09 julio 2016

De ratas y más ratones

Hoy quiero hablarles de Douglas Carl Engelbart, no he dicho Engelbert sino Engelbart, un apellido alemán. Tampoco he dicho Engelbert Humperdinck, quien fuera un famoso y bien parecido cantante inglés que realmente se llamaba Jorge Arnoldo Dorsey y que popularizó canciones como “Release Me”, “El Último Vals” o “Spanish Eyes”, por esos olvidados años de final de la década de los sesenta, cuando yo recién salía del colegio y me estaba haciendo ya piloto... Sí, quiero hablarles del formidable Engelbart y también de... ratones!

Yo no creo que vi muchos ratones cuando era niño, pero siempre escuchaba que se hablaba de estos animales con cierto desafecto, quizá debido a la repugnancia que provocaban. Se hablaba de las ratas, que son más grandes que los ratones, e incluso de los pericotes que son un tipo aún más aventajado de esas despreciables ratas. Pero aun los pericotes son pequeños comparados con un tipo de rata que una vez avisté en una céntrica calle de Bangkok, cuyo tamaño superaba con creces al de un felino doméstico bien alimentado... Ese roedor me hizo un ruidito amenazador y nada amigable; aquella era una rata descomunal, la más aventajada en tamaño que jamás hubiera visto en mi vida.

Fue en Guayaquil, en uno de esos mis primeros viajes, cuando todavía tenía edad preescolar, que vi por primera vez unas ratas que se pudieran llamar "maltoncitas" (como decían en la casa de la abuela); ahí ha de haber sido donde aprendí la diferencia entre ratas y ratones, diferencia que nada tenía que ver con el género de esos roedores. Ahí mismo, en Guayaquil, habría de escuchar un término costeño para designar a los ladrones, personajes que desde siempre creí que caminaban sobre los tejados de zinc que parecían cubrir todas las casas porteñas, para luego asaltarlas; barrunto que esa voz repetida como advertencia (¡ratero!, ¡ratero!) estaba relacionada con tan horribles animales.

Pero es a Douglas Carl Engelbart, un fantástico inventor e ingeniero americano, a quien debemos eso de que -con alguna frecuencia y por doquier- hoy tomemos y conservemos un cierto tipo de ratón en nuestras manos; y que, al hacerlo, lo hagamos sin escrúpulo, sin asco, sin muecas de desprecio o repugnancia. Eso, porque este ratón, de tipo electrónico, es un componente que incorporan los ordenadores, uno que fuera ideado por Engelbart, adminículo que haría más fácil la operación de los modernos computadores que en la actualidad resultan no solo de gran utilidad sino ya indispensables.

Se cuenta que Engelbart reflexionó un día en que las personas viven solo para "tener un buen trabajo, casarse y ser felices por siempre jamás"; y que meditó en que le hubiera gustado hacer algo que ayudara a hacer del mundo un mejor lugar. Detrás de las investigaciones e inventos de Engelbart había toda una filosofía: consideraba que a medida que avanza la civilización, el hombre iba a enfrentarse a problemas cada vez más difíciles de resolver. Era, por tanto, muy importante potenciar la inteligencia humana y aprender a buscar métodos para gestionar en forma mancomunada la iniciativa de encontrar nuevas soluciones.

Así también, Douglas Engelbart, propició la invención de otros recursos como el hipertexto y el hiperlink, herramientas sin las cuales el Internet no sería el arma formidable que es hoy en día, y que resultan imprescindibles para las tareas de exploración e investigación relacionadas con el conocimiento. De este modo, puso en manos de todo el mundo ese diminuto artilugio que tiene el nombre de un pequeño roedor debido al alambre de conexión que se parece a su cola.

Ayer volví, luego de algún tiempo, a Guayaquil; asistí a reunión de negocios de aviación en las instalaciones de una muy interesante empresa. Es esa una entidad comercial donde pude apreciar que sus empleados trabajan con inusitada alegría. Y pude advertir, en ese grupo humano, un raro sentido de colectividad y de pertenencia. Me pareció ahí que algo se había contagiado de aquel espíritu transformador de Engelbart, parecía que habían descubierto que en la vida siempre puede haber algo tanto o más importante que solo casarse, tener un buen empleo y vivir "happy ever after"…

Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario