16 diciembre 2017

Estigma y salud mental *

* Artículo escrito por Gitte Furdal Damm, para la revista aeronáutica AeroTime.
  Con mi traducción y edición.

Un estigma rodea los asuntos de salud mental entre los pilotos, y parece un tópico frecuente en aviación; a pesar de ello, eso de ser abierto y honesto se percibe como una debilidad en lugar de una fortaleza. Se cree que los pilotos, especialmente, están hechos "del material adecuado". Parece que viene con el oficio, que se pueden desempeñar cuando quiera y donde quiera.

Hace años atendí un curso recurrente de CRM. Entonces fuimos informados del alto número de auxiliares de vuelo enfermos debido a estrés. Y pregunté "¿cuán grave es el estrés entre los pilotos?", el instructor me quedó mirando con sorpresa y contestó: "no tenemos reportes de la cabina de mando, se supone que los pilotos se hacen cargo de los problemas de los tripulantes de cabina de pasajeros". Nadie añadió ningún comentario... Y, aunque hemos progresado, el estigma todavía existe. ¿A qué apuntamos cuando hablamos de salud mental?

En el 2011 me fui con permiso por tres meses. Recuerdo haberme sorprendido cada vez que conversaba con mis colegas. Aunque su pasión por volar seguía intacta, estaban extenuados hasta un punto que antes no había reconocido. Uno me dijo cómo estuvo al borde del llanto debido a fatiga, cuando sonó la alarma a las 4 de la madrugada, teniendo que enfrentar 6 sectores en pleno invierno. Otro me dijo cómo se quedó dormido en el sofá cuando se puso a conversar con su familia. Y, sin haber compartido con sus hijos, hizo maletas para irse otra vez de vuelo. Yo mismo, volando rutas cortas, me sentí en esos años como si anduviera corriendo. Tratando de satisfacer los itinerarios, recibiendo siempre la respuesta de los planificadores: "Podemos extender a discreción del comandante", cuando llegábamos a los límites de servicio.

Entonces, ¿por qué no reportarse indispuesto o cansado? Creo que la explicación es en parte el estrés causado por los temores relacionados con la estabilidad del trabajo. Todo el mundo, hoy en día, tiene conciencia de lo frágil que puede ser la seguridad laboral. Muchos hemos visto cómo quiebran las aerolíneas, y algunos lo hemos experimentado más de una vez. Esta realidad tiene un efecto lateral en el trabajo. Uno se excede algunas veces con tal de cuidar el puestito; uno no quiere dar problemas, solo conservar "la pega". Mientras tanto, uno va combinando esos temores con el cansancio. Y ese es un cocktail muy peligroso: fatiga más estrés. Uno ha perdido la sensación de bienestar; vive en "modo de vuelo".

La reacción del estrés es un mecanismo fantástico que garantiza nuestra supervivencia. Y, en dosis pequeñas, puede mejorar nuestro desempeño y ponernos alerta para las amenazas que enfrentamos. Pero, enfrentar el estrés en el mundo de hoy, no es igual que luchar contra un animal en la pradera. Es como tratar de luchar o huir de las amenazas de la propia mente, las que uno mismo ha creado. El problema es que el estrés fue "diseñado" para que uno se enfrente a las amenazas físicas, las gestione y luego se reponga. Solo ahí las hormonas de la adrenalina y el cortisol nos llevan de nuevo al nivel normal.

Hoy en día, eso de lidiar contra nuestros fantasmas, crea la misma respuesta y producción de hormonas, sólo que múltiples veces en el mismo día. Sin embargo, no es una pelea física; y, entonces, honestamente, ¿cuán buenos somos para recuperarnos? Esto nos deja saturados de cortisol, que literalmente nos revuelve la mente. La amígdala límbica, que está asociada con el miedo, se pone a trabajar en tiempo extra; al mismo tiempo, el hipocampo -que está asociado con la memoria- puede lastimarse por exceso de cortisol. Uno puede empezar a sentir algunos de los síntomas de estrés: como quedarse dormido, sentir aumento de los latidos del corazón, olvidarse de las cosas pequeñas, ponerse irritable, perder interés por lo que pasa alrededor y sentir el deseo de tomarse una copa de más o comerse una barra extra de chocolate.

¿Qué podemos hacer para reducir el estrés? Primero, hay enfatizar que estar estresado no es una debilidad, sino más bien una condición de que estamos intentando algo muy difícil. En mi opinión, es una gran fortaleza, en un trabajo que depende tanto de nuestra salud física y mental, que seamos capaces de reconocer y actuar frente a los síntomas del estrés. Y que tengamos la seguridad de que no somos los únicos que lo sentimos así.

Aquí van unas pocas estrategias para mitigar el estrés:

•    Usar las relaciones sociales: esta es una de las mejores maneras de prevenir o reducir altos niveles de estrés, y poder hablar de lo que nos estresa.
•    Ejercicio: ya lo hemos oído, pero recordemos que un buen nivel de cortisol en el cuerpo tiene el propósito de energizar los músculos para luchar o huir. Queme esas hormonas con ejercicio.
•    Recuperación: déle a su mente un descanso. Intente meditar, o deje aparte algo de tiempo para hacer lo que le gusta y que no exija mucho de usted.
•    Hágase un plan: tiene que aceptar algo o cambiar algo, si quiere evitar mucho estrés. Dicho esto, cuando se trata de asuntos mentales, no se debe concentrar a nivel individual; es preciso manejarlo a nivel organizacional. Si nos interesa superar el estigma relacionado con la salud mental, hay que crear una cultura empresarial donde se acepte la expresión de estas inquietudes, sin el miedo de consecuencias en el trabajo.

Por lo tanto, ¿por qué se estigmatiza la salud mental en aviación? En vista de que nadie habla abiertamente de estrés en las aerolíneas -muchos pilotos tienen miedo de no pasar su chequeo médico, sin darse cuenta que pueden recibir tratamiento-, puede ser difícil comentar acerca del tema porque es individual y no es percibido por los demás. Es más fácil decir: "me rompí el brazo, y no voy a poder volar por unas dos semanas". Una de las razones por las que los pilotos prefieren no comentar es por falta de confianza en sus jefes.

Ser piloto es un trabajo dinámico, con diferentes colegas todo el tiempo, con distintos lugares para viajar; tal vez no ha visto a su jefe por algunos meses. Esto puede crear distancia y una cultura, entre los tripulantes, donde es "ellos contra nosotros" haciendo difícil crear un tipo de confianza que nos haga sentir cómodos para hablar acerca del tema de la salud mental. Hemos visto el problema de la fatiga de vuelo. Una vez más, es un asunto individual, no es blanco y negro. Un estudio hecho en el 2012 demostró que solo alrededor de 20 a 30 % de los pilotos presentan un reporte cuando se sienten fatigados. El argumento que escucho por todas partes, cuando enseño, es: "¿para qué molestarnos?, si nadie hace nada de todos modos".

A la luz de esto, se puede sugerir que un primer paso para crear una cultura, donde la salud mental sea tomada seriamente, es no solo hablar de gestión de riesgos de fatiga –como aquél "está escrito en el manual"-, sino involucrarse en implementarla y darle prioridad en la compañía. Se podría sugerir que las autoridades harían bien en chequear si este es el caso en las aerolíneas. Quizá, si los pilotos se sentirían escuchados y tomados en serio cuando expresan sus preocupaciones, pudieran acercarse a un mejor estado de bienestar...

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