¿Existe una
gradación o escala entre los actos o expresiones destinados a lastimar a las
demás personas, o es que todos esos vocablos están relacionados?, ¿o será que,
poco más o menos, todas esas voces y expresiones significan aproximadamente lo
mismo?
De acuerdo con el gran pensador estoico Lució Anneo Séneca, que vivió sus primeros treinta años mientras también vivió y predicó en Palestina Jesús de Nazaret, solo habría dos niveles de ofensa: la injuria y el ultraje. En un sucinto compendio de sus obras (que más que textos son colecciones de pensamientos y aforismos), encuentro una, intitulada De la constancia del sabio, que algunos interpretan con el sentido de “tenacidad” o “firmeza”. Creo que, dada su temática o tratamiento, debería más bien entenderse con otra acepción, esto es con la de “testimonio”, es decir como “justificación” o “prueba”, mas no como “perseverancia”.
Previamente, veamos y comparemos unos pocos sinónimos y definiciones extraídos del DLE:
Injuria: f. Der. Acción o expresión que lesiona la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación. Sinónimos: ofensa, insulto, agravio, ultraje, oprobio, afrenta, baldón, improperio, infamia, vejación, escarnio, denostación, pesadumbre.
Ultraje: m. Acción y efecto de ultrajar. / m. Ajamiento, injuria o desprecio. Sinónimos: injuria, insulto, ofensa, agravio, desprecio, deshonra, deshonor, afrenta, vilipendio, infamia.
Ultrajar: tr. Despreciar o tratar con desvío (desapego, desagrado, frialdad o
indiferencia).
Despreciar: tr. Desestimar y tener
en poco. / tr. Desairar o desdeñar.
Desprecio: / m. Desestimación, falta de aprecio. // m. Desaire, desdén.
Y ahora, unos pocos sinónimos de otros términos similares tomados al azar:
Denuesto: agravio, afrenta, infamia, ofensa, ultraje,
dicterio, improperio, injuria, insulto.
Dicterio: insulto, vituperio,
improperio, injuria, agravio, invectiva, apóstrofe.
Improperio: injuria, ofensa,
insulto, agravio, ultraje, oprobio, afrenta, baldón, infamia, vejación,
escarnio, denuesto, blasfemia, denostación, pesadumbre, puteada.
Insulto: agravio, injuria, ofensa,
afrenta, denuesto, ultraje, improperio, invectiva, oprobio, vituperio,
escarnio, mofa.
Oprobio: humillación, afrenta,
agravio, deshonra, baldón, deshonor, ignominia, injuria, vilipendio, infamia,
vergüenza.
Como se pudiera inferir, casi todos estos vocablos tienen significados parecidos. En su Inventario general de insultos, el académico Pancracio Celdrán, comenta que el insulto es “un acto hostil que pudiera producirse en tres grados distintos: la insolencia, el improperio y la injuria. Para Miquel Echarri, otro periodista español (que también glosa a Celdrán): “todo insulto es un arma arrojadiza que en el temperamento hispano aflora para provocar más risa que ultraje”. Constituye “una de las formas más fértiles del ingenio”, aunque “se convierte en una oportunidad para poder exhibir el mal genio o el mal carácter” (he reeditado la última parte para conseguir una mejor interpretación de los términos utilizados en España).
Ahora bien, ¿qué postula el filósofo cordobés? “Distingamos –nos dice– injuria de ultraje. La primera es, por su naturaleza, más grave; el ultraje es más leve porque no hiere a los hombres sino que los ofende”. Para Séneca, el hombre sabio está por encima de las injurias, pues no sabe vivir para la esperanza ni para el miedo. “El agravio –en tanto– es menos que la injuria y de él más nos podemos quejar que vengarlo, puesto que las mismas leyes no lo juzgan digno de castigo”. “Quien con el agravio se altera, hace demostración de que no tiene pizca de prudencia ni confianza, pues sin vacilación se considera despreciado”. “Para rechazar aquella pasión, el sabio cuenta con la magnanimidad, que es la más hermosa de todas las virtudes”.
“Contumelia deriva de contemptus: desprecio, porque nadie tilda con tal injuria sino a aquel a quien menospreció y ninguno desprecia a quien tiene por mayor y mejor que él aunque haga algo de aquello que suelen hacer los que menosprecian. El sabio no se venga de ellos sino que los corrige; como poco estima sus lisonjas, desestima también sus vituperios”. “El sabio se pregunta: ¿esto me sucede merecida o inmerecidamente? Si merecidamente, no es agravio sino justicia; si inmerecidamente, la vergüenza de la injusticia ha de sufrirla quien cometió la injusticia”. “Es vergonzoso ceder –exhorta–: ¡defiende el puesto que te señaló la naturaleza! ¿Me preguntas qué puesto es ese? ¡El de varón! Para el sabio hay otro recurso contrario a este; porque vosotros recién estáis recién en la pelea, mientras él ya tiene ganada la victoria”.

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