No soy gramático profesional; no, ni siquiera soy un gramático amateur o aficionado. Soy simplemente un apasionado (un enamorado) de la gramática muy a pesar de que, cuando esa materia –la Gramática– pasó a llamarse “Castellano”, en segundo curso de colegio, tuve la mala suerte de que la asignatura fuera impartida a la primera hora de la tarde (había entonces doble jornada) –la cláusula de la insidiosa duermevela– y por un docente (era un hermano cristiano) que la hacía todo menos interesante. La forma de su frente siempre se me hizo inolvidable.
Eran tiempos en los que me atraían más los números que las letras. La paradoja es que, quizá debido a mis lecturas y escarceos con la escritura, hoy la ecuación ha cambiado. Hago esta necesaria digresión porque sin ser un especialista en la gramática, hago lo posible por aplicar sus reglas cuando trato de ejercitar este apasionante oficio (aunque lo haga como aficionado)…
Así, encuentro que aquello que se supone es el lema o consigna de la Academia de la Lengua (“Limpia, fija, y da esplendor”), parece a veces que ha dejado de ser su tarea sustantiva. Mucho me temo que con el pretexto de que la lengua no es algo inerte ni fijo, se van incluyendo en su diccionario vocablos por el solo mérito de que la gente los ha ido (mal) utilizando. Pero, además, existen asuntos esenciales que no han recibido la atención correspondiente. Tómese como ejemplo el término “subjuntivo”, palabra que se utiliza para nombrar uno de los modos del verbo y que la misma Academia utiliza para las conjugación de los mismos. Curiosamente, la voz no se encuentra definida. Por lo tanto, no se señala tampoco el sinónimo pertinente.
Es en el diccionario de María Moliner que encuentro la explicación que nos interesa: “(del lat. subiunctivus) adj. y n. m. Gram. Se aplica al modo *verbal que se emplea para expresar la acción como dudosa, posible, deseada o necesaria”. Por ello, como lo interpreto, es el modo que se usa para referirse a aquello que es subordinado, potencial e, incluso, contingente. Acudo, por lo mismo, a una de mis herramientas para consultar su etimología y resuelvo que es el modo del verbo que nos sirve para expresar nuestros deseos, hipótesis o dudas. Ese modo se utiliza, por ejemplo, cuando se ha dicho “espero” o se han usado las locuciones “a lo mejor” o “quizás”; y que utilizamos para formar las oraciones “subordinadas”, que eso es lo que significa subjuntivo, con matices de eventualidad, potencialidad o irrealidad.
“La palabra latina iunctus (junto, pegado) es el participio del verbo iungere (uncir). Este verbo nos dio yugo, cónyuge, coyuntura, conjuntiva, cuadriga y jumento. Se asocia con la raíz indoeuropea *yeug”, de acuerdo con lo que menciona Etimologías de Chile. Esta misma entidad hace referencia a una voz relacionada: “conjuntiva”. Dice que “es un término que se usaba en el latín clásico sobre todo en gramática (coniunctiva particula es sinónimo de conjunción), pero que ya se lo encuentra en el latín medieval con un sentido anatómico: se trata de la membrana fina que tapiza el interior de los párpados de los vertebrados y que se extiende a la parte anterior del globo ocular… Debe el nombre a su función de enlazar, unir y ligar el sistema del ojo y el párpado”. Quizá estemos más familiarizados con “conjuntivitis”.
Hoy nomás he leído un interesante artículo del académico español Alex Grijelmo en el que hace referencia a una nueva muletilla que se habría puesto de moda en España; se trata de la locución “ya estaría” que, al parecer, la emplea medio mundo (“Todo Cristo”, como dicen allá) luego de una frase sobreentendida (y, por tanto, silente), frase que equivaldría a “si no me equivoco” o “si estamos de acuerdo”, o “si no hay discrepancia”… pues “ya estaría”. Ha de notarse que si bien las frases sobreentendidas están en indicativo, bien merecerían estarlo en subjuntivo (por su carácter potencial o contingente): equivocara, estuviera, hubiera. Por ello, y a pesar de la cantaleta o estribillo, es correcto utilizar ese “ya estaría” como condicional; es decir, como parte del indicativo.
Sin ánimo de confundir, se me antoja que el modo subjuntivo lleva ese nombre por estar condicionado por la conjunción que ha sido utilizada. En línea con lo consultado, este no solo echaría mano de conjunciones; sino, además, de otros nexos, como de las llamadas “proposiciones subordinadas adverbiales lógicas”, que pueden indicar causa, consecuencia, concesión, finalidad o condición. Unas muestras: porque, ya que, por tanto, así, pues, de manera que, de modo, de suerte, aunque, por más que, a pesar de que, con todo, pese a que, a fin de que, con el propósito de, con tal de que, puesto el caso que, supuesto que, a menos que, siempre y cuando… En fin, no les canso más; no intento recordarles a mi viejo maestro, ese mismo de mis colegiales, e ineluctables, duermevelas…
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