04 diciembre 2017

Un huésped "malvenido"

* Artículo aparecido en el portal 4 Pelagatos con el título "Correa no se olvidará el soberbio panzazo que se pegó". Está escrito por José Hernández. Lo he re-titulado con una palabra que no existe en el diccionario, ausencia que obligaría a decir "huésped no bienvenido".

"Los músculos cigomáticos flojos, la frente baja, los dientes apretados, las cejas levantadas, la mirada ausente… Rafael Correa luce desencajado. No se sabe, y no se sabrá, si venía desilusionado. O si aquí se desengañó. Pero lo cierto es que en adelante no podrá ignorar el desfase que hay entre lo que él dice y cuentan sus aduladores y lo que realmente ocurre. Nunca olvidará el panzazo que se pegó en este viaje.

Obviamente ni él ni sus halagadores, peor sus troles digitales, van a expresar la letanía de reveses y desaires acumulados en tan pocos días. Las concentraciones raquíticas. Sus anémicas ruedas de prensa. Sus discursos cansinos y pesarosos. Ese amago de optimismo tras el cual disfrazó su desesperación. Incluso en la entrevista de CNN con Fernando del Rincón -promocionada a todo taco en sus redes- le fue pésimamente. Perdió el manejo de la Corte Constitucional, del CNE, del grupo parlamentario, del partido…

Ante la adversidad, Correa y los suyos desempolvaron el libreto rodado: hablaron del pánico que Correa causa al gobierno. De los ríos de gente que, “con afecto, esperanza y alegría”, celebran al líder a su paso. De los miles de militantes que, en cada encuentro, reiteran que él es el camino correcto de la revolución ciudadana… Pero esta vez no tuvieron el aparato mediático para convertir esas falacias en verdades oficiales. Bastó una toma abierta -y muchos ciudadanos hicieron ese trabajo- para probar que sus ríos de gente eran, en realidad, un puñado de militantes.

Los rostros de los protagonistas completaron la información: Rafael Correa demudado. Ricardo Patiño hecho una noche. Virgilio Hernández ausente. Doris Soliz apabullada. Gabriela Rivadeneira cariacontecida… Los ciudadanos en las redes no se equivocaron: leyeron la película que estaban viendo: el ciclo Correa se acabó. Su viaje, lejos de constituir un retorno triunfal, resultó su final de partida. Correa tiene más pasado que futuro y sus seguidores sin él, ahora que la Consulta es un hecho, tendrán serios problemas para mantenerse en el escenario político. Correa en este viaje encaró una realidad que él y los suyos negaban: el correísmo sin él en el poder no existe. Obviamente quedan rescoldos que para Correa, sin infraestructura del Estado, sin sánduches y lejos del país, le será prácticamente imposible reavivar.

Este viaje deparó a Correa y a sus seguidores un panzazo mayor, que los ciudadanos se encargaron de evidenciar en las redes sociales: su doble moral, el caretuquismo que tanto endosó a sus críticos. Oírlo hablar de democracia, de separación de poderes, de legalidad, de censura de prensa, de persecución política; oírlo, a él que se dijo jefe de todos los poderes, decir que en Ecuador hay un golpe de Estado porque Moreno convocó la consulta… Oír a Gabriela Rivadeneira, Marcela Aguiñaga, Doris Soliz repetir lo mismo; ver cómo Virgilio Hernández acusa a Moreno y a los suyos de estar embriagados de poder… puede hacer pensar en un universo paralelo.

Correa y los suyos torturaron tanto los conceptos, manipularon tanto las leyes, pisotearon tanto la democracia y los derechos ciudadanos que en este viaje probaron, con creces, que se quedaron sin palabras para comunicarse con el país. Cualquier cosa que digan no solo resultará inverosímil: habrá vídeos, testimonios, informaciones, decretos, leyes… que probarán que ellos hicieron lo que hoy le endosan a Moreno. Cínicos impenitentes, creen que los ciudadanos son desmemoriados. Fingen ignorar que esos ciudadanos ante los cuales hablan no fueron sus víctimas o, al menos, testigos de sus políticas y de sus prácticas siniestras.

Correa acusa otra vez a la prensa de ignorarlo. Es falso: su palabra ya no significa nada. Ahora el país sabe que puede decir una cosa y lo contrario y decirla con una desfachatez que lastima. Su palabra es su enemigo. En las redes circularon muchos ejemplos del doble lenguaje que siempre tuvo, pero que muchos no veían. Hoy Correa y los suyos quisieran poner en las palabras significados que ayer negaron.

Correa fue profético para describirse y describir a los suyos, creyendo hablar de otros: caretucos y dignos exponentes de la doble moral. Su carácter profético tuvo mayores alcances que se han comprobado en este viaje: habló de amargados, de odiadores… Basta verlos, basta oírlos para saber que siempre habló de él y de sus fanáticos."

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