01 abril 2017

Alcahuetear, una fea palabra

Existe una palabra de la que se abusa con frecuencia en el ambiente político nacional; es más, parece que se ha ido convirtiendo en una forma de referirse a un modo de encubrimiento relacionado con la impunidad. Se refiere a una manera de actuar con perniciosa lenidad; de actuar con excesiva benignidad, magnanimidad o "blandura para exigir el cumplimiento de los deberes o para castigar las faltas" -como lo define el diccionario-. Pero… ¿se puede hablar de magnanimidad cuando se incumple un deber administrativo? ¿Es posible ser "benigno" cuando se perjudica al Estado o a la sociedad? ¿Es lícito actuar con blandura cuando se debería ser intransigente con ciertas faltas execrables?

En efecto, las palabras "alcahuetear" (o alcahuetar) y "alcahuete" (o alcahueta) se han ido convirtiendo, poco a poco, en parte indispensable del léxico mínimo de nuestros funcionarios y políticos. No sé, sin embargo, si se ha caído en cuenta que su utilización debería relacionarse, más bien, con asuntos de carácter amoroso, especialmente cuando adquieren un cariz  disimulado o subrepticio. ¿Hay algo de prohibido, ilícito o escondido en unas relaciones?, ¿alguien interviene para tapar, disimular o facilitar esas irregulares o no permitidas acciones?; entonces, es cuando alguien se propone conjugar aquel manido verbo, ese de "alcahuetear".

Pero alcahuetear es una fea palabra y tachar a alguien de” alcahuete” puede serlo aún más. El DRAE define alcahuete como aquella "persona que concierta, encubre o facilita una relación amorosa, generalmente ilícita"; aunque incluye también a la "persona que encubre u oculta algo", pero creo que cuando se la utiliza en forma más apropiada es cuando la usamos para referirnos a alguien que promueve y facilita una relación de carácter íntimo o afectivo -incluya o no un elemento sexual-, y permite o hace posible que esta se desarrolle o se mantenga en secreto o en la clandestinidad.

En lo personal, estoy persuadido que alcahuete es una palabra malsonante, casi equivalente a la de "caficho" (del lunfardo cafisho) o proxeneta, aquel rufián que obtiene beneficio de la prostitución o que se dedica a traficar y a obtener rédito del ejercicio del llamado "oficio más antiguo del mundo". He de convenir en que su femenino, alcahueta, se usa especialmente para referirse a quien protege algo indebido o que, por lo menos, actúa como "celestina". Este es el nombre de un personaje de una comedia atribuida a Fernando de Rojas; allí la Celestina es una antigua meretriz que oficia de hechicera y alcahueta: ella regenta un burdel en compañía de dos de sus discípulas y procura facilitar encuentros furtivos.

En Ecuador usamos un término muy fuerte para referirnos a este tipo de rufián (es una palabra que empieza con "ca" y termina con "brón"): es quien trafica con las prostitutas Lo curioso es que no se utiliza la palabra disponible de proxeneta, porque el escucharla pudiera considerarse como un cultismo o una innecesaria presunción. Dice el diccionario que proxeneta es una voz que viene del latín, con el sentido de mediador, intermediario o comisionista; que es justamente el oficio del rufián en referencia. Ya que estamos en esto de las etimologías, encuentro también en el DRAE que rufián viene del italiano "ruffiano", y este, a su vez, del latín "rufus", que quiere decir rubio o pelirrojo, por alusión a la costumbre de las meretrices romanas de adornarse con pelucas rubias o de ese color...

Yo me temo que cuando se usa en los medios político-administrativos la palabra alcahuetear, lo que se quiere decir es "socapar", verbo que en Ecuador quiere decir encubrir (nótese que se trata de un ecuatorianismo, aunque parece que también es usado en Bolivia). Es probable que no se utilice el verbo "encubrir", y se lo haga con intención, pues este verbo sólo denota cubrir, tapar o pasar por alto. No implica en forma clara, sea directa o indirectamente, la participación de quien propicia, estimula o promueve una acción ilícita. O de quien, como dice la Academia, concierta o facilita
, además, ese tipo de actos o callados acuerdos.

Existen diversas clases de actividades ilícitas e inmorales, aunque muchas de ellas no sólo requieren de autores; estas serían imposibles de consumarse si no se dispusiera, además, de los infaltables "cómplices y encubridores". Son quienes actúan como profesionales en el lucrativo negocio de hacer la vista gorda, para así participar de unos beneficios. Son los especialistas en encubrir o en "socapar".

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