En la
oscuridad todos los gatos son pardos (y las gatas también…). Proverbio
castellano.
Caveat emptor (advertencia al comprador): la presente entrada solo pretende convertirse en un collage –una combinación de elementos de variada procedencia– de notas, impresiones y comentarios relacionados con un artículo de Alex Grijelmo, el mismo que hace referencia a un viejo tema: la insulsa e innecesaria duplicación de sexo que hoy existe por considerársela “políticamente correcta”. Estuve tentado a titular esta entrada “Apostillas a un artículo”.
Dice Grijelmo que: “quienes defienden la duplicación (que parecen pertenecer a una misma tendencia), solo lo hacen con sustantivos “positivos” (médicos y médicas; sanitarios y sanitarias), pero nunca con los “negativos” (contagiados y contagiadas; fallecidos y fallecidas; ni claro, tampoco, corruptos y corruptas, o banqueros y banqueras, o, (desde luego) jamás, criminales o crimínalas”. Esta curiosa e insustancial costumbre, en el criterio del lingüista español, “resulta ajena a las necesidades de la lengua, pues sabemos que la ausencia en el significante no implica la usencia en el significado, que es lo que importa. ¿Cómo podremos entender, por ejemplo, que se diga que “ningún menor deba tener acceso a la pornografía? ¿Eso significa que las menores no importan? ¿Y cómo entender que hemos de hacer algo ‘juntos y juntas’?: ¿estamos hablando de dos grupos separados?”. ¿O, qué mismo? (digo yo).
Los que así proceden estarían incurriendo exactamente en lo mismo, sostiene Grijelmo, pues “estamos discriminando con las asimetrías sexistas o duplicando unas palabras sí y otras no” Esto termina constituyendo –digo yo– una lamentable consecuencia del nefasto influjo del falso feminismo y de la mojigata ideología, en especial en la política y el periodismo, pero hay el peligro de que se vaya colando en los documentos jurídicos y textos oficiales y termine contaminando a la propia literatura. Ya lo había advertido Javier Marías: "algún día oiremos que los perros y las perras son los mejores amigos y amigas de los hombres y de las mujeres".
Decía un comentarista de ese mismo artículo que hoy analizamos: “En castellano, el plural masculino funciona como termino inclusivo en los sustantivos referidos a los humanos (mis padres, incluye a mi padre y a mi madre) y, por lo tanto, las duplicaciones son innecesarias. En las referencias a animales, el género no marcado varía dependiendo de las especies. Nadie en su sano juicio pensaría que entre las jirafas no hubiera machos; ni entre los chimpancés, hembras, ni que se discrimine o invisibilice a los unos o a las otras al utilizar esos términos”.
‘Sería bueno –decía un tercero– que la RAE especificara los sustantivos invariables para el género, como los terminados en -ente/-ante: el/la cantante, el/la ayudante... así como los terminados en -z: el/la juez, el/la capataz, en -l: el/la concejal, el/la fiscal, y los terminados en -er: el/la sumiller, el/la canciller. Ya sé que hay unos pocos términos ya consolidados que no se ajustan, pero esta norma está en "el genio de nuestra lengua" como diría el mismo maestro Grijelmo”. “Es muy simple –apostillaba otro–, si decimos ‘la maldad es inherente al hombre’… ¿estamos refiriéndonos únicamente a los hombres o, también, a las mujeres?”
Al respecto, Grijelmo sugiere “un principio de acuerdo”: “Creo que los hablantes –expresa–, sin que nadie nos obligue, en un sentido o en otro, debemos ser libres de duplicar o no. Al menos, podemos ponernos de acuerdo en eso”.
Yo no soy tan generoso, sin embargo. Como Grijelmo, creo que cada cual puede hablar como le dé la gana; mas, para el caso de documentos oficiales o de textos legales debe evitarse aquella anodina duplicación, que no visibiliza a nadie, sino que solo crea una tediosa y, muchas veces, confusa repetición. El apoyo al sexo femenino debe darse con claras políticas públicas, nunca con volteretas ni malabares gramaticales que, más bien, resultan contradictorios y contraproducentes, a más –desde luego– de vacuos e improductivos.
En cuanto al epígrafe, eso de los gatos que en la oscuridad siempre parecen pardos, creo que es, de alguna manera, fascinante aquello de que los gatos estén en alrededor de, al menos, una docena de refranes y aforismos en nuestro idioma… Sí, ¡algo de enigmático hay en ellos! Ya habrá tiempo para adentrarnos en el tema y tratar de desentrañar aquello. Por hoy, solo nos interesa el significado del adagio que –en mi opinión– solo expresa la advertencia de que cuando algo está oscuro, es fácil confundirse si no se tiene una visión adecuada.

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