08 julio 2025

Casuística investigativa

Todos fuimos aviadores (‘avionistas’, como con humor dice uno de ellos). Nos hicimos pilotos y aprendimos a volar en diferentes instituciones o academias. Luego hicimos nuestras “horas” y, más tarde, coincidimos y trabajamos para la misma aerolínea. Ahí compartimos una misma “escuela”, que es como una forma de ejercitar la actitud que demanda el oficio. Una vez retirados, más allá de las personales afinidades, continuamos intercambiando recuerdos, celebraciones y experiencias. Seguimos en contacto y hemos creado un chat. En él, es inevitable no compartir comentarios, participar episodios y criterios. Nuestra actividad no consistió solamente en “ir y volver”; a veces enfrentamos “situaciones anormales”, episodios críticos y hasta emergencias…

Pero algo ocurre cuando suceden los accidentes. Ahí es inexorable cursar noticias o compartir información. Lo hacemos anteponiendo un sano propósito profesional, en forma respetuosa y discreta, internamente y sin tremendismo; considerando el dolor de los allegados a las eventuales víctimas, evitando el vano chismorreo o la especulación. Analizamos las probables causas y los iniciales hallazgos. Unos, apoyados en su preparación académica; otros, en su valiosa experiencia. Algunos respaldados en estudios de factores humanos o investigación.

 

Hay voces respetables, sin embargo, de gente que se opone a hacer o aceptar comentarios de-lo-que-pudo-haber-sucedido, o de las razones y motivos, que pudieran existir para que hubiese sucedido un determinado siniestro… Son voces que no solo reclaman respeto a las víctimas y a sus familiares (en lo que les sobra razón), sino que se oponen, con base a ese mismo respeto, a que se adelanten teorías o prematuros veredictos hasta que no se hagan públicos los análisis oficiales de las respectivas juntas de investigación, juntas que han sido creadas para estudiar las evidencias y emitir una conclusión respecto a esas trágicas ocurrencias.

 

No obstante, reconocemos que nos devora la curiosidad... En un mundo que vimos crecer y desarrollarse en forma tan vertiginosa, queremos saber qué es lo que pudo haber ocurrido, o de qué manera pudo ser evitado por el operador de turno; o cómo proceder, cara al futuro, para que quienes siguen heredando nuestro oficio no tengan que enfrentar las mismas fallas o sorpresas; o, por último, para que no vayan a repetir el mismo error… Eso, y nada más, es lo que hacemos en esos grupos y foros profesionales (que siempre son discretos y privados). En ellos compartimos y aportamos criterios, respecto a lo que es oficial, pues ya es público y se conoce (y tiene respaldo serio y contrastado); o, respecto a lo que hicieron o pudieron haber hecho nuestros colegas. Cotejamos tales situaciones con cómo nosotros hubiéramos reaccionado, basados en nuestra aptitud o inutilidad... Aportamos criterios siempre objetivos y mesurados. Aunque para ello, echamos mano de una cierta intuición no exenta de “sexto sentido” (“insight”)…

 

Ahora bien, si lo hacemos en forma seria y responsable, ¿interferimos o entorpecemos las investigaciones?... Creemos que no, definitivamente que no. Tan solo tratamos de cruzar ideas –entre nosotros– y compartir puntos de vista, animados no por el “qué sucedió”, sino por el “por qué fue que eso pasó”: cómo pudo haber pasado lo que por lástima aconteció. En cierto sentido, solo hacemos lo mismo que, a su modo, están haciendo también los investigadores: nos reunimos en privado para, basados en lo que ya conocemos y en lo que pudo haber ocurrido, analizar el motivo, el porqué de lo que pasó. La diferencia es que no disponemos aún de toda la información requerida; sobre todo, parte de aquello que se reconoce como oficial.

 

No descartamos tampoco, y por lo mismo, que pueden haber ocasiones en que, finalizados ya los estudios y análisis respectivos, podremos a veces no estar de acuerdo o, al menos, no completamente, con lo resuelto por las juntas investigadoras. Hay ocasiones, en efecto, en que no necesariamente terminamos coincidiendo con la apreciación de las causas y motivos, o con la conclusión final, sin desmerecer el saber y especialización de quienes conforman esos entes interdisciplinarios de peritaje a los que ellos aportan con su sabiduría, experticia o intuición.

 

El reciente accidente de Air India en Ahmedabad puede ser un claro ejemplo. No hemos estado a la caza de información actualizada para elaborar apresuradas teorías. Sin embargo, y debido a los inusuales aspectos de lo ocurrido, hemos tratado de analizarlo objetivamente, preguntándonos cómo hubiésemos reaccionado nosotros mismos frente a una situación de  similares características; y, visto ya en retrospectiva, qué pudieron haber hecho mejor esos desafortunados –y hoy ausentes– colegas, para así poder seguir aprendiendo…


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