30 abril 2017

Blancuras y perfidias

Debo haberme encontrado a la sazón en mis días de escuela. El punto es que en esos días me dieron a memorizar un himno o quién sabe si un poema. Fue cuando escuché por primera vez esa frase con carácter anglófilo de "la pérfida Albión". Debo haber averiguado ahí mismo, en la escuela y por esos mismos días, qué era aquello de pérfido y, en especial, qué era lo que Albión significaba, y deben habérmelo explicado, porque desde muy pequeño aprendí a asociar a Inglaterra, o a la isla británica, con aquel nombre propio, el de Albión.

Hoy advierto, en mis exploraciones de las distintas categorías de la liga inglesa de fútbol, que existen nombres que se repiten en sus equipos. Algunos son comunes y tienen un sentido comprensible; son casos como los de City o United; hay otros que merecen una breve explicación, como Wanderers (vagabundos), o Rovers (también vagabundos, aunque en el sentido de piratas o saqueadores, según el Merriam-Webster). Pero hay un nombre que es usado casi como un apellido, ese de Albion, que corresponde a aquél con el que conocían los romanos a la isla británica. Albión viene del latín albino, o blanco, que es el color que identificaba a los acantilados de Dover, vistos desde el sur. Puede decirse que este fue el primer nombre de la Gran Bretaña.

Justo en estos días un equipo conocido como Brighton & Hove Albion acaba de ganar su ascenso a la Premier League, cuando todavía faltan tres fechas para que concluya el torneo. Ha sido un acontecimiento esperado pues en las últimas temporadas el Brighton & Hove fue eliminado, y tuvo que mantenerse en su categoría, luego de clasificar para la liguilla del ascenso correspondiente. La historia del Brighton & Hove Albion resulta muy interesante, pues hace solo veinte años tuvo que sobrevivir para poder mantenerse en la liga inglesa.

Este no es el único equipo que se apellida con este singular Albion en Inglaterra. Tal vez el más destacado y conspicuo sea el que juega en la Liga Premier, conocido como West Bromwich Albion, que se encuentra entre los diez primeros. West Bromwich es un pequeño poblado, aledaño a Birmingham en el centro de Inglaterra. Existe otro Albion, en la liga de ascenso, la Championship, la misma del Brighton & Hove, que es una especie de liga de segunda categoría que consta de veinticuatro equipos. Se trata del Burton Albion.

Ahora bien, ¿de dónde surge este criterio peyorativo de la aparente perfidia de los ingleses? (aun antes del episodio de las Malvinas o Falkland Islands, se entiende). Tal sentimiento anglófilo está basado en un supuesto carácter traicionero de los isleños (pérfido, más que malo o malicioso, quiere decir que falta al honor o a la fe). Por tanto, lo que deberíamos averiguar es cómo es que los ingleses nos han “traicionado” para que en ciertas arengas y proclamas insistamos en esto, no tan inocuo, de llamar a Inglaterra como "la pérfida Albión".

No podemos olvidar que fuimos por alrededor de tres siglos colonia española, y que por esos mismos años España, nuestra "Madre Patria", se mantuvo en una permanente rivalidad con el Imperio Británico. España estuvo, en forma continua, aunque intermitente, en guerra con Inglaterra desde fines del Siglo XVI; en algunos casos el motivo habría sido, político, religioso o económico. En algunos otros, se trató de rivalidades o de hegemonías comerciales; o también, de situaciones militares, o de "pactos de familia" que querían buscar equilibrios estratégicos. Cualquiera que haya sido la razón, es comprensible que estos sentimientos hayan acicateado ciertos prejuicios en las colonias americanas.

Hoy por hoy, y con excepción de Argentina que mantiene su reclamación por las Malvinas, la relación de los países americanos con Inglaterra, y en general con el Reino Unido, es de mutuo respeto y colaboración. Inglaterra forma parte de un eje geopolítico que coincide con los intereses de la mayoría de los pueblos americanos. No es, que yo sepa, nuestro sentimiento aquél de que sus actos y más acciones se caractericen por "la deslealtad, la traición, o el quebrantamiento a la fe debida”, como define el diccionario a la perfidia.

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27 abril 2017

Los equipos brasileños

Hace algo más de medio siglo, los aficionados al fútbol teníamos dos referentes en cuanto al nivel técnico que aspirábamos para nuestra selección y, no se diga, para nuestros clubes o equipos "profesionales": el uno eran los equipos argentinos, caracterizados por un juego sistemático y bien estructurado, estos estaban integrados por jugadores hábiles y dotados de buenos recursos técnicos y que se sujetaban a la estructura táctica de la formación de su escuadra. El otro era el sistema brasileño, identificado por un fútbol más rápido y dinámico, e integrado por jugadores propensos a la creatividad y a la improvisación.

Fueron muchos los equipos brasileños a cuyas presentaciones tuve la oportunidad de asistir cuando tuve edad escolar. Supongo que hacían aquellas giras por Suramérica, y que por lo mismo nos visitaban, para recaudar fondos; y también para combinar sus respectivas "pretemporadas" con la necesidad de proveer de algún tipo de viaje vacacional a sus integrantes. Para quienes asistíamos a tales encuentros, aquellos "enfrentamientos" eran considerados como partidos de exhibición. Quienes eran escogidos para animar esos cotejos, eran los mejores jugadores de nuestros modestos equipos locales.

Por esos años, los principales equipos quiteños contrataron un buen número de jugadores de esa nacionalidad, quienes, a más de mejorar el nivel técnico de nuestros conjuntos, nos dejaron la equivocada impresión de que Brasil era un país conformado casi íntegramente por ciudadanos de ascendencia africana y, por lo mismo, identificados por el color oscuro de su piel. Un poco nos dejaron también la impresión de que algo en la anatomía de aquella etnia era lo que les otorgaba ese extraordinario conjunto de sutileza, chispa y habilidad.

Ir al estadio Atahualpa se convertía entonces en algo similar a presenciar una función de circo. Equipos como el Santos del mítico Pelé, eran por esos años el equivalente a los Trotamundos (Globetrotters) de Harlem. Y aquellos equipos viajaban con todas sus "estrellas" o principales figuras; en esos tiempos todos eran parte del equipo, no había jugadores mimados o "prima donnas". No era concebible que se firme un contrato y el equipo visitante no se presente con sus jugadores principales, con los más famosos o mejor conocidos.

Fue en el Olímpico Atahualpa donde pude admiraar a muchos equipos reconocidos en el Brasil por su elevado nivel de juego. Acá llegaron conjuntos de la talla de los paulistas Palmeiras y Corinthians; o de los cariocas Botafogo y Flamengo. También vinieron otros como el Santos, antes mencionado, o el afamado Cruzeiro. Solo más tarde habría de descubrir que en cada ciudad brasileña había distintos "derbys" o rivalidades y que cada ciudad principal contaba con cuatro o cinco poderosos equipos que competían por mantener su primacía deportiva y el apoyo, favor y preferencia de sus aficionados o "torcedores" .

En Río de Janeiro se destacaban conjuntos como Flamengo, Fluminense, Vasco da Gama y Botafogo; en Sao Paulo eran importantes Palmeiras, Corinthians, Sao Paulo y Santos, que pertenece a la ciudad y puerto del mismo nombre, aledaño a Sao Paulo. En Porto Alegre competían equipos como Gremio e Internacional; y en Belo Horizonte, en el Estado de Minas Gerais, otros importantes equipos como el Cruzeiro o el Atlético Mineiro.

Los clubes de Río tienen más de cien años de historia; muchos se iniciaron como clubes de regatas. La mayor rivalidad se da entre Flamengo (el equipo con más hinchada en el Brasil) y el Vasco da Gama. Hay un clásico que se conoce como "Fla-Flu" (Flamengo-Fluminense) que es el choque más emblemático que existe en esa ciudad famosa por el Corcovado y sus hermosas playas.

El equipo paulista del Corinthians se inspiró en su similar inglés. Este era un equipo -hoy desaparecido- que fue famoso en la primera mitad del siglo pasado. El Corinthians británico fue la quintaesencia del juego limpio ("fair play"). Se basaba en un juego atractivo, sin lastimar al rival. Se dice que, en prueba de respeto al equipo contrario, el arquero se retiraba a un costado del arco en caso de una pena máxima. Si el Corinthinas F.C. era beneficiado con un tiro penal, el delantero fallaba intencionalmente el tiro…

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24 abril 2017

Mejores aeropuertos del mundo*

* Tomado de Aviation Voice. Con mi traducción y edición.

La transportación aérea ha dejado de ser un lujoso bien comercial ('commodity'). Hoy representa un factor indispensable para la vida cotidiana, como lo son la medicina o las telecomunicaciones. A más de ocupar un rol medular para el desarrollo social, la aviación también produce un enorme beneficio para la economía de los países, desatando su potencial para conseguir mejores réditos y ganancias en el comercio y el turismo.

Los aeropuertos representan una parte importante en la infraestructura de un país; de la que dependen su economía, el intercambio comercial y los negocios. Ellos facilitan y aseguran el eficiente movimiento de personas y artículos a través de inmensas distancias; estrechando así lazos entre comunidades, regiones y países, a la vez que estimulando el crecimiento de la economía. Por tales motivos, los países invierten en sus aeropuertos para ofrecer alta calidad y atraer tantos pasajeros como les sea posible.

No todos los aeropuertos consiguen llegar a los más altos estándares de servicio y a ser conocidos como "los mejores". Ellos pasan bajo el severo escrutinio de empresas que los catalogan en base a un sistema muy riguroso de auditoría. Recientemente, se han anunciado los Premios Skytrax para los mejores aeropuertos (son los Oscar de la industria aérea), como resultado de exigentes encuestas. Se han usado más 14 millones de cuestionarios, que fueron completados por más de 100 nacionalidades distintas de pasajeros, en 550 aeropuertos a lo ancho del mundo (chequeo, llegadas, transferencias, compras, seguridad e inmigración desde la salida hasta la llegada). Veamos qué aeropuertos son los orgullosos poseedores de esos servicios:

1. Singapur Changi. Por quinto año consecutivo se distinguió como "Aeropuerto del Año". Es reconocido por sus experiencias de viaje sin parangón, que son sinónimo de conectividad, eficiencia y servicio. Changi no se duerme en sus laureles; continúa adelantándose a las necesidades de sus pasajeros para establecer nuevos estándares de excelencia. Este año espera concluir la construcción del Terminal 4 y terminar en el 2020 el nuevo proyecto Este -el mega Terminal 5-, uno de los más grandes del mundo, destinado a servir a 50 millones de pasajeros anuales en su fase inicial, hasta alcanzar una capacidad total de 135 millones. Existe un plan para conectar una tercera pista y construir 40 kilómetros de nuevas calles de rodaje.

2. Tokio Haneda. Es la base de Japan Airlines y All Nippon Aiways. Subió desde el cuarto puesto del año anterior. Fue premiado como ‘Aeropuerto Más Limpio del Mundo’ por segundo año consecutivo. Sus terminales domésticos alcanzaron el primer puesto en la categoría de ‘Mejor Aeropuerto Doméstico’ (quinto año seguido). Al momento Haneda está experimentando un desarrollo importante; el último año atendió 80 millones de pasajeros. Uno de sus principales factores son las conexiones para el vuelo diurno a New York. Se espera un gran aumento de turistas durante los Juegos Olímpicos de 2020.

3. Seúl Incheon. Es el más grande aeropuerto de Corea del Sur y uno de los más grandes y ocupados del mundo. Aparece entre los mejores por décimo segundo año consecutivo. Ha sido nombrado como ‘Mejor Aeropuerto para Pasajeros en Tránsito’. Ofrece diferentes programas con oportunidades para apreciar la riqueza de la cultura coreana. Las autoridades declaran tiempos récord de chequeo y salida equivalentes a menos de la mitad del promedio. Espera completar un nuevo terminal este año y empezar el desarrollo de una cuarta pista y un complejo de mantenimiento para las aerolíneas.

4. Munich. Es el segundo aeropuerto más ocupado de Alemania, el único de cinco estrellas en toda Europa. Su Terminal 2, operado en sociedad con Lufthansa, ha sido galardonado como ‘Mejor Terminal del Mundo’. Munich se puntúa alto en todas las categorías de confort, debido a las opciones de esparcimiento y a sus áreas de descanso, lectura y trabajo. Planea la construcción de una tercera pista para aumentar a una capacidad de noventa aeronaves. Tiene conexiones con todo el mundo y cuenta con 150 tiendas y 50 lugares de comida y bebida. Es como un centro comercial por su variedad.

5. HKIA. Hong Kong. Es una facilidad con dos terminales y dos pistas que genera un enorme impulso para la ciudad; es una comunidad con 73.000 personas que convierte al terminal en un centro regional e internacional de aviación. En el 2016 manejó más de 70 millones de pasajeros y más de 4.5 millones de toneladas de carga. Opera diariamente a 190 destinos, 40 en tierra firme, con 1.100 vuelos de más de 100 aerolíneas. Está planificando una tercera pista para atender las exigencias del año 2030: más de 100 millones de pasajeros, 9 millones de toneladas de carga y más de 600 mil aterrizajes por año.

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21 abril 2017

Asumir responsabilidades

Acabo de leer un muy interesante artículo que trae la red de empleos Linkedin; este se refiere a un muy lamentable incidente ocurrido en un vuelo de United Express entre Chicago y Louisville. El vuelo habría estado listo para salir y a última hora la aerolínea necesitó desembarcar a cuatro pasajeros para acomodar a una tripulación que debía operar otro vuelo desde Louisville.

Al parecer, la compañía habría ofrecido inicialmente incentivos y compensación, pero no habría recibido una respuesta positiva. Tres de los pasajeros habrían accedido voluntariamente a la solicitud; sin embargo, un cuarto habría rehusado la oferta. Ante su negativa, el representante de la aerolínea habría acudido al apoyo de elementos de seguridad para que el pasajero (que estaba en su derecho de negarse a ser removido) fuera desembarcado por la fuerza. El pasajero fue maltratado, removido de su asiento y arrastrado por el pasillo. En el trámite, y ante la reacción y disgusto de los demás pasajeros (muchos de los cuales filmaron el inaceptable incidente), el afectado se lastimó contra un asiento y terminó con su rostro ensangrentado.

El interés del artículo, no obstante, apunta a analizar y criticar el pésimo manejo de las relaciones públicas (PR) de United, frente a un lamentable incidente que ha manchado su imagen. En principio la empresa habría hecho una aclaración, procurando explicar los incentivos que se habían ofrecido (en este intento, se ha culpado del incidente a una inexistente
sobreventa); y más tarde ha emitido un boletín oficial -esta vez algo más elaborado- procurando restar importancia al episodio, pero nunca asumiendo la responsabilidad que le correspondía. United parece no haber caído en cuenta del impacto devastador que en estos tiempos tienen las redes sociales, de manera especial en un sector tan expuesto al escrutinio de la sociedad como lo es el de los servicios de transporte aéreo.

Si existe un protocolo en aviación es precisamente lo que se conoce en inglés como "accountability", es decir aquella gestión ágil e inmediata para asumir las respectivas responsabilidades. Este proceso involucra tres elementos: el reconocimiento de la falla o problema; la expresión de solidaridad y disculpa; y, finalmente, la manifestación o promesa para revisar, corregir o mejorar lo que se ha evidenciado como un procedimiento insatisfactorio, defectuoso o equivocado. Este es un principio básico y elemental de gestión en el ambiente de la aviación comercial. Con nada de esto ha cumplido la empresa aérea; por el contrario, ha procurado desconocer la situación y restarle importancia al incidente.

Como es fácil imaginar, los métodos tradicionales de relaciones públicas corporativas han dejado de tener la misma eficacia frente al vertiginoso e influyente impacto de las redes sociales. En nuestros días es imposible tapar el sol con un dedo (siempre lo ha sido) o esperar que la gente se trague una rueda de molino. Este cuidado ha pasado a ser una prioridad en el mundo de la comunicación moderna. Los medios están influyendo y teniendo un enorme impacto en las relaciones de la sociedad; una muestra al canto es la de la política.

Es imponderable el costo de las penalidades a la imagen corporativa y, además, el de las compensaciones que pudieran existir en los ámbitos judiciales; por ello, ningún esfuerzo es suficiente para utilizar los mejores caminos de solución y, sobre todo, para saber expresar al público el mejor mensaje, de la manera más rápida y correcta posible. Esto, en especial, como un signo de respeto al cliente y a la colectividad, más que como un elemento de estrategia corporativa comunicacional.

En este sentido, el mensaje del artículo es simple y contundente: si está tratando con la gente, trátela con respeto y dignidad. Cíñase, por lo mismo, a un simple protocolo y tenga listo su propio “plan de respuesta de emergencia”. Primero de todo, pida disculpas; luego, asuma su responsabilidad y ofrezca mejorar sus defectuosos y perfectibles procesos. Esa es la mejor manera de "asumir responsabilidades".

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18 abril 2017

De méndigos y mendigos

No creo que hice alguna vez alarde de "mejor alumno", ni de de "mejor egresado", aunque -hablando con sincera humildad- siento que si fui un buen alumno. Es más, siendo como era huérfano de madre y en vista de que pasé a vivir con mi abuela materna luego de la muerte de su hija (mi desaparecida mamá), dado su carácter austero y el inusitado profundo interés que desarrolló por el "aprovechamiento" en nuestra educación (incluyo la de mis dos hermanos menores), creo que no tuve otra opción que la de "sentarme a estudiar".

Con mi querida abuela Carlota, se estudiaba o se estudiaba. Mis propios compañeros fueron testigos de cargo, más de una vez, de sus ocasionales arrebatos cuando yo, por injustificado descuido, no volvía a casa con la certificación semanal (ese cuadernillo empastado en que consistía la "Libreta de Notas") de que había sido merecedor a uno de los primeros puestos.

Ahora que lo pienso y reflexiono, no sé ya ni siquiera si fui realmente eso: un alumno que debía haberse destacado por su aprovechamiento. Lo que sí tuve, fueron excelentes formadores y "enseñadores" (en mis ocasionales maestros). Me refiero con esa -un tanto prosaica palabra- a aquellos educadores que supieron sembrar en mí ciertas inquietudes e intereses, aquellos que -con sus consejos, sabiduría y enseñanzas- más de una vez me estimularon a consultar el diccionario, a acudir a la biblioteca para completar información respecto a cualquier tema o que sembraron en mi joven mente el deseo de explorar, averiguar y conocer algo más. Ellos nunca supieron, quizá sin quererlo, que fueron los ocasionales culpables de mis domésticas reprimendas... "¿Estás estudiando 'la materia' o ya andas leyendo otra de tus novelas?"...

De los hermanos de La Salle aprendí a escribir con buena letra (fueron esenciales para ello la tinta, el secante y el canutero); ellos me inculcaron la lectura y me hicieron descubrir esa magia que los números habían tenido escondidos. De ellos aprendí a cimentar mis valores morales y a fortalecer muchos otros conceptos y virtudes que en casa había visto y aprendido. De ellos, de los hermanos y de buen número de mis profesores seglares, aprendí las reglas de la gramática, o que nunca se debía decir méndigo, que se debía decir mendigo. Aunque, para decir la verdad... nunca supe por qué me lo advirtieron! Nunca oí decir a nadie aquello de "méndigo".

Mas, eso fue solamente "hasta que te conocí", como dice la canción mejicana. Sí, porque fue en México o, mejor dicho, hablando con colegas y con amigos mexicanos, que fue cuando escuché por primera vez que a alguien le trataban como méndigo y no con el sustantivo de mendigo. Me tomó tiempo averiguar que no se trataba de una palabra mal pronunciada, que era enteramente una palabra distinta, con un diferente sentido y significado; que ambas eran palabras similares pero que tenían un valor semántico distinto. Un méndigo no era un mendigo, era una persona infame o despreciable, y la voz se la utilizaba mucho en forma coloquial para referirse o identificar a alguien como a un desgraciado o, mejor aún, como a un bandido.

Lo curioso es que la palabra méndigo, así con acento y como esdrújula, es recogida por el diccionario de la RAE, pero no por muchos de los diccionarios de mexicanismos. Salvo por uno, el "Diccionario breve de mexicanismos", de Guido Gómez de Silva (Fondo de Cultura Económica, 2001), que no sólo acoge la voz con el sentido de malo o maldito, sino que al definirla presenta, como esclarecedor ejemplo, un muy simpático aforismo: "mendigo es el que pide, méndigo el que no da". Y añade, que la voz méndigo, es equivalente a 'sujeto despreciable'.

Cosa curiosa son los diccionarios, en especial estos relacionados con el uso de las palabras en las diferentes culturas y países, sea que se trate del habla culta o de la llamada habla popular. Curioso también como la actitud avariciosa tiene -en todas partes- un contenido y concepción que la identifican con lo infame y reprochable. Si es interesante cómo se va desarrollando la costumbre del uso diferenciado de ciertas palabras, quizá lo sea más aquello de dedicarse a la esforzada tarea de indagar y coleccionar nuevas voces, locuciones, expresiones y acepciones. Esa es la ímproba tarea de la que se encargan los que tienen por oficio la lingüística.

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15 abril 2017

Toda una vida...

No sé cómo es que pasó o desde cuándo sucedió; lo cierto es que, poco a poco, la balada y el bolero se fueron pareciendo. Cuando yo era niño (nací a mediados del siglo pasado) la radio ya daba preferencia a la balada. Eran nuestros padres quienes todavía cedían a ese impulso pegajoso, al ritmo más cadencioso y a la letra más romántica que caracterizaba al bolero; y, según recuerdo, fueron sólo boleros los que alguna vez escuché tararear en forma nostálgica a mis abuelos. Pero algo pasó de pronto y nos empezó a parecer que los cantantes empezaban a entonar como baladas lo que hasta entonces nos habían parecido solo boleros.

Balada y bolero se diferencian por su ritmo, sea de tres o cuatro tiempos. Pero no sólo el ritmo es el diferente, el bolero se distinguió desde siempre por su forma de interpretación y por el tipo de acompañamiento que le otorgaba la percusión. El apoyo de la guitarra fue siempre lo que identificó a los boleros más antiguos que recuerdo. Así, con guitarra, era como se interpretaban los boleros. En su tiempo, fueron entonados por un trío que le otorgó carta de identidad a su cadencia. El grupo se llamaba "Los Panchos";  sus voces cambiaban de cuando en cuando, pero mantenían ese estilo que siempre los identificó con el bolero.

Pero había algo, un cierto "no sé qué", que distinguía a ciertos boleros. No sé si era su letra o era, tal vez, cierto tono desesperado. Y era ese no sé qué, esa invitación a cortarse las venas, lo que quizás los convirtió en melodías preferidas de las humildes cantinas de barrio, lugar donde era infaltable aquel ya olvidado artilugio que reinyectaba vida a su melancólico ambiente: la popular “rockola”. Entre esas canciones, hubo algunas cuya letra muchos conocían, pero que en público declaraban que jamás las habían escuchado. De esos sitios algo clandestinos surgía la letra de melodías como "Réntame un cuartito" o "Cinco centavitos".

En mis fiestas de adolescencia (las matinales humoradas) la música que se prefería estaba integrada por sones más "modernos" (tipo rock) y por ocasionales cumbias de moda; pero había una cláusula que los enamorados esperaban para bailar un bolero sin separarse. Era lo que se llamaba "bailar pegado" y era cuando era posible darse la libertad discrecional de aprovechar el ritmo para ejercitar la intimidad (a eso llamaban "trenzarse")…

Y fueron boleros, principalmente, las canciones interpretadas en español, cuya letra era conocida en lugares insospechados alrededor del mundo. Recuerdo que en mis primeros años de estadía en el Asia, nunca faltó algún copiloto o compañero de tripulación que conocía, en su mal pronunciada manera, la letra de ciertos boleros que antes habían sido popularizadas por un cantante de color llamado Nat King Cole. Así escuché, al otro lado del mundo, boleros como: "Quizás, Quizás, Quizás" o "Bésame Mucho".

No dejo de recordar una noche en el terminal de tránsito en el aeropuerto de Miami, cuando, a la espera de que se haga una revisión técnica o mejoren las condiciones de tiempo en Nueva York, alguien sacó una guitarra y los pasajeros improvisaron una prolongada hora social. Poco a poco los tripulantes también nos fuimos integrando a la serenata. Ahí puse atención, quizá por primera vez, a la pringosa letra de un bolero compuesto por el cubano Osvaldo Farrés y que habría sido popularizado por Daniel Santos (aquel "inquieto anacobero"). Se trataba de "Toda una vida", conocido también por el título de: "Por una vida así".

En nuestros días, uno de los candidatos presidenciales (él mismo un no muy exitoso intérprete de tonadas populares) ha convertido al título del bolero de Farrés en lema de su "prometedora" campaña. "Toda una vida" es el prestado título de un programa de hueras promesas que no parecen tener sustento en la realidad de las finanzas públicas. Algo en la forma de expresarse del probable mandatario -posiblemente sea su tendencia al circunloquio y su incomprensible ambigüedad-, parece provocar una inevitable reacción que coincide con la parte final de la letra de la tonada. Sus entreveradas citas y confusas explicaciones, a más de desconfianza, parecen generar "ansiedad, angustia y desesperación"...

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11 abril 2017

Un hito agridulce

Justo cuando están por celebrarse cincuenta años que hemos visto al Boeing 747, el popular Jumbo Jet, surcar por los cielos del mundo, las principales compañías han empezado a retirarlo de su línea de vuelo. Esto está pasando en particular con el 747-400, modelo que ha estado en servicio desde 1985. Ha sido United Airlines la última aerolínea en anunciar que dará de baja al emblemático avión hacia finales del presente año. La última versión que queda del "jorobado del aire", el 747-800, va a quedar en la industria todavía por algunos años más; sin embargo esta es una alternativa que los principales operadores la han preferido en su versión de carguero, y no para el transporte de pasajeros.

Ni bien había iniciado mi curso de piloto comercial cuando mis colegas empezaban a comentar de la inminente construcción de una aeronave de novedoso diseño que venía a reemplazar al venerable 707, se esperaba que esta iba a revolucionar el concepto del vuelo trasatlántico y a transformar el criterio de lo que podía llegar a ser la transportación aérea. Se hablaba por esos años de un avión con más del doble de la capacidad de su antecesor, diseñado para optar por la posibilidad de convertirlo en carguero en caso de que los aviones supersónicos llegasen a desplazarlo del mercado de grandes distancias.

Ha sido su silueta peculiar la que ha dado al Jumbo una identidad característica. Su corvadura en la parte superior lo distingue y hace fácil de reconocerlo en los terminales aéreos. Aquella giba o corcova hizo posible ubicar el puente de mando delante de una cabina superior (realmente el tercer piso de este enorme aparato), creando así un espacio destinado a acomodar -dependiendo de la clase o del tipo de asientos- más de cincuenta pasajeros adicionales.

El diseño y construcción del 747 representaron un desafío sin precedentes; no sólo en lo financiero y comercial, sino también en lo meramente aeronáutico. Su mismo peso operacional, capaz de acomodar a más de seiscientos pasajeros, significaba un reto que rebasaba límites previos hasta donde nadie pudo haberlo imaginado. Nadie sospechaba, por ejemplo, cómo iba a comportarse un aparato de tan impensadas dimensiones en episodios de turbulencia o ante fenómenos recién experimentados en la aeronáutica como el "dutch roll" o el "tuck under".

Un avión de esas características y que iba a llevar por el mundo tanto pasajero -igual al que puede caber en una sala de cine-, debía disponer de un concepto general de redundancia. Y eso fue lo que justamente definió al 747; y lo que, una vez puesto en servicio, lo habría de distinguir como uno de los aviones más seguros y confiables que jamás se hubieran construido. Doble tren de aterrizaje, cuatro poderosos turbo fans, cuatro sistemas hidráulicos, entre otros atributos. Su diseño y el formidable empuje de sus motores convertían al Jumbo en uno de los aviones comerciales más rápidos y de mayor autonomía construidos en el mundo.

En lo personal, tuve oportunidad de volar dos tipos de Boeing (tanto el 707-300 como el 747-400) por algo más de veinte años, acumulando alrededor de veinte mil horas de vuelo en estos dos modelos. Puedo decir, con humildad, que fue el 707 el que me formó como piloto profesional, y me enseñó a ser un aviador más seguro y mejor capacitado. Pero fue en el inolvidable Jumbo, donde aprendí a ejercer mi oficio como un profesional más consiente de sus recursos, mejor respaldado y más eficiente a la hora de tomar mis decisiones. El 747 ha sido uno de los aviones más maniobrables (¿fáciles?) que he tenido oportunidad de operar (lo volé como comandante en tres empresas distintas). Siempre me pareció increíble que un avión tan grande pudiera realizar tan suaves aterrizajes!

Unos cien kilómetros al norte de Seattle, en el estado de Washington, existe una enorme fábrica que justamente fue diseñada y construida -a finales de los años sesenta- para destinarla a la construcción del 747. La fábrica es un prodigio industrial, tiene un área cubierta de nada menos que cuarenta hectáreas (cien acres), constituye el edificio fabril cubierto más grande que existe en el mundo. Ahí, en Everett, se han construido más de mil quinientos Boeing 747. Tengo el gusto de comentar que es el lugar de trabajo del menor de mis hijos, el único que alguna vez se dejó tentar por aquel embrujo seductor, el de la aviación...

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08 abril 2017

La noche triste

"Siempre pensé que la democracia era un caos provisto de urnas electorales, ese curioso abuso de la estadística”. Jorge Luis Borges.

Sin tomar en cuenta el ajuste de esos diez famosos días que el papa Gregorio XIII dispuso hacer desaparecer en 1582, el 30 de junio se celebrarían quinientos años de aquella insufrible Noche Triste que tuvieron que soportar las huestes de Hernán Cortez, en Tenochtitlán en 1520, cuando la conquista de México. Nadie sabría, ni siquiera el prolijo Bernal Díaz del Castillo, cuál habría sido el balance final de fallecidos ("casualidades" como dicen en inglés), pero la historia registraría la inenarrable congoja luego de aquella cruenta batalla.

Similar suerte sufrieron, la noche del pasado dos de abril, los partidarios y simpatizantes del candidato de oposición Guillermo Lasso, el día de las elecciones que determinarían quién sería ungido como ganador y que señalarían quién habría sido escogido por mayoría democrática como nuevo presidente del Ecuador. Esa sería para ellos -también- su inolvidable noche triste...

Mas, lo triste no fue que perdieron. Lo terrible fue que por unas pocas horas Lasso y sus simpatizantes estuvieron persuadidos de que eran los vencedores. Parecía incuestionable que Lasso se habría alzado con un triunfo definitivo. El "exit poll" de la encuestadora más independiente les otorgaba, tan pronto como a las cinco de la tarde, una cómoda y contundente ventaja. Parecía imposible que el otro contrincante pudiera revertir la superioridad porcentual que habían conseguido.

Fue cuando lo inaudito empezó a ocurrir: mientras Lasso se declaraba triunfador y compartía su alegría con sus enfervorizados partidarios, eh aquí que los llamados medios estatales -los que son públicos sumados a los incautados a la empresa privada- contaban una historia distinta, daban por triunfador al candidato gobiernista y publicaban escenas de júbilo y celebración de los grupos afines a un Gobierno que llevaba ya más de diez años en el poder... ¿Quién tenía la razón? ¿Quién mismo decía la verdad? En todo caso, ¿qué había sucedido?

Sucede que cualquier cosa podía pasar. Y eso... era previsible. Para nadie era un secreto que la cancha estaba inclinada. Ya en la primera vuelta electoral hubo indicios de irregularidades en el conteo y manejo de los sufragios. En esa ocasión, todo parecía haber estado previamente cocinado para que se dé un triunfo anticipado en favor del binomio apoyado por el gobierno, pero entonces algo les salió mal... Era esta una situación inevitable, pues el Consejo Nacional Electoral estaba conformado, en forma exclusiva, por simpatizantes del régimen. Vale decir que el CNE no era sino una dependencia más del nunca imparcial Poder Ejecutivo.

Como lo decimos más arriba, la cancha estaba diseñada para favorecer a unos y perjudicar a otros. La cancha estuvo siempre inclinada. Además, y para añadir insulto a la herida, los medios gobiernistas, de forma desvergonzada e ilegal, no sólo que promocionaron con total cinismo a los candidatos del gobierno, sino que emprendieron en un proselitismo adverso contra los candidatos de oposición, sin tomar en cuenta -y sin importarles- que estaban llevando adelante tan aviesa y siniestra campaña haciendo uso de fondos públicos, es decir con el mismo dinero que había sido aportado con el esfuerzo de todos los contribuyentes.

Era inaudito, pero eso era lo que había estado sucediendo: aquellos medios estatales, los que se constituían en mayoría, habían manipulado la información y se habían concertado -en ridículo conciliábulo- para favorecer al binomio auspiciado por el gobierno. Se estaba así incumpliendo con la Ley Electoral y, además, se estaba haciendo caso omiso de las restricciones en cuanto al uso de fondos públicos. Ante esto, el CNE jamás expresó su desacuerdo, jamás amonestó a nadie ni lo exhortó, nunca advirtió ni reclamó a los medios públicos, a nadie le llamó la atención. No hay duda: la cancha estaba inclinada!

Así las cosas, participar en una contienda electoral se convertía en un acto de candidez, en un gesto de ingenuidad. Pero... ¿Qué otra alternativa existía en una pseudo democracia, cuando se proponía ofrecer un proyecto diferente? Por ello, el resultado ha causado desilusión pero nunca sorpresa, pues la manipulación era probable y hasta previsible. Era también imaginable que si hubiera existido un margen estrecho, cualquier mínima intervención podía haber alterarado el desenlace definitivo. Ha sido una horrible noche para quienes querían un cambio, y también para nuestra débil democracia: ha sufrido una de sus noches más tristes. No, así no vale ("no se vale" dicen mis hijos). El juego debe ser limpio y en buena ley. No vale si se hace trampa!

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04 abril 2017

Una propuesta indecente

Ya no leo los periódicos. Por lo menos los nacionales (quizá una que otra página editorial). De un tiempo acá, se fueron empobreciendo en información y se fueron haciendo hueros en contenidos. En nuestro país, además, con el cuento de que la información debe ser "confirmada, verificada, contrastada y contextualizada" (o algo así), los medios escritos han ido perdiendo su independencia y todo lo que escriben lo hacen con autocensura, amenazados como están por esa verdadera espada de Damocles que es la actual Ley de Comunicación. Con ella, no nos engañemos, no existe libertad de pensamiento, y menos aún libertad de expresión.

Los periódicos digitales tampoco constituyen alternativa. Además, tengo la impresión de que no reciben adecuada atención por las entidades editoriales que los sustentan. Es probable que esto tenga que ver con la ausencia de publicidad; quizá los publiquen sólo porque en el fondo, muy en el fondo, sus directivos están conscientes que nos avecinamos al progresivo final de la prensa escrita; se les hace inevitable fortalecer “una reserva de algo" que, con el paso del tiempo, pudieran convertir en un más vigoroso instrumento digital.

Por todo lo anterior, si yo quiero estar mejor informado, si quiero saber lo que pasa en el resto del mundo, no tengo mejor alternativa que recurrir en forma cotidiana a otros periódicos internacionales (digitales) que se presentan como más atractivos, novedosos, fáciles de consultar y que percibo que han sido estructurados en forma más prolija. Uno de estos es El País, de España, medio que me permite pasar lista de diferentes líneas de pensamiento, cubrir mis distintos intereses y apreciar múltiples tendencias. Sus lecturas me permiten viajar. Sí, ellas son para mí un pasaje de ida y vuelta...

Existe en El País una sección destinada a literatura; mejor dicho, a los escritores que el periódico decide consultar o promocionar, por medio de entrevistas. Estos diálogos obedecen a una serie de preguntas que se repiten con frecuencia: ¿cuál fue el último libro que leyó?, ¿cuál el último que le hizo reír a carcajadas?, ¿qué libro le hubiese gustado escribir?, ¿qué libro está en su mesa de noche o que le regalaría a un niño para iniciarlo en la lectura? Todas son preguntas que a veces quisiera hacerme yo mismo y que me hacen consultar, en primera persona, qué respondería si de improviso alguien me ametrallaría con semejantes preguntas.

El pasado fin de semana el entrevistado fue un no muy conocido escritor colombiano del que no había oído hablar anteriormente. Parece que es un joven de unos cuarenta años, que vive en Corea y que se llama Andrés Felipe Solano. No he encontrado referencia de sus libros en mi proveedor digital (ya casi no leo en físico) y lo único que he aprendido es que ha recibido un premio de narrativa de una prestigiosa universidad colombiana. Me pregunto qué hace en Corea un escritor colombiano, y me imagino que lo hace por exigencias de su trabajo (yo mismo viví allí por dos años hace más de dos décadas). Escribir quizá sea su segunda actividad.

Solano contesta a la pregunta de qué libro regalar a un niño y dice que le obsequiaría "Una humilde propuesta", de Jonathan Swift. Se trata de uno de los libros más cortos que jamás se hayan escrito (no llega a las veinte páginas). Interpreto que recomendar a un niño un libro que sugiere engordar a los recién nacidos para luego sacrificarlos y comérselos, para de ésta forma tratar de solucionar los problemas de la mendicidad o de la indigencia (una evidente ironía del irlandés), pudiera transformarse de afán pedagógico en prematura e indecente propuesta. Sería "acercarse un poco a esa línea que nos separa de la crueldad”, en palabras del propio Swift.

Hubo un tiempo, cuando yo vivía en Singapur, que de tarde en tarde me llamaba una afectuosa dama, era la esposa de un diplomático amigo a quien he dejado de ver; ella me llamaba al teléfono y con el mayor desparpajo me espetaba: oye, Alberto, que te llamo para hacerte una indecente propuesta: ¿quieres acompañarme a jugar al golf el día de mañana? Claro que en la propuesta había una disimulada ironía pero nada de indecencia. Jamás he podido rechazar ese tipo de propuestas!

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01 abril 2017

Alcahuetear, una fea palabra

Existe una palabra de la que se abusa con frecuencia en el ambiente político nacional; es más, parece que se ha ido convirtiendo en una forma de referirse a un modo de encubrimiento relacionado con la impunidad. Se refiere a una manera de actuar con perniciosa lenidad; de actuar con excesiva benignidad, magnanimidad o "blandura para exigir el cumplimiento de los deberes o para castigar las faltas" -como lo define el diccionario-. Pero… ¿se puede hablar de magnanimidad cuando se incumple un deber administrativo? ¿Es posible ser "benigno" cuando se perjudica al Estado o a la sociedad? ¿Es lícito actuar con blandura cuando se debería ser intransigente con ciertas faltas execrables?

En efecto, las palabras "alcahuetear" (o alcahuetar) y "alcahuete" (o alcahueta) se han ido convirtiendo, poco a poco, en parte indispensable del léxico mínimo de nuestros funcionarios y políticos. No sé, sin embargo, si se ha caído en cuenta que su utilización debería relacionarse, más bien, con asuntos de carácter amoroso, especialmente cuando adquieren un cariz  disimulado o subrepticio. ¿Hay algo de prohibido, ilícito o escondido en unas relaciones?, ¿alguien interviene para tapar, disimular o facilitar esas irregulares o no permitidas acciones?; entonces, es cuando alguien se propone conjugar aquel manido verbo, ese de "alcahuetear".

Pero alcahuetear es una fea palabra y tachar a alguien de” alcahuete” puede serlo aún más. El DRAE define alcahuete como aquella "persona que concierta, encubre o facilita una relación amorosa, generalmente ilícita"; aunque incluye también a la "persona que encubre u oculta algo", pero creo que cuando se la utiliza en forma más apropiada es cuando la usamos para referirnos a alguien que promueve y facilita una relación de carácter íntimo o afectivo -incluya o no un elemento sexual-, y permite o hace posible que esta se desarrolle o se mantenga en secreto o en la clandestinidad.

En lo personal, estoy persuadido que alcahuete es una palabra malsonante, casi equivalente a la de "caficho" (del lunfardo cafisho) o proxeneta, aquel rufián que obtiene beneficio de la prostitución o que se dedica a traficar y a obtener rédito del ejercicio del llamado "oficio más antiguo del mundo". He de convenir en que su femenino, alcahueta, se usa especialmente para referirse a quien protege algo indebido o que, por lo menos, actúa como "celestina". Este es el nombre de un personaje de una comedia atribuida a Fernando de Rojas; allí la Celestina es una antigua meretriz que oficia de hechicera y alcahueta: ella regenta un burdel en compañía de dos de sus discípulas y procura facilitar encuentros furtivos.

En Ecuador usamos un término muy fuerte para referirnos a este tipo de rufián (es una palabra que empieza con "ca" y termina con "brón"): es quien trafica con las prostitutas Lo curioso es que no se utiliza la palabra disponible de proxeneta, porque el escucharla pudiera considerarse como un cultismo o una innecesaria presunción. Dice el diccionario que proxeneta es una voz que viene del latín, con el sentido de mediador, intermediario o comisionista; que es justamente el oficio del rufián en referencia. Ya que estamos en esto de las etimologías, encuentro también en el DRAE que rufián viene del italiano "ruffiano", y este, a su vez, del latín "rufus", que quiere decir rubio o pelirrojo, por alusión a la costumbre de las meretrices romanas de adornarse con pelucas rubias o de ese color...

Yo me temo que cuando se usa en los medios político-administrativos la palabra alcahuetear, lo que se quiere decir es "socapar", verbo que en Ecuador quiere decir encubrir (nótese que se trata de un ecuatorianismo, aunque parece que también es usado en Bolivia). Es probable que no se utilice el verbo "encubrir", y se lo haga con intención, pues este verbo sólo denota cubrir, tapar o pasar por alto. No implica en forma clara, sea directa o indirectamente, la participación de quien propicia, estimula o promueve una acción ilícita. O de quien, como dice la Academia, concierta o facilita
, además, ese tipo de actos o callados acuerdos.

Existen diversas clases de actividades ilícitas e inmorales, aunque muchas de ellas no sólo requieren de autores; estas serían imposibles de consumarse si no se dispusiera, además, de los infaltables "cómplices y encubridores". Son quienes actúan como profesionales en el lucrativo negocio de hacer la vista gorda, para así participar de unos beneficios. Son los especialistas en encubrir o en "socapar".

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