09 agosto 2016

Una luz al final del túnel

Hoy quisiera hablarles de la tan publicitada “Solución vial Guayasamín”. Lo hago en la esperanza de que dicha solución no se vaya a convertir en algo aun más grave que el propio problema. No es mi intención, por ahora, abordar el aspecto político-administrativo del asunto; persuadido, como estoy, de que atendiendo al dialogo y al intercambio provechoso de ideas, se ha de propender a buscar la mejor alternativa para la situación del tránsito en esa importante encrucijada que existe en la ciudad.

Cuando hablo de problemas, me es difícil no recordar a uno de los maestros que más influyó en mi formación. Era cubano y enamorado del cine, fue mi profesor de literatura. Luis Campos Martínez instauró en Quito el cine-foro intercolegial y fue un activo motivador de temas de interés para la juventud. Su voz inconfundible, estentórea y autorizada, iluminó muchas controversias. Curiosamente, para lo que más era requerido era para que nos hablara de lo que entonces llamábamos “el problema sexual”. Eran tiempos en que, más que por la religión o las tradiciones, la conducta social estaba influenciada por un rancio tufillo de mojigatería…

Imposible insinuar entonces que una pareja compartiese un lecho sin estar casada o que dejase bullir, en forma responsable, el mutuo disfrute de ese don natural que llamamos sexualidad. ¿De qué “problema” están hablando, chico? Si el sexo no es, ni puede ser, ningún problema! Es la condición más humana y tierna que Dios nos pudo haber regalado en esta tierra! Lo que pasa es que debemos rodearlo de amor y de dignidad! Por lástima, no pudiera parodiar a mi ex maestro, y proclamar que el actual túnel "no es ningún problema", porque desgraciadamente el problema de tránsito en ese sector (la entrada desde Quito al valle de Tumbaco) se lo dejó crecer y existe. Las varias soluciones que se implementaron, terminaron por profundizarlo aún más.

Cuando hablamos del problema que nos ocupa es bueno distinguir dos aspectos: el túnel propiamente dicho y el distribuidor de tránsito que debería haber en ese sector. Respecto al túnel, nunca se lo construyó, por problemas de presupuesto, como estuvo planificado; y, desde entonces, el crecimiento del tránsito, hacia el sector que sirve, ha superado totalmente las expectativas. Esto, debido al enorme e inesperado crecimiento demográfico que tuvo ese sector; asunto que se agravó debido al componente socio-económico que caracteriza a sus pobladores. Este asunto incide en el número de autos que utilizan la vía interoceánica y el mencionado túnel.

Además, el tránsito se ha visto afectado por la incorporación de la ruta VIVA que, aunque ha servido para crear y promover el desarrollo de múltiples sectores (principalmente el del aeropuerto capitalino), ha aumentado también en forma exponencial el tránsito que estaba previsto. Otro aspecto que no ha sido debidamente considerado es el de la ubicación y real necesidad del peaje correspondiente. Claro que con o sin peaje, a ciertas horas, de todos modos habría congestión; pero hace falta considerar la posibilidad de poderlo eliminar.

La situación de cuello de botella en que se ha convertido el sector de la plaza Argentina es consecuencia, lamentablemente, de la falta de planificación. Esta es una verdad de Perogrullo, pero hace falta un cambio de paradigma y de mentalidad: en nuestras ciudades se construyen demasiadas urbanizaciones sin que en forma simultánea se construyan calles, avenidas y autopistas interconectadas que faciliten el tránsito vehicular de mediana y alta velocidad. No solo no se quiere planificar -la muletilla es siempre la falta de recursos-, parece que nadie se diera cuenta en los organismos involucrados. Aún peor: a nadie parece que pueda importar!

Aun así, el problema no se ha disparado todavía por completo. Creo que lo que vendrá en poquísimos años va a ser todavía mucho más complejo. Hay, por lo mismo, que anticiparse con una solución definitiva e integral. ¿Cuál sería esta? La única alternativa es la de acudir al subsuelo; en este sentido, se debe planificar la construcción de varios túneles que se inicien en sitios como La Vicentina o los parques de La Carolina o El Ejido y se junten directamente con la avenida Simón Bolívar o con la ruta VIVA. Solo así se han de superar los problemas de congestión vehicular y, sobre todo, se ha de permitir que la ciudad se comunique en forma más efectiva; y que los nuevos barrios se desarrollen armónica y eficientemente.

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