encrucijadas y otra suerte distinta de caminos, tampoco había sentido la protección de ciertos dioses tutelares: buena parte de sus previas y millonarias ganancias la había “invertido” en un tipo de iniciativa financiera que prometía duplicar esas ganancias en muy corto tiempo. Este tipo de inversión que desde hace casi cien años se conoce como “esquema Ponzi” no es sino una clase de promoción fraudulenta, en la que se invita a los ingenuos a apostar su dinero en base a una promesa similar a la de las llamadas pirámides o cadenas financieras (estafar a Pedro para pagar a Juan).

La victoria, por lo tanto, para el espigado y enjuto jugador sueco, fue, si se quiere, una forma de remisión, pues su ganancia pasó a representar la nada despreciable suma de un millón y medio de libras esterlinas, algo cercano a dos millones de dólares. Por lo mismo, y especialmente para quienes estuvieron enterados de su triste como lamentable predicamento, la victoria de Stenson ayudó a sobrellevar la decepción de no haber visto al zurdo levantar el ansiado trofeo, que constituye el premio más antiguo del golf profesional, tanto que en sus inicios solo se lo conocía como “el Abierto”, antes de que se instauraran otros torneos mayores.

En cuanto al esquema Ponzi, mermelada para quienes engatusan a los incautos, fue promovido en los Estados Unidos por un financista embaucador italiano de nombre Carlo Pietro Giovanni Guglielmo Tebaldo Ponzi (¿por qué será que ciertos personajes, que reciben nombres ampulosos, rimbombantes e interminables, y que dan la impresión de deambular más tarde en persecución de la fama, parecen ya desde la cuna predestinados a enfrentar este tipo de estrambóticos emprendimientos?...).

Ponzi vivió más de treinta años en los Estados Unidos, mitad de cuyo tiempo lo gastó detrás de las rejas penitenciarias. Tiempo este de un “asueto especial” que lo aprovechó para planificar nuevas y más sofisticadas formas de enriquecerse en forma fácil gracias a sus embelecos y desvergonzadas artimañas. No está claro en qué utilizó o derrochó su mal habido dinero, pero es evidente que dejó a muchos una cuestionable y horrible herencia: la de imaginar cómo hacerse millonario en base a abusar de la confianza ajena; y en respaldarse en la astuta treta, la viciosa argucia y la infame trampa.

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12 julio 2016

Un destino incierto *

* Tomado de la revista AeroTime, con mi traducción.

“El futuro del avión más grande de pasajeros en el mundo, el Airbus A380, ha llegado a una encrucijada, debido a que las órdenes de la aeronave de dos pisos se siguen reduciendo y no existen nuevos potenciales clientes en el horizonte.

Desde el inicio de la producción del A380 en el 2007, Airbus ha entregado cerca de 200 unidades, mientras que otras 125 se esperan fabricar en los próximos cinco años. Los números están bastante más bajo de la proyección inicial, la de fabricar 1000 aviones en los 20 años venideros. Parece que las aerolíneas se han alejado del gigante, gran consumidor de combustible. El A380 es patrocinado mayormente por una sola aerolínea: Emiratos. El transportador del Golfo ha reservado 142 aviones, cerca de la mitad de las órdenes del A380.

El cuadrimotor ha sido difícil de vender debido a su alto consumo de combustible y a un mal calculado programa inicial en las entregas. Cuando el mundo fue afectado por una crisis económica en el 2008, el aumento de los precios del petróleo desanimó a las aerolíneas a invertir en aviones que pudieran acomodar entre 489 y 615 pasajeros. Los expertos aeronáuticos pronostican que Airbus no va a estar en condiciones de recuperar su inversión inicial de 25 billones de Euros y, si el régimen de producción del A380 baja de 30 aviones por año, la compañía tendría inclusive que abortar este programa.

Aunque la terminación del programa sería una medida razonable, la decisión representaría un serio dolor de cabeza para los ejecutivos de Airbus. La empresa tendría que cerrar fábricas a lo ancho de Europa y reubicar a miles de empleados. A pesar de la incertidumbre que enfrenta el A380, los ejecutivos de la compañía sugieren que una sola década es un tiempo muy corto para definir el futuro del programa y permanecen optimistas de que con innovación y mayor inversión estarán en condición de volver a la senda del éxito.

Mientras tanto, el fabricante americano Boeing estaría considerando alargar el 777X para competir con el A380 y satisfacer la demanda de sus clientes. Así, la versión del 777-10X tendría cuatro filas más de asientos que el 777-9X y tendría una capacidad en el rango de 450 a 470 pasajeros. Además, gracias a una aerodinámica más avanzada y a nuevos sistemas de propulsión, sería más eficiente en consumo de combustible que el gigante de dos pisos de Airbus, cuya versión de mayor densidad puede acomodar a más de 600 pasajeros.

“Siempre estamos evaluando nuevas tecnologías; así como las configuraciones del avión y las necesidades del mercado”, sostienen los representantes de Boeing. “A pesar de que no hemos tomado decisiones, continuamos estudiando las versiones del 777X y atendemos las sugerencias de los clientes para desarrollar productos que den un mejor rendimiento a nuestros compradores”.

La compañía ha iniciado conversaciones con diferentes aerolíneas, apuntando especialmente a las empresas del Golfo. Emiratos es particularmente un cliente de interés, habiendo ordenado 289 aviones de la familia Boeing 777X. Esta consiste principalmente de dos aviones: el B777-8X con una capacidad de 350 a 375 asientos; y el B777-9X que puede acomodar entre 400 y 425 pasajeros. Ambos tienen una autonomía para volar 7.500 millas náuticas, con un precio de lista de alrededor de 400 millones de dólares”.

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09 julio 2016

De ratas y más ratones

Hoy quiero hablarles de Douglas Carl Engelbart, no he dicho Engelbert sino Engelbart, un apellido alemán. Tampoco he dicho Engelbert Humperdinck, quien fuera un famoso y bien parecido cantante inglés que realmente se llamaba Jorge Arnoldo Dorsey y que popularizó canciones como “Release Me”, “El Último Vals” o “Spanish Eyes”, por esos olvidados años de final de la década de los sesenta, cuando yo recién salía del colegio y me estaba haciendo ya piloto... Sí, quiero hablarles del formidable Engelbart y también de... ratones!

Yo no creo que vi muchos ratones cuando era niño, pero siempre escuchaba que se hablaba de estos animales con cierto desafecto, quizá debido a la repugnancia que provocaban. Se hablaba de las ratas, que son más grandes que los ratones, e incluso de los pericotes que son un tipo aún más aventajado de esas despreciables ratas. Pero aun los pericotes son pequeños comparados con un tipo de rata que una vez avisté en una céntrica calle de Bangkok, cuyo tamaño superaba con creces al de un felino doméstico bien alimentado... Ese roedor me hizo un ruidito amenazador y nada amigable; aquella era una rata descomunal, la más aventajada en tamaño que jamás hubiera visto en mi vida.

Fue en Guayaquil, en uno de esos mis primeros viajes, cuando todavía tenía edad preescolar, que vi por primera vez unas ratas que se pudieran llamar "maltoncitas" (como decían en la casa de la abuela); ahí ha de haber sido donde aprendí la diferencia entre ratas y ratones, diferencia que nada tenía que ver con el género de esos roedores. Ahí mismo, en Guayaquil, habría de escuchar un término costeño para designar a los ladrones, personajes que desde siempre creí que caminaban sobre los tejados de zinc que parecían cubrir todas las casas porteñas, para luego asaltarlas; barrunto que esa voz repetida como advertencia (¡ratero!, ¡ratero!) estaba relacionada con tan horribles animales.

Pero es a Douglas Carl Engelbart, un fantástico inventor e ingeniero americano, a quien debemos eso de que -con alguna frecuencia y por doquier- hoy tomemos y conservemos un cierto tipo de ratón en nuestras manos; y que, al hacerlo, lo hagamos sin escrúpulo, sin asco, sin muecas de desprecio o repugnancia. Eso, porque este ratón, de tipo electrónico, es un componente que incorporan los ordenadores, uno que fuera ideado por Engelbart, adminículo que haría más fácil la operación de los modernos computadores que en la actualidad resultan no solo de gran utilidad sino ya indispensables.

Se cuenta que Engelbart reflexionó un día en que las personas viven solo para "tener un buen trabajo, casarse y ser felices por siempre jamás"; y que meditó en que le hubiera gustado hacer algo que ayudara a hacer del mundo un mejor lugar. Detrás de las investigaciones e inventos de Engelbart había toda una filosofía: consideraba que a medida que avanza la civilización, el hombre iba a enfrentarse a problemas cada vez más difíciles de resolver. Era, por tanto, muy importante potenciar la inteligencia humana y aprender a buscar métodos para gestionar en forma mancomunada la iniciativa de encontrar nuevas soluciones.

Así también, Douglas Engelbart, propició la invención de otros recursos como el hipertexto y el hiperlink, herramientas sin las cuales el Internet no sería el arma formidable que es hoy en día, y que resultan imprescindibles para las tareas de exploración e investigación relacionadas con el conocimiento. De este modo, puso en manos de todo el mundo ese diminuto artilugio que tiene el nombre de un pequeño roedor debido al alambre de conexión que se parece a su cola.

Ayer volví, luego de algún tiempo, a Guayaquil; asistí a reunión de negocios de aviación en las instalaciones de una muy interesante empresa. Es esa una entidad comercial donde pude apreciar que sus empleados trabajan con inusitada alegría. Y pude advertir, en ese grupo humano, un raro sentido de colectividad y de pertenencia. Me pareció ahí que algo se había contagiado de aquel espíritu transformador de Engelbart, parecía que habían descubierto que en la vida siempre puede haber algo tanto o más importante que solo casarse, tener un buen empleo y vivir "happy ever after"…

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