30 octubre 2016

Cuestión de diagnóstico

Hoy me he puesto a meditar en que muchas cosas que nos suceden son a veces cuestión de perspectiva, de simple diagnóstico, igual que nos ocurre con las enfermedades que nos aquejan. Y, claro, ese diagnóstico empieza por nuestro reconocimiento de qué es lo que nos afecta, de qué es lo que sentimos. Uno no puede ir a donde el médico y sólo comentar que se siente enfermo, tiene que participarle al facultativo de los síntomas de los que cree que está sufriendo.

Sospecho que en esto de los diagnósticos, como en todo en la vida, pueden presentarse diferencias o discrepancias. En base a su experiencia, e incluso en base a sus prejuicios, los médicos pueden sospechar de más de una causa para el mismo síntoma, o pueden asociar distintos síntomas con una misma causa. A la final, la salud es otra de esas condiciones o circunstancias que los humanos parece que no las apreciamos hasta que algo empieza a molestarnos, hasta que algo empieza a afectar nuestro gratuito sentido de bienestar.

Y ese es uno de los problemas que nos afectan: que "lo damos por sentado", que no somos proactivos ni hacemos un tratamiento preventivo. Abusamos de nuestro organismo y solo nos preocupamos por él cuando es un poco tarde y cuando ciertos síntomas nos empiezan a incordiar. Esto del "darlo por hecho" parece estar inscrito en el DNA del ser humano, nos acostumbramos a la bondad, paciencia y generosidad de los otros, lo damos por hecho; o abusamos de ello y no caemos en cuenta que, de vez en cuando, hay que devolver una parte y, siquiera de repente, debemos saber reconocer y reciprocar...

Esto percibo que sucede en todo tipo de relaciones, no sólo en las privadas sino también en las que son públicas, las que nos relacionan con la sociedad. Este es mi diagnóstico, mi humilde observación, a pesar de esa inveterada inhabilidad que creo que me afecta para diferenciar lo importante de las cosas pequeñas, lo verdaderamente trascendente de lo prosaico y singular. En la política nos pasa lo mismo: creemos que eso de preocuparnos por las cosas que afectan a los otros no tiene importancia. Que es algo de lo que deben preocuparse los demás.

Es probable que a eso se deba el fracaso y la crisis de la democracia formal, a creer que no hace falta nuestra participación, ni siquiera para consignar el voto. De hecho, aquella apatía, reflejada en el ausentismo, se debe en gran parte a nuestro convencimiento de que nuestro voto no va a afectar, ni en bien ni en mal, al estado de cosas; que de todos modos no vamos a estar en condición de influenciar la situación en que se encuentra la sociedad. Nada queremos hacer para recuperar la confianza que hemos perdido en las instituciones. Otros lo han de hacer a su tiempo; y las cosas, también a su tiempo, por sí solas un día se han de arreglar. Aquí también lo damos por hecho, no nos queremos molestar.

Por lástima, al igual que con las enfermedades, las cosas no se arreglan por sí solas, tenemos que propender a buscar un diagnóstico, a apoyarnos en otras personas que, con mejores conocimientos y con buenas intenciones, tengan el deseo de mejorar esas cosas y de buscar formas y métodos para poderlas corregir o cambiar. Solo así lo estropeado se ha de poder un día arreglar.

Pienso en esta temática mientras leo un libro de Murakami, "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo"; y pienso que mucho me apenaría que aquel "darlo por hecho", ese darnos por bien servidos, sea la verdadera cuerda que haga que el mundo de las vueltas; que sea la que determine el rumbo de nuestras vidas y el derrotero que hubiésemos preferido que tenga nuestro destino. Mientras leo, escucho el "alegreto" de una no muy conocida composición sinfónica; al principio la confundo con otra de un autor más contemporáneo, pero luego caigo en cuenta que pertenece a un renovado Beethoven (quienes saben me han dicho que se dejó influenciar por Haydn)... Es la séptima sinfonía en A menor.

Sí, todo es cuestión de diagnóstico, pero incluso para conseguir un diagnóstico hay que poner de parte, hay que dejarse ver y analizar, hay que dejarse ayudar. Lástima que esto de "darlo por hecho" sea una de nuestras características, una cómoda manera de escamotear el reconocimiento, quizás una forma mezquina de agradecimiento, una avariciosa manera de mostrar aprecio a los demás...

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23 octubre 2016

Es-peculando...

¡Qué curioso, hoy que se habla tanto de latrocinios y peculados, descubro que no existe en el diccionario un verbo necesario (y, como están las cosas, un verbo indispensable). No existe para nada el verbo "pecular" (yo peculo, tú peculas, él pecula, nosotros peculamos, etc.), ahora que, como todo el mundo especula, parecen ser muy pocos los que no "peculan"... Lo más próximo en el diccionario, a este verbo inexistente, son las voces peculio y peculiar que, como se podrá adivinar, están íntimamente emparentadas, pues tienen que ver con lo que le es propio a una persona.

Pero de ahí a que exista un verbo destinado a quienes cometen esta forma de fraude, o que hacen mal uso de los fondos públicos, pues nada, nadita de nada. Como que la acción y efecto de malversar el erario público fuese una condición desconocida, como que no existiera. ¿Será por eso, me pregunto, que los funcionarios -una gran parte de ellos- andan por ahí persuadidos que, como no existe ese verbo que, justo es decirlo, suena tan impúdico, es como que si ello no sería delito ni pecado y, por lo mismo, como que no sería sujeto de pesquisa.

Hoy mismo, cuando en el país parece haberse destapado una espeluznante red de corrupción que involucra al sector petrolero (por lo demás, asunto nada inesperado ni que produzca sorpresa), tal parecería que se puede hablar de actos de cohecho o de sobornos, de groseras indelicadezas o de acciones que implican enriquecimiento ilícito, pero no se tipifican tales crímenes como lo que realmente son: como "delitos que consisten en el hurto de caudales del erario público, que han sido cometidos -precisamente- por aquel o aquellos (todos y todas) a quien o a quienes se ha confiado su cuidado y administración". Esto se llama peculado, pe-cu-la-do!

En este punto se hace conveniente una necesaria digresión: ¿por qué no es sorprendente ni causa extrañeza que en la actualidad parezca "peculiar"  a ciertos funcionarios públicos que echen mano de lo que no es suyo, que no es de su "peculio" y cometan este nefando acto de andar "peculando"?; pues simplemente porque no existen sistemas de control, es desconocida la fiscalización, no existe transparencia en la contratación pública y se han desarrollado hábiles métodos en las normas de dicha contratación para que con cínicos subterfugios se contrate “a dedo”, sin que se cumplan requisitos y con el propósito de favorecer al mejor postor, al que más ofrece...

En otras palabras, este sistema corrupto, impúdico y desvergonzado se ha convertido en la forma natural de hacer negocios en la administración pública, es el proceso normal (hoy le llaman "giro del negocio"), es como si se aceptase que si no se distribuye dinero, si no se aceptan sobornos, si alguien no se lleva la plata del Estado, nada se puede construir, no hay obra que se pueda contratar, nada se puede planificar ni desarrollar... Sí, como usted escucha (o lo lee, amigo lector), sin el lleve no hay contratación, así de simple. Como en la serie de televisión: Sin tetas no hay paraíso. Pobre país!

En estos días la triquiñuela y engañifa es considerar a estos delitos como actos de simple soborno o, lo que es peor, como manifestaciones de algo más inocuo: enriquecerse súbita e inmoralmente, lo que se denomina "enriquecimiento ilícito". Pero, lastimosamente se quiere ignorar mañosamente que estos sobornos o formas veloces de hacerse rico, se ejercen en detrimento de los sectores más marginales y desfavorecidos de la sociedad, justamente en perjuicio de quienes las obras a contratarse se supone que debían favorecer. Es por ello que estos atracos tienen un carácter tan lesivo: perjudican al pueblo necesitado, entorpecen y anulan el progreso de quienes esperan techo, caminos, salubridad.

Para algunos, estos últimos diez años han constituido la "década ganada", para muchos han constituido, en cambio, la "década perdida"; sin embargo, visto el alto grado de derroche y de corrupción que se ha percibido en la mayoría de obras relacionadas con la administración pública, no es temerario hablar por lo menos de la "década desperdiciada o del derroche". Es hora de retomar los procesos y protocolos de contratación, de insistir en los mecanismos de control, de restablecer las necesarias auditorías y la fiscalización. Que se deje de contratar "a dedo" y con desparpajo, a pretexto de atender situaciones de emergencia o estados de excepción.

Cuando se trate de dineros públicos, y especialmente de contratos y licitaciones, debe existir total claridad y transparencia. En casos como éstos, todo funcionario público no sólo ha de ser honrado, sino también parecerlo. Su actuación debería sujetarse al escrutinio público en forma tal que pueda ser considerarlo como sospechoso mientras no se demuestre lo contrario...

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21 octubre 2016

Tierra de sangre

Van como quinientos años que llaman a estas tierras con un nombre equívoco e injusto. Las conocen como América en honor a un navegante de dudoso prestigio, cartógrafo él, que proporcionó inicial información respecto a ciertas tierras que habían sido descubiertas hacia finales del siglo XV. Eso fue una impostura, porque quien había "descubierto" lo que al principio se conoció como "Nuevo Mundo" fue un esquivo marino genovés que siempre dio la impresión que se empeñaba en esconder sus verdaderos ancestros: el enigmático e inescrutable Cristóbal Colón. Los datos proporcionados por Amérigo Vespucci fueron utilizados en un mapa publicado en 1507 por Martín Waldseemüller. En él se usaba por primera vez el nombre de América para apellidar a la parte meridional de nuestro continente.

Lo justo hubiera sido que ese enorme territorio, nunca antes imaginado y recién descubierto, llevase el nombre de Colón; pero el Almirante, muy a pesar de sus cuatro procelosos viajes, habría de morir persuadido que había llegado al Asia... Colón siempre creyó que las tierras descubiertas eran parte de Cipango (Japón) o de Catay (China). Su cosmovisión no se ajustaba a la realidad, a la verdadera dimensión de la esfera terrestre.

El cálculo que había hecho Colón de la distancia que existía entre Europa y Asia (por vía de occidente), resultó tres veces más corto de lo que representaba la realidad. Lejos estuvo el genovés de considerar que la distancia que había entre la isla de Guanahaní (San Salvador) y la costa oriental de Asia era todavía el doble de lo que hasta ahí había navegado. Y, aunque hoy parece estar ya fuera de toda duda que, antes de Colón, otros europeos habían llegado a otras partes del Nuevo Continente; fue él quien descubrió, o destapó ese descubrimiento, para conocimiento del mundo.

Pero la gesta de 1492 no sólo fue un acontecimiento geográfico. Ese año y los posteriores habrían de marcar para el Nuevo Mundo una etapa de conquista y colonización que habría de despojar a los pueblos originarios de su cultura e identidad, de sus territorios y propiedad. Bien se puede ponderar la transmisión, hacia los indígenas, de una nueva y más avanzada cultura y de unos nuevos conocimientos; incluso de una nueva lengua y de una insospechada religión (la única verdadera en la creencia de los invasores), pero no se puede ocultar el sistema de abusos y de discriminación que implantaron los europeos, todo en nombre de sus soberanos y de su dios.

Estas premisas dan pábulo para referirnos a una postura que se ha venido fortaleciendo en los últimos años. Se refiere a la propuesta de la etnia Kuna, asentada en el norte de la actual Colombia, y avecinada al golfo de Darién, que sostiene que nuestro continente debería llamarse con el distintivo de Abya-Yala, por considerar que estos territorios tenían ya unos pobladores, una identidad cultural y un valor como civilización mucho antes del descubrimiento. Abya-Yala querría decir “territorio o tierra de sangre" con el sentido de identidad geográfica e independiente heredad cultural.

Pero sucede que ninguna de las culturas o civilizaciones que existieron en el continente antes de la llegada de los europeos, tuvo una amplia cosmovisión que incorporase a los demás o a la mayoría de territorios de lo que hoy conocemos como América. Tanto los aztecas como los incas, las culturas más avanzadas y mejor organizadas que encontraron los españoles, tenían una visión muy limitada de sus propios territorios. Ni siquiera las continuas luchas que tuvieron que emprender para consolidar sus respectivos dominios, les permitieron alcanzar algún tipo de comprensión de la verdadera realidad geográfica de este rico como enorme continente.

Con la llegada de los europeos, las distintas confederaciones aborígenes (y más tribus independientes) que había en estos territorios, jamás pudieron imaginar que su tierra era parte de una geografía que quedaba alejada de otros lugares que existían en el mundo. Que sus territorios quedaban lejos, en la distancia y en el tiempo, de todo lo demás que podían imaginarse. La tierra que consideraban propia ni siquiera tenía un nombre, quizá solo imaginaban que el suyo era un territorio recóndito y aislado: una tierra “alejada-de-todas-partes”.

Hoy he preguntado por ahí si alguien sabe qué es, qué quiere decir Abya-Yala. Que es el nombre de una librería, me han dicho… una que vende libros religiosos y de autoayuda, una librería salesiana que queda en el sector de El Girón, cerca de La Floresta, sobre la avenida 12 de Octubre...

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14 octubre 2016

Flotando en el viento

Hacia finales de 2006 (advierto que ya han pasado casi seis años) escribí en este blog una pequeña crónica relativa a un viaje realizado entre un grupo de amigos; allí, y hacia el final de esa entrada, hacía referencia a un artículo de Iván Sandoval el mismo que, a su vez, se refería a la letra de una canción de Bob Dylan titulada "Blowing in the wind". Llamé a esa crónica con un título que pretendía ser sugestivo: "Soplando en el viento".

No es improbable que haya existido algo de intencional en esa casi literal traducción, ajena a lo que procura por lo general ser mi estilo. Quizá, pienso hoy, sucumbí a la idea de jugar con el doble sentido de flotar en el ambiente y de nadar contra corriente. Haya sido lo que haya sido, no comprendo ahora por qué no le di a esa traducción un significado que hoy me resulta más sencillo y natural: flotar en lugar de soplar. Cuando el cantautor hace ciertos cuestionamientos a manera de pregunta, él mismo se contesta: "la respuesta mi amigo está flotando en el aire, la respuesta está flotando en el aire".

En estos mismos días la Academia Sueca ha decidido conceder el premio Nobel de literatura al cantautor norteamericano Robert Allen Zimmerman, mejor conocido como Bob Dylan. La resolución ha despertado un nunca inopinado furor en el mundo de la literatura. ¿Cómo así la designación?, la gente se pregunta. ¿Con qué criterio la Academia ha concedido ese premio o reconocimiento? No hay que olvidar que el mismo fue escatimado a genios de la talla de Borges o a escritores formidables como los españoles Unamuno, Machado o Valle-Inclán. Para empezar, ¿podemos catalogar la letra de aquellas tonadillas populares como "literatura"? ¿Podemos comparar esos potenciales "poemas" de Dylan con los trabajos de un Pablo Neruda, o con la obra general de un Camilo José Cela o de José de Sousa Saramago?

Por lo mismo, y para ponernos de acuerdo, es necesario definir primero qué debemos entender por "literatura". Hemos de coincidir que por literatura entendemos una forma de escritura que posee un mérito literario (perdón por la repetición); es decir, algo que privilegia la solemnidad del más hermoso recurso del que podemos echar mano los humanos: el don de la palabra. Es una forma de escritura que, en este sentido, se opone al lenguaje ordinario. Hablamos entonces de literatura y nos referimos al "arte de la palabra". Solo así concebida la literatura se constituye en una de las "bellas artes".

En la actualidad se considera como literatura a toda forma de expresión que se destaca por su calidad estética; hablaríamos aquí no sólo de unos escritos con carácter creativo o que se sustentan en la imaginación (el así llamado mundo de la ficción o de la fantasía). Partiendo de este significado, y sin entrar a discutir si las canciones de Dylan tienen o no calidad estética, bien se pudiera involucrar a dichas iniciativas en el amplio concepto de la “nueva” literatura. Mas, frente a esto, no puedo estar enteramente de acuerdo.

Hace tan solo un par de siglos hubo una corriente en Europa que ponía reparos a considerar como literatura a la novela. Tampoco se quería considerar como literatura a las expresiones populares de escritura, ni siquiera a las obras dramáticas... La misma prosa no había alcanzado el prestigio que se asignaba a la poesía, por considerarse que aquella carecía de la forma de inspiración que siempre se le había asignado a esta última. La prosa seguía considerada por un sector como una expresión rústica o vulgar.

Existe otra consideración en esta línea: la de si la literatura debería tener un mensaje literario (no hablamos aquí de "misión"; dejemos aquello para quienes quieren hablar de literatura "comprometida"), nos referimos a una forma de lenguaje que tendría que ver con un cierto estilo. Al hablar de la "finalidad" de la literatura no puede soslayarse la necesidad de propiciar y proporcionar un placer estético. Aunque haya quienes quieran denostar ciertos esfuerzos con aquello de ridiculizar el "arte por el arte", la buena literatura ha de caracterizarse por un valor que apunte a su perdurabilidad.

Pero no sólo podemos considerar como literatura a aquello que contenga tal valor estético, el propósito de la literatura debe ser también (no únicamente) el de entretener, motivar e inspirar. En otras palabras, no toda escritura puede ser considerada como literaria; la literatura debe tratarse ciertamente de algo hermoso que, además, tenga una capacidad mágica, aquella que tiene el taumaturgo, que es justamente la de asombrarnos o hacernos maravillar. Aquí, de nuevo y como hace seis años, tendríamos que preguntarnos cuál fue la intención de la Academia Sueca; y la respuesta, mi amigo, ha quedado… flotando en el viento, sí flotando en el viento!

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09 octubre 2016

Reflexiones relativas al tránsito

Hemos comentado en ocasiones anteriores que los problemas relacionados con el tránsito en nuestra ciudad están íntimamente influenciados por la estructura del transporte colectivo. Así como el transporte afecta la movilidad vehicular, el tránsito también afecta a la transportación colectiva. Por lo mismo, y mientras se concretan mejores soluciones para la transportación masiva, es importante trabajar en nuevas políticas y soluciones para aliviar las congestiones y hacer más fácil el tránsito vehicular en la ciudad.

Un aspecto que merece especial atención es el de las paradas de buses. En la actualidad, las unidades de transporte paran todavía en forma arbitraria y caótica. Aun en el caso de que estas utilizarían solamente las paradas designadas, este trámite temporal propicia los atascos de los vehículos que vienen atrás, especialmente cuando las paradas se han ubicado antes de las esquinas y los automotores que esperan la reiniciación de su movimiento deben virar luego de alcanzar la siguiente intersección o bocacalle. Esto porque no existe una política planificada de construcción y designación de zonas de parada para los buses de transporte (refugios), con lo cual se conseguiría contar con paradas más ordenadas y seguras; y, sobre todo, se lograría convertir en más ágil la movilización de los demás vehículos.

Se viene observando, por otra parte, que la perniciosa costumbre que tienen los conductores de los vehículos pesados, en las carreteras, de preferir el carril de la izquierda, se ha venido convirtiendo casi en una norma en las avenidas y vías de velocidad que existen en la ciudad. No existe un plan de educación vial, ni tampoco una campaña estructurada que promocione este tipo de disciplina entre los conductores de vehículos pesados. Además, es notorio que no existe ningún tipo de control por parte de los vigilantes para fortalecer el celo porque esta mala costumbre vaya desapareciendo.

Creo que si se implementaría un sistema punitivo para propiciar un método disuasivo que procure eliminar este mal hábito, la movilización vehicular se convertiría en más ágil y predecible y, por lo mismo, en más eficiente y segura. Se tiene la incómoda impresión que los conductores de vehículos pesados dejan de considerarse como tales cuando van vacíos o "no están pesados"... En este sentido, es necesario también propender a la creación (en el caso de las carreteras) de nuevos carriles adicionales, en ciertas zonas, para evitar que los vehículos pesados que se movilizan lentamente se conviertan en obstáculo para los vehículos que requieren rebasarlos.

Otro asunto que amerita una campaña de promoción especial es el uso debido de las intersecciones, tanto en las bocacalles como en cualquier otro lugar en el que sea evidente que se encuentre un vehículo que debe salir a la vía principal. Como lo hemos mencionado en otras ocasiones, es costumbre en otros lugares más civilizados del mundo, la de señalar estas áreas en las intersecciones con una cuadrícula pintada en el piso (grid), la misma que solo puede ser invadida cuando la señal de tránsito (semáforo) así lo permite y además cuando al atravesarla existe total seguridad de que el vehículo en tránsito no se habrá de detener en la mencionada intersección (marcada con esa conspicua señal), como consecuencia de la detención inesperada de los vehículos que ya cruzaron la cuadrícula y se encuentren más adelante.

Hay un aspecto de carácter social que se ha vuelto a advertir en las calles de la ciudad; se trata de la renovada presencia de vendedores callejeros y de una inesperada forma de mendicidad, constituida por los malabaristas, prestidigitadores de circo y otros personajes similares. En el pasado, anteriores administraciones municipales emprendieron en muy esforzadas campañas para combatir y eliminar estas plagas que afean la ciudad, crean una continua molestia y dan una muy lastimosa imagen. Lamentablemente, se ha permitido otra vez que este problema vuelva a presentarse.

Finalmente, existe una extraña situación que debe ser atendida en forma preferente, se trata de la forma de movilización abusiva de ciertos vehículos oficiales. Existe un número exagerado de vehículos de Estado (identificados por no llevar placas, portar luces estroboscópicas y vidrios oscuros) que hacen uso abusivo de los métodos de urgencia, sin que se logre identificar ni su verdadero rango administrativo ni la condición de su perentorio trámite. La impresión que dejan estas desaprensivas autoridades (si es que lo son) es que han convertido a dicha condición en una costumbre inaceptable.

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06 octubre 2016

Enciclopedia e ilustración

No hace mucho estuve involucrado en una interesante discusión: alguien argumentaba que una enciclopedia es, o debería ser, el trabajo mancomunado de un grupo de hombres, destinado a producir como resultado una obra de amplio espectro que abarque una amplia gama de conocimientos y definiciones. Hacia el final de dicho palique habríamos de coincidir en que aunque aquella pudiera ser escrita por un solo autor, tal esfuerzo pudiera ser interpretado como un gesto, si no altanero, por lo menos bastante pretencioso.

Enciclopedia es un término tomado del latín, el mismo que a su vez fue incorporado a ese idioma de su concepto original, una palabra griega. Enciclopedia es una voz que no se refiere al trabajo académico o de investigación de varias personas; tan solo significa "educación general" o, como lo aclara el diccionario, "educación para un círculo amplio" de gente.

El término 'enciclopedia', sin embargo, no debe remitirnos (por lo menos únicamente) a una serie de tomos ampulosos y pesados que exudan conocimiento general o científico; la voz ha de referirse principalmente a un movimiento intelectual provocado en Europa hace más de un cuarto de siglo (sí, más de doscientos cincuenta años) no sólo para diseminar y democratizar el conocimiento, sino para dar respuesta a un grado de dependencia mental que existía entonces en la sociedad. Era hora de aplicar la razón para potenciar la conciencia colectiva, para provocar que el hombre común aprenda a valorarse y a reclamar sus derechos por sus propios medios. En esto consistió precisamente el iluminismo, también llamado con el nombre de "ilustración".

El iluminismo se estructuró en Francia, pero sus orígenes se remontaron a conceptos de los que se había empezado a hablar antes en Inglaterra. Se sugiere que Voltaire, que más tarde sería el autor del Diccionario Filosófico, se habría contagiado de las ideas de los pensadores británicos; estos, a su vez, se habrían influenciado del nuevo pensamiento europeo al que habían aportado innovadores de la talla de Descartes, Leibniz, Newton, Spinoza o Pascal. El gran objetivo de la ilustración, de acuerdo con la Wikipedia, era entonces superar los perniciosos efectos que habían producido "la ignorancia, la superstición y la tiranía" a efecto de propender a construir un mundo mejor.

Es el siglo XVIII el que recibe la mayor influencia por parte del iluminismo. Se había propiciado, hacia finales del siglo anterior, una generación de luz que contrarrestaba a las tinieblas, por eso se lo habría de conocer como "siglo de las luces". La preponderante preocupación de la ilustración habría de ser superar la ingenuidad e ignorancia de la gente, propiciando la capacidad de todos para "usar la razón propia, sin la ayuda de otros para poder pensar". Nació así una nueva era en la filosofía y el conocimiento científico, caracterizada por la presencia del axioma y la lucha contra la superstición religiosa.

Hacia principios de la segunda mitad del siglo XVIII se inició la elaboración de la Enciclopedia, gracias al esfuerzo inicial de Denis Diderot y Jean D'Alembert, con la intención de provocar a la sociedad para que echara mano de aquel criterio propio. Esta iniciativa habría de inspirar el pensamiento reformador que tuvo la Revolución Francesa, cuya motivación se inspiraba en un rechazo al sistema del Antiguo Régimen, el absolutismo y la dictadura. No debe olvidarse que en esos años una gran mayoría de la población europea era todavía analfabeta.

Pero la mayor influencia que ejerció el iluminismo se dio en la vida política. La ilustración habría de dar paso a la separación de poderes y a la consolidación de una nueva clase social que habría de arrebatar a la aristocracia el control de las decisiones políticas: la burguesía. Todo esto sucedió en Europa hace ya un cuarto de milenio, ¿no viene siendo hora que aquí, en nuestros países de América Latina, la gente aprenda también a pensar por su propia cuenta?, ¿no es ya justo y oportuno que nuestros pueblos aprendan a identificar a los demagogos, a su pérfida venta de ilusiones, a toda esa falsa esperanza que no es sino una forma distinta de tiranía?

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03 octubre 2016

Hablemos de populismo *

* Por Francisco Martín Moreno. Tomado de El País de España - 29 de septiembre de 2016

Me resulta realmente imposible abordar el tema del populismo sin recordar la definición con la que sentenció Henry Louis Mencken a esta política suicida que cuida tanto a los pobres que los multiplica por doquier: “Populista es aquella persona que predica ideas que sabe falsas entre personas que sabe idiotas”. Claro está que en América Latina, en donde prevalece lamentablemente la ignorancia y todavía se dan millones de analfabetos ante el fracaso incontestable de la educación, es muy fácil engañar a los indigentes y a los desesperados con promesas que, de antemano, se sabe que son imposibles de cumplir.

Aquí en México vemos a un López Obrador que promete erradicar la corrupción, facilitar el acceso a las universidades a millones de personas, acabar con la miseria, vender a Estados Unidos jugo de naranja para nivelar la balanza comercial y enajenar el avión presidencial para detonar el crecimiento económico, para así elevar al ser humano al mínimo nivel exigido por la más elemental dignidad humana.

Prometer, podemos prometer todos: yo prometo, tú prometes, él promete, ellos prometen, nosotros prometemos, sí, pero yo incumplo, tú incumples, él incumple y todos incumplimos porque no podemos inventar el dinero, porque no podemos inventar la riqueza, porque no podemos inventar el bienestar y al final de cuentas es realmente imposible materializar el sueño populista que finalmente acaba en un auténtico desastre, en donde el vendedor de fantasías se convierte en tirano al querer imponer la felicidad y su voluntad a la fuerza. El populismo por lo general acaba en un baño de sangre.

Los populistas escogen a un enemigo común, como bien puede ser una parte de la nación a la que se le debe aplastar, encarcelar o destruir. En el caso de México, López Obrador etiquetó a ciertos funcionarios o grupos de exfuncionarios, como “la mafia del poder”. Fidel Castro escogió a Estados Unidos, al imperialismo yanqui, como la gran amenaza contra la cual todos los cubanos tendrían que luchar, aunque después de Bahía de Cochinos ya no hubiera amenaza alguna. Castro invariablemente declaró que la quiebra de la economía cubana se debía el embargo comercial decretado por la Casa Blanca, cuando en realidad podía vender el azúcar, el tabaco o el ron en cualquier parte del mundo y si no lo venden es porque el marxismo leninismo stalinismo brejnevismo (uuufff) fracasó como la gran mentira del siglo XX.

Cuando alguien hace un regalo, alguien lo paga, ese es el caso del populismo chavista que obsequia la gasolina como si no le fuera a costar a nadie, y claro que cuesta, porque los populistas empiezan a endeudarse para financiar la demagogia, suben los impuestos a los ricos en lugar de multiplicarlos, nacionalizan las empresas supuestamente explotadoras del pueblo, se vacían los anaqueles, huye la inversión extranjera, se destruye la creación de empleos, aparece el desabasto en tiendas y comercios, surge la desesperación social, faltan medicamentos fundamentales, alimentos básicos que se deben importar ante la parálisis industrial que ellos mismos originaron.

Se dispara la inflación, se descapitaliza el país, surge la violencia y la delincuencia a niveles insospechados, se imponen controles de precios que conducen a la quiebra al sector productivo, se instala un feroz control de cambios para estimular el mercado negro de divisas y cuando la ruina del país se avecina y las personas empiezan a cazar perros y gatos en las calles para poder alimentarse, entonces el populista acusa a “la mafia del poder”, a “los empresarios hambreadores del pueblo”, al imperialismo yanqui y a los capitalistas degenerados e insaciables de todo lo acontecido.

Un populista jamás será culpable de nada, en todo caso, siempre aducirá que todo lo hizo en beneficio del pueblo y que es un incomprendido. La realidad consiste en demostrar que el populismo es la antesala de la dictadura porque tarde o temprano las leyes de la economía se impondrán y dejarán expuestas sus vergüenzas demagógicas ante el mundo entero. Pero lo que no debe acontecer es que el populismo acabe en una cruenta revolución que bien puede conducir a la instalación de un nuevo populista que también prometerá lo que no puede cumplir… Es un perverso círculo infernal.

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01 octubre 2016

Qué mismo quiso decir Negrete?

Con el título de "Baratillo legislativo", el columnista Alfredo Negrete ha escrito un artículo de opinión en el diario El Comercio. Es probable que el autor haya querido hacer un análisis de lo que ha sido la presencia legislativa en nuestros anteriores períodos democráticos; presencia que pudiera calificarse como positiva o como negativa; sin embargo, hay algo en la redacción del artículo, probablemente su defectuosa puntuación o quizá la ausencia de un coherente sustento, que hace que no se sepa a ciencia cierta qué mismo quiso decir el articulista. Resulta comprensible que la valoración del artículo sume un monto considerable de lectores "indignados".

Parece haber, en su exposición, tres ideas centrales: una primera, señala que han existido períodos de contradictoria valoración; una segunda que sugiere que luego de largos períodos de desgobierno también "han existido períodos de estabilidad y honorabilidad" (o viceversa); y, finalmente, que el largo desempeño de la actual asamblea, en manos de la Revolución Ciudadana (toda una década), ha constituido algo comparable con la "Pax Romana" (?), lapso que tuvo una duración de casi doscientos años en tiempos del Imperio Romano.

Como entiendo, la voz parlamento viene de parlar o, mejor aún, de "parlamentar". De acuerdo con el DRAE, parlamentar quiere decir "entablar conversaciones con la parte contraria para intentar ajustar la paz, una rendición, un contrato o para zanjar cualquier diferencia"... La palabra parlar implica "hablar con desembarazo o expedición"... Por lo mismo, y como consta a toda la ciudadanía, ¿de qué parlamento o acción de parlamentar (o de parlar) estamos hablando? Si, como es conocido, las iniciativas legislativas que han sido propiciadas por el gobierno siempre aplicaron la dictadura del voto, de la que siempre echó mano la mayoría de Alianza País.

Pero hay algo más importante: hablar de una renovada "Pax Romana" implicaría la existencia de un período de tranquilidad y prosperidad que supuestamente habría vivido nuestro país gracias a la ausencia de confrontaciones políticas. Lo único que demostraría esta supuesta, y nunca consentida, "paz republicana" sería la ausencia de disidencia; en otras palabras, la existencia de un criterio único y la preponderancia de una posición mayoritaria sin respeto al criterio de cualquier otra posición que en algo pudiera sonar a distinta o diferente.

De acuerdo con la enciclopedia, esa "Pax Romana" fue no sólo un hecho inédito, sino que constituyó una especie de milagro. Dice, en este sentido, que se debe tomar en cuenta que "el concepto de paz para los romanos tenía un significado diferente. Los romanos consideraban la paz no como una ausencia de guerras, sino como una situación que se presentaba cuando los enemigos habían sido derrotados y, además, habían perdido su capacidad de resistencia". Sería solo en este sentido que se pudiera hablar en el Ecuador de un supuesto advenimiento de una suerte de Paz Romana: porque se vivió una etapa cuando se confrontó toda opinión diferente, se debilitó a los partidos políticos y estos perdieron su capacidad de resistencia.

El segundo párrafo insinúa que la alternativa legislativa a la obsecuencia solo pueden ser las mayorías móviles o la pugna de poderes... Es más, Negrete menciona que esas opciones "surgen del arrabal, utilizando los recursos de la profesión más antigua" (¿se refiere a la prostitución?); materia que no tiene -en este contexto- ningún asidero y que, tampoco, está respaldada como proposición por ningún argumento convincente.

Como lo reconoce el propio columnista, el actual período legislativo ha estado en manos de un parlamento "no deliberante" (y en la percepción general, sumiso a más no poder). En lo personal, puedo aceptar que el largo interregno que ha estado en manos de la Revolución Ciudadana es consecuencia de los conflictivos años que vivió el país luego de 1996; pero de ahí a sostener que la década que la RC obstruyó la confrontación de ideas, y que renunció a su ineludible tarea y obligación de fiscalizar, deba considerarse como una etapa de beneficioso progreso, es no entender el objetivo esencial de la democracia. Peor aún, ello sería rendir homenaje a un estilo de gestión que se caracterizó por una irreflexiva disciplina partidista y que estuvo signado por la impunidad.

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