19 enero 2018

Aprobar o autorizar

Me hubiera parecido que aprobar algo o autorizarlo eran una sola y misma cosa; pero, eh aquí, que no necesariamente. Se me había ocurrido que hay instancias administrativas en las cuales alguien aprueba alguna decisión, acción, resolución o procedimiento, y luego viene otra persona, de más alta jerarquía, revisa lo aprobado y autoriza lo que antes algún funcionario inferior habría dado su aprobación para que continúe su proceso. Mas, sucede que no siempre hay tal, no siempre es así; hay veces en que el funcionario inferior autoriza, y luego viene el de mayor nivel y es él el que aprueba lo ya autorizado por su subalterno.

Eso es lo que sucede en la empresa donde por algo más de dos meses presto actualmente mis servicios (he regresado a la posición administrativa que había dejado un año y medio atrás). Trátase de una empresa petrolera donde dirijo su departamento de aviación y tengo a mi cargo la transportación aérea de su personal hacia los campamentos donde se produce la actividad operativa; más exactamente hacia ciertos lugares en la selva del Oriente ecuatoriano. Es aquí, en esta empresa, donde he aprendido qué hay veces que se solicita mi autorización, y autorizo, pero viene alguien con más rango y responsabilidad que yo y aprueba lo que yo ya había autorizado... ¡Qué confusión!, a veces apruebo y otras autorizo...

Medito en esta curiosa o contradictoria dicotomía mientras reflexiono en porqué es que ocurren, y siguen ocurriendo, tantos accidentes de tránsito. Sugiero, como es lógico, que estos ocurren, y no dejan de ocurrir, por una variedad enorme de razones. Me he propuesto mencionarlas para, una vez intentado ese somero diagnóstico, tratar de sugerir métodos y conductas que nos permitan avizorar una pequeña reducción de estos estúpidos accidentes, que producen no solo pérdidas cuantiosas en lo económico, sino, lo que es más preocupante y triste, la pérdida de vidas valiosas por una serie de ridículos e incomprensibles motivos.

Es conveniente anticipar que este ligero análisis está relacionado principalmente con el tránsito que se desplaza en las vías de mayor velocidad; en nuestro medio a veces mal identificadas como “autopistas”, vías que, por lo general, no tienen o soportan cruces transversales, pero que distan mucho de poseer las características que en otras latitudes hacen tan convenientes y especiales a los “freeways”.

Encuentro entre las principales razones o motivos para los accidentes de tránsito a los siguientes:

  • Exceso de velocidad, que demuestra una actitud díscola e indócil de quienes conducen.
  • Imprudencia. Lo cual refleja no solo falta propia de precaución, sino -ante todo- un cierto desprecio por la posibilidad de los errores que se producen por la impericia ajena.
  • Falta de previsión, a menudo por falta de atención o motivada por las distracciones que pudieran ser ocasionadas por el mismo tránsito.
  • Tratar de recuperar el tiempo cuando vamos tarde, expresada por aquella angustia por no atrasarnos que, a la larga, termina por descuidar los riesgos que están escondidos.
  • No anunciar debidamente el cambio de carril: se ha ido imponiendo una cultura de desprecio a quien ocupa un carril ajeno y se producen cambios inesperados sin la advertencia o permiso de quien es nuestro vecino. Claro que también hay una contrapartida: la actitud de quienes se sienten dueños de los carriles y no dan paso a quienes quieren cambiar el suyo o rebasarlos.
  • Manejar muy cerca del que va adelante. No existe una disciplina en ese sentido; sobre todo en términos de conservar una distancia equivalente a la longitud de un automóvil por cada quince kilómetros por hora, por ejemplo. Esto, ni siquiera es sugerido en los folletines en que se basan las pruebas de aptitud que se requiere aprobar para renovar la licencia de manejo.
  • Conducir muy lento o dejando inconvenientes espacios en el flujo, que obligan a otros conductores a realizar maniobras temerarias. En este aspecto, conducir muy lento puede ser tanto o más peligroso que conducir muy rápido.
  • Coches sin la revisión adecuada, luces defectuosas o frenos en mal estado.
  • Distracción con otros quehaceres o tareas. Uso desaprensivo e indiscriminado del teléfono celular. A ello se suma la moda de enviar mensajes de texto mientras se conduce en medio de un tránsito intenso y congestionado.
Todo esto se exacerba o amplifica con la presencia de lluvia y, obviamente, durante las horas pico. No de otra forma se comprende el porqué de que en esas horas, y con presencia de lluvia, existan tantos accidentes, muchos de ellos espeluznantes.

Al mencionar estas causas, hemos tomado únicamente en cuenta aquellas que tienen que ver con las costumbres o cultura de los conductores. Sin embargo, hace falta también revisar qué no están haciendo las autoridades o qué pudieran hacer los organismos de control para reducir el número de estos frecuentes accidentes:

  • Mejor control; esfuerzo obviamente restringido por la falta de personal y de recursos adecuados.
  • Instalar o implementar artilugios de reducción de velocidad, para forzar el límite de velocidad en los sectores más proclives a las colisiones.
  • Radares disuasivos para que los conductores traten de evitar las multas establecidas. Esto, lamentablemente, produce, a su vez, una cultura cínica y contraproducente: se reduce para pasar el control y luego se acelera en forma temeraria e imprudente.
  • Campañas de educación vial: hace falta insistir en buenas normas de conducción y cortesía. Un mensaje repetido cien veces va dejando una lección que va cambiando la idiosincrasia y los paradigmas.
  • Restringir el tránsito de camiones y otros vehículos pesados en horas de congestión. O prohibir su tránsito en ciertas horas inadecuadas. Punto.
Con todo esto, estimado lector, y sujeto a que contemos con su amable aprobación, quedamos atentos a que alguien reconozca esta preocupante condición, haga el correspondiente estudio e implemente medidas para que alguien se preocupe de autorizar las que fueren más efectivas. O, las apruebe... ¡aunque sea!

Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario