20 julio 2018

La falacia del llanero solitario

He leído en estos días un interesante artículo que, con el título “The fallacy of single pilot airlines”, ha sido escrito por Steven Lofgren, piloto de United Airlines, en la actualidad presidente del Comité de Asuntos Legislativos de ALPA, la Asociación de Pilotos de Línea Aérea de los Estados Unidos. Lofgren resalta el concepto de que: solo porque algo es posible, no significa que así es como se lo tenga que hacer.

En 1950 ya se había pensado en un avión impulsado por energía nuclear, parecía una formidable idea, hasta que se consideró en la posibilidad de un accidente; además de la liberación de energía atómica que podía afectar en caso de que suceda una desgracia sobre un conglomerado humano. Hoy en día, y por motivos equivocados, se estaría intentando prescindir de uno de los pilotos en la cabina de mando. Incluso se habría creado un comité en el Congreso de los Estados Unidos para impulsar este absurdo despropósito.

En este punto, sería oportuna una importante digresión: a principios de la segunda mitad del siglo pasado, ya se había prescindido del navegante; pasados unos pocos años, gracias a nuevos avances de la tecnología, se dejó a un lado también al encargado de controlar diferentes sistemas: el ingeniero de vuelo. En esos años, la reacción de los colectivos profesionales de pilotos solo fue vista como una reclamación o, si se prefiere, como una reivindicación de carácter laboral. Pero nada se pudo hacer, era inapelable el cambio que vino a producir el avance vertiginoso que tuvo la tecnología. Hoy mismo, si se cuenta con la aplicación adecuada, un pasajero de cualquier vuelo comercial, puede conocer en forma exacta, si el piloto está siguiendo la trayectoria correcta o, incluso, el procedimiento exacto en cualquier lugar de la aproximación. ¡Yo lo hago con mi Ipad!

La NASA, según el autor del artículo, ha efectuado varios estudios en ese sentido. El más reciente se habría efectuado en septiembre de 2017; según esos estudios, las implicaciones de seguridad y el riesgo involucrado no justificarían los ahorros en el costo operacional al prescindir de uno de los pilotos. Estas investigaciones son enfáticas en sus resultados y conclusiones: no se lo debe intentar. Sin embargo, el Comité de Ciencia, Espacio y Tecnología habría autorizado a la FAA a desarrollar un programa a guisa de “estudio”, aplicable supuestamente “solo para cargueros”…

Varios accidentes han podido evitarse gracias a la interacción en cabina de mando (conocida en aviación como CRM -Crew Resource Management- o Manejo de Recursos en Vuelo): el trabajo en equipo de las tripulaciones frente a una situación con posibilidades catastróficas, siendo uno de los más conocidos el ocurrido en enero del 2009 en el río Hudson, NY, con el capitán Sullenberger. Estos episodios no muestran sino el resultado del trabajo en equipo de una tripulación cuando se aporta, en armonía, con un esfuerzo coordinado de conocimientos, entrenamiento y experiencia.

Lo más rescatable es la intención del artículo, que no es otra que la de evitar accidentes, o de salvar vidas. Hoy, es cierto, hay más -y cada vez mejor- automatización, pero volar se ha hecho un oficio cada vez más complejo; la congestión actual se ha agravado más y el futuro, en este sentido, es cada vez más impredecible. Además, en términos de seguridad física, el accidente de la aerolínea Germanwings, en el año 2015, impuso una nueva alerta: no se puede dejar la cabina en manos de un solo piloto, quien, eventualmente, pudiera estar mentalmente afectado…

Eso de intentar programar o asignar a un solo piloto en los aviones comerciales es una mala idea. Es, de hecho, abandonar un concepto de seguridad en la aviación que se ha convertido ya en una emblemática filosofía: la necesidad de tener un reemplazo, o un elemento de redundancia, para toda condición. ¿Qué sucede si ese único piloto se incapacita o si, simplemente, se equivoca? Entonces, ¿para qué quieren las autoridades reducir el número de pilotos en la cabina de mando?, ¿es por simple novelería?, ¿es por algo escondido debajo de la manga, o se trata de ayudar a cuidar los intereses económicos de las empresas aéreas…?

Claro que es posible volar con un solo piloto; los pilotos lo hemos estado entrenando -para la posibilidad de una incapacitación inesperada del otro piloto- cada seis meses en los simuladores de vuelo. Es solo cuestión de estar pendiente y atento a todas las cosas; y, sobre todo, efectuar los procedimientos con calma y de saber organizarse. No hay ningún misterio. Pero ese no es el punto. El tema principal es si hacerlo es seguro; y si, por ahorrar un poco de dinero, hacerlo resulta ético. Además, si hemos de coincidir en que el valor de cada vida humana es incalculable, ¿creemos realmente que vale la pena correr tanto innecesario riesgo?

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