30 mayo 2023

Chullas y bandidos

Éramos niños (hoy, que ya no nos distingue la inocencia pero sí el candor, parece que lo seguimos siendo). Soñábamos con que llegara el viernes; y, más precisamente, el viernes tarde. Era cuando los hermanos habían inventado un sucedáneo para el tedio y la rutina: ¡era el matiné en el salón de actos!. No recuerdo si había un importe, si teníamos que pagar por ello; a veces me parece que fue obligatorio, aunque quizá esa supuesta “obligación” alguna vez la usé como pretexto… No garantizo tampoco que esa forzada asistencia hubiese sido gratuita: es probable que hubiésemos tenido que utilizar las multicolores “notas”, si es que estas para el efecto nos daban “crédito”. Aquellos minúsculos cartoncitos avalaron esas precoces transacciones; fueron nuestras primeras tarjetas de crédito.

 

El cine pudo no haber sido mandatorio pero, si fue facultativo, la alternativa era adelantar las tareas que debíamos llevar a casa para el fin de semana, mientras permanecíamos en las aulas y se distraían los favorecidos compañeros; de modo que, muy probablemente, tampoco “hubo quórum” para aquello. Además, el cine empezaba a eso de las dos de la tarde, con lo cual, antes de que dieran las cuatro, los asistentes ya podían salir para sus casas o quedarse jugando “a la pelota” en el colegio. Suponía un “mini asueto”. Hoy que lo pienso, había en todo ello algo discriminatorio pues columbro que no todos los alumnos habrían estado en condición de poder sufragar el elusivo boleto…

 

No siempre las películas eran frescas (nuevas). Con el argumento de que alguna película se tenía que repetir “por pedido de la hinchada”, hubo cintas que con cierta exageración (y notoria ausencia de escrúpulo) se repitieron. Vi por lo menos tres veces La montaña siniestra (solo para comprobar con desilusión, cada vez que terminaba, que su desenlace seguía siendo siempre el mismo)… Repetí también, y por similar número de veces, una película llamada El monstruo de la laguna negra, solo para aprender desde muy temprano el horrible significado que en las noches puede tener la palabra insomnio. Pero los "largometrajes" que más recuerdo, porque fueron posiblemente los que más tuve que repetir, fueron unos que entonces llamábamos “de chullas y bandidos”, fueron las películas del Oeste.

 

Ah, pero aclaro: ninguna, ni siquiera alguna cinta del inolvidable Cantinflas, fue presentada a color; todas se exhibían en blanco y negro. Las de chullas pasarían a ser nuestras preferidas (vinieron poco antes de las de James Bond) y, aunque también repetidas, tenían guiones predecibles pero entretenidos. No olvido algunos nombres como Durango kid, Hopalong Cassidy o Roy Rogers, en ellas el héroe era invariablemente el sheriff o un forastero, en esas tramas no podían faltar ni las cantinas ni los corceles, ni aquellas raudas diligencias que, de la misma e inalterable forma, estaban sujetas al avaricioso ataque de los bandidos. Ya por esos años se nos hizo familiar la apostura lenta pero garbosa de un “chullita” justiciero; era feo (pues los chullas debían ser guapos y valientes) y se llamaba John Wayne.

 

Imagino que fueron esas cintas las que convirtieron los hombres a caballo en sinónimo del ideal masculino, las que fueron predecesoras de los entretenidos, y un poco exagerados, espagueti westerns que, a fe mía, fueron cintas donde reinaba la fantasía y donde los excesos llegaban al ridículo. Entre las que recuerdo constan Un puñado de dólares, Por unos dólares más y aquella otra que se terminaría convirtiendo en su emblemático epítome: El bueno, el malo y el feo, película memorable por su música y por la caracterización de Clint Eastwood en uno de los papeles principales. Luego vendría una versión que incluyó tomas condimentadas de sexualidad, fue la secuela de las películas de un tal Trinity. Todas estas producciones se filmaron en Europa y fueron dirigidas por italianos.

 

Esa fue, en cierta manera, la curiosa metamorfosis de las películas de vaqueros, que nosotros preferíamos llamar de chullas y bandidos. Eso de “chulla” pudiera tener una etimología incierta. En partes del Ecuador se refiere a alguien que adopta una apariencia de lo que realmente no es, con el objeto de impresionar y ganar el favor ajeno; puede ser también alguien que se presenta como generoso, vengador y valiente; en todo caso significaría “singular” (como en: zapato chulla). En estos mismos días, todos nuestros países sufren una inédita e inusitada inseguridad pública; campea la violencia, el asalto y el latrocinio; las calles están repletas de maleantes, facinerosos, sicarios y vulgares asesinos. Si se mira rápido, se podrá culpar a falta de gestión o de control por parte de las autoridades, pero hasta los jueces parecen estar comprados (si no amenazados) por malhechores o granujas desaprensivos. Es una situación muy grave, peor que si se tratase de un guion de película. Aunque hay muy pocos chullas: abundan los bandidos.


Share/Bookmark

26 mayo 2023

Hábitos negros y sayales blancos

Si uno hojea Los miserables, la obra de Víctor Hugo, y llega al libro Sexto de la Segunda Parte, no puede sino admirar la exuberante imaginación del formidable escritor francés, a la par que advierte su vehemente animadversión hacia las comunidades religiosas, instituciones que nacieron y se desarrollaron en la Edad Media. Para tener claro cómo surgieron esas órdenes y cómo fue el proceso de su organización y auge (o deterioro) sería necesario revisar ciertos nombres relacionados con las abadías como Benedicto, Cister o Cluny, e identificar su motivación y a sus fundadores.

 

Desde antes del medievo ya habían existido monjes, en especial fueron ermitaños que procuraban imitar la vida contemplativa de Jesucristo. Tan temprano como en el Siglo III, monjes de la talla de un Pablo de Tebas o de Antonio Abad habrían llevado una vida retirada y ascética pero sin normas establecidas ni reunidos en esos lugares comunitarios que luego serían llamados monasterios. Intuyo que quizá por eso, por el recuerdo de este último apellido, luego se conocería como “abad” al encargado de la administración y espiritualidad de esos lugares. Más tarde, esto es a comienzos del Siglo VI, sería Benedetto o Benedicto (o Benito) de Nursia, quien habría fundado una docena de monasterios con normas estandarizadas, aunque siempre definidas y muy estrictas.

 

Benito crearía el concepto inicial del monasterio, tanto en sus aspectos físicos, como en lo relacionado con las normas que conformarían la “Regla benedictina”. Esta establecía los votos obligatorios, las horas de oración, las costumbres y otras formas de convivencia. El lema esencial era Ora et Labora (“Reza y Trabaja”). Al principio las abadías estuvieron ubicadas al oriente de Roma, en un sitio llamado Subiaco (o como Montecasino, situada en el camino a Nápoles). Cuatro siglos más tarde se construirían otras abadías en Francia (Borgoña), y se fundaría el monasterio de Cluny, adoptando (y luego “adaptando”) las reglas para la formación de los nuevos monjes.

 

Cluny fue fundada a principios del Siglo X; tuvo gran protagonismo para la instauración de la llamada Reforma Gregoriana que estableció una clara división entre el poder temporal del Sacro Imperio y el poder espiritual de la Iglesia. La liturgia fue unificada con el rito romano y el canto gregoriano se llegó a constituir en la expresión cultural más destacada de la Iglesia. Entonces, los monjes cluniacenses, siguiendo la tradición, utilizaban hábitos negros.

 

Pasado el tiempo, las costumbres de Cluny fueron perdiendo su rigor original. Varios priores o abades cluniacenses serían más tarde designados papas; así, el poder acumulado pudo haber contribuido a la decadencia de la Orden. Surgiría entonces una reacción renovadora que se propuso recuperar las normas iniciales, reinstaurar el celibato e imponer en forma obligatoria la Regla Benedictina. Esto sucedía hacia fines del siglo XI en un lugar conocido como San Nicolás de Citeaux, ubicado al sur de Dijón, en la abadía del Cister (de Cisternum, nombre original de Citaeux en latín). Su gran promotor sería Bernardo de Claraval (siglo XII). Para distinguirse de los religiosos de Cluny, los cistercienses usarían sayales blancos; por este motivo luego fueron conocidos como los monjes blancos”.

 

La Iglesia no solo contaba con monasterios; estos estaban ubicados fuera de los centros poblados; en las ciudades existían conventos que eran habitados por frailes. Estos podían o no estar ordenados como sacerdotes. A partir del siglo XIII, debido a las exigencias espirituales y a las necesidades de la docencia, se crearía una gran variedad de nuevas comunidades que fueron incorporando su esfuerzo a las tareas y actividades de las congregaciones iniciales. Sus reglas fueron similares y se mantuvieron los votos exigidos. De esta forma surgieron nuevas ordenes que, con la debida licencia, aportaron su contingente. Entre ellas merecen destacarse las siguientes:

 

Franciscanos (varias órdenes fundadas por Francisco de Asís a inicios del siglo XIII): pusieron énfasis en la pobreza y la caridad, hoy llevan un hábito marrón que se lo ajustan con un cinturón de tres (o cinco) nudos. Dominicos, fueron llamados Orden de los Predicadores; su lema es “Alabar, bendecir y predicar”; es una orden fundada por Domingo de Guzmán en Toulouse en 1216; sus miembros dan especial atención a la teología; tuvieron a cargo la Inquisición; se destacaron entre ellos Tomás de Aquino y Alberto Magno; usan un hábito blanco con capa de color negro. Agustinos: inspirados en Agustín de Hipona; es una orden establecida en 1243, utilizan una sotana negra con capucha. Mercedarios: orden fundada en 1218 por Pedro Nolasco, se propuso en inicio atender la redención de los cautivos (perseguidos por los musulmanes); sus miembros usan un sayal blanco. Jesuitas: orden fundada en 1534 por Ignacio de Loyola: estos usan sotana negra, son misioneros y educadores; se especializan en filosofía y teología.


Share/Bookmark

23 mayo 2023

De lápidas y epitafios

Murió joven, quizá demasiado joven. Le decían Nino (hipocorístico o apócope de Saturnino, por uno de sus amigos) pero se llamaba Luis Manuel. Había nacido hacia el sur de Valencia, en un pueblito del interior conocido como Ayelo (o Aielo) de Malferit. Era Ferri de apellido pero, como era de natural impetuoso, alguien le había chantado el enconoso remoquete de “Niño Bravo”. Así es como lo conocimos, entonando canciones escritas por Manuel Alejandro, José Luis Armenteros o Juan Carlos Calderón, con un estilo y una voz que todos imitaban.

 

Ferri es un apellido español, aunque no uno de los tradicionales; yo ya lo escuchaba de niño porque era el de una vecina, la mejor amiga de una de mis tías. Ferri era también el distintivo familiar de una estación de servicio que estaba ubicada en el lado sur del parque de El ejido, y que se caracterizaba por una estructura que protegía los surtidores, y que por esos mismos años también se convirtió en emblema del ingreso al recibo del hotel Quito.

 

De lo que no estoy muy seguro es cuál fue la canción más popular entre las que lo hicieron famoso, pero recuerdo en especial a aquellas que todos tarareaban: Te quiero, Te quiero (De por qué te estoy queriendo, no me pidas la razón…) y Un beso y una flor (Dejaré mis tierras por ti, dejaré mis campos y me iré…). Esas quizá fueron las favoritas, pero la que de verdad a mí me sedujo fue Noelia; yo no sé si por ese prolongado Noeeeeliaaaa!!!, con el que cerraba la estrofa principal o por culpa de una jovencita, amiga de uno de mis hermanos y algo mayor a los años que yo tenía, que obedecía al poco usado nombre de Romelia… (Hace un tiempo que sueño con ella / Y solo sé que se llama Noelia / Hace un tiempo que vivo por ella…). Y es que, luego de aquel extendido Noelia venía una suerte de tautología, un repetitivo Noelia, Noelia, Noelia, Noelia, Noelia (cinco veces) que yo, cómo no, había trocado por Romelia, Romelia… No era linda, pero algo había en ella (¿acaso su ronca voz?) que me había hechizado cual talismán.

 

Nino Bravo falleció en la plenitud de su fama en un accidente de carretera –tenía 28 años–; dicen que su inopinado deceso convocó una multitud de diez mil aficionados. El suyo fue un estilo muy personal, que trató de ser imitado por muchos de los cantantes de su generación. Ferri había sido bodeguero y, sobre todo, lapidario. Este no es solo un oficio relacionado con la fabricación de lápidas funerarias sino con la preparación y engarce de piedras preciosas: él había trabajado como tallador, pulidor y engarzador de gemas: lo que hace un joyero. Lápida viene del latín lapis que quiere decir piedra; consiste, en efecto, en aquella piedra plana en la que se pone una inscripción (generalmente fúnebre). De ello ha de venir el adjetivo lapidario para algo –según el DLE– “que por su concisión y solemnidad, parece digno de ser grabado en una lápida”.

 

Mis amigos golfistas han convertido el complicado y bien protegido hoyo 16, en una especie de encrucijada; dicen que “quien gana el 16 gana todo y el que lo pierde, pierde todo”. Obviamente, es solo un lugar común; un clisé que en ocasiones incomoda (tanto a los que van ganando cuanto a los que van perdiendo). Algunos hemos sabido tomar la mención como una simple estrategia de quienes suelen utilizar recursos non santos para “distraer al enemigo”. Hay entre nosotros, sin embargo, un hombre bueno, él es un hombre adusto que toma en serio las insinuaciones o las veladas amenazas, y reclama por su espuria o infundada validez. Los chuscos le han inventado un epitafio: “Ya jugó el 16”… Eso viene a cuento de ciertos famosos epitafios que se han legado para la posteridad y que no hacen otra cosa que recoger la picardía o vivacidad de gente ocurrida, perspicaz e inteligente:

 

       “Aquí ya no se me ocurre ninguna fuga”. Johann Sebastian Bach;

       “Perdonen que no me levante”. Groucho Marx;

       “Abrid la tumba. Al fondo, se ve el mar”. Vicente Huidobro;

       “Disculpen el polvo…”. Dorothy Parker;

 

Para los tiempos que corren, cuando parece ir desapareciendo la cristiana costumbre de alojar los restos mortales en sarcófagos o de depositarlos bajo tierra, y cuando, asimismo, parece irse imponiendo la de incinerarlos para conservar la ceniza en lugares más íntimos (incluso en sus propios hogares); creo que, asimismo, irán desapareciendo no solo los epitafios, sino incluso esas pesadas lápidas… A pesar de ello, habría por ahí un epitafio disponible para algún colega aviador que pudiera estar interesado: “Se fue de vuelo” o ¿Qué tal un “Se fue a volver”?… Aunque me temo que este último –dado nuestro consabido talante pretencioso– nos parecerá inelegante y demasiado parecido a la respuesta que en nuestra tierra dan los asistentes de artesano para disculpar las reiteradas ausencias de sus jefes...


Share/Bookmark

19 mayo 2023

De por qué decimos “gringo” *

 * Tomado de la página “La palabra del día” de elcastellano.org, de Ricardo Soca

 

Muchas historias interesantes se han contado sobre el origen de esta palabra. Una de ellas narra que gringo surgió del sistema de señales de los trenes ingleses, cuando estos fueron instalados en México, sistema en el cual la luz verde indicaba que el paso estaba abierto: green go (verde: ir). En otra versión se afirma que, cuando los norteamericanos, invadieron México en 1847 vistiendo sus uniformes verdes, los nativos —que al parecer dominaban el inglés— los rechazaban gritando: ‘¡Green go!’ (‘¡Váyanse, verdes!’).

 

Sin embargo, estas etimologías son falsas. Gringo aparecía ya en el diccionario de Esteban de Terreros, publicado casi un siglo antes de que los norteamericanos invadieran México, once años antes de la independencia de Estados Unidos y sesenta años antes de que George Stevenson hiciera circular el primer ferrocarril en Gran Bretaña.

 

¿De dónde viene, entonces, gringo? En la Edad Media, existía la costumbre de mencionar las locuciones en latín acompañadas de su versión en griego, pero en cierta época, la Iglesia católica determinó que la comprensión de la lengua de Aristóteles no era necesaria para la erudición católica. A partir de ese momento, el griego fue considerado un idioma extraño y, como tal, símbolo de cualquier habla incomprensible. En latín medieval, surgió la expresión graecum est, non potest legi (es griego, no se puede leer) para referirse a cualquier lengua extranjera. En el segundo tomo del Quijote se dice: […] “esto para los labradores era hablarles en griego o en gerigonça”.

 

En el ya mencionado diccionario de Esteban de Terreros se explica así: “gringos llaman en Málaga a los extranjeros, que tienen cierta especie de acento, que los priva de una locución fácil y natural castellana, y en Madrid dan el mismo nombre con particularidad a los irlandeses”. En América el vocablo se popularizó con variantes: en México, casi exclusivamente para referirse a los estadounidenses; en el Río de la Plata se aplicó en la primera mitad del siglo xx a los italianos, aunque hoy se tiende a usarlo para denominar también a los norteamericanos. Según Corominas, la alteración fonética de ‘griego’ a ‘gringo’ se habría procesado en dos tiempos: primero, de griego a grigo, una reducción normal en castellano, y más tarde, de grigo a gringo.

 

Nota del editor (1): Respecto a “gerigonça”, este vocablo derivó a jerigonza que, viene del occitano gergons y que, de acuerdo al DLE, significa:

 

1. f. Lenguaje especial de algunos gremios.

2. f. Lenguaje de mal gusto, complicado y difícil de entender.

3. f. Acción extraña y ridícula (coloquial, poco usado).

 

Asimismo, existe la locución verbal coloquial “andar en jerigonzas” que quiere decir: andar en rodeos o tergiversaciones maliciosas.

 

Nota del editor (2): Aprovecho del título para compartir muy interesante información relacionada con el uso de porqué, porque, por qué y por que (se la ha tomado de Imprimeix):

 

Porqué es un sustantivo (el porqué, es decir, la causa, el motivo); siempre va precedido del artículo (el) o de otro determinante (su, este, otro...). Admite plural : los porqués. Ejemplo: No explica nunca el porqué de sus decisiones.

 

Porque es una conjunción causal: introduce una oración subordinada que explica la causa de otra principal. Ejemplo: Lo he entendido porque me lo has explicado muy bien.

 

Por qué sólo se usa en oraciones interrogativas, directas e indirectas. Por es preposición y qué es un pronombre interrogativo. Ejemplos: ¿Por qué no has venido a la fiesta? (Interrogativa directa). No sé por qué se ha portado tan mal. (Interrogativa indirecta)

 

Por que se compone de la preposición por y del pronombre relativo que; se puede sustituir por "el cual, la cual", etc. Ejemplo: Fueron varios los delitos por que fue juzgado.


Share/Bookmark

16 mayo 2023

Cronistas españoles del XVI

Lo llamaron el “Siglo de los descubrimientos”. Correspondió a “hallazgosque se iniciaron en el SS XV y continuaron hasta ya entrado el XVII. Fue un tiempo que produjo resultados náuticos más que sorprendentes y fue testigo de una fiebre general por las exploraciones. El XVI habría de prefigurar un mapa que dibujaba una distinta geopolítica; anticipó un definitivo impulso para la navegación y el comercio, ejerció un inédito impacto en la sociedad y determinó la expansión de algunos imperios y el fortalecimiento de algunas instituciones, como la Iglesia Católica.

 

Hizo falta, entonces, gente que registrara lo que se encontraba, que contara lo que se descubría. Se destacaron cronistas que vivieron, viajaron y elaboraron su singular narrativa durante el desarrollo de ese siglo; nacieron en lugares pertenecientes a la Corona de Castilla y, como obedeciendo a un misterioso designio, habrían de nacer uno cada diez años. No hay noticia de que se hubiesen conocido, pero a buen seguro que pudieron influenciarse mutuamente, en especial mientras duró la corta cláusula en la que los tres vivieron y pudieron encontrarse. Ellos son, en orden cronológico, Juan de Betanzos, Pedro Cieza de León y Pedro Sarmiento de Gamboa. No incluyo –con intención– a Guamán Poma y al Inca Garcilaso, pues nacieron en el Nuevo Mundo y vinieron más tarde.

 

Juan Diez y Araos, Juan de Betanzos (1510-1576), habría nacido en Betanzos (Galicia) y acompañado a Francisco Pizarro y Diego de Almagro en la conquista del Perú tan temprano como en 1533; vuelto a Perú en 1539, se había constituido en consejero y hombre de confianza del extremeño. Aprendió quechua y escribió en esa lengua. A la muerte de Pizarro (1541) y producida la rebelión de su hermano Gonzalo, tomó partido por el pacificador La Gasca. Más tarde,  desposaría a la concubina de Pizarro, Cushirimay Ucllu (Angelina Yupanqui), ñusta (princesa virgen) prima de Atahualpa y perteneciente al linaje del Inca Pachacútec. La pintan como una mujer impúdica, astuta y seductora: una suerte de Malinche incásica. La relación pondría a Betanzos en condición de atesorar valiosa y fidedigna información obtenida de la misma parentela de la perspicaz Angelina.

 

Su obra principal, Suma y narración de los Incas, supone la primera descripción del Imperio Inca; obedece a un encargo del virrey Antonio de Mendoza para investigar y componer una Historia prehispánica del Perú. La obra permanecería olvidada en El Escorial e ignorada por más de 300 años, hasta que fuera rescatada y publicada por Marcos Jiménez de la Espada, un insigne americanista. Hacia fines del siglo pasado se habría encontrado otro ejemplar de la Suma en archivos de Palma de Mallorca. Betanzos habría de morir en el Cuzco en 1576.

 

Pedro Cieza de León: Badajoz (1520-1554). Considerado el “príncipe de los cronistas españoles”, más que por su juventud por su elegante estilo. Vino a América a los 13 años (según lo declaró él mismo); habría llegado a la Ciudad de los Reyes (Lima) en 1548, pasando al servicio y protección de  La Gasca. Ese mismo año habría pasado por Quito, acompañando a Sebastián de Benalcázar. Hay discrepancias en cuanto al año de su nacimiento y a si perteneció a la orden franciscana. Expone poco antes de su muerte (34 años), en el preámbulo de su Crónica del Perú, el plan general de las cuatro partes de su obra: El libro de las fundaciones; El Señorío de los Incas; El Descubrimiento y Conquista del Perú; y, Las Guerras Civiles del Perú (con cinco libros). Regresó a Sevilla en 1551 donde contrajo matrimonio; dos años más tarde publicó la primera parte de su obra. Los títulos inéditos serían publicados siglos más tarde gracias a la gestión de Jiménez de la Espada. Existe una calle en Quito (entre San Carlos y Quito Norte) que lleva su nombre.

 

Pedro Sarmiento de Gamboa: Alcalá de Henares (1530-1592). Fue un aventajado narrador y erudito. La Wikipedia lo reconoce como “marino, cosmógrafo, matemático, escritor, soldado, historiador, filólogo, astrónomo, científico, humanista, explorador y conquistador”. Llegó al Perú en 1557 (seis años después de que volviera Cieza) y participó en la expedición a través del Pacífico que intentó llegar a Australia y descubrió las islas Salomón y Vanuatu. En 1572 intervino en la guerra contra Tupac Amaru, quien intentaba recuperar el Imperio Inca. Hacia el final de sus días, Felipe II lo nombró gobernador y capitán general de las Tierras del Estrecho de Magallanes (1580). Su obra, Historia Índica, fue descubierta del mismo modo, y solo en el siglo XX, lo cual despertó nuevos afanes por rescatar y aprovechar su valioso legado. Otra calle en Quito (sector del Quito Tenis) lleva su insigne nombre.

 

Nota: En Quito existe una pequeña calleja, esta es parte del camino que sube desde el colegio La Dolorosa hacia la González Suárez, también lleva el nombre del ilustre americanista mencionado, Marcos Jiménez de la Espada.


Share/Bookmark

12 mayo 2023

Esa inercia que tiene el mito

Es como si quisiéramos vivir de la mentira. Somos no solo propensos a mentir; a menudo preferimos que se nos engañe con mitos y fantasías. De niños nos hacemos adictos a los cuentos de hadas y más tarde creemos que lo que en ellos sucede puede ser un referente para nuestras vidas. Las distintas mitologías están repletas de lo propio: son una serie de episodios en los que participan diversos personajes cuya estirpe satisface nuestra mitomanía… Prestidigitadores y políticos hacen lo mismo: han descubierto que preferimos que nos digan lo que nuestros oídos quieren escuchar.

 

Es también la historia del Convair 990, “el avión más veloz que ha existido”. Pocos saben que eso es pura fantasía. Pero… hablemos de antecedentes como la expedición de Pánfilo de Narváez, quien vino a América en 1520; retó a Cortez, perdió un ojo y soportó el cautiverio. De vuelta a España, consiguió permiso real para explorar la Florida. Fue nombrado gobernador y adelantado, partió de Sanlúcar (1528) con 600 hombres y 5 navíos; enfrentó deserciones y tormentas; navegó por el lado del golfo con 300 hombres. Sufrió el acoso de los nativos; y, ya sin naves, sus hombres fabricaron canoas para seguir hacia occidente. Naufragó –cerca del delta del Mississippi– donde se salvaron solo tres españoles y un esclavo”. Pánfilo significa bobalicón o cándido, es un nombre que no se debe poner a los hijos.

 

Los náufragos siguieron hacia poniente y llegaron a Culiacán ocho años más tarde: habían caminado por más de 2.000 km. Lo contó un tal Álvar Núñez Cabeza se Vaca, uno de los sobrevivientes. Ellos transmitieron los rumores que habían escuchado a los aborígenes: la existencia de fabulosas ciudades repletas de joyas y metales preciosos. Esto hizo, en 1539, que el virrey encargara una expedición al fraile Marcos de Niza, en cuyo catecismo faltaba un precepto, aquel de “no mentir”. Niza se llevó al esclavo y volvió con el cuento de las siete ciudades de Cíbola y Quivira, conjunto que, según él, era más grande y rico que la gran Tenochtitlán. Dijo que, a esta, la había visto desde lejos”…

 

La historia fue escuchada por un muchacho ambicioso: Francisco Vásquez de Coronado: era el segundo hijo de un hidalgo que, para cuidar su fortuna, se había acogido al mayorazgo. Francisco había quedado descartado, pero “estaba bien casado”; era hombre de confianza del virrey de Nueva España y tenía 30 años. Hipotecó los bienes de su esposa y financió una costosa expedición en 1540; descubrió el cañón del Colorado y llegó hasta Kansas, pero el viaje fue un completo fracaso; nunca vio oro, plata ni indios enjoyados. Regresó dos años más tarde, había comprobado que eso de las ciudades era un mito. Pasado el tiempo, en esa parte de Estados Unidos, no hubo negocio que no quisiera llamarse Coronado. Así se llamó también a una isla ubicada frente a San Diego, desde cuya pista partiría un Convair 990 para ser entregado a Swissair que, con ese mismo nombre, Coronado, habría luego de operarlo.

 

Convair resultó de fusionar Consolidated y Vultee Aircraft; se especializó en fabricar aviones militares; su sueño fue competir con Douglas y Boeing. Apostó a un lujoso avión trans-sónico que fuera más rápido. El 990 se inspiró en el 880 cuyo nombre obedecio a su velocidad (880 pies/seg). Este era más angosto y con un 30% menos de capacidad (filas de 5 asientos); y, además, menos eficiente y más caro que los modelos cortos de la Boeing (720 y 727).

 

El 990 fue un avance del 880-M (un modelo mejorado); se lo llamó así, 990, porque la promesa de Convair fue de que volaría a 990 km/hora (635 mph), esto implicaba que volaría a un número Mach superior a .90; lo harían también más largo para subir su capacidad de 122 hasta 137 asientos, estaba equipado con motores fan de 16.000 libras de empuje. Incorporaría Krueger flaps, tanques más grandes de combustible y un timón reforzado. El avión, sin embargo, nunca alcanzó la velocidad publicitada; una vez llegó a Mach .97, pero sin potencia en los motores y ¡en descenso! Los soportes de los motores exteriores generaban tal turbulencia que solo logró ser eliminada con lo que parecían unas “canoas invertidas” instaladas sobre las alas, eran tanques aerodinámios que atenuaban el necio traqueteo.

 

Preocupada por su desprestigio, Convair fabricó el 990-A, con nuevas correcciones que tampoco produjeron lo esperado. Tenía una velocidad permitida de Mach .87 (o M .91 en descenso pero sin potencia), su crucero era de M .84 (casi 100 km/h menos de lo ofrecido). Quemaba 14.000 libras por hora lo cual limitaba aun más su precaria autonomía. Los Convair constituyeron un fracaso comercial absoluto; se construyeron 65 unidades (entre las series 800 y 900) con 17 accidentes (un 25%). La empresa declaró pérdidas por medio billón de dólares y desapareció en 1966. Es un mito aquello de que el 990 volaba a M .97; debía operar a Mach .84. Me lo dijo un piloto que gozaba de mi admiración y confianza. Fue uno de los dos pilotos certificados en el avión que tuvo AREA. Fue mi mentor; se llamaba Galo Arias.


Share/Bookmark

09 mayo 2023

Impresiones aeronáuticas

Hay un evidente desarrollo aeronáutico en nuestro país. Existen mejores terminales e incluso nuevos aeropuertos; las aerolíneas están mejor certificadas y cumplen con estándares más exigentes; hay un satisfactorio progreso en las tareas asignadas al control de tránsito aéreo; las aeronaves tienen un apropiado promedio de edad (incluso una de las aerolíneas opera con aviones nuevos); se advierte un gran desarrollo de los servicios automatizados para beneficio de los pasajeros; y se refleja una notable mejoría en el entrenamiento del personal aeronáutico.

 

Esta tendencia se mantiene ya por un cuarto de siglo. El empuje inicial quizá deba atribuirse a la edificación del nuevo terminal en el aeropuerto de Guayaquil. Con la apertura del nuevo aeropuerto de Quito pudiera decirse que este impulso no solo se ha consolidado sino que el nuevo aeródromo ha venido a estimular el desarrollo industrial de ese sector. Muchos profesionales afines a la aviación comercial hemos debido revisar nuestros temores iniciales, y hemos tenido que reconocer que tan pujante desarrollo no hubiera ocurrido sin el manejo administrativo–operativo y sin el desarrollo inicial progresivo que ha tenido el aeropuerto Mariscal Sucre.

 

En estos días he tenido oportunidad de confirmar lo que expreso en los párrafos previos y puedo expresar mi satisfacción por la forma sistemática y ordenada de cómo se llevan las operaciones entre los principales aeropuertos del país. Los vuelos están bien conducidos (técnica y operativamente) y se impone una imagen de profesionalismo en las diferentes aerolíneas nacionales. Advierto un buen manejo del idioma inglés por parte de los tripulantes, con leves errores en los anuncios que se pueden mejorar (ej.: la pronunciación de ‘fasten’, ‘remove’ o ‘confortable’). Aunque subsiste algo hilarante, si no  incorrecto: aquello de pedir el “desarme” de las puertas (?), cuando se intenta confirmar el enganche o activación de los toboganes de evacuación por parte de la tripulación de cabina…

 

Ocurrió algo durante una aproximación que no dejó de llamarme la atención. Muy próximos a aterrizar en Quito, parece que el control solicitó a los pilotos “suspender la aproximación y anticipar la realización de un nuevo circuito”. Posteriormente, el comandante se comunicó con los pasajeros para explicar que haríamos una nueva aproximación. Su mensaje fue: “tuvimos ‘una ida al aire’ y vamos a recibir nuevos ‘vectores’…” No estoy muy seguro de que los pasajeros entendieron aquello de la ida al aire (si ya estábamos en el aire) ni tampoco lo relativo a los vectores, voz relativa a temas diversos y no a rumbos asignados para completar el procedimiento (como los pilotos entendemos).

 

Ese poco técnico “irse al aire” es entendible; puede ser una forma de evitar un horrible modismo que hay en Ecuador: el uso del verbo ‘retacar’… Un día yo mismo escuché un diálogo entre el controlador de Guayaquil y la tripulación de Avianca: “Retaque”, instruyó el controlador; solo para recibir por respuesta “Confirme, ¿qué es retaque?”. “!Que retaque!”, insistió el controlador. “Confirme, ¿hacemos un Go around?”, respondieron los pilotos. En Colombia retacar significa “acosar, insistir, perseguir, hostigar o asediar”… En Ecuador es abortar la aproximación o efectuar un sobrepaso; y en otras partes “hartarse, resistirse a avanzar, echarse atrás o desistir”. Además, retacar –según el DRAE– es “herir dos veces la bola con el taco del billar”, “compactar algo” o “apretar el contenido para que quepa mayor cantidad”…

 

Nunca me gustó ese “retacar”... Siento que no se haya estandarizado el uso de una expresión que signifique lo mismo que “Go around” en inglés. Hay quienes prefieren “hacer un sobrepaso o “abortar” el aterrizaje. En España dicen “motor y al aire”; en otras partes ejecutar un “enfoque fallido” (?) o simplemente “dar la vuelta”. Quizá lo más adecuado sea un “abandone su aproximación o aterrizaje”; pero no contiene la fuerza lacónica e imperativa de la expresión inglesa. Además, abortar tiene una connotación ginecológica y “realizar una aproximación frustrada” contiene un equivoco, pues no es lo mismo hacer un “Go around” (GA) que efectuar un “Missed approach” (MA)

 

“Go around” es una maniobra que cumple la certificación del avión y consiste en la “interrupción súbita del descenso con cambios de actitud, potencia y configuración”; se aplica a las aproximaciones visuales. El “missed approach”, es parte de un procedimiento, el último segmento de una aproximación instrumental. En otras palabras, se puede hacer un GA sin necesidad de efectuar un MA; o un MA sin necesidad de hacer un GA. En cualquier caso, hacer un sobrepaso –por mala coordinación del ATC– es muy costoso para la operación. Decía un lema en mi academia de vuelo: “No existe mejor maniobra de seguridad que un “Go around” bien ejecutado”. En efecto, no se viene a aterrizar y se regresa arriba solo si algo va mal; se viene preparado para abortar y solo se aterriza si todo va bien”.


Share/Bookmark

05 mayo 2023

Inteligencia Artificial y ChatGPT

Estábamos tomando un café en Jürgen cuando lo mencionó; era la primera vez que escuchaba la palabra, el tal ChatGPT, una aplicación basada en “inteligencia artificial”, un programa cibernético capaz de crear documentos, elaborar ensayos, cartas de excusa, declaraciones de amor y un largo etcétera; todo es cuestión de darle a un invisible personaje los elementos necesarios cuál si fuera un mágico escribano o un genial cagatintas.

 

“Puede escribir ‘virtualmente’ todo”, me dijo mi hermano Luis, asegurándose de que captaba el doble sentido de aquel 'virtualmente'. Al instante paré mis antenas; me había dado cuenta de que algo de inauténtico había en todo aquello: plagiar no es solo apropiarse de algo ajeno, ideado o hecho por otros; es también reclamar como propio algo que uno no ha hecho. La palabra plagio en un principio expresó asuntos distintos a los que hoy significa. El DLE menciona que plagio viene “del latín tardío plagium, la 'acción de robar esclavos', o 'comprar o vender como esclavos a personas libres', y este del griego πλάγιος plágios, que quiere decir oblicuo, trapacero, engañoso”.

 

Reflexiono en lo irresponsable que podría ser dejar en manos de una simple aplicación lo que uno quisiera relatar, comentar o referir. De pronto me pareció que con todo esto de la  Inteligencia Artificial (IA) o del Transformador Generativo Pre-entrenado (GPT, por sus siglas en inglés) nos estaríamos exponiendo a escritos basados en información sin firma de responsabilidad o exentos de creación propia y de autenticidad; o expuestos a trabajos que no fueran propiedad intelectual de quienes pudieran reclamar el haberlos efectuado.

 

Dice el internet respecto a ChatGPT, que “como estudiante vas a poder pedirle una redacción de 1000 palabras sobre un tema concreto, y la IA te la generará antes de que hayas tenido tiempo de abrir Google para buscar el primer concepto. Sin embargo, como modelo, es posible que cometa errores, por lo que lo que escribe tampoco hay que tomárselo como exacto”... En suma, una invitación a la molicie y a la irresponsabilidad, diría yo. Un acta de defunción para la actividad creadora, un método disuasorio para la verdadera iniciativa.

 

Dos días después de mi charla, me enteré por AeroTime de un vuelo entre San Juan y Tampa, en un Boeing 737, en el que los dos pilotos se habrían incapacitado y un pasajero habría tomado el mando y aterrizado “normalmenteel avión gracias a la aplicación: “John Williams, de 45 años, que viajaba con su familia entró en la cabina y tomó el control del avión, que volaba al garete, con la ayuda de ChatGPT en su teléfono”. Saqué la aplicación y grité: 'dime cómo volar un avión', ha comentado Williams en el informe. La aplicación comenzó a explicar qué perilla girar y qué palanca tirar y demás. ¡Y ahí me tienes, empecé a pilotear el maldito avión!, relata la conocida publicación.

 

Aquí lo realmente triste es el desdén, si no el desprecio, que la gente ignorante en estos temas cree tener del profesionalismo en la aviación. Lo que sigue es el criterio de un pasajero que expresa ese convencimiento: ¿Cómo diablos todavía permiten que los humanos vuelen los aviones? Es peligroso e irresponsable. ¡Pongan a la IA a cargo de volar AHORA!… Debe haberlo dicho en broma; de otro modo, no cabe duda que la ignorancia es de veras atrevida.

 

La verdad es que es casi imposible, incluso para un piloto experimentado, y bien entrenado, tomar el control de un avión con el que no se encuentra familiarizado si, además, no conoce sus sistemas y procedimientos. Para volar un avión con confianza y total seguridad los pilotos necesitamos efectuar, cada vez, un nuevo y riguroso entrenamiento que no dura menos de cuatro semanas. No solo cuenta su conocimiento y operación; existe una serie de procedimientos y protocolos con los que el aviador debe estar familiarizado. Asuntos tan esenciales como calcular la velocidad necesaria para poder aterrizar el avión con seguridad, y evitar que este caiga en pérdida de sustentación; no es algo que se pueda calcular a ojo de buen cubero y luego esperar ingenuamente a que todo salga bien…

 

La aviación ni siquiera ha superado el dilema de la redundancia en las aeronaves comerciales, la apuesta a poner un solo piloto controlando la operación de la aeronave. Si esto alguna vez llega a aprobarse, su consecuencia pudiera resultar en un episodio catastrófico, representaría la absurda posibilidad de que se presente un accidente masivo, tan solo por el deseo avaricioso de las aerolíneas de “no gastar de gana unos pocos dólares más” al mantener un piloto adicional. Me parecería estúpido planificar la aviación futura con criterio tan insulso; y más estúpido todavía que haya gente que quiera preferir esa terrible posibilidad. ¡Sería incomprensible, a más de suicida y criminal!


Share/Bookmark