28 febrero 2018

La tortura de las contraseñas

La tecnología trajo consigo cierta dependencia (¿”cierta”?, se preguntarán ustedes), e introdujo, paralelamente, el riesgo de las intromisiones y violaciones a la privacidad de las personas y a la seguridad de las corporaciones. De golpe aquello tan propio de la milicia y los círculos de poder político, el “santo y seña”, dio paso a un protocolo indispensable para que todo aquello que era utilizado en el internet: las redes sociales y las herramientas tecnológicas, tuviera a su vez su propia manera de verificación, una clave conocida como “password” en inglés y contraseña, o clave de uso; en el español. Una llave para acceder a lo íntimo y personal.

Con el tiempo, estas formas de seguridad se han convertido no solo en reiterativas, sino también en tortuosos procesos de verificación; siguen su propio diseño y requerimiento (a veces nos exigen números y letras, otras un mínimo de signos o mayúsculas, así como también un número específico de caracteres). Además, con frecuencia, y como si quienes monitorean los sistemas de seguridad no estuvieran contentos con ello, se nos exigen continuas modificaciones, como si esto obedeciera a un plan perverso, destinado a confundir a los usuarios o a provocar dudas, hasta en los más cuidadosos. Esto, muchas veces provoca la elaboración de una nueva clave y su correspondiente almacenamiento; aunque obstaculiza una fácil método de memorización.

Y aquí viene justamente el problema: cómo almacenar y memorizar ese sinnúmero de caracteres, que pretenden fungir de secretos, si se convierte casi en imposible el diseñar una sola clave que pudiera ser utilizada para acceder (“accesar” se dice en el intrincado idioma de lo inter-náutico y virtual) a nuestras cuentas de correo o a otras formas de comunicación. A esto se suma que la industria tecnológica de la comunicación ha creado verdaderos emporios, a cuya cabeza se encuentran poderosas empresas, como son Google o Microsoft. ¿Quiere, por ejemplo, cambiar su clave de Hotmail o Skype? Lo más seguro es que le pidan que verifique
primero una nueva clave con Microsoft…

Lo grave de todo esto, y aquí viene el viacrucis, y posiblemente lo espeluznante y a menudo catastrófico, es que nadie nos advierte (¿hay en esto algún intencional propósito?) que otras cuentas, por diseño (default) y en forma automática, habrán también cambiado su clave o contraseña. Así, por ejemplo, si la fórmula es revisada con Microsoft (con quien nunca antes había establecido una relación contractual o de dependencia), lo más seguro es que esa sola inserción modifique en forma subrepticia y furtiva, al disimulo y como que si con esto no sucediera nada, la clave que muy ingenuamente se cree que solo alteraba la forma de acceso a aquella cuenta que no la había relacionado con sus intereses principales.

En efecto, el usuario promedio no puede siquiera sospechar que en medio de este intríngulis de las contraseñas y claves secretas, se alterarán sus verificaciones de acceso para Skype, Outlook o Hotmail con la sola inserción de una inocente nueva clave en esa misma página que se supone que iba a dar solución a uno de sus problemas. Este usuario, en su candidez y confiada inocencia, lejos está de sospechar que al haber refrescado la clave de acceso a su siempre conveniente cuenta de Skype, iba a quedarse en Babia (lugar incógnito e ignoto, pero sumamente visitado, conocido, por otro nombre, como “la patria de los tontos, distraídos y alelados”), casi en el mismo momento que intentaba revisar su correspondencia en uno de sus distribuidores de correo, llámese este Outlook o con el nombre de algún otro gestor…

Lo propio puede ocurrir si tan solo usted intenta hacer una modificación a su vieja contraseña de Google, por ejemplo; y, en este caso, pudiera en forma inadvertida hacer modificaciones irreversibles e imprevistas a sus medios de acceso a otras cuentas relacionadas, como Gmail o Blogspot. Una situación confusa y estresante, digna de hacer perder los nervios al más pintado. Yo la viví en carne propia este último fin de semana y no le deseo  esta confusa incertidumbre ni a mi peor enemigo (es solo un decir). He oído por ahí que lo mejor es tener una sola clave para todo, y cambiar la contraseña de todas esas cuentas a la vez. Y hacerlo con sistema, y repetirlo de tarde en tarde.

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25 febrero 2018

Anatomía del circunloquio

Oigo por todas partes aquello de que el inglés es un idioma directo y conciso y que, por ello, es el idioma de las finanzas y de la tecnología. Nosotros mismo, quienes hablamos castellano o español, nos encargamos de verle las costuras al idioma que nos identifica y reconocemos muchas veces que utilizamos demasiadas palabras para expresar la misma cosa. ¿Cómo traducir “briefing”, por ejemplo? Y, en lugar de decir “reunión previa para informar o dar instrucciones”, preferimos contemporizar y damos paso a la lógica de un idioma que utiliza una sola palabra para expresar lo que, para decir lo mismo, el español necesita toda una frase.

En este sentido, lo insólito puede ser que teniendo la palabra a la mano, ya sea porque ella existe en nuestro idioma o porque la podíamos haber tomado prestada de una lengua emparentada, como el latín, preferimos un giro ampuloso o una frase adverbial innecesariamente larga. No decimos “procrastinar”, por ejemplo; preferimos un “dejar para mañana lo que podía hacerse hoy”. Ni siquiera utilizamos en este caso, palabras como diferir, postergar o retrasar... Es posible que así mismo sea el alma latina, amiga del circunloquio, de girar alrededor, de dar las vueltas como si la intención no fuera precisamente expresarse con claridad, sino disimular la intención de lo que se quiere decir, ocultar el propósito de lo que se está diciendo.

Mas sin embargo (como dicen algo al sur del Río Grande) lo contrario puede que también sea cierto, y es posible que los sajones también digan en su idioma frases un tanto largas, que bien pueden ser reemplazadas por una sola palabra en nuestro idioma. Esto efectivamente sucede en algunas ocasiones; así, no dicen, como nosotros, algo tan prosaico como “se murió” o “falleció”; prefieren algo más poético como “passed away” (se alejó), lo cual casi debería interpretarse como “pasó a mejor vida” o “se salió del camino”... Quizá por las mismas razones han importado palabras como siesta, solo o loco (nap, alone o crazy) y hasta un innecesario sombrero. Lo mismo sucede con rodeo que, por rara coincidencia, quiere también decir eso: circunloquio.

Pocas expresiones caen más en este prurito que aquella utilizada para expresar que algo está de más, que sobra, que es un excedente, que está en exceso o que es innecesario, como la expresión “surplus to requirements”. Esta es una forma usada en el ambiente laboral para manifestar que alguien es redundante, que está sobrando o que se ha convertido en superávit; pero puede ser utilizada también, acompañada de “you make me feel”, como cuando se quiere expresar: “me haces sentir que estoy de más”...

Es arquetípica, en nuestro idioma, la frase con la que solemos cerrar nuestras misivas comerciales u oficios administrativos, me refiero a aquella de “con el sentimiento de mi más distinguida consideración”. En el inglés se la reemplaza con algo más puntual y lacónico. Solo se termina con un breve “regards” o, a lo sumo, “best regards” que pudieran traducirse como “saludos”; o, si se prefiere, como “respetos” o “consideraciones”, nada como “with the testimony of my warmest feelings”... No, ¡nada tan cursi e innecesario como eso!

El habla corriente, sin que casi nos demos cuenta, está repleta de circunloquios, giros, recursos retóricos o eufemismos. Basta con mencionar unos pocos: asentar cabeza (casarse), persona de la tercera edad o adulto mayor (anciano), ir al baño (hacer aguas), cambiar de agua al canario (orinar), asistente administrativo (ayudante), ver con buenos ojos (aprobar o dar el visto bueno) y así por ese orden. Tal parece que la intención es suavizar nuestras expresiones para que no suenen ofensivas o parezcan mal sonantes. Giros como “persona de color” o “trabajadora sexual” no hacen sino tratar de ocultar expresiones que podrían no ser socialmente aceptadas o  “políticamente correctas”. Por ello es que preferimos la perífrasis o la disimulada indirecta.

Acabo de leer un artículo periodístico que habla de la existencia de un “think tank” (literalmente “tanque de ideas o pensamientos”), y no puedo sino pensar en el valor figurativo de ese circunloquio  que hoy se utiliza para expresar el concepto de un "centro de estudios o de análisis conducido por un grupo de expertos".

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18 febrero 2018

Degradación en las destrezas (2) *

* Escrito para AeroTime por Gitte Furdal Damm, con mi traducción y edición

El estudio de la NASA reveló que durante los períodos con automatización, los pensamientos de los pilotos no estaban relacionados con las tareas de vuelo un 20% del tiempo. Esto pudiera sugerir que, para un humano, puede ser difícil engancharse con el monitoreo durante todo el tiempo. Nuestras mentes empiezan a divagar, nos aburrimos. En ese estado, una transición a vuelo manual debido a una falla puede ser un desafío. Cuando ocurren fallas de automatización, podemos terminar muy ocupados volando el avión, sin dejar espacio para el proceso cognoscitivo con respecto a la navegación, o el reconocimiento de fallas y diagnóstico, que son vitales en estas situaciones. Por ello, esto puede llevarnos a la conclusión de que hace falta efectuar más vuelo manual para que podamos mantener ambos elementos: las habilidades motoras y, especialmente, las destrezas cognoscitivas que están asociadas.

No es una novedad que muchos accidentes e incidentes han determinado cambios en la organización de entrenamiento alrededor del mundo, toda vez que la recuperación de situaciones imprevistas (upset recovery) y de “sorpresas producidas por la automatización”, han pasado a convertirse en parte del entrenamiento en el simulador. Sin embargo, ¿es suficiente entrenar solo cada seis meses, o son ambas destrezas –las manuales y las cognoscitivas- algo que deberíamos tener la oportunidad de practicar más a menudo? Se podría argumentar, desde luego, que los pilotos pudieran practicar esto todos los días en su trabajo. Mirándolo desde un punto aislado, pudiera ser verdad, pero tal vez hay algo más en esa ecuación. Y es que, el contexto en el que trabajamos, ¿deja realmente espacio para entrenarnos en esas destrezas manuales?

Con el aumento de demandas en aviación, ha venido un espacio aéreo más congestionado y más aeropuertos. Hay separación reducida y aproximaciones RNAV en la mayoría de los aeropuertos. Esto requiere más automatización, más precisión y tenemos menos tiempo para aprovechar el espacio aéreo. Al mismo tiempo, estamos hablando de programaciones más efectivas, maximizando la utilización de tripulaciones, ocasionando problemas de fatiga. Hay una gran demanda de pilotos, que produce primeros oficiales recién salidos de las escuelas de aviación, y rápidas promociones para llegar a capitán, existe inexperiencia en términos de horas de vuelo manual, pero gran competencia en cuanto a automatización (los chicos “magenta”)… Y hay, desde luego, las políticas operacionales de las aerolíneas, como la que nos ocupa. Todo esto, ¿anima verdaderamente a los pilotos a volar manualmente o no? Esto no excluye la opción de volar manualmente; pero puede ser uno de los factores en la decisión de hacerlo o no.

El punto puede ser: ¿cuándo deberíamos volar manualmente? O, ¿cuán a menudo es requerido para mantener las destrezas manuales y cognoscitivas?, ¿en una aproximación a Londres con un copiloto recién chequeado?, ¿en una aproximación nocturna de no-precisión?, ¿con vientos cruzados al límite de la capacidad del avión? ¿O, cuando las horas de servicio están a punto de exceder el límite semanal?, justo cuando el uso de la automatización pasa a ser más una “necesidad de tener” que algo “simpático de poseer”.

Desde mi perspectiva, lo es, pero principalmente como una consecuencia del desarrollo actual de la aviación. Y veo un punto en la preocupación de la FAA, pero aún más en el desarrollo de la industria. ¿Estamos acercándonos a los límites de las capacidades humanas con esta continua sofisticación y perfeccionamiento de la automatización? Claro que puede hacernos la vida más fácil en la operación del día a día, pero… ¿estamos capacitados para enfrentar y reconocer los errores de los sistemas cuando falla esa automatización? Como instructor de CRM, encuentro que este tópico es un buen tema de discusión en el aula de clases. Estoy convencido de que, creando una clara conciencia, compartiendo ideas y pensamientos en cómo enfrentar este asunto, puede ayudarnos a enfrentar el futuro. Así que, si usted es piloto, ¿qué piensa al respecto?

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17 febrero 2018

Degradación en las destrezas (1) *

* Escrito para AeroTime por Gitte Furdal Damm, con mi traducción y edición.

El 2017 fue declarado el año más seguro en la era del jet comercial, en cuanto a número de fatalidades. El diseño de los aviones y el uso de los sistemas automáticos ha ido mejorando en forma continua para asistir a los pilotos en la relación “hombre-máquina”, incluso hasta un punto en que hemos empezado a considerar si esa automatización, es bueno que la tengamos o se ha convertido en una necesidad. ¿Qué pasa cuando falla la automatización?, ¿están realmente los pilotos capacitados para mantener sus destrezas manuales y gestionar su atención cuando tienen que lidiar con distintas tareas a la vez?

En el accidente de Asiana en San Francisco, en julio de 2013 –cuando un Boeing 777 se impactó contra el terreno antes de la pista- la cabina estaba ocupada por tres pilotos. Sin embargo, ninguno cuestionó la condición del avión en relación al modo de automatización seleccionado, hasta que ya fue demasiado tarde. La falta de comprensión de los modos de automatización y de la transición adecuada a vuelo manual, fueron señaladas como las causas fatales del accidente.

Aunque hablábamos de pilotos altamente experimentados, sus horas reales de vuelo manual resultaron significantemente bajas. Una política de la aerolínea, recomendando que se utilice el vuelo automatizado, por razones de eficiencia de costos, parece haber jugado un importante rol en relación a cuánto vuelo manual debía ejercitarse. El reporte de la FAA, luego del accidente, anticipaba: “una preocupación por los aspectos futuros de la Seguridad Aérea, debido a una sobre-dependencia en el piloto automático y en la automatización”. La FAA estima que la automatización es utilizada el 90% del tiempo, dejando solo un 10% para el vuelo manual. Pero, ¿produce, realmente, el vuelo automatizado una degradación de nuestras habilidades manuales, o es que existen también otros factores en la ecuación?

En un estudio relacionado con el tema y producido por la NASA en el 2014, 16 pilotos activos de 747-400 fueron evaluados en los siguientes parámetros: 1) Coordinación psico-motora (entre los ojos y las manos): monitoreo de instrumentos (scanning) y control manual; y 2) Destrezas cognoscitivas: navegación y reconocimiento de fallas, diagnósticos. Los resultados, que se proclamaron, señalaban que: “Los pilotos a veces tienen problemas en mantener las destrezas cognoscitivas que acompañan al vuelo manual, como son la conciencia de la posición del avión y el reconocimiento de las fallas de los sistemas instrumentales”. Las conclusiones fueron:

•    Coordinación psico-motora: si se había aprendido bien inicialmente, era retenida de manera bastante satisfactoria, luego de prolongado uso de la automatización
•    Habilidades cognoscitivas: tales como navegación, o reconocimiento de fallas y diagnóstico: tenían una tendencia a ser olvidadas y podían depender de cómo eran utilizadas y controladas por los pilotos cuando usaban la automatización.

De este modo, el estudio sugería que si uno era entrenado de manera adecuada en las destrezas de vuelo manual, estas no se iban a deteriorar, aunque cierto “enmohecimiento” podía ocurrir. Pero parece, sin embargo, que las destrezas cognoscitivas de monitoreo y conciencia situacional eran más dependientes de nuestro estado mental. ¿Realmente monitoreamos activamente, como cuando chequeamos continuamente la posición del avión en relación a lo que hace la automatización, o nuestros pensamientos están en “otras cosas” cuando la automatización ha sido seleccionada?

Continuará el día de mañana.

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11 febrero 2018

Un mundo diferente

Creo haberlo contado; y si no lo he hecho, es muy probable que mis ocasionales lectores ya lo hayan descubierto. Tuve la oportunidad de vivir en el Asia por casi veinte años; diecisiete estuve basado operacionalmente en la parte más oriental de ese continente, en lugares como Seúl, Singapur y Shangai. Pude, por lo mismo, ser testigo del formidable y jamás pronosticado crecimiento de algunos de esos países y comprobar cómo esa parte del mundo es la que más ha progresado, y sigue haciéndolo, con respecto a las demás regiones de nuestro planeta.

Es muy probable que nada, aparte del desarrollo físico de las ciudades, refleje más ese avance sin precedentes, que el desarrollo que ha alcanzado la aviación comercial en un lugar que, para quienes no lo conocen, suena todavía tan exótico y misterioso. Parte de ese brutal crecimiento (para usar el calificativo predilecto de uno de mis buenos amigos) se debe al innegable avance industrial y tecnológico que ha conseguido; pero, en gran parte, este inesperado fenómeno se debe también a la circunstancia preponderante de su condición poblacional. Para decirlo en pocas palabras: existe mucha, demasiada, gente en los países de ese continente.

Impulsados por una motivación de competencia comercial (una de las características de la cultura asiática) y el deseo de recuperar el tiempo perdido, los orientales han echado mano de su tradicional vocación de servicio para desarrollar algunas de las líneas aéreas más destacadas y sorprendentes del mundo, como Cathay Pacific o Singapore Airlines. Ha sido tan admirable el éxito comercial y aeronáutico conseguido, que es muy común -casi lo acostumbrado- que sean estas mismas empresas las que son escogidas, año tras año, como las preferidas en el mundo o, más claro, como las mejores por su organización y sentido de excelencia aerocomercial. Ellas han redescubierto aquel concepto de que “volar es un placer”.

Por todo ello, no sorprende que, de acuerdo a una información proporcionada por Bloomberg, el tráfico aéreo en el Asia se ha de a duplicar para el año 2036. Se reconoce, sin embargo, que la expansión programada para las siguientes dos décadas ha de producirse en detrimento de la rentabilidad; esto se debe, en parte, al crecimiento que tendrán las aerolíneas domésticas en la China continental, así como el desarrollo de las operadoras de bajo costo (Budget Airlines) en este enorme y súper poblado país de cultura milenaria (más de 1000 millones de personas).

De acuerdo a predicciones de la IATA, se  estima que en el 2036 Asia ha de transportar un total de 3.5 billones (miles de millones) de pasajeros, lo cual duplicaría el número total de pasajeros que movilizarían Europa y Norteamérica juntos. Esta demanda requeriría que se construyan 16.000 nuevos aviones (un reto para Airbus y Boeing principalmente) con un costo estimado de 2.5 trillones (miles de billones) de dólares. El número de aviones que haría falta  representaría, a su vez, un treinta y nueve (39) % de la demanda total (algo más de 41.000 aparatos).

Con esta proyección, se calcula, de modo similar, que China desplazaría a Estados Unidos como país con más número de pasajeros, tan pronto como el año 2022 (mucho antes de lo que estuvo pronosticado); este fenómeno se ha de ver empujado por el crecimiento que ha de tener la clase media. No se puede dejar de considerar tanto la condición demográfica como el tamaño físico de países como India o la China continental. Es importante advertir que, a pesar de su escaso tamaño, las islas que conforman el estado de Indonesia, ocupan un espacio, en la geografía, similar al que ocupa la parte continental de los Estados Unidos. De otra parte, existe un aspecto que puede tener un efecto multiplicador: se sabe que tan solo un 10 % de la población de los países orientales ha volado alguna vez en avión, durante lo que va de su vida.

Aquí, la pregunta ineludible es: ¿Y qué pasa con América Latina? No me cabe duda que el progreso que la aviación va tener en Asia, no solo se relaciona con el crecimiento económico que van a tener esas naciones, sino especialmente con su vocación por la búsqueda de la excelencia y, ante todo, por su imponderable sentido de colectividad. Habrán de pasar todavía muchos años para que nos integremos y cobremos conciencia del beneficio de tan indispensable requisito.

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08 febrero 2018

¿Quién mató a los hermanos Restrepo? *

* Por Julio César Roca de Castro
  Tomado del diario El Universo - Martes 6 de febrero de 2018

Imagine que usted es padre o madre de dos hijos de 17 y 14 años. Que con su cónyuge salen de la ciudad un par de días y al regreso no los hallan. Seguramente enloquecerían, estallarían en llanto y se resolvieran a buscarlos en cada rincón del mundo. Es lo que les ocurrió e hicieron Pedro Restrepo y Luz Arismendi desde el 10 de enero de 1988. No sólo fue la pérdida de sus vástagos, sino el engaño y la difamación de ellos por agentes de la Policía Nacional, que después la sufrieron en sus propias personas.

En la galería de la infamia uniformada empieza a desfilar Doris Morán, quien estuvo a cargo del caso como jefe de la brigada de menores. Intentó construir la imagen de drogadictos y alcohólicos de los chicos, procurando forzar a que declaren en su contra sus compañeros; luego los acusó de guerrilleros, asociando su desaparición al pasado de la familia. Pidió dinero a los padres y los intimó a que no denunciaran el hecho a las autoridades y a la prensa, para no arriesgar a los jóvenes. Usó inclusive a su madre, para ganarse la confianza de aquellos. Les decían que sus hijos estaban bien, los exhortaban a tener confianza en Dios. Les dio una fecha de retorno y sugirió que les prepararan la comida que les gustaba. Dijo de ella el Fiscal: “De la perfidia salta a la crueldad y vuelve a ésta apenas deja aquella”.

En febrero de 1988 la policía muestra el carro donde iban los hermanos. Se quiso hacer aparecer que habían sufrido un accidente de tránsito. El Coronel Gallegos declaró que sus cuerpos habían sido devorados por los peces. Le muestran a la familia un zapato usado de Carlos, el hijo mayor desaparecido, la madre desmiente que él lo haya utilizado. El comandante de la Policía, General Molina, le da el pésame a Pedro Restrepo y cierran el caso. En agosto, enseguida que deja el poder el Ing. Febres Cordero, la familia hace pública la situación. Desde marzo de 1989, todos los miércoles, Pedro, Luz y la hermana de ella, reclamaron a sus hijos en la Plaza Grande en Quito. El Dr. Borja escucha su clamor, desechando el informe policial del accidente, que fue desmentido por la policía colombiana, que implicó a la ecuatoriana, y conforma una comisión internacional, integrada por un experto de la ONU y otras personalidades nacionales y extranjeras. La comisión corroboró los infundios policiales contra la familia y determinó la responsabilidad de la institución.

¿Qué sucedió con los hermanos Restrepo? Según testimonios de detenidos, fueron encarcelados en el Centro de Detención Provisional en Quito. Pero el libro de ingreso de detenidos se “perdió”, luego apareció, alterado en la página del 8 de enero. El ex agente del SIC Hugo España, declaró que ese día recibió a los menores y el Sargento Llerena le ordenó que los separara e incomunicara. Después le pidió que le entregara al mayor. Regresó a los 45 o 60 minutos con el joven, en muy malas condiciones, sin poder permanecer en pie. España no lo recibió y Llerena se llevó al chico y a su hermano. El superior de España le pidió que mantuviera en silencio lo ocurrido y le ofreció interceder para que le levantaran un castigo que le habían impuesto. En la noche del 11, España y otros dos agentes, en el carro asignado al coronel Barrionuevo, llevaron dos fundas negras a la laguna de Yambo en Cotopaxi y ahí las abrieron, les agregaron piedra y arena. En su interior había cadáveres humanos, que arrojaron en el lugar que Llerena indicó. España presumió que los cuerpos eran de los hermanos Restrepo, por un diálogo que tuvieron Llerena y el agente Badillo.

España escribió un libro donde relata lo acontecido, añadiendo que, al mayor, estando detenido, le pusieron en la cabeza una funda plástica llena de gas lacrimógeno y lo golpearon fuertemente en el estómago. Al otro lo asesinaron para que no hablara. España, como testigo protegido, fue a Londres. No sabemos si lo han dejado vivo los delatados, que, por la detención arbitraria e ilegal, las torturas y el asesinato de los menores, recibieron pena de reclusión en el juicio, incluido el coronel Barrionuevo, pastor evangélico ahora, que no reconoce su culpa y el General Gilberto Molina, que fugó de la cómoda “cárcel” policial donde estaba internado y de donde con total desparpajo salía a los centros comerciales. El Estado ecuatoriano, frente a una demanda internacional de Pedro Restrepo, aceptó su responsabilidad.

¿Cómo reaccionaron los gendarmes y oficiales? Agraviando a los padres Restrepo, pidiendo que se los echara del país por ser colombianos, con un libro en el que pretendieron justificar los abusos con la lucha contra la subversión y el terrorismo, en un tiempo en el que podían ingresar y sacar de las cárceles a los detenidos sin registro y donde cayeron inocentes y se violaron atrozmente los derechos humanos. Se pidió enjuiciar a los padres, prohibirles tomar la Plaza Grande. El gobierno del Dr. Borja mandó retirar las fotos de los chicos y los carteles de la plaza. El régimen del Arq. Durán Ballén apresó a activistas de derechos humanos, entre ellos al cantautor Jaime Guevara, a quien el gobierno del Econ. Correa calumnió y detuvo. Cercó la plaza. El presidente le dijo a Pedro que ponga música clásica en vez de las fanfarrias y su ministro de gobierno trató de expulsarlos del país. Se suprimió el SIC. La Policía Nacional instituyó los cursos de derechos humanos para sus miembros, reconociendo su pasado horroroso.

¿Y la responsabilidad de la administración del Ing. Febres Cordero? El 11 de enero de 1988 el coronel Barrionuevo informó a sus subalternos que el ministro de gobierno, Robles Plaza, recomendó investigar prioritariamente. Su sucesor, el Dr. Heinz Moeller, declaró que los hermanos Restrepo fueron víctimas de un exceso policial, que su muerte era un secreto de Estado. Los ecuatorianos quisiéramos saber cuál fue ese secreto. La política represiva de dicho gobierno condujo al comportamiento irresponsable y criminal de los uniformados.

Carlos y Pedro Restrepo junior, dos jóvenes que fueron arrancados temprano del jardín de la vida. Su madre después los siguió en un trágico accidente de tránsito. Pedro padre, de 75 años, espera aún encontrar los restos de sus hijos, al cabo de treinta años. Nosotros también. Manifestó Pedro cuando le reportaron no haber hallado los restos de sus hijos en la laguna de Yambo: “El caso Restrepo no se cierra, la lucha de la familia continúa y la responsabilidad del Estado continúa”

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04 febrero 2018

En qué mismo quedamos?

Existen palabras con múltiples, y aun diversos, significados. Eso lo comprobamos con solo abrir el diccionario; lo imprevisto o, si se quiere, lo inesperado, es que existan palabras con significados contradictorios. Una de estas voces es una que tiene una curiosa etimología; me refiero a la palabra “zafarrancho”, que para quienes no están familiarizados con la milicia o el mundo náutico, ha ido adquiriendo un sentido más bien negativo, ya que denota desorden, alboroto, relajo o una situación imprevista que implica trifulca, caos y confusión.

Lo que hace interesante a mi reflexión es que tanto en la milicia, como en la actividad náutica, un zafarrancho (así con erre, o doble ere) es una medida ordenada (en el sentido de que ésta guarda orden o que es metódica) que obedece a un protocolo o a una necesaria, y a veces emergente, disposición. Hacer zafarrancho en un cuartel o en una embarcación no es, como se sugeriría, crear trifulca o alboroto, implica poner las cosas en disposición ordenada y prepararse para asumir una esperada posición, siempre con el objeto de enfrentar una tarea imprevista e importante como lo sería un desembarco o una inminente evacuación.

Esta contradictoria distorsión parecería provenir de la misma etimología del término, toda vez que la voz proviene de las palabras “zafar” (probablemente árabe con el sentido de soltar, desunir o desembarazarse) y “rancho” (palabra con origen galo, que querría decir lugar de encuentro o sitio de reunión, y que poco a poco se ha ido convirtiendo también en provisión de alimento o comida). Visto de este modo, “hacer zafarrancho” en la milicia o en el medio náutico, es abandonar lo que había estado dispuesto u ordenado, para en forma organizada (con un sentido de orden) tomar nuevas posiciones con una finalidad u objetivo en común.

El diccionario de la Academia define zafarrancho como “conjunto de actividades con que se dispone (prepara) a una embarcación para una actividad determinada” (sic), dice también que significa “agitación desordenada y ruidosa”; e incluso: “pelea, riña o gran alboroto que se produce entre dos o más personas”. Nótese que en la primera de las acepciones, la RAE usa, quizá inadvertidamente, un término en forma repetitiva. Bien pudo haber construido la frase en forma distinta y decir “conjunto de actividades con que se dispone... para un propósito determinado”, por ejemplo...

A veces me pregunto si algunas de las acepciones que van adquiriendo de pronto las palabras, van apareciendo en forma caprichosa y arbitraria, porque a alguien se le ocurre darle un determinado sentido; y ese uso, sujeto a la voluntad (o arbitrio) de una persona o grupo de personas, va poco a poco imponiendo una costumbre que se va alejando de lo que fue el significado inicial. Asunto similar pudo haber ocurrido con una de las raíces de la palabra que nos ocupa (rancho) que probablemente, en un principio, se refería a un lugar para reunirse, luego a un sitio para comer en conjunto, y más tarde, simplemente, a la comida en grupo (el rancho) que se reunían a disfrutar -en conjunto- un grupo de personas, y todos una misma preparación.

Caigo en cuenta, al hablar de ranchos, que ellos constituyen en Venezuela lo que en Brasil se conocen como “favelas”, en Perú como “pueblos jóvenes” y en otros países como “villas miseria”; son los barrios marginales, las barracas o chabolas. En este aspecto, es curioso como un símbolo de precariedad y de indigencia pueda tener un sentido también contradictorio, y llegue a significar una porción de tierra donde se cuidan y alimentan animales de cierta especial estirpe, lo que viene a representar una distracción o entretenimiento de gente con recursos, gente que no vive en la miseria, que es rica, que se caracteriza justamente por ser afluente.

De vuelta a zafarrancho, no deja de ser curioso que una palabra que quiere decir prepararse con orden para cumplir con una tarea, signifique también ocasionar destrozos o causar estragos. Dice el Diccionario Náutico que un zafarrancho es “un esfuerzo de conjunto realizado por la tripulación para salvar (o salir con bien) de situaciones de apremio”. Creo yo que si ese esfuerzo no se lo acomete con prolijidad o empeño, lo único que se consigue no es más que el desastre y la confusión, la conmoción y el alboroto.

Traducción y mensaje: para hacer un zafarrancho (trámite ordenado) no hay que convertir la acción en zafarrancho (en una trifulca desordenada caracterizada por el ajetreo caótico y la confusión)... Así que, a ver, atención: ¡esto es un zafarrancho!, ¡cuidado con que lo vayan a convertir en ningún zafarrancho! ¡Por favor!

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01 febrero 2018

Cuando sí quiere decir no

No quisiera pecar de optimista, pero creo que va a triunfar el “sí”. Es tal el odio que ha sembrado el anterior presidente, que eso mismo es lo que ha cosechado y que hoy se expresa por todas partes. Lo que hace un par de años empezó con aquel rotundo “Fuera Correa, fuera”, en esta campaña por la consulta y referéndum se ha traducido en unos proyectiles de forma ovalada y de color carne que han sido arrojados al ex mandatario y a su comitiva. Así, la gente sencilla se ha armado de coraje y ha irrespetado a quien la irrespetó. Ha lanzado huevo a troche y moche!

No estoy seguro si los proponentes de la consulta han subestimado a la inusitada “oposición” (la conformada por los recalcitrantes partidarios del ex presidente), tampoco si aquellos sectores se han dormido en sus laureles. Lo cierto es que no se ha visto una campaña vigorosa en favor del sí por ninguna parte; creo que convencidos ellos -como la mayoría creo que estamos- de que el sí resultará ampliamente victorioso, se habrán persuadido de que esta gesta cerraría de manera definitiva, lo que venía siendo un largo, y en apariencia irreversible, ciclo institucional y político.

Pero hay algo que me preocupa y me deja la incertidumbre de si no se cometió un error táctico en el planteamiento de la consulta, aquello de que para decirle no a la reelección indefinida -la posibilidad de reelección del ex presidente- había que votar sí en las papeletas. Esto porque, aunque se planteó un total de siete preguntas, el punto medular de la consulta era la posibilidad de cortar en forma definitiva la reelección de un personaje que se creía irreemplazable.

Hoy, cuando estamos a pocos días de que se celebre el tan esperado (y nunca antes imaginado) referéndum, noto que existe una gran confusión en la ciudadanía, en especial en ciertos sectores sociales, y preferentemente en aquellos de menores recursos, en el sentido de por qué (o por quién) mismo se tiene que votar. No cabe duda que un importante factor, para que subsista esta lamentable incertidumbre, es que existe un elevado porcentaje de gente que no entiende por qué es que para decirle no a una intransigente propuesta, tiene que votar sí, siete veces sí.

Otro aspecto inconveniente que merece ser reconocido es el relacionado con el número excesivo de preguntas. Reflexiono en si realmente esto hacía falta y quizá la única consideración válida es aquella de que mientras no se sabía cuánto respaldo tendría la consulta, era quizá necesario ampliar los contenidos, a efecto de darle a la iniciativa un respaldo más general y democrático. Pasado el tiempo, sin embargo, ha ido creciendo la sensación de que el número de preguntas podría haberse tornado en contraproducente, a más de convertirse en algo poco necesario. En similar sentido, el texto de las preguntas, tal vez en el ánimo de tener claridad, ha resultado demasiado largo. Esto no permite que su contenido tenga la fácil comprensión que se hubiera deseado. Una redacción muy larga genera confusión y puede producir ambigüedad.

He visto en estos últimos días en las noticias, y leo en las redes sociales, el escarnio y el vejamen al que está expuesto el cesado mandatario. Trato de imaginarme yo mismo en su situación y de calzarme sus zapatos; me pregunto qué reflexiones anidarán en su cabeza. Medito en si, debido al repudio que provocó en tanta gente, su vanidad le permitirá reconocer el daño que él mismo se infligió y la oportunidad que desperdició. O cuánto de inquina engendró, que lo llevó a fermentar todas esas reacciones; o en si nunca pensó que toda aquella contenida agresividad sería el resultado que su prepotencia nunca le habría permitido calcular.

De otra parte, por mucho antagonismo que alguien hubiera propiciado, y por mucha reacción que su irascible carácter hubiera provocado, Correa es ante todo un ser humano, no se diga un personaje que fuera nuestro mandatario. Como individuo y ex-dignatario merece respeto y debe ser tratado como cualquier ser humano. Por lástima, su talante indócil y pugnaz, y su espíritu díscolo y atrabiliario, le ganaron un tipo de repudio que, sobre todo en sus días de prepotencia y abuso de poder, nadie hubiera anticipado. A nadie pudo habérsele ocurrido que sucediera lo que en estos días se ha venido manifestando. Sospecho que nadie podría vivir en un lugar donde se desaprueba su presencia y se está sujeto a la vergüenza, el desprecio y el escarnio.

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