16 mayo 2023

Cronistas españoles del XVI

Lo llamaron el “Siglo de los descubrimientos”. Correspondió a “hallazgosque se iniciaron en el SS XV y continuaron hasta ya entrado el XVII. Fue un tiempo que produjo resultados náuticos más que sorprendentes y fue testigo de una fiebre general por las exploraciones. El XVI habría de prefigurar un mapa que dibujaba una distinta geopolítica; anticipó un definitivo impulso para la navegación y el comercio, ejerció un inédito impacto en la sociedad y determinó la expansión de algunos imperios y el fortalecimiento de algunas instituciones, como la Iglesia Católica.

 

Hizo falta, entonces, gente que registrara lo que se encontraba, que contara lo que se descubría. Se destacaron cronistas que vivieron, viajaron y elaboraron su singular narrativa durante el desarrollo de ese siglo; nacieron en lugares pertenecientes a la Corona de Castilla y, como obedeciendo a un misterioso designio, habrían de nacer uno cada diez años. No hay noticia de que se hubiesen conocido, pero a buen seguro que pudieron influenciarse mutuamente, en especial mientras duró la corta cláusula en la que los tres vivieron y pudieron encontrarse. Ellos son, en orden cronológico, Juan de Betanzos, Pedro Cieza de León y Pedro Sarmiento de Gamboa. No incluyo –con intención– a Guamán Poma y al Inca Garcilaso, pues nacieron en el Nuevo Mundo y vinieron más tarde.

 

Juan Diez y Araos, Juan de Betanzos (1510-1576), habría nacido en Betanzos (Galicia) y acompañado a Francisco Pizarro y Diego de Almagro en la conquista del Perú tan temprano como en 1533; vuelto a Perú en 1539, se había constituido en consejero y hombre de confianza del extremeño. Aprendió quechua y escribió en esa lengua. A la muerte de Pizarro (1541) y producida la rebelión de su hermano Gonzalo, tomó partido por el pacificador La Gasca. Más tarde,  desposaría a la concubina de Pizarro, Cushirimay Ucllu (Angelina Yupanqui), ñusta (princesa virgen) prima de Atahualpa y perteneciente al linaje del Inca Pachacútec. La pintan como una mujer impúdica, astuta y seductora: una suerte de Malinche incásica. La relación pondría a Betanzos en condición de atesorar valiosa y fidedigna información obtenida de la misma parentela de la perspicaz Angelina.

 

Su obra principal, Suma y narración de los Incas, supone la primera descripción del Imperio Inca; obedece a un encargo del virrey Antonio de Mendoza para investigar y componer una Historia prehispánica del Perú. La obra permanecería olvidada en El Escorial e ignorada por más de 300 años, hasta que fuera rescatada y publicada por Marcos Jiménez de la Espada, un insigne americanista. Hacia fines del siglo pasado se habría encontrado otro ejemplar de la Suma en archivos de Palma de Mallorca. Betanzos habría de morir en el Cuzco en 1576.

 

Pedro Cieza de León: Badajoz (1520-1554). Considerado el “príncipe de los cronistas españoles”, más que por su juventud por su elegante estilo. Vino a América a los 13 años (según lo declaró él mismo); habría llegado a la Ciudad de los Reyes (Lima) en 1548, pasando al servicio y protección de  La Gasca. Ese mismo año habría pasado por Quito, acompañando a Sebastián de Benalcázar. Hay discrepancias en cuanto al año de su nacimiento y a si perteneció a la orden franciscana. Expone poco antes de su muerte (34 años), en el preámbulo de su Crónica del Perú, el plan general de las cuatro partes de su obra: El libro de las fundaciones; El Señorío de los Incas; El Descubrimiento y Conquista del Perú; y, Las Guerras Civiles del Perú (con cinco libros). Regresó a Sevilla en 1551 donde contrajo matrimonio; dos años más tarde publicó la primera parte de su obra. Los títulos inéditos serían publicados siglos más tarde gracias a la gestión de Jiménez de la Espada. Existe una calle en Quito (entre San Carlos y Quito Norte) que lleva su nombre.

 

Pedro Sarmiento de Gamboa: Alcalá de Henares (1530-1592). Fue un aventajado narrador y erudito. La Wikipedia lo reconoce como “marino, cosmógrafo, matemático, escritor, soldado, historiador, filólogo, astrónomo, científico, humanista, explorador y conquistador”. Llegó al Perú en 1557 (seis años después de que volviera Cieza) y participó en la expedición a través del Pacífico que intentó llegar a Australia y descubrió las islas Salomón y Vanuatu. En 1572 intervino en la guerra contra Tupac Amaru, quien intentaba recuperar el Imperio Inca. Hacia el final de sus días, Felipe II lo nombró gobernador y capitán general de las Tierras del Estrecho de Magallanes (1580). Su obra, Historia Índica, fue descubierta del mismo modo, y solo en el siglo XX, lo cual despertó nuevos afanes por rescatar y aprovechar su valioso legado. Otra calle en Quito (sector del Quito Tenis) lleva su insigne nombre.

 

Nota: En Quito existe una pequeña calleja, esta es parte del camino que sube desde el colegio La Dolorosa hacia la González Suárez, también lleva el nombre del ilustre americanista mencionado, Marcos Jiménez de la Espada.


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