13 septiembre 2024

De canteras y sinsontes

Era mi colega, y era centroamericano; las chicas (nuestras mujeres) habían acordado apodarlo en silencio usando uno de sus vocablos predilectos: le llamaban “el Escuincle”… Entonces debió haberme intrigado que un término que era utilizado en su tierra para designar a los niños pequeños, hubiera dado un salto en la geografía y también fuera utilizado, con similar propósito, en Loja, la provincia más austral que hay en el Ecuador. Fue a él, a mi compañero de oficio, a quien escuché explicar el sentido de esa otra extraña palabra, aquella de “sinsonte”.

Veinticinco años atrás (fue a principios de los ochenta); yo recién efectuaba mis primeros vuelos como capitán de nave a los principales destinos del sur del continente. Fue ahí que escuché por primera vez esa canción (que creí que era una chacarera) que era entonada, si no por Violeta Parra, por Mercedes Sosa –que creo que es quien de veras la popularizó–. Se llamaba “La maza” (así, con ‘ese’, y no con ‘zeta’). Me encantaban su ritmo y su cadencia, a pesar de su oscuro y enigmático mensaje. Fue, oyéndola, que escuché ese nombre (el de sinsonte) por primera vez. Más tarde descubriría que no era una tonada argentina, que su autor era cubano y que se llamaba Silvio Rodríguez. Pero sería su repetitivo estribillo el que se quedaría en mi memoria y el que no siempre yo lograba descifrar…

 

Qué cosa fuera, qué cosa fuera la maza sin cantera…

 

Sería solo mucho después, ya conversando con mi recordado colega, que descubriría que el sinsonte era un tipo de pájaro que existía en el mediodía de Norteamérica y en los países vecinos al mar Caribe. Se trataba de un ave con un silbido parecido al del ser humano y que tenía la virtud de reproducir el canto de las demás aves. “Tan bien las imita que puede confundir a sus depredadores”, ponderó mi compañero. Para entonces, yo ya me había imaginado que ese espécimen era equivalente al chugo –o huiragchuro–, un ejemplar de color amarillo y alas negruzcas que es muy apreciado en el Ecuador: un tenor que repetía con prodigioso parecido los otros cantos de la floresta. Pronto habrían de ilustrarme que el sinsonte tenía un plumaje más oscuro; una apariencia más bien plomiza…

 

Fue consultando el DLE que encontré que sinsonte era una palabra adaptada; esta, al igual que otras –cenzonte, senzonte o sinzonte–, era la transliteración de ‘cenzontle’, voz utilizada en Honduras y México, que viene del náhuatl centzuntl y que quiere decir “que tiene cuatrocientas voces”. Consultando la enciclopedia confirmé que su taxonomía lo identificaba como mimus polyglottos (imitador políglota), que el sinsonte disponía de pico y patas negras; que era plomizo y con el pecho blanco; que exhibía vetas blancas en las puntas de las alas y la cola; y que usaba el canto para unirse con los demás miembros de su especie y para poder defenderse de sus agresores. Y fue así cómo ya pude interpretar aquello de “Si no creyera en la locura / de la garganta del sinsonte”…

 

No obstante, como ya lo he comentado, sería con algo más, con aquello tan extraño de la maza sin cantera”, con lo que me quedaría intrigado por algún tiempo... Y era maza, y no masa, como para imaginar que pudiera tratarse del pueblo o de una mezcla de materiales a la que, luego de añadirle agua o cualquier otro líquido, se la pudiera convertir en lodo (en una masa)… hasta que un buen día, empecinado como soy, descubrí el extracto de una breve entrevista, que había en Facebook, en la que le preguntaban a Silvio Rodríguez por el significado de aquella letra“La maza” es un poco la razón de ser del artista –respondía Rodríguez–, de su compromiso, que no se deja seducir por los artificios y superficialidades que suelen acompañar a algunas manifestaciones escénicas”...

 

“Ah, ¿la cantera es entonces el pueblo?”, insistía el entrevistador. “No –respondía el cantautor–, la cantera es el sitio de donde se extraen los cantos, la maza es aquello con lo que se golpea la cantera. Si no hubiera una cantera de donde sacar el producto, ¿de qué serviría la maza?”… 

 

Para terminar, propongo una reflexión de mi propia cosecha: si la cantera es el lugar de donde se obtienen los ‘cantos’, los trozos de material o los pedazos de piedra… pero, también (como podría interpretarse) la fuente de donde brotan o surgen los cantos (en este caso, “las melodías”) que, si lo aplicamos a la canción protesta, no es otra cosa que la injusticia y la desigualdad… entonces pudiéramos decir que la maza sería la lucha, el propósito, el mensaje o la motivación. Así, si la maza es esa especie de martillo”, el instrumento que golpea la roca… y si mi maza es la música, por ejemplo, ¿de qué me serviría el esfuerzo de crearla, si ese mensaje no rechaza ni reclama, no contagia ni provoca?... Esto quizá nos lleve a una última reflexión: ¿qué tal si golpeamos la cantera pero la maza no es lo buena que se espera? No sé... no soy dueño del artilugio, solo trato de interpretar el sentido de la extraña canción...


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