28 noviembre 2025

You'll never walk alone

Me gusta el fútbol. Me entretiene el fútbol. Quiero al fútbol. Tengo un equipo preferido, pero no soy ‘hincha a muerte’ de ninguno. Hay varios conjuntos que merecen mi simpatía y respaldo, pero eso –también y en gran parte– depende de su ocasional desempeño. Pudiera decir que he sido un "forofo" con suerte: siempre escojo equipos que están en las mejores posiciones. A lo mejor los escojo precisamente por eso…

Dos de esos equipos que me gustan jugaban entre sí el otro día. Real Madrid visitaba a ‘los Reds’: el Liverpool F.C. En casos así, parecería que no tengo un predilecto, me gustaría que gane el que juegue mejor. Creo que eso también cuenta: uno pasa a interesarse por equipos que se destacan, que están jugando mejor; ahí no interviene ya ni el estadio ni el color del uniforme: me inclino a favor del que mejor se desempeña. En este sentido, quizá la única diferencia esté dada por su estilo de juego, por ese algo que, en mucho, depende de lo que pide su entrenador.

 

Esta vez jugaban un partido de la Champions League, que hoy utiliza un formato que depende de la elusiva fortuna. A la larga, la clasificación para octavos es un proceso no siempre justo pues depende del capricho del sorteo y de quien juega con quien como local (en esta etapa no se juegan partidos de ida y vuelta)… Al final, el Liverpool resultó ganador: aprovechó una de las escasas oportunidades que tuvo para poder marcar. Al día siguiente revisé las noticias de la prensa española; un periodista gallego de El País expresaba su fastidio porque, a más de perder el Madrid, sus seguidores habían tenido que soportar los cánticos de quienes apoyaban al conjunto de Merseyside… “Esa mezcla de rito y karaoke –decía el autor–, es una tortura en forma de musical, una versión sajona de la santería cubana; experiencia mística donde no se sabe si acompañan a los jugadores o a las viudas de un desastre”…

 

Resumo cómo concluía su intrigante comentario: “mientras el Madrid se retiraba a analizar sus errores, yo solo podía pensar en lo mucho que extraño el silencio de nuestros estadios (los españoles): será quizás menos poético, pero es más honesto (?)… Una cosa es tener alma –o presumir de ella todo el tiempo– y otra, muy distinta, convertir cada partido de fútbol en un ‘fokin’ musical”… Traduzcan ustedes…

 

Liverpool es uno de los mejores y más reputados equipos del Mundo (si contamos con los dedos de una mano); su estadio, Anfield, es una de las catedrales del fútbol; su himno, “You’ll never walk alone” (‘Nunca caminarás solo’), no es únicamente un símbolo de esperanza, solidaridad y resiliencia; es, ante todo, la expresión de un sentimiento colectivo, una forma de reverencia en recuerdo de dos desgracias que acongojaron a los asiduos de Anfield y a toda la 'fanaticada' futbolística inglesa: las tragedias de Haysel y Hillsborough, en las que fallecieron un centenar y medio de personas. Hay sentimientos colectivos que merecen devoción, y no solo reverencia…

 

Sé bien lo incómodo que puede ser un cántico coreado con fervor por 45 o 60 mil personas… El estadio parece venirse abajo; es un rugido que impresiona con la fuerza de un huracán que se ha apoderado del recinto (como tal, estimula o aterroriza); pero es, ante todo, la compartida expresión de un sentimiento popular y, eso, obliga a nuestro respeto. Como un día escuché decir a un hombre más sabio que yo –alguien a quien no le gustaba dar consejos–: “He aprendido en la vida, Mariano, que nunca debemos desdeñar el tiempo, los esfuerzos (aun el dinero) y los sentimientos ajenos”...

 

You’ll never walk alone’ (YNWA) inspira a miles alrededor del Mundo. Su letra contiene un profundo mensaje, uno de de altivez, consuelo y esperanza; habla de mantener la cabeza bien alta frente a las derrotas, las tormentas y la oscuridad; incita a seguir caminando juntos porque al final ‘siempre encontrarás el canto de una alondra y sentirás que nunca estuviste solo’… La tonada se habría compuesto como tema de fondo para un musical llamado Carousel; se hizo popular en los años de mi adolescencia. Fue creada por la banda ‘Gerry and the Pacemakers’ y llevada a Anfield, donde pronto se convirtió en el grito de batalla de los seguidores del gran Liverpool.

 

Para comprender por qué es que el fútbol es pasión, habría que primero entender cómo nacen, crecen y se comparten los sentimientos; solo así se puede entender por qué los himnos inspiran y contagian, por qué es que a tantos motivan y a otros obligan al silencio… No deja de ser una ironía que Liverpool, cuyo emblema exhibe una ave mítica, haya nacido con otro nombre: justamente con el de su némesis de patio: el Everton F.C. Ese primer Liverpool tuvo que cambiar de nombre para seguir jugando en su misma cancha, mientras Everton tuvo que moverse a Goodison Park. YNWA es parte de la historia y esencia de uno de los más queridos equipos que existen en Inglaterra. Como alguien ya lo dijo una vez: “Si el Liverpool y su himno no existieran, habría que inventarlos”.


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