24 mayo 2020

De la granja a la fama… O, casi!

Siempre me llamó la atención que los aviadores americanos (los norteamericanos, quiero decir) se refieran al piloto automático como “George” (Jorge en español), George por aquí y George por allá; y, aunque siempre hay más de una teoría para explicar estos asuntos, aquí les va una que les va a parecer súper interesante. Está escrita y contada por el propio hijo de quien habría dado nombre cristiano a este hoy indispensable artilugio…

De la granja a la fama… O, casi! *
La Historia Nunca Contada de un Pionero, Aviador, Artista e Inventor. George DeBesson, 1897-1965.

* (Información hallada al azar. Con mi traducción y edición)

George DeBeeson, mi padre, había nacido como George DeJean Beeson, en Shickley – Nebraska, un 31 de mayo de 1897. Luego de sus días en la Marina, George optó por un cambio legal de nombre, juntando el De a Beeson. Papá creció en la granja Beeson de Genova, Nebraska, no muy lejos de su lugar de nacimiento. Tenía un talento natural para lo artístico, aunque él y sus tres hermanos aprendieron el oficio de forjador, o herrero, de su propio padre. Las habilidades naturales de George, así como sus distintas experiencias, le llevaron mucho más lejos de lo que sus ocho años de escuela lo hubieran conseguido. En realidad, en un examen oral tomado por un funcionario de educación, años más tarde, éste habría indicado que papá había alcanzado por su cuenta el nivel universitario.

Esto no sorprende, tomando en cuenta que ayudó a su hermano Wes a construir un aeroplano en la granja en 1914. Habiendo sido entrenado en el Cuerpo Aéreo de la Marina en 1918, voló luego por 20 años (incluyendo vuelos de exhibición); tenía su propio negocio registrado; trabajó para la industria aeronáutica; desarrollo un piloto automático; trabajó en sus tareas artísticas hasta llegar a animador en los Estudios Walt Disney por algunos años, y también con Walt Lanz y Universal Studios; creó y fabricó una extensa línea de obras en cerámica; pintó un sinnúmero de paisajes marinos y terrestres; construyó algunos violines y los tocaba; era conocedor de muchos oficios y era bueno en muchos de ellos. Recuerdo que crecí pensando: “Mi viejo puede construir cualquier cosa”, y creo que lo hubiera hecho.

En 1914, los hermanos construyeron un avión en la granja, este estaba hecho de “alambre de piano, lienzo y ruedas de bicicleta”; se inscribieron en la feria del condado y ganaron el primer premio. Eso fue el principio de un agudo interés por la aviación que resultó en años de vuelo y culminó en el desarrollo de un peculiar piloto automático. La historia de la aviación y de la tecnología estaban cambiando rápidamente en las décadas de los veinte y treintas. Recuerdo historias de mi papá rozándose hombros con algunos de los “grandes” de aquellos tiempos, realmente muchos nombres reconocidos. ¡Aquellos debieron haber sido tiempos excitantes! Mi padre trabajó para algunos de los “grandes nombres” de las empresas fabricantes de aviones de ese tiempo, siempre tratando de perfeccionar el piloto automático.

Finalmente tuvo éxito en 1929 y para 1931 ya había patentado un robot que llegaría a superar cualquier cosa que surgió en esos días, de acuerdo a una variedad de diferentes reportes. Algunas empresas se interesaron en financiar y fabricar el robot, pero surgieron complicaciones que se fueron acumulando y que parecieron oponerse al beneficio que papá esperaba disfrutar de sus inventos. Siempre escuché que aquello lo perdió como consecuencia de su divorcio y luego por culpa de una compañía para la que trabajó.

Como lo he revisado de la documentación, he descubierto que papá mantuvo un litigio con una compañía con la que había firmado un acuerdo: se quejaba que sus dueños habían tratado de estafarlo y alejarlo de sus intereses. Se trataba de Kormann Aero-Safety Appliance, una corporación de Nevada que operaba en Glendale, California. No tengo claro qué pasó, pero papá ciertamente no se convirtió en el hombre rico que esperaba ser.

Las cosas estaban sucediendo muy rápido en el mundo de la aviación; y, desde luego, el piloto automático llegó a ser un componente importante en la historia de los aviones. Si la invención de mi padre fue incorporada en un mecanismo que resultaba tan popular en esos días, no lo tengo muy claro. Algunos miembros de mi familia comentan que Sperry o Continental Motors se hicieron de las patentes. General Electric también lo quiso probar posteriormente. El impacto que pudo haber tenido su invento es algo que nunca se llegará a saber. Solo una cosa es segura, y es que eso de llamarle al piloto automático como George, bien pudiera tener un mayor significado que aquél que hoy aparenta a simple vista!

Existe una entrevista a Roland Reiss, efectuada por Paul Karlstrom, para los Archivos de Arte Americano, en la Smithsonian Institution, en ella se describe a mi padre como un “hombre del Renacimiento mal ubicado”. Creo que Reiss se equivoca al afirmar que George DeBeeson inventó el primer piloto automático; pero su descripción de mi padre es muy interesante. “Era todo un carácter” dice, “lo que más me impresionaba era su mente incansable e imaginativa. Me hizo estudiar a Miguel Ángel, Vermeer y Cézanne. Me enseñó todo lo que pudo. Era simplemente un hombre maravilloso, sencillamente un tipo genial”.


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