La reciente desaparición del cantautor mejicano Alberto Aguilera, mejor conocido como Juan Gabriel, habría provocado ciertos comentarios (harto inoportunos) por parte de Nicolás Alvarado, Director de Televisión de la UNAM (milenio.com - 30 de agosto de 2016), que causaron un inusitado revuelo, no sólo entre los admiradores del artista, sino también un clamoroso rechazo -por su probable carácter discriminatorio y ofensivo- en las distintas redes sociales. Peor aún, desencadenaron la dimisión del propio funcionario debido al impacto que su artículo había causado por sus despectivas y poco afortunadas declaraciones.
Alvarado había comentado que las canciones del "Divo de Juárez" se caracterizaban por una letra carente de sintaxis y prosodia, y saturada de elementos que se situaban entre el absurdo y el lugar común; y que le irritaban las lentejuelas de sus atuendos por "nacas", o cursis. Lo malo es que este término, en México, implica una condición de carácter no sólo derogatorio, sino que además supone una manifestación discriminatoria y de segregación racial. Tratar a alguien de naco puede implicar una expresión de rechazo a lo que pudiera considerarse como un valor. El artículo parecía criticar al cantante no sólo por su forma un tanto amanerada de cantar, sino por una manera de actuar y de vestir, nunca exenta de elementos rimbombantes y excesivos.
Una tarde en el D.F. (como así llaman los mejicanos a su enorme capital) averigüé al conserje de un hotel, que qué mismo quería decir aquello de naco. Pos "pinche", me respondió. Ante lo que no tuve más remedio que volverle a inquirir: "Y que quiere decir pinche", pregunté. "Pos lo mismo -me respondió-, quiere decir exactamente lo mismo que naco!"...
Naco, cholo, longo, guajiro, paleto, hortera, vulgar, tosco, rústico, pinche, cursi, huachafo, roto, chabacano... En fin, tanto adjetivo o sustantivo que se usa en nuestro idioma (y de acuerdo con cada país o localidad) con la intención de referirse a unos gustos que no se consideran refinados, o a preferencias de probable "mal gusto". A veces se utilizan más como adjetivo que sustantivo, otras más como sustantivo que adjetivo. A estos se los convierte inclusive en verbos, con el afán de localizar unos gustos en un sector social; y, en ocasiones, con el evidente o disimulado propósito de insultar. Según el diccionario, más que mal gusto, estos términos implicarían la pretensión de ser elegante, sin alcanzar a conseguirlo.
Son términos que tienen, por lo mismo, dos tipos de connotación: una relacionada con los gustos y lo cultural, y otra claramente discriminatoria: implica una condición de ser burdo, tosco o "campesino". Pero... ¿Quieren ellos significar realmente campesino? Debemos empezar por reconocer que no todo campesino es inculto (o que no es cultivado), y que tampoco no todo personaje urbano es necesariamente culto o deja de ser zafio por el simple hecho de no ser un campesino. Por el contrario, la miseria de la ciudad torna a muchos de sus integrantes en seres burdos e inciviles, con gustos no sólo cursis, sino en seres propensos al abuso y a la grosería.
Soy de la impresión que la cándida intención del funcionario académico fue la de referirse a los controvertidos gustos y preferencias del cantante mejicano; mas, como contrapartida, la reacción de los seguidores del artista supo tomar esos comentarios como una declaración segregacionista y de carácter racial. El episodio lleva a reflexionar en qué es el buen gusto y en qué significa la cultura, pues el gusto es -y no puede ser de otro modo- algo subjetivo y personal: lo que es de buen gusto para unos, no lo es necesariamente para otros. El gusto está siempre sujeto a un inevitable sentido de subjetividad.
Por otra parte, la "no cultura" es, en sí misma, una forma de subcultura; en otras palabras: la ausencia de cultura es ya otra forma de cultura. Todo aquello que se pone de moda o se hace parte de un patrimonio, o legado, se convierte en la llamada "cultura popular". Resulta irónico pero sintomático: Alvarado termina su breve escrito y decide escuchar una canción de Boris Vian titulada "J'suis snob" (“Yo soy esnob”), que no quiere decir otra cosa que "Yo soy ingenuo"… Ortega y Gasset decía que esnob viene de "sine nobilitate": sin nobleza.
Alvarado había comentado que las canciones del "Divo de Juárez" se caracterizaban por una letra carente de sintaxis y prosodia, y saturada de elementos que se situaban entre el absurdo y el lugar común; y que le irritaban las lentejuelas de sus atuendos por "nacas", o cursis. Lo malo es que este término, en México, implica una condición de carácter no sólo derogatorio, sino que además supone una manifestación discriminatoria y de segregación racial. Tratar a alguien de naco puede implicar una expresión de rechazo a lo que pudiera considerarse como un valor. El artículo parecía criticar al cantante no sólo por su forma un tanto amanerada de cantar, sino por una manera de actuar y de vestir, nunca exenta de elementos rimbombantes y excesivos.
Una tarde en el D.F. (como así llaman los mejicanos a su enorme capital) averigüé al conserje de un hotel, que qué mismo quería decir aquello de naco. Pos "pinche", me respondió. Ante lo que no tuve más remedio que volverle a inquirir: "Y que quiere decir pinche", pregunté. "Pos lo mismo -me respondió-, quiere decir exactamente lo mismo que naco!"...
Naco, cholo, longo, guajiro, paleto, hortera, vulgar, tosco, rústico, pinche, cursi, huachafo, roto, chabacano... En fin, tanto adjetivo o sustantivo que se usa en nuestro idioma (y de acuerdo con cada país o localidad) con la intención de referirse a unos gustos que no se consideran refinados, o a preferencias de probable "mal gusto". A veces se utilizan más como adjetivo que sustantivo, otras más como sustantivo que adjetivo. A estos se los convierte inclusive en verbos, con el afán de localizar unos gustos en un sector social; y, en ocasiones, con el evidente o disimulado propósito de insultar. Según el diccionario, más que mal gusto, estos términos implicarían la pretensión de ser elegante, sin alcanzar a conseguirlo.
Son términos que tienen, por lo mismo, dos tipos de connotación: una relacionada con los gustos y lo cultural, y otra claramente discriminatoria: implica una condición de ser burdo, tosco o "campesino". Pero... ¿Quieren ellos significar realmente campesino? Debemos empezar por reconocer que no todo campesino es inculto (o que no es cultivado), y que tampoco no todo personaje urbano es necesariamente culto o deja de ser zafio por el simple hecho de no ser un campesino. Por el contrario, la miseria de la ciudad torna a muchos de sus integrantes en seres burdos e inciviles, con gustos no sólo cursis, sino en seres propensos al abuso y a la grosería.
Soy de la impresión que la cándida intención del funcionario académico fue la de referirse a los controvertidos gustos y preferencias del cantante mejicano; mas, como contrapartida, la reacción de los seguidores del artista supo tomar esos comentarios como una declaración segregacionista y de carácter racial. El episodio lleva a reflexionar en qué es el buen gusto y en qué significa la cultura, pues el gusto es -y no puede ser de otro modo- algo subjetivo y personal: lo que es de buen gusto para unos, no lo es necesariamente para otros. El gusto está siempre sujeto a un inevitable sentido de subjetividad.
Por otra parte, la "no cultura" es, en sí misma, una forma de subcultura; en otras palabras: la ausencia de cultura es ya otra forma de cultura. Todo aquello que se pone de moda o se hace parte de un patrimonio, o legado, se convierte en la llamada "cultura popular". Resulta irónico pero sintomático: Alvarado termina su breve escrito y decide escuchar una canción de Boris Vian titulada "J'suis snob" (“Yo soy esnob”), que no quiere decir otra cosa que "Yo soy ingenuo"… Ortega y Gasset decía que esnob viene de "sine nobilitate": sin nobleza.
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