29 agosto 2023

Una cuestión de geografía

Muchas veces me he preguntado ¿qué es lo que hace más daño?, si la ignorancia o la mala fe. Si hemos de considerar la ignorancia como una forma de torpeza (la etimología de imbécil está relacionada con imberbe o falto de sustento), hemos de coincidir con el apotegma de Anatole France –que yo mismo he citado varias veces en este blog–, con el propósito de esbozar una respuesta coherente… Sí, no hay duda: “El tonto hace más daño que el malvado, porque el malo descansa a veces, en tanto que el necio jamás”. Salvo, desde luego, que se junten los dos ingredientes, maldad y estulticia; entonces, el resultado no puede ser otro que la devastación o la desgracia.

 

Siempre me fascinó la geografía, tal interés debe haber abonado para que optara por el oficio que escogí. Serví mis primeros siete años como piloto en el Oriente del Ecuador. Ese primer año, operando como copiloto del inolvidable DC-3, fue toda una clase práctica y permanente de geografía. En una época en la que se volaba sin radar ni radio-ayudas, lo único que permitía orientarse y ubicarse en debida forma era el conocimiento del terreno, la aplicación de la geografía. Esto marcaba la diferencia entre la inseguridad y la confianza, entre el desastre y la supervivencia. Para mi ventaja, me tocaría en suerte el mejor maestro que pude haber tenido, él era toda una enciclopedia, había volado más de 25.000 horas en la región amazónica, era Gonzalo Ruales Salgado, un pionero de la aviación.

 

Si a esos años he de añadir los últimos de mi actividad administrativa, he de concluir que he conocido la geografía del Oriente en forma más que amplia y exhaustiva. Por todo ello, me ha parecido inadecuada la forma en que se manejó la última consulta popular relacionada con la llamada “iniciativa del Yasuní”. Estoy seguro que cuando se habla de conceptos como: Yasuní (en general), Parque Nacional Yasuní, Zona Intangible del Parque Nacional Yasuní, Reserva de Biósfera Yasuní o Bloque 43 ITT, un 90% de los ecuatorianos no tiene claro de qué mismo estamos hablando. En realidad la consulta nunca se refirió al Yasuní (la palabra no estuvo mencionada en la consulta), la pregunta estaba claramente relacionada solo con el campo ITT, ubicado en el rincón nororiental del parque Yasuní.


Definamos pues esos conceptos (favor revisar el mapa de la Wildlife Conservation Society –WCS– en el internet):

  • Reserva de Biósfera Yasuni: es una amplia zona rodeada por el río Napo al oeste y al norte; linda con la frontera con el Perú por el este y con los ríos Villano y Tigre por el sur (lo pongo de manera sucinta).
  • Parque Nacional Yasuní: es una extensa zona dentro de la Reserva de Biósfera Yasuní; tiene la forma de una ‘C’ invertida; es realmente una herradura que rodea a la Reserva Étnica Waorani. Está limitada al norte por los ríos Tiputini, Salado (un afluente del Yasuní) y Yasuní; y hacia el sur por el río Curaray.
  • Zona Intangible del Parque Nacional Yasuní: es un área que equivale a una tercera parte de la Reserva de Biósfera Yasuní, y está ubicada en su lado sur-oriental. Está limitada (aproximadamente) por los ríos Nashiño y Yasuní en el lado norte y por el río Curaray en su lado sur (incluye, asimismo, la parte sur-oriental de la Reserva Waorani). Su mitad norte pertenece a la provincia de Orellana y la sur a la de Pastaza.
  • Provincia de Orellana: territorio ubicado en el Oriente del Ecuador; en su parte de levante, limita al norte con el río Napo (hasta el punto 12), sigue una línea recta hasta la quebrada Juanillas y continúa río abajo por el río Aguarico hasta su confluencia con el Napo; limita con el río Cononaco por el sur y con el Perú por el oriente.
  • Bloque 43 o ITT (Ishpingo, Tiputini y Tambococha): superficie de exploración y explotación petroleras ubicada al norte de los ríos Nashiño y Yasuní, que no invade la Zona Intangible. El ITT, llamado también Bloque 43, se encuentra íntegramente dentro de la provincia de Orellana.

 

Por todo lo antes señalado, debería haberse tomado en cuenta lo siguiente:

 

La palabra Yasuní, NUNCA se mencionó en la pregunta elaborada en la Consulta Popular que, en forma clara y exclusiva establecía: “¿Está usted de acuerdo en que el Gobierno ecuatoriano mantenga el crudo del ITT, conocido como Bloque 43, indefinidamente en el subsuelo? Sí o No”. Por lo mismo, si nunca se habló de la Zona Intangible o del Parque Nacional, sino exclusivamente del ITT, ¿por qué se efectuó la consulta a nivel nacional y no únicamente en la provincia de Orellana como mandaba la Constitución? No cabe duda que, aunque la pregunta SÍ estuvo bien formulada, NO se tuvo en cuenta su marco de jurisdicción o aplicación territorial.

 

También ha confundido al País la postura del gobierno, que esperó a que la población de la provincia afectada se expresara por la negativa, para solo entonces expresar su “duda” (que no su cuestionamiento) respecto a la constitucionalidad de la consulta. Todo ello hace conjeturar que nadie se dio oportunamente cuenta del error administrativo cometido por el Tribunal Supremo Electoral. Quizá se considere que ya es muy tarde para que la Corte Constitucional reconozca el inaudito desliz y se pronuncie frente a tan evidente error de interpretación geográfica. Me pregunto: ¿Fue este un simple acto de ignorancia o también uno de manifiesta mala fe?


Share/Bookmark

25 agosto 2023

50 años de una acería

Hace pocos días acompañé a mi hermano Luis Eduardo a la planta de Novacero en Lasso, lugar donde debían celebrarse 50 años de su actividad industrial. La empresa es una de las más importantes acerías que existen en el país. Se trataba de un hito empresarial: celebrar 50 años de exitosa y esforzada actividad no es algo que suceda todos los días. Fue una muy grata experiencia: Comtrading, la compañía que Luis dirige –y de la cual alguna vez fui su presidente–, mantiene cordiales relaciones comerciales con tan importante acería, empresa que por tan dilatado tiempo ha contribuido al desarrollo de la provincia de Cotopaxi y de todo el país.

 

Novacero se ha consolidado en ese importante sector de la serranía, donde ha instalado una enorme y moderna planta que se ha convertido en referente por su pujante actividad. Tuve la inmediata impresión de que se trataba de una industria familiar, que había instaurado la inusual iniciativa de promover a sus más confiables y eficientes trabajadores hacia los principales puestos directivos. Aquella fue una muy alegre y emotiva celebración; no se había escatimado ningún detalle para agasajar a proveedores y clientes; y, sobre todo, para reconocer la esforzada contribución de sus actuales servidores. Fue una celebración en plan grande, un inolvidable evento.

 

Los directivos habían dedicado su mejor empeño para que los convidados se sintieran bienvenidos y agasajados; había 600 invitados que nunca dejaron de sentirse obsequiados y bien atendidos. A la hora de las presentaciones y reconocimientos, pude advertir un profundo sentimiento de satisfacción por la tarea realizada y supe identificar al principal gestor de tan encomiable esfuerzo empresarial: un hombre que con su liderazgo y ejemplo, se había convertido en estandarte e inspirador de tan formidable historia. Algo había en su semblante y apostura que me hizo recordar a uno de los mejores jefes que jamás haya tenido: Luis Estrada Icaza, personaje enorme y austero, que con su sencilla manera de dirigir a sus colaboradores hizo mucho por el progreso de la aviación menor en nuestro país.

 

50 años es un hito trascendental. Una efeméride así no sucede a cada rato ni se repite con facilidad. Los hebreos llamaban “jubileo” a esta importante consecución. El año 50,  aquél que transcurría luego de haber cumplido siete semanas de años, era cuando se acordaba dejar descansar la tierra, sin sembrar ni cultivar, y se procuraba regenerarla antes de volver otra vez a empezar. A la Iglesia le gustó el concepto y estableció también su año “jubilar” para conceder indulgencias por las buenas obras a objeto de favorecer la remisión de los pecados. Intuyo que de esa palabra vienen voces como júbilo y, probablemente, jubilación.

 

El judío da gran importancia a las tradiciones; ha ideado una fecha para conmemorar el paso (o “salto”) del invierno a la primavera. Los judíos la llamaron pascua, no solo porque se trataba de un salto (eso quiere decir pascua) sino porque, para festejarlo, compraban una oveja a los pastores para el banquete de celebración. Pésaj, el vocablo hebreo, tiene ambos significados: salto y también pasto, el lugar donde los pastores cuidan, alimentan y guían a sus ganados, principalmente al ganado bovino. Bien visto, pastorear” es algo más que mostrar el caminio a unos animales, es estar en el sitio donde se los ha de cuidar y alimentar. Pascua, es palabra que nos viene del latín pascha, que se pronuncia “pasca”; la ‘u’ se ha añadido por analogía con la voz que se refiere a a ese lugar de pastoreo.

 

Pero, pasado el tiempo, los israelitas soportaron también el cautiverio en Egipto y no consiguieron que el faraón les concediera su retorno a casa y les diera su ansiada libertad. Cansados los israelitas de rogar a Yahvé para que les concediese su liberación, Dios envió diez plagas a los egipcios, la última de las cuales consistió en enviar un ángel vengador que tenía por consigna matar a todos los primogénitos. Yahvé instruyó a su pueblo sacrificar ovejas y pintar con su sangre el marco de la puerta de sus viviendas. Era la señal para que el ángel vengador “pasara por alto” los hogares de los judíos (“se saltara” aquellas viviendas). La Pascua pasó entonces a significar también este nuevo salto, un salto que además significaba el paso de la esclavitud hacia la libertad.

 

Los cristianos también celebran la pascua aunque con un distinto significado: conmemoran la resurrección de Jesús; también otro “salto”, el que va de la muerte a la eternidad. La pascua ocurre en ambas religiones tres o cuatro meses lunares después del solsticio de invierno, en marzo o abril, o en el mes de Nisán como es aplicado por los hebreos.


Share/Bookmark

22 agosto 2023

¡Demonios coronados!

Eran dos mujeres buenas. ¡Qué digo!, eran, más bien, dos mujeres santas. Hablo de mi abuela Carlota Judith y de mi tía Ana Lucía (realmente, mi madre putativa). Y eran santas porque sumaban a su indulgencia, a su sentido de compasión y solidaridad con los necesitados, esa impronta suya, esa devoción que complementaba aquel su sentido de piedad. Madrugaban las dos a misa de seis casi todos los días y, de lo que recuerdo, nunca dejaron de rezar el rosario vespertino en forma inaplazable todos y cada uno de sus días. Tenía la abuela la mirada más hermosa,  triste y azul que jamás volveré a ver en mi vida. Ella tenía una memoria admirable (que siempre traté de imitar): se sabía los ‘misterios’ cual si los estuviese leyendo y recitaba íntegramente, y en latín, la letanía de Loreto.

 

Aquellos misterios eran de tres tipos: gozosos, gloriosos o dolorosos (cinco por cada uno) y se los recitaba al inicio del rosario, plegaria que consistía en completar cincuenta avemarías. Los gozosos, por ejemplo, se los invocaba en miércoles y domingos. No eran “misterios” propiamente dichos, eran episodios, momentos significativos de la vida de Jesús o María que se recordaban de manera repetitiva. Entonces, los misterios eran solo esos tres; hoy parece que han añadido otros, los luminosos, que están asignados a los días jueves. Todos esos misterios, en particular los gozosos, darían origen a una forma de expresión coloquial para referirse a algo que no tiene explicación o que se hace difícil de entender. Como lo que a menudo me pasa con la extraña prelación que se usa con los apellidos españoles…

 

Ya en la escuela me llamaba la atención que alguien se llamara Blasco Núñez de Balboa, pero los libros de Historia lo abreviaran como “Balboa”; lo propio sucedía con Vásquez de Coronado, el no muy afortunado explorador de la parte suroccidental de los actuales Estados Unidos, quien se hizo famoso por “no” haber encontrado las ciudades fabulosas que se había propuesto. A él nadie le reconocía por Vásquez; todos lo llamaban por el que con probabilidad era el apellido de su madre: Coronado. Piénsese en Cervantes, su madre se llamaba Leonor Cortinas pero él mismo firmaba como Cervantes y Saavedra. Hoy se sabe que aquello de ‘Saavedra’ pudo haber sido adoptado por él mismo: existe en árabe magrebí un término que suena parecido y que significa manco o tullido, en esa lengua.

 

Todavía se usa en España esa curiosa costumbre. En mis tiempos de canciller de la OIP, los españoles se referían a su presidente, Álvaro Fernández Corrugedo, como Cmdte. Corrugedo; de idéntica manera, acaba de triunfar en los últimos comicios un señor llamado Alberto Núñez Feijóo, pero nadie lo trata de Núñez, todos se refieren a él como Feijóo. Esto sucede a pesar de que hace más de 500 años el cardenal Cisneros estableció una disposición administrativa que si bien no indicaba qué apellido se debía llevar, determinaba qué apellido debía ser heredado por los hijos. Esto de que se use el segundo apellido, y no el primero, estaría relacionado con la condición de que este fuese patronímico, para evitar confusiones con los apellidos que son más comunes (Rodríguez, Fernández, etc.).

 

Volvamos a Coronado. Contaba yo en este blog (Itinerario Náutico, de 12 de mayo) que, gracias al conquistador salmantino, no hay lugar del suroeste americano (USA) en donde no se intitule con este nombre a cualquier lugar o negocio. Se encuentra ‘Coronado’ –como rótulo– por todas partes. Claro que allí suena algo así como “coronaro” y es fácil colegir que en español solo quiere decir “quien ostenta una corona”. Pero, paremos aquí para hacer una breve disquisición semántica: existen palabras similares, como cornado (viene de coronado), corneado (participio de cornear), nuestro coloquial “cuerneado” (víctima de infidelidad amorosa); pero, es que además, parecería también utilizarse el término como imprecación o improperio, como blasfemia o maldición.

 

Estoy leyendo una novela de William Faulkner y el traductor utiliza una y otra vez un curioso improperio: “demonios coronados”; usa la expresión con la intención de convertir una locución coloquial. Se trata del traductor de The Hamlet, novela conocida como El Villorrio (La Aldea): un español llamado José Luis López Muñoz. Él la repite con frecuencia; pudiera tratarse de un uso arbitrario, sin embargo de que López es un reconocido y prolífico traductor. He debido recurrir a la fuente, al texto original, para así poder captar su real y verdadero significado. Se trata de un giro en lenguaje profano; un sucinto “hell fire”, literalmente “fuego del infierno”, algo similar a “diablos” o a ese “diantre” que era una de las voces que eran preferidas por la abuela. OK, problema resuelto… Diantre, ¡demonios coronados!...


Share/Bookmark

18 agosto 2023

Terra incognita

Soy un hombre tímido. Algo de esa aparente presunción que me achacan, pudiera ser mi manera de disimular aquella condición que –entre otras cosas– me impele a no expresar en público opiniones que pudieran resultar controversiales o generar un indeseado malestar. En mi juventud llamaban “respeto humano” a ese temor al “qué dirán”, a lo que pudieran pensar o decir los demás. “Si es así, ¿por qué es que no te importa hablar en público?”, a veces me preguntan. No, no es que no me importe –les digo–, ni que no sienta un cierto “recelo” (ustedes saben a qué me refiero) sino que ese temor es a veces superado por otra pulsión: mi afán de confesión, que me hace sentir obligado a interpretar y traducir los sentimientos que me identifican con los demás.

 

Hoy nomás, que salí a completar ciertos encargos, redescubrí una particularidad que no siempre es bien vista por mis hijos, a quienes les incomoda esa “tendencia” que parece que tengo, la misma que me impulsa en ocasiones a tomar la iniciativa y empezar, de la nada, una conversación con personas desconocidas. Es una forma de intuir que, por reservada que cualquier otra persona parezca, siempre estará dispuesta a participar en un inusitado diálogo o conversación, ajena como puede estar esa persona –como también lo estoy yo– a entrar en un terreno desconocido, participando en el viaje a través de un sendero que nunca sabemos a dónde nos llevará.

 

Es que no estamos solos en el mundo. Sí, sé bien que todos somos “un mundo aparte”, pero ese jefe de relaciones públicas, asistente de protocolo o comoquiera que lo queramos llamar, y que es ese niño-que-quiere-un-poco-de-atención que llevamos dentro, a veces nos impulsa a decir a otros lo que nos sucede, preocupa o interesa, y nos hace también sospechar que, así como estamos dispuestos a expresarnos, hay otros dispuestos a expresar lo suyo y también escuchar… No es que no seamos discretos o no nos importe parecer inoportunos, es que algunos tienen (¿tenemos?) una especie de predisposición para iniciar una conversación, aun a riesgo de importunar, e incluso de interferir, la tranquila –y a veces buscada– soledad, o aislamiento, de los demás.

 

Es esa bifurcación perenne de aquellos caminos la que define nuestras vidas, tanto por lo que hacemos cuanto por lo que optamos no hacer, tanto por acción como por omisión. Y son esas decisiones inconscientes las que definen nuestro “libre” albedrío (no tan libre puesto que si son inconscientes no hubo influjo de nuestra voluntad). Y es bueno que así sea, porque eso nos hace distintos y hace también distinta, diversa –y única– nuestra respectiva experiencia vital. Es quizá ese deseo de expresar nuestras opiniones el que nos impulsa en forma constante a comunicarnos con gente diversa, de desconocida condición y disímil actividad.

 

Paul Claudel, un poeta y filósofo francés del siglo pasado dejó una frase para la antología. “Cuando no se vive como se piensa se acaba por pensar como se vive”, decía. Esta frase es, en sí, una apología en favor de la coherencia y una invitación a actuar con integridad. Si admitimos que no estamos solos en el mundo, que no estamos aislados ni somos “un mundo aparte”, lo deseable sería salir del cascarón de nuestra individualidad y comunicarnos, conversar y dialogar con los otros, sin otro interés que hacerlo por el simple interés de hacerlo.

 

Una conversación inocente y amigable con alguien desconocido no pone en riesgo nuestra comodidad, y mucho menos nuestra seguridad; esto, a pesar de que pudiera ser Terra Incognita, ignota. Al contrario, precisamente por serlo, es –o pudiera ser– terreno fértil para nuevos e insospechados descubrimientos. Algo así como un libro abierto –pienso yo– que nada malo puede hacernos si, con la venia de su dueño, solo nos proponemos explorar…

 

Hay veces que nos tomamos muy en serio o, lo que es lo mismo, nos basamos en nuestra propia experiencia para querer juzgar las intenciones ajenas. He pensado en ello al leer un artículo que comentaba la letra que puso Sting a su canción “Every breath you take”; decía que su propósito habría sido un mensaje celoso y hasta controlador. Pensé que la intención pudo, más bien, haber sido una promesa, una promesa de protección. Se me ocurrió que el sentido que quiso darle Sting a aquel “I will be watching you”, no fue un “ten cuidado, que te voy a estar vigilando”, un “voy a estar pendiente de lo que hagas”; sino un “me importas y siempre estaré para cuidar de ti”. Sería preferible ver el lado bueno. Ver el vaso como medio lleno…

 

De vuelta al tema: aquellos coloquios son “uncharted territory”. Terra incognita; para la que no hay mapas, portulanos o cartas de marear. Solo constituyen un sendero desconocido, listo para ser explorado y descubierto.


Share/Bookmark

15 agosto 2023

Tres hombres extraordinarios

Dice Montaigne en sus Ensayos (Capítulo 36) que, en su criterio, han existido tres hombres excepcionales en el mundo. No nos dice únicamente que habrían sido admirables sino que se destacaron sobre todos los demás.

 

El primero sería Homero: Aristóteles no lo habría alcanzado en erudición ni Virgilio entraría en su nivel. Es admirable, dice Montaigne, que habiéndonos presentado tantas deidades y haciéndonos creer en ellas, no se le haya dado un trato divino. Era ciego y pobre, le tocó vivir antes que las ciencias pudieran ser reducidas a reglas y observaciones; desde que vivió, todos –no importa a qué se dedicaran– lo tomaron como modelo para sus empeños. Puede ser considerado el primero y el último de los poetas: no tuvo a quién imitar y tampoco hubo nadie que lograra imitarlo. ¿Quién no sabe de Troya, Helena, o las guerras de las que escribió, aunque nunca estaremos seguros si realmente existieron… Siete ciudades se disputan su cuna: Esmirna, Rodas, Colophón, Salamina, Chíos, Argos y Atenas.

 

Luego vendría Alejandro Magno. Habría que darle crédito por la inconcebible edad a la que el joven macedonio inició sus empresas, por la autoridad que tan temprano exhibió, actuando como los más grandes y experimentados capitanes del mundo. He acertado en preferirlo sobre Julio César –medita Montaigne– quien fue capaz de hacerme dudar al respecto. A sus 33 años se paseó victorioso por todo el mundo conocido, habiendo conquistado tanto, en tan poco tiempo, que jamás podríamos ni imaginar lo que pudiera haber más tarde conseguido. Había inspirado tal lealtad entre sus soldados, que a su muerte dejó cuatro sucesores –eran capitanes ordinarios de su ejército– cuyos descendientes no tuvieron problema en conservar sus posesiones.

 

“Debemos considerar sus extraordinarias virtudes –continúa el escritor francés–: justicia, templanza, generosidad, fidelidad a su patria, amor a su gente, compasión ante los vencidos”… Sin embargo, decían –se lamenta Montaigne con ironía– que sus virtudes le venían de la naturaleza y sus vicios de la fortunaSi a eso añadimos tantas virtudes militares –diligencia, anticipación, paciencia, disciplina, sutiliza, magnanimidad, decisión y hasta fortuna”, ni siquiera la autoridad de un Aníbal pudiera habernos enseñado tanto, porque fue el primero entre los hombres. Su belleza y atributos, se sumaron a su actitud e inspiradora audacia”.

 

“El tercero, y más destacado, en mi criterio –señala Montaigne– fue Epaminondas. Aunque su gloria no esté cerca de la de los otros. Porque su resolución y valor, nunca estuvieron anclados en la ambición, pues tuvieron lo que solo la sabiduría y la razón pueden implantar en un alma tan ordenada. En cuanto a sus virtudes, las tuvo tantas como Alejandro y César. Los griegos lo honraron sin discusión, nombrándolo el mejor entre los suyos; y ser el mejor en Grecia equivale a ser el primero en todo el mundo. En cuanto a sus conocimientos y habilidades, por lo que ha llegado hasta nosotros, nunca alguien que sabía tanto hablaba tan poquito... Porque siendo un pitagórico, lo que comunicaba nadie lo podía expresar mejor. Era un extraordinario orador, admirable y persuasivo”.

 

“Solo si a Escipión Emiliano (se refiere a Escipión el Africano), pudiéramos reconocerle una muerte algo más digna, además de un tipo de erudición algo más profundo y universal, creo que aquello pudiera hacerme dudar en mi selección”, dice el ensayista francés. “Por algo fueron ambos escogidos por Plutarco (se refiere a su Vidas Paralelas), con la aquiescencia del mundo antiguo; el uno perteneciente a Roma y el otro a Grecia”. “A pesar de ello, hubo también un hombre que no era ningún santo, pero que era todo ‘un hombre de mundo’, en el sentido más amplio de lo civil; de moderada eminencia, tuvo la vida más exuberante que alguien jamás pudo haber tenido, poseía las virtudes más fecundas que pudieran alguna vez desearse. Ese, en mi opinión, no fue otro que Alcibíades”.

 

Epaminondas fue un formidable general beocio. Nacido en Tebas, se distinguió como un prodigioso estratega, descubrió una formación que le daba ventaja respecto a los ejércitos que enfrentaba. Había descubierto que como se llevaba el escudo en la izquierda y la espada en la diestra, los batallones se desplazaban hacia la derecha a medida que sucedían las bajas. Cansado de ver luchar entre sí a las ciudades griegas y de soportar la tiranía de Esparta, inspiró a sus hombres para que lograran su independencia. Tuvo la sabiduría de advertir lo costosas e infructíferas que eran las guerras entre las polis griegas, persuadido como estaba de que se debía encontrar una fórmula pacífica, similar al federalismo. La Historia no lo quiso ver con simpatía pues no se había casado ni había engendrado hijos…


Share/Bookmark

11 agosto 2023

Foro, fuero y foral

Llegué a trabajar en Singapur en el año 96. Si algo me sorprendió durante mis primeros días en la Isla del León, fue la inusitada afición que despertaba la liga de futbol inglesa –la Premier League–, pero más me llamó la atención que el equipo que despertaba más expectativa y apoyo era un tal Manchester United (allí lo llamaban Man-U). Cosa curiosa: la casi totalidad de mis copilotos –quienes quizá jamás habían golpeado un balón en su vida– eran fervorosos hinchas del United; este era el equipo del formidable Éric Cantoná, de los Neville, Beckham, Ryan Giggs, y del recién incorporado Ole Gunnar Solskjaer; el equipo dirigido por un ex–sargento:  Sir Alex Ferguson.

 

De muchacho, siempre tuve un equipo europeo favorito: primero fue el Real Madrid y más tarde el Juventus (la Juve o el equipo de la Vechia Signora); pero ya en la vieja Temasek quise apoyar a un equipo con jugadores latinos. Al principio dudaba entre el Liverpool y otros dos equipos londinenses: el Tottenham y el Chelsea. Al final me decanté por los “Blues”, conjunto entonces integrado por los italianos Gianluca Vialli y Roberto Di Matteo, y al que más tarde se añadirían Lampard, Terry, Petit, Desailly, Gallas, Melchiot y un portentoso delantero italiano, Gianfranco Zola, probablemente uno de los jugadores más hábiles y elegantes que he visto jugar en mi vida. Hechas las cuentas, he sido hincha, aficionado, partidario, fan o forofo del Chelsea por más de 25 años…

 

El equipo de Standford Bridge ha estado entre los mejores de la liga inglesa por ya un cuarto de siglo; de hecho, ha ganado varios campeonatos y se ha coronado incluso campeón de la Champions en un par de ocasiones. Hoy se encuentra en un lamentable declive; en parte, debido al altísimo grado de competitividad que tiene la liga inglesa, considerada por los expertos como la más completa en el Mundo: está integrada por un amplio contingente de los mejores jugadores del Planeta. Estos días uno de sus laterales, el navarro César Azpilicueta, está dejando sus registros para integrar el Atlético de Madrid, dirigido por el exjugador argentino Diego Pablo –el Cholo– Simeone.

 

Busco en los mapas la ubicación de Zizur Mayor, lugar de nacimiento de Azpilicueta, y descubro que solo es un barrio de Pamplona (Iruña o Iruñea), la capital de la Comunidad ‘Foral’ de Navarra, que –a su vez– es también capital de Euskal Herria, que –ya que estamos en eso– también está constituida además por las tres provincias del País Vasco (Vizcaya, Guipuzcoa y Álava). Esto de ‘foral’ viene de ‘fuero’, vocablo con diversos sentidos y que no solo quiere decir poder o jurisdicción (como en fuero de Corte) sino, sobre todo, una compilación legal (como en Fuero Juzgo), un derecho o prerrogativa y, especialmente –para lo que hoy nos ocupa–, un derecho histórico, una heredad jurídica concedida por decreto especial en favor de un territorio determinado.

 

Tanto fuero como foro son palabras que vienen de la voz latina fórum, que quiere decir plaza pública, un lugar donde antiguamente se trataban los asuntos públicos, como era el caso del Foro Romano. Por extensión, un foro puede ser hoy un sitio para exponer o debatir; así como una situación que reúne a diversas personas (los tertulianos) para conversar o discutir respecto a un tema previamente acordado. En la actualidad, y dadas las características del internet, es también una plataforma destinada a intercambiar información o puntos de vista.

 

En mis tiempos de colegio, tenía mucha y muy buena acogida un tipo de reunión entre estudiantes de diversos colegios que se congregaban para analizar tanto la técnica como el guion, tanto el mensaje como la actuación de los actores de películas previamente escogidas por sus organizadores. El evento se llamaba “cine-foro”. Algunos estudiantes iban solo por socializar o para hacer amigos; no extrañaba, por lo mismo, que así como unos pocos pontificaban y “se rasgaban las vestiduras”, otros preferían pasar desapercibidos, no decir ni pío ni “esta boca es mía”, y optaban por declararse como ausentes.  Lo que equivale a decir, usando una expresión que viene como anillo al dedo: que “hacían mutis por el foro” (escogían, literalmente, “salir de escena”).

 

De regreso a Pamplona (o Pompeios polis): la ciudad habría sido fundada por el general romano Cneo Pompeyo Magno, de ahí su nombre. Es conocida por los famosos “Sanfermines”, correrías delante de 14 toros, 6 bravos –a ser lidiados esa misma tarde– y 8 cabestros (toros mansos), que tratan de alcanzar a jovenzuelos de toda edad que procuran mantearlos y eludirlos. El hecho pudiera ser muy cruento y ocurre en las festividades de San Fermín (del 7 al 14 de julio). En cuanto al nombre vasco, aquel de Iruña o Iruñea, solo quiere decir “tres buenos”: se refiere a los burgos que se habrían juntado para dar forma a esa ciudad que sería más tarde la capital del Reino de Navarra.


Share/Bookmark

08 agosto 2023

De freires y freiles

Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos había nacido en 1580 (difícil interpretar qué apellido perteneció a cada uno de sus padres); nació con los pies deformes, lo cual le produciría una notoria cojera, y sufría de una severa miopía. Sus padres estaban emparentados con la nobleza y ejercían funciones en la corte. Quevedo tuvo acceso a una educación privilegiada, asunto que no impidió, dadas sus imperfecciones físicas, ser objeto de burlas por parte de sus compañeros. Poeta y dramaturgo, conspicuo exponente del conceptismo, utilizaba la ironía para entretener con sus escritos; célebre fue su animosidad con Góngora que nunca dejó de ser recíproca.

 

Veinte años después de Quevedo, vería la luz otro insigne dramaturgo y sacerdote español, que nacería en los primeros días del Siglo de Oro –nacería con el siglo– lo conoceríamos como Pedro Calderón de la Barca; entre sus comedias destaca una que la llamó La vida es sueño. Tanto Quevedo como Calderón se refieren a la fugacidad de la vida, aunque injusto sería interpretar que su intención fue expresar que la existencia no era nada más que eso, “que eso era todo”... Al contrario, el mismo espíritu del siglo XVII convertiría a la literatura en soporte para ciertas creencias, como aquella de que, para superar esa brevedad, había que hacer méritos para aspirar a la trascendencia.

 

Existen varios aspectos que, de uno u otro modo, identificaron a estos dos escritores: ambos habían nacido en Madrid, habrían de destacarse en la literatura, vivieron en el Siglo de Oro y, entre otros asuntos, fueron miembros de la Orden de Santiago, institución de carácter militar y religioso que se habría fundado para enfrentar a los musulmanes y proteger a los peregrinos que viajaban a visitar Santiago de Compostela, lugar dedicado en España a la devoción de Santiago el Mayor quien, de acuerdo con la leyenda, habría predicado en la Península Ibérica luego del domingo de Pentecostés. Dice la leyenda que, aunque fuera martirizado y decapitado en Tierra Santa, sus restos habrían sido trasladados a Galicia y enterrados por sus discípulos.

 

La Orden de Santiago ha constituido, desde su fundación en el siglo XII, una organización religiosa y militar, con sus propiedades y jerarquía independientes. Esta, al igual que las otras tres que existen en España (Calatrava, Alcántara y Montesa) fueron parte del proceso de la Reconquista (las luchas territoriales para recuperar los territorios que habían caído en manos de los sarracenos); hay que recordar que eran tiempos cuando todavía no existían ejércitos regulares. Estas instituciones llegaron a tener un gran prestigio y recibieron considerables concesiones territoriales por parte de la monarquía y, más tarde, fueron refrendadas y  favorecidas por el papado.

 

Estas órdenes tuvieron su propia estructura, adoptaron una insignia característica (una cruz griega con puntas “flordelisadas”), y tenían su particular jerarquía; las conducía un “maestre” vitalicio y tenían un consejo de notables (llamados “treces”) que escogía a sus miembros. Los “caballeros” tenían, por lo general, dos requisitos: mostrar su hidalguía por los cuatro lados de su linaje y probar que no eran “cristianos nuevos”. Los miembros seguían las reglas monásticas de las órdenes religiosas, ya sea la norma benedictina o la menos rigurosa de los agustinos. No solo hacían votos de obediencia y pobreza, sino que además –en algunos casos– se comprometían a cumplir con votos “conyugales” de castidad. Esto último era una forma especial de celibato que requería de dispensa religiosa…

 

Parece que no existía total uniformidad con respecto a las particularidades de las órdenes, tanto en lo religioso como en lo militar. Unos caballeros vivían en forma autónoma y otros en los espacios o instalaciones relacionados con los conventos. Algunos eran “caballeros casables” (los llamaban “freires”) y aun había caballeros–sacerdotes que no vivían, como los frailes, en el emplazamiento de los conventos; a estos, para diferenciarlos de los frailes, los conocían como “freiles” (o “freyles”). Con el tiempo, ambas designaciones dieron lugar a patronímicos diferentes. Esto no significó distinción en el abolengo; sin embargo, como muchas veces ocurre, unos y otros reclamaban no ser de “la otra estirpe”. Tampoco hubiese sorprendido que alguno decidiera cambiar la escritura de su apelativo por la del otro apellido… Hoy la Orden está incorporada a la Corona y solo es una institución nobiliaria con carácter honorífico.


Share/Bookmark

06 agosto 2023

Adiós a Álvaro Pazmiño

“Y lo que llamáis morir es acabar de morir, y lo que llamáis nacer es empezar a morir, y lo que llamáis vivir es morir viviendo”. Francisco de Quevedo y Villegas – El libro de los sueños.

 

Fue la nuestra una amistad de más de 50 años, una suerte de cómplice identidad que convirtió nuestra vida en confidencia recíproca. Álvaro fue mi amigo, mi compañero y mi colega; pero fue también mi alma gemela. Fue ese otro hermano que me quiso regalar la vida. Esa vida que nos permitió tener la confianza para compartir nuestras travesuras, nuestras ilusiones y uno que otro interrumpido sueño. Álvaro nunca transigió ante la dicotomía de soñar o vivir sus sueños. Él no podía dejar de hacer ninguna de las dos cosas. En eso éramos diferentes, pero quizá por eso fuimos tan cercanos, siempre nos unió aquella complicidad, siempre estuvimos pendientes de los planes del otro y siempre nos llevamos bien…

 

Dice Javier Cercas, que “la alegría es la conciencia atea de que somos —para decirlo con el verso de Vicente Aleixandre— ‘un relámpago entre dos oscuridades’ y la conciencia exultante de que, mientras ese fugaz y breve resplandor dure, hay que saberlo gozar intensa, ávidamente”… Ese pensamiento se hermana con el humilde concepto de Vladimir Nabokov frente a la existencia, aquél de que esta no es más que “un breve destello de luz entre dos eternidades”…

 

Una lejana tarde de verano, cuando todavía volaba el Twin Otter, y mientras desembarcaba pasajeros en el viejo aeropuerto de Cotocollao, me llamaron desde otro avión que aproximaba. “Alberto, “veinte cero” dijeron. Al cambiarme de frecuencia a 120.0, alguien se identificó como Álvaro Pazmiño y me dijo que quería conocerme. Al cabo de pocos minutos aterrizó y nos dimos un primer y auspicioso abrazo; ahí, en plena plataforma. Esa misma tarde lo seguí a su casa. Para mi sorpresa, estaba casado con una agraciada chica a quien había conocido de vista mientras caminaba en La Floresta (con el tiempo, también se haría amiga y confidente de mi mujer). Ellos, los dos, criaron unos hijos que siempre nos trataron cual si fuesen nuestros sobrinos…

 

Álvaro fue algo precoz: el primero en pensar en un negocio, el primero en casarse y construir una vivienda. Pronto descubrió que su organismo no estaba hecho para horarios y comidas irregulares; pronto fue también el primero en dejar de volar, el primero en jubilarse; y hoy –fiel a ese anticipado espíritu pionero– ha querido también ser el primero en adelantarse…

 

He vivido bastante, pero nunca he conocido a alguien que, como él, viviera siempre haciendo y participando nuevos e inusitados planes. Yo me alegro por ello, porque estoy persuadido de que aquellos que viven haciendo planes tienen la suerte de vivir dos veces. ¡Quién sabe! Quizá esa habría sido una de sus razones… A Álvaro le encantaba hacer proyectos, vivía haciéndolos… Por esos años, cuando lo conocí, había salido una canción de Serrat que repetía uno de los más populares versos de Machado, aquél de “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Comprender eso de “hacer camino” requiere de perseverancia en nuestros planes; solo ello nos permite aprehender que no hay camino si primero no sabemos apoyar nuestros anhelos en los cimientos de la ilusión…

 

Álvaro fue mi compañero en la aviación, él me introdujo en ese elusivo juego del golf, verdadera metáfora de la vida. Pero fuimos sobre todo compañeros de esa magia que consiste en compartir el disfrute de nuestras propias vidas, de nuestras circunstancias y participar de aquel resplandor del que hablábamos antes… ese tiempo que nos tocó disfrutar o compartir, apurarlo o dejarlo pasar, conscientes de la fugacidad de la vida, sabedores de que el baile no era para siempre. Pues, como decía el adagio de los abuelos “quien va al anca, no va atrás”.

 

Dice Javier Marías, que “el espacio es el depositario del tiempo, del tiempo ido, de aquél que todavía flota en los lugares mientras éstos se conservan”. Con Álvaro compartí un espacio prodigioso que –ese sí– fue todo un privilegio. Desde el primer día, ese fue el elemento que de verdad nos identificó como aviadores y como amigos, y que nos hizo sospechar que así como el espacio puede ser infinito, a lo mejor el tiempo también pudiera serlo, sobre todo si sabemos honrar la memoria e intentamos creer con humildad que a lo mejor sí existe la eternidad…

 

Te has adelantado querido amigo. Siempre voy a recordar el tiempo compartido. Gracias por haberme montado en esa otra inquieta motocicleta de tu amistad, desde aquella inolvidable tarde de verano. ¡Hasta siempre, Álvaro querido! ¡Hasta siempre!


Share/Bookmark

04 agosto 2023

Una historia de AREA (2) *

 * Tomado de AIRLINERCAFE. Una colaboración de F. Reyes, con mi traducción y edición.

 

1966 sería crucial para AREA. Su afán era recuperar el estatus de "Aerolínea de Bandera" ante su rival, Ecuatoriana de Aviación. Las negociaciones con BOAC para adquirir un Comet comenzaron en febrero; BOAC estaba retirando los Comets del servicio y quería venderlos. En marzo, AREA anunció un acuerdo por dos aviones por USD 1,2 millones cada uno. Mexicana capacitaría a los pilotos y daría mantenimiento a los motores. En abril, el Comet 4 llegó a México para ser pintado en 2 tonos de rojo. AREA comenzó servicios con el Jet el 6 de mayo. Luego, ofreció a su rival, Ecuatoriana de Aviación, la oportunidad de fusionarse pero su clarividente respuesta fue ¡"No, gracias"!

 

En 1967, se encontró petróleo en el Oriente y AREA creó una sociedad para trabajar para Texaco. De este modo, la nueva operadora comenzaría por arrendar un C-46 y helicópteros Bell para la petrolera. Pero hubo problemas en el lado de la aerolínea: los planes para el segundo Comet terminaron cuando la CAB le negó a AREA la extensión para volar Miami-Nueva York. El Comet era un devorador de gasolina y eso de ser la "Primera Aerolínea con Jet" probaba ser muy costoso. Habría un salvador de corta duración y vendría de Alaska.

 

Con la finalización del primer pozo; y con el Holding de AREA, COAIN, arrendando aviones, Texaco contrató con Alaska Airlines para trasladar oleoductos y plataformas de perforación desde el North Slope de Alaska al nuevo campamento base que se había establecido. Habría sido el presidente de la Alaska, Charlie Willis, quien tuvo la idea de ahorrar tiempo y dinero, para llegar a un acuerdo con AREA: usar su Certificado de Operación, para el contrato con Texaco, a cambio del uso de un Convair 990, durante el período de duración del mismo. Hacia finales de 1967, la emoción en torno al Comet había desaparecido. AREA tuvo que retirar del servicio uno de los DC-7B restantes, ya que Charlie Willis finalizó su falso acuerdo, debido a la forma cómo lo había presentado a la CAB, en vista de que Alaska estaba bajo la subvención del Programa para Operadores Aéreos y debía haber obtenido permiso previo.

 

En marzo de 1968, había un Convair 990 practicando en el aeropuerto SEA-TAC (Seattle–Tacoma). En silencio, las tripulaciones de AREA habían sido llevadas para entrenarse en "su nuevo equipo". Mientras esto pasaba, el Comet estaba estacionado en Miami (¡lo estaría por 10 años!). Los plazos parecerían una coincidencia, pero aparentemente el Comet fue incautado por funcionarios del aeropuerto por falta de pago de combustible; aunque hay quienes sospechan que pudo haber sido abandonado, pues se habrían dado cuenta del error en la compra del Comet.

 

Según la CAB, en marzo de 1968, Alaska había declarado que el Comet iba a "pararse" por 30 días y que AREA necesitaba un Jet para reemplazarlo. Uno de sus Convair 990 estaría disponible ya que el 3er 727 acababa de llegar. El "arrendamiento" del Convair 990 sería por USD 85.000 al mes. La CAB no encontró problemas y aprobó un permiso de 90 días; Alaska proporcionaría un capitán por vuelo. En la Junta de la Alaska, Willis dijo a los otros miembros que AREA quería comprar el 990 por USD 5,7 millones, aeronave que Alaska había adquirido por 3,8 millones; pero supuestamente el banco –que tenía la hipoteca– no había firmado todavía el acuerdo. Willis no fue del todo sincero, como fue con la CAB. ¡Así que nadie sabe realmente la historia completa!...

 

De vuelta al “falso acuerdo”, el primer Hércules de Alaska (N9267R) llegó con los colores de "Golden Nugget", aunque en el lado izquierdo decía "AREA". El segundo Hércules se quedó como "Golden Nugget"; aunque AREA nada tenía que ver con sus operaciones. Su "mala suerte" continuaría cuando el "AREA" N9267R realizaba un trabajo especial transportando un gran generador para una misión religiosa en Macuma. Después de aterrizar, el avión cruzaba la pista cuando se hundió en una caverna de arena que tenía debajo. Una de las hélices rozó el suelo y se rompió, causando un incendio inextinguible. El Hércules fue vendido por piezas a un corredor que pagó a los lugareños para que sacaran las partes rescatadas a pie…

 

Braniff y Ecuatoriana continuaron presentando quejas mientras duró el “acuerdo simulado”, acusando a Alaska de que había transferido indebidamente su "Permiso de Transporte Extranjero". La CAB se estaba volviendo suspicaz y dictaminó que el "permiso limitado" de Alaska debía concluir el 31 de julio de 1968. AREA necesitaba un reemplazo para el 990 y lo halló en Miami: una agencia, International Aerodyne, había adquirido siete DC-7 ex Pan American. AREA se inscribió para el N747PA, que se convirtió en el HC-AOR, aunque el diseño de Pan Am se mantendría en la entrega. Se aplicaron los logotipos de AREA en el fuselaje, con el antiguo óvalo del 65, que estaba instalado en el Convair 990, lo hicieron probablemente para ahorrar dinero… Pero ya fue tarde; pronto AREA habría colapsado.


Share/Bookmark

01 agosto 2023

Una historia de AREA (1) *

 * Tomado de AIRLINERCAFE. Información proporcionada por el Ing. Fernando Reyes, con mi traducción.

(Reeditado para incluir los más relevantes pies de página de las fotografías). 

 

Aunque es mejor recordada por un "falso" contrato de arrendamiento de un Convair 990, a cambio de la transferencia inadecuada de su permiso de "Operador Aéreo Extranjero" a la Alaska Airlines, para uso en un contrato con equipos Hércules en las selvas ecuatorianas, AREA tuvo una interesante carrera de 20 años, que terminó en el otoño de 1968.

 

AREA era un negocio "familiar" de los hermanos Arias, 5 de ellos eran pilotos de aerolínea. Luis fue transferido a la Marina de EE. UU. durante la Segunda Guerra Mundial, para entrenarse como piloto de avión patrulla. Después de concluida la guerra, voló en Avianca; en 1948 encontró un C-46 abandonado en Miami, creó "Transandina" y ganó un contrato del gobierno del Ecuador para transportar ganado. En 1949, una fusión con Aero Transporte crearía AREA, Aerovías Ecuatorianas, con Luis como presidente. Cinco de los hermanos (Luis, Agustín, Galo, Pedro, Gerardo) estarían involucrados en el pilotaje, mientras que Jorge (que no era piloto) sería Gerente de Tráfico.

 

En 1951 adquirirían un par de Boeing 307 usados, previamente operados por Pan American y algunos C-47A, excedentes de la guerra; ese mismo año, AREA obtendría su “Certificado de Transportador Aéreo Extranjero” en EE UU. Los vuelos con los B-307 se iniciarían en la ruta Guayaquil-Miami, vía Panamá. AREA era ahora la "Aerolínea Nacional de Ecuador" gracias a un préstamo del gobierno de 1 millón de dólares, que pondría fin a los derechos de cabotaje de Avianca; aunque Pan American-Grace continuaría los servicios a Quito y Guayaquil.

 

Si bien sus operaciones parecían exitosas ante los ojos del público, AREA estaba perdiendo dinero; en 1954 se declaró en bancarrota, aduciendo que no podía competir con Panagra y Avianca. Más tarde anunció que iba a cancelar su permiso internacional para "concentrarse" en mejorar el servicio nacional. Fue entonces cuando el gobierno eliminó su estatus de "Aerolínea Nacional". Ese parecía un momento crítico para la aerolínea y sus decisiones futuras parecían estar dirigidas a recuperar su antiguo estatus. AREA estuvo muy callada los siguientes años, hasta que en junio de 1958 anunció que compraría un jet-prop F-27 (realmente, el prototipo).

 

Con un préstamo de 216.000 dólares, del US Export-Import Bank, AREA tendría ahora un aparato moderno; Fairchild convertiría el F-27 a configuración de pasajeros. El HC-ADV fue entregado el 26 de junio de 1959. Durante los siguientes 14 meses, el Fairchild se utilizó en la ruta Guayaquil-Quito; era el "Orgullo de la Flota"; pero el 7 de noviembre de 1960, mientras intentaba aterrizar en Quito con lluvia y baja visibilidad, el F-27 se estrelló en la ladera sur del volcán Atacazo. El capitán intentó revertir curso mientras estaba dentro del valle de Quito y se estrelló a 13.000 pies –a solo 150 pies de la cima–. Llevaba 33 pasajeros y tres tripulantes.

 

No sería hasta 1961 cuando AREA empezó a recuperarse. Dos DC-4 se adquirieron: uno comprado a Northwest Orient Airlines (HC-AGB) y un segundo a APA (HC-AHJ); ambos habían sido convertidos a versión ‘combi’, con una puerta posterior de carga. Estas aeronaves ayudaron a un importante incremento en las operaciones cargueras. Los servicios de carga a Miami, con parada en Panamá, así como los de Perú y Colombia, dieron gran impulso a las finanzas de la empresa. Mientras tanto, tres DC-3 hacían las rutas domésticas de pasajeros que servían a 8 destinos.

 

1964 sería el gran año del cambio. En marzo se compraron tres DC-7B, ex-Continental, para 73 pasajeros: un gran aumento de capacidad. AREA había estado estudiando el HS 121 Trident y el BAC 1-11, pero al final consideró que los DC-7B podrían usarse en forma más versátil. Con ello, trató de recuperar el permiso suspendido y volvió a solicitar a la CAB su "Certificado de Operador Aéreo" que tardó un año en ser firmado por el presidente Johnson (1ro de junio de 1965). Con eso, la aerolínea empezó a operar como una LLC, convirtiéndose en "Aerovias Ecuatorianas C. Ltda." Los viajes de ida y vuelta Guayaquil-Quito-Bogota-Miami (Lu-Mi-Sa) comenzaron a efectuarse y tuvieron un gran éxito. Ese año se vería la primera exploración de petróleo en el nor-oriente del Ecuador. Texaco se unió a la Gulf Oil en 1965.

 

En 1965 se presentó una nueva imagen de AREA, se produciría un cambio en el logotipo del fuselaje y en la cola. En la noche del 13 de diciembre, uno de los DC-7 estuvo involucrado en un accidente en tierra en Miami: uno de los mecánicos estaba carreteando el HC-AIP y este se cayó en una zanja. Debido a los daños ocasionados, el avión fue retirado del servicio (continuará).


Share/Bookmark