11 mayo 2020

Sacrificio, o solo cortina de humo? *

* Escrito por Rytis Beresnevicius, para Aerotime Hub.
Título original: “El despreciado asiento de la mitad”. Con mi traducción y edición.

La nunca escrita etiqueta a bordo de un avión establece que quien consigue el asiento del pasillo, disfruta del espacio adicional de estar junto al corredor, incluyendo un acceso al baño en caso necesario. El pasajero que se sienta junto a la ventana tiene el control de la persiana y disfruta de un poquito más de espacio, extendiendo un poco las piernas hacia el lado de la ventana. Mas, el desafortunado viajero que recibe el asiento de la mitad, no tiene ninguna ventaja, si es que viaja solo, se entiende. El no tener acceso ni al pasillo ni a la cortina de la ventana puede convertir un viaje en incómodo si no se tiene suerte con los vecinos de la misma fila.

Con la pandemia del coronavirus, por otra parte, el asiento intermedio ha pasado a ser aun menos solicitado. En la intención de promover la confianza del pasajero, o de cumplir con las regulaciones, las aerolíneas han comenzado a bloquear ese asiento del todo. Otras están vendiendo la opción de bloquearlo por pedido del propio pasajero, mientras algunas otras han respondido muy negativamente a la idea de siquiera hacerlo.

Las reservas no están permitidas

Delta, por ejemplo, ha eliminado la opción de reservar el asiento de la mitad desde mediados de abril. A partir de mayo, ha bloqueado incluso la opción de escoger asientos en aviones regionales y de cabina angosta. United, otra empresa americana, no permite escoger dos asientos contiguos o los del medio, cuando están disponibles. Por otra parte, en el resto del mundo, la Aviación China, por ejemplo, ha limitado los vuelos internacionales a un factor de 75% de ocupación, como medida para evitar la transmisión del virus. Pero esto porque las aerolíneas regulares, en parte, pueden darse el lujo de bloquear los asientos intermedios.

Las empresas dedicadas al servicio del pasajero venden algo más, aparte del pasaje: desde salones elegantes (hoy clausurados) hasta más espacio entre los asientos y comodidad adicional. Las de bajo costo, por su lado, procuran meter tanta gente en un avión como les sea posible. Estas empresas consiguen un factor de ocupación que va entre el 92 y 96%; están basadas en ello para conseguir utilidad en un vuelo y han sido muy enfáticas en contra de clausurar el asiento de la mitad. Uno de sus ejecutivos mencionó que si los gobiernos les pedirían que clausuren los asientos intermedios, un tercio del avión quedaría vacío. “Una aeronave de 180 asientos, se convertiría en una de 120”, dijo un ejecutivo.

Un poco menos reservado ha estado el representante de Ryannair, quien ha dicho que: si las autoridades quieren hacerlo, entonces que paguen ellos mismos, ya que “el asiento de la mitad no proporciona ningún distanciamiento social”, llamando a la medida “medio idiota”. La IATA, entidad que engloba cerca de 290 aerolíneas alrededor del mundo, ha declarado oficialmente que la organización “no apoya medidas obligatorias de distanciamiento social, pues dejarían los ‘asientos intermedios’ vacíos”. Frontier inició una promoción con la opción de que se deje vacío el asiento intermedio, con la idea de ofrecer a los viajeros “tranquilidad adicional o simplemente comodidad”; pero la suspendieron, por temor a que esto se interpretara como un deseo de hacer negocio con la seguridad. “No era esa la intención” dijeron.

Un malabarismo entre la confianza y la lógica 
Hoy las aerolíneas tiene que jugar con dos factores a la vez: la confianza del pasajero y la racionalidad. Mientras parece fácil procurar un balance entre los dos aspectos, las empresas aéreas miran que sus reservas líquidas se están esfumando frente a sus ojos. Muchos operadores están gastando millones al día y apenas reciben algún ingreso. El punto principal de todo, como lo expresó un alto ejecutivo, consiste en que “bloquear el siento intermedio casi no proporciona una medida de distanciamiento social”. La OMS, Organización Mundial de Salud, recomienda mantener una distancia de por lo menos un metro entre persona y persona, para evitar las partículas contenidas en la tos o los estornudos, que pudieran contener el virus.

En los 737 de Delta, por ejemplo, los asientos tienen 44 centímetros de ancho. Eso significa que si dos personas se sientan en la misma fila, dejando vacío el asiento del medio, la distancia entre ellos queda lejos de cumplir con las recomendaciones de la OMS. IATA ha subrayado que si se dejaría desierto el asiento de la mitad, ningún avión de cabina angosta haría negocio, el máximo “load factor” sería 67%; y aun así, es muy discutible, en la práctica, cuántos pasajeros pueden atraer realmente las aerolíneas en estos momentos de baja confianza y estrechez financiera. Por lo mismo, los operadores tendrían ya sea que subir los precios de los pasajes, una opción que se daría de cabeza con la crisis actual, o no volar del todo, ya que de hacerlo quemarían más capital, el mismo que ya es un recurso escaso.

IATA predice que si las empresas estarían limitadas a un factor de ocupación de 62%, limite promedio entre todas las flotas, los precios de los tiquetes subirían en un promedio de 43 a 54%. Aún así, las aerolíneas solo saldrían “tablas” (break-even); lo que significaría que si se suben los precios, sería todavía más difícil hacer negocio. De otra parte, la confianza del pasajero es primordial. Si los pasajeros están preocupados de subirse a un avión, incluso para el caso de quienes no estarían afectados por la crisis financiera, es para las aerolíneas un gran dilema cómo atraer clientes. Mantener la confianza del pasajero de que su viaje no va a resultar en ningún peligro para su salud, pudiera ser la única ventaja en estos tiempos.

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