26 diciembre 2018

¡Hoyo en uno!

Como lo repito con alguna frecuencia, “la historia nunca está exenta de ironía”. Bien pensado, nada mismo en la vida está exento de esa circunstancia… Y a mí mismo me tenía que pasar; porque, así como nadie está libre de un momento de mala suerte, también es probable que nadie esté libre de que alguna vez lo acompañe la fortuna… Como decimos en golf: ¡nadie está libre de hacer un buen tiro!

Y así es como a mí también me ocurrió el pasado sábado 15 de diciembre, pues fue ese mismo día, exactamente a las diez y treinta minutos de la mañana, que la bola se elevó alegre en el aire, sin presagiar ni dar indicios de que aquella sería una trayectoria perfecta, cruzó la cañada del río Santa Clara, que constituye el mayor obstáculo del hoyo once en el club “Los Cerros” de Selva Alegre, y cuando ya parecía que concluía con un breve rodaje su trayectoria parabólica, de pronto y sin que nadie lo imaginara, la bola se introdujo en el hoyo y, de golpe, desapareció!

Sí, había logrado un “hoyo en uno”, algo inesperado, improbable y casi imposible. Algo que (y lo digo con honesta humildad) siempre creí que jamás lo iba a conseguir. Sí, en efecto, había conseguido algo increíble, justo en un día en que no estaba jugando muy bien, y justo en un hoyo en el que más de una vez había botado varias bolas en el agua, en un hoyo en el cual siempre creí que el entorno me tenía visto la cara, en uno que siempre había sido arisco conmigo. Es que, muy pocas veces lo jugué bien; con haber hecho “boggy”, esa mañana, me habría sentido satisfecho…

Siempre estuve convencido que para hacer un hoyo en uno, no bastaba con ser un buen jugador; o, por lo menos, con contar con la circunstancia favorable de efectuar un tiro bien ejecutado; hacía falta, además, poder contar con los favores de la diosa fortuna, porque -lo queramos admitir o no- un tiro de esas características, por bien ejecutado que esté, demanda también de una dosis bastante generosa de buena suerte. Como explico, lo bueno es que esa favorable conjunción se dio. Esta vez los astros se alinearon y al buen tiro se juntó la estrella improbable del acaso.

No creo que exista en otro deporte una situación tan especial e inesperada como la del hoyo en uno. Esta improbable condición es el súmmum mismo de la casualidad o extrema coincidencia, o quizá de lo que en inglés se conoce como “serendipity”. Es probable que algo que -en cierto modo- pudiera comparársele, o parecérsele, es el gol olímpico en el balompié, en el cual ciertamente cuenta la técnica en la ejecución; y en el que tal vez, si bien lo pienso ahora, el efecto del viento pudiera aportar el ingrediente del azar que sería equivalente. Aunque, en el tanto que puede conseguirse en el tiro de esquina, debe contarse también con la posibilidad de que tanto el arquero como los defensas no atinen a evitar que la entrada del balón se produzca…

Un hoyo en uno es algo que se consigue solo ocasionalmente, pues no es algo que sucede todos los días. En los torneos de golf es frecuente que se premie un hoyo en uno con la oferta -y correspondiente entrega- de un vehículo de especiales características; el premio es, por lo mismo, un reconocimiento de que su realización es algo tan improbable que la entidad patrocinadora corre el riesgo de ofrecerlo porque considera que es sumamente difícil que alguien logre conseguir esa proeza; pero, lo cierto es que, aunque en forma muy ocasional, la proeza ocurre... Sé de ocasiones en que se consiguió más de un hoyo en uno en el mismo torneo, y aun en el mismo día; en lo personal, conozco de una pareja de hermanos, que son mis amigos, que lograron conseguirlo en dos hoyos distintos, en el mismo torneo y jugando en el mismo día...

El golf es un juego de ritos y protocolos. Por ello, la tradición cuenta mucho a la hora de conseguir esta hazaña deportiva. Se entiende que quien la logra, lejos de recibir un premio, debe “castigarse” pagando todos los tragos que se consuman en el club que ha sido testigo de su afortunada jugada. Por ello, y para evitar que alguien, que hace algo así de extraordinario, sea penalizado con desaprensivos consumos ajenos, los clubes acostumbran contratar un seguro, de monto considerable, que sirve para cubrir el importe indiscriminado de bebidas y otros antojos gastronómicos que pudieran afectar la desprevenida billetera del impensado héroe...

Me parece a mi que si alguien tiene que pagar por dicho consumo, deberían ser los integrantes del “foursome”, es decir los demás miembros del grupo que acompaña a quien consigue la hazaña; por lo mismo, aquel seguro que los clubes contratan debe servir, más bien, para aliviar la inesperada “entrada en gastos” de los jugadores referidos. Sea lo que sea, esto de lograr un “hole in one” es algo excepcional, feliz e indescriptible; algo que uno mismo no sabe cómo lo consiguió y que -de antemano- sabe que lo más probable es que no lo pueda volver a repetir en los días de su vida.

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