17 mayo 2024

Una Islandia griega *

 * Tomado de un antíguo artículo publicado por Ricardo Soca (elcastellano.org)

¿Quién no ha escuchado de la mítica isla de Thule, o de “la última Thule”?, que por mucho tiempo sirvió para elaborar teorías y conjeturas como el territorio más lejano y recoleto conocido por el hombre. ¿Existió realmente esa alejada isla?, ¿fueron en realidad los griegos los primeros en visitarla?, ¿por qué nadie volvió a ella? En todo caso, ¿ obedeció ese hallazgo a un predeterminado propósito o, como sucede casi siempre, respondió aquel fortuito encuentro a un golpe de suerte, “serendipity”, o a pura casualidad? La que sigue es una conjetura de un filólogo británico, profesor de la Universidad de Navarra:

Los griegos habrían llegado a Islandia diez siglos antes que los vikingos, según una hipótesis del filólogo y profesor de la Universidad de Navarra Andrew Charles Breeze. La apuesta está basada en un estudio lingüístico que intenta arrojar luz sobre el misterio de la ubicación de la mítica isla de Thule. Breeze asegura que "los griegos no solo llegaron a la India con Alejandro Magno, sino que también habrían descubierto Islandia con Pytheas”, según su hipótesis lingüística, de la que The Housman Society Journal se hace eco en uno de sus últimos números, tal como lo señala en una nota la propia universidad de la que Breeze es docente.

Este experto en lingüística histórica intenta esclarecer el misterio que rodea a la ubicación exacta de la legendaria isla de Thule, descubierta por el antiguo geógrafo, astrónomo y explorador griego Pytheas, alrededor del año 300 antes de Cristo, de forma tal que, si la tesis del profesor Breeze es cierta, los griegos habrían descubierto Islandia unos mil años antes que los vikingos. Según este experto, el relato original que Pytheas escribió sobre su viaje a través del Atlántico Norte, desde Massalia (Marsella) hasta una isla rodeada de témpanos de hielo, ubicada a seis días de viaje desde el norte de Gran Bretaña, se habría perdido por completo.

Desde entonces, y a partir de las menciones que autores posteriores –como Estrabón, Plinio o Diodoro de Sicilia– hicieron sobre su aventura, son muchos los que han tratado de ubicar de forma exacta el destino más septentrional que el navegante griego alcanzó en su viaje. “Durante siglos ha habido discusiones sobre dónde estaría Thule. La mayoría sostiene que en Islandia; algunos, en las Islas Feroe; otros, en Noruega o en las islas Shetland”, explica.

Según sus investigaciones, que ya las ha discutido con otros académicos de las universidades británicas, y que consideran que la teoría pudiera ser plausible, la clave para resolver el misterio residiría en un enfoque lingüístico. “El nombre que Pytheas dio a la isla quizá se fue deformando con el tiempo, hasta volverse completamente ininteligible. Thule (o Thyle), como vocablo, no significa nada; pero, si insertamos dos letras entre las dos sílabas de la palabra, tenemos como resultado Thymele, y eso en griego sí tendría sentido, pues significaría altar y resulta un término muy común en el griego antiguo”, argumenta.

En su artículo, el profesor Breeze sostiene que “el término Thymele pudo surgir por las características orográficas del sur de la isla, con altos acantilados de roca volcánica, similar a la de los altares de los templos griegos. Probablemente, cuando Pytheas y sus hombres divisaron Islandia, con abundante niebla, y quizás con columnas de humo y las cenizas producidas por volcanes como el Hekla, tal vez pensó en el altar de un templo”, dice.

Así, explica que “en la antigüedad, los altares podían ser inmensos. El de Pérgamo tenía doce metros de altura y se dice que otros, como el de Pariumo, en Siracusa, medían hasta doscientos metros de largo". “Los griegos pueden sentirse orgullosos de que pudieron haber sido ellos los primeros en pisar el suelo de Islandia", concluye.

* Andrew Charles Breeze es profesor del departamento de Filología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. Es miembro de la Society of Antiquaries of London desde 1996 y de la Royal Historical Society desde 1997, es especialista en el origen del idioma inglés y de su relación con el latín y las demás lenguas prerrománicas.


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