02 junio 2016

De santorales y periplos

La Iglesia Católica se ha dado sus modos, a través del tiempo, para ubicar en el calendario los nombres de todas esas personas especiales que son veneradas por sus fieles. De este modo, quienes han sido encumbrados a los altares reciben una fecha específica o festividad para ser conmemorada una vez al año. Claro que son tantos los santos que han sido designados por la Iglesia que, como no hay forma de aumentarle días al año, se ha optado por incluir en el mismo día a diferentes elegidos. Del mismo modo, hay nuevos santos que repiten, otra vez, el mismo nombre y uno termina por no saber por qué mismo los han santificado…

Si se revisa el santoral, advertimos que hay no menos de cinco santos que llevan el nombre de Tomás, siendo los más importantes: Tomás, el apóstol; y el sabio y padre de la Iglesia que asoció el cristianismo con las ideas aristotélicas: santo Tomás de Aquino, discípulo a su vez de otro sabio conocido como Alberto Magno. Por eso, si, por muestra de ejemplo, se quiere saber a cuál de los Antonio hay que “poner de cabeza” para buscar intercesión en asuntos amatorios, se debe estar seguro de a quién mismo se dirige, para no hacer la gestión en vano. Sospecho que hay que referirse al santo de Padua, un franciscano protector de los enamorados.

Algo complicado sucede cuando parecería que al mismo santo, o ser beatífico, se le ha dado aparentemente dos denominaciones distintas. Este es el caso del santo patrón de los marineros y pescadores (y sugiero yo que de todos los que tienen el oficio de navegantes, incluyendo el gremio de los aviadores), un santo al que en inglés se lo conoce como Saint Elmo y como San Telmo en castellano. Cuando reviso en la enciclopedia por la razón para esta discrepancia, me topo con una inesperada sorpresa: se trata en apariencia de dos personajes distintos…

En el caso del de la península ibérica se trataría de San Telmo, un predicador dominico cuyo nombre era Pedro González Telmo, que ya en vida se convirtió en protector de los marineros, especialmente cuando arreciaban las tormentas y vendavales; murió en 1240 a los 55 años de edad. Para el caso del otro santo, venerado como Saint Elmo, este también fue conocido como Erasmo de Formia, fue un mártir cristiano que murió a principios del siglo cuarto. Se cuenta que mientras le perseguían los paganos, surgió un fuego desde un templo que dio cuenta de sus persecutores. Se dice también que en cierta ocasión habría caído un relámpago muy cerca de donde estaba y que los marinos identificaron el fuego que aparece en los mástiles, en los días de tormenta, con su protección.

Efectivamente, existe un fenómeno meteorológico conocido como fuego de San Telmo, que consiste en un extraño resplandor que aparece en las vergas de los barcos cuando el tiempo se pone borrascoso. Los aviadores observamos también este curioso fenómeno como si fuera una descarga intermitente de electricidad estática que se desarrolla a lo ancho de los parabrisas de los aviones durante los episodios de tormenta. De aquí que San Telmo o Saint Elmo se haya convertido en el santo patrón de marinos y aviadores. Por rara coincidencia Elmo, Telmo o Erasmo es también el protector para los cólicos y enfermedades intestinales, las plagas del ganado y se lo ha declarado patrón de las mujeres en labor de parto.

En el periplo épico narrado en la Eneida por el poeta Virgilio, existe un personaje conocido como Palinuro; se trata del capitán o timonel de la nave de Eneas en su viaje desde Troya hasta la Magna Grecia y luego hasta su destino final: el Lazio (la tierra de los latinos). Palinuro habría orientado la nave hasta puerto seguro; sin embargo, para su desgracia se quedó dormido y se cayó al mar (parece que esto de quedarse dormido les pasa con frecuencia también a los aviadores), y fue condenado a morir desnudo en un playa desierta y olvidada, parecida a la de la canción de Emilio José: “Mi barca”… Ese timonel nunca fue encumbrado a los altares (la Eneida se escribió antes del nacimiento de Cristo); da la impresión que no es garantía de santidad aquello de andar desnudo por las playas o el que un aviador vaya y se quede dormido…

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