08 diciembre 2014

De hábitos y concordancias

Ciertas circunstancias, relacionadas con una nueva actividad, me han alejado temporalmente de la atención que he venido asignando a este blog (no estoy muy seguro si ese término que hoy se utiliza en las redes sociales, ese de "muro", es el que se aplica para esta suerte de periódico mural personal, que eso y no otra cosa es un blog). En esto, soy un poco lo que uno de mis buenos amigos expresa cuando a él se le encarga una actividad en la gestión pública: "yo que soy por lo general descuidado e irresponsable en mis asuntos privados -confiesa-, soy en exceso escrupuloso, prolijo y responsable para los asuntos públicos".

Esto del blog es algo más que un artilugio para dar rienda suelta a la pasión por escribir y al afán de expresar unas ideas y pensamientos. Cuando el que escribe percibe una respuesta de sus lectores, aquello se convierte en una suerte de compromiso. Entonces deja de ser sólo un recurso para satisfacer un deseo de confesión, en un mero desahogo, o en un interés por expresar sus deseos, sus temores y sus aspiraciones íntimas; ello se convierte en una responsabilidad que ya no sólo pertenece a quien escribe: pasa a ser propiedad de quienes consultan la opinión de otro, si no para enriquecer sus puntos de vista, para hallar una referencia que refuerce o contradiga, que oriente o aclare su propia posición.

En lo que no he transigido, a pesar de las restricciones en mi tiempo libre, es en aquella costumbre, con probables visos de obsesión, que para mí, desde siempre, fue la de la lectura. Ayer nomás, cuando ponía en orden los libros y textos de mi querida biblioteca, reconocía que tengo la suerte y el privilegio de haber leído buena parte de lo que esos estantes exhiben. En este sentido, todavía utilizo mis libros para mis ocasionales consultas, pues no he sucumbido a la avalancha de lo digital. Ya no compro libros impresos con la asiduidad con que lo hacía antes; y no precisamente por razones económicas, ahora utilizo el recurso digital más bien por comodidad.

Con el tiempo me fui convirtiendo en un madrugador (quizá debería decir que devine en un "desvelado"). Ha sido este un proceso gradual: poco a poco fui advirtiendo que iba reduciendo mis horas de sueño, y que en forma paulatina se me iban haciendo más largas e inevitables (aunque nunca tediosas) mis prolongadas horas de vigilia. El problema no es que mis horas de sueño se hayan vuelto cortas; sino que acudo al llamado de Morfeo demasiado temprano cada noche. De resultas, acabo por "recordarme", como decía la abuela, a una hora aún signada por la oscuridad y el silencio. Tal es mi personal "rosario de la aurora".

Y mis lecturas empiezan en esa temprana cláusula matutina. Es el crepúsculo el primer testigo de mis madrugadores escarceos periodísticos y cibernéticos. Es ineludible, entonces, echar una ojeada a lo que pasa en el país y en el mundo, y es cuando asigno importancia a la lectura de los principales artículos de opinión. A veces encuentro poca atención a la correcta puntuación; y no sé si los escritores se han hecho hoy menos prolijos o se cometen lamentables errores de edición, pero voy descubriendo -cada vez con mayor frecuencia- errores de concordancia que podrían corregirse con una simple revisión. Aquí van dos sencillos ejemplos (ambos encontrados en la página editorial de un mismo medio, el día de hoy):

* "Si bien parte de este beneficio puede ir a los gobiernos debido a la manera como funcionan los impuestos sobre el petróleo en algunos países (especialmente en Europa) el efecto global general será la de un impulso en el consumo y bajos costos de producción en países que han estado luchando para superar el malestar prolongado en crecimiento y el empleo". Aquí se me ocurre que la frase es en exceso larga y sobresale ese poco elegante "la de un impulso", por "el de un impulso"; pues, se está hablando de "el efecto": género masculino…

* Otro más: "En este punto del desarrollo de la humanidad se hace más que nunca forzoso ir a situaciones de Estado mínimo, en los cuales la prioridad sea proteger a los ciudadanos de sus gobiernos". Nuevamente, otra muestra de concordancia desprolija, aquí se habla de "las situaciones"; por lo tanto, lo adecuado debió haber sido escribir "en las cuales". Otro descuidado gazapo!

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