04 enero 2015

Metido en un berenjenal...

Las lenguas dravídicas son habladas por más de doscientos millones de personas. El hindú tamil y el idioma hablado en la costa de Malabar son dos ejemplos de esas lenguas. Estas, al igual que el vasco y el coreano, son una curiosidad lingüística; parece que no están emparentadas con ninguna otra lengua en el planeta. En el caso de las lenguas dravídicas, incluso se sugiere que pertenecerían a un supuesto continente que se habría hundido y que estuvo ubicado hacia el sur de la India.

Pero no es de lenguas que quería hablarles, sino de berenjenas. Pero, como siempre me pasa, empiezo con una cosa y termino con otra; y así muchas veces termino metido en un embrollo o, mejor dicho, en un berenjenal. Y es que la palabra berenjena es de origen dravídico. Luego, los persas la habrían tomado prestada; y más tarde nos habría llegado al castellano -y a algunas lenguas europeas- a través del árabe. En francés se dice "auvergine" y en inglés "eggplant" que literalmente quiere decir "planta de huevos", en probable referencia a la mata que la produce.

A mí me encanta la berenjena. Por una razón asociativa, frente a la cual no encuentro motivo ni explicación, siempre la estoy confundiendo con la alcachofa. Yo sé que no existe aparente razón, pero sospecho que tiene que ver con que ninguna de las dos las había saboreado mientras fui niño. Por eso debe ser que, en ambos casos, estos frutos pasaron más tarde a contar entre mis favoritos.

No recuerdo, en el caso de la alcachofa, cuándo fue la primera vez que la comí; sin embargo, no creo que me haya pasado lo mismo que a un amigo que llegó un día a visitarme en casa y a quien invitamos a almorzar de improviso. El aludido visitante se quedó esperando a que los demás iniciáramos nuestro alimenticio rito y, al ver que esperábamos a que él iniciara su degustación, terminó por confesar su nada vergonzante ignorancia. "Y esto, cómo se come?", preguntó. Ese amigo, como les sucede a millones de personas, jamás se había servido una alcachofa "en vivo y en directo"; y sólo había visto corazones de alcachofa en enlatado o en conserva.

Mas, de vuelta a las berenjenas, debo decir que es uno de los alimentos más sabrosos que jamás haya comido. Preparadas en forma gratinada al horno, y aderezadas con tomate y aceite de oliva, constituyen uno de los alimentos más sabrosos que pueden satisfacer al paladar. En el sur de Francia existe una forma especial de preparación; acompañadas de zucchine (calabacín), zanahoria, cebolla, pimientos y tomate, que se conoce como "ratatouille": es una de las recetas más formidables que existen!

Con la berenjena sucedió un poco lo de la alcachofa, que la gente no la compraba porque no sabía cómo prepararla, ni sabía cómo la tenía que comer. Es más, parece que hubo un tiempo en Europa en que, por desconocimiento, se creía que estaba asociada con ciertas enfermedades y  por un tiempo se creyó que estaba relacionada con la epilepsia y la locura. Los locos, la verdad, eran todos aquellos que no la habían comido; pues, como se habría de demostrar, la berenjena tiene un muy importante valor alimenticio. Tiene, en efecto, poderes medicinales y curativos.

La berenjena se cultiva en una planta espinosa de hojas estrelladas; por su aspecto intrincado, estos matorrales han dado origen a una voz que equivale a embrollo o lío: el “berenjenal”. La forma tradicional es parecida a la del aguacate; en cuanto al tamaño, las más comunes son asimismo unas dos veces más grandes que dicho fruto, aunque las alargadas pueden duplicar ese tamaño. Las bayas pueden tener diversos colores, pero las más conocidas tienen una coloración oscura brillante, de una tonalidad negruzca con un tinte de morado. Hay platos deliciosos alrededor del mundo que utilizan berenjena como son: la "parmigiana" italiana, la "mousaka" griega, el "imam bayildi" turco y el "baba ganoush" árabe. Ah, la berenjena!

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