06 septiembre 2017

Discrepancias y definiciones

La lectura de un artículo de opinión, me ha hecho caer en cuenta que el delito de peculado tiene un alcance mucho más amplio que la definición del diccionario. Tal incorrección (por llamarla de alguna manera), de acuerdo con el DRAE, significa "delito que consiste en el hurto de caudales del erario, cometido por aquel a quien está confiada su administración".

Por esto que sería conveniente, transcribir el primer inciso del artículo 278 del Código Orgánico Integral Penal (Sección Tercera. Delitos contra la eficiencia de la administración pública), para comprender el amplio alcance que este delito tiene en la legislación vigente:

"Peculado.- Las o los servidores públicos y las personas que actúen en virtud de una potestad estatal en alguna de las instituciones del Estado, determinadas en la Constitución de la República, en beneficio propio o de terceros; abusen, se apropien, distraigan o dispongan arbitrariamente de bienes muebles o inmuebles, dineros públicos o privados, efectos que los representen, piezas, títulos o documentos que estén en su poder en virtud o razón de su cargo, serán sancionados con pena privativa de libertad de diez a trece años."

Aun a precio de subestimar la enrevesada y peregrina redacción que tiene el párrafo en referencia (cuándo no), es preciso subrayar que su alcance no es ya únicamente el relativo al hurto de caudales públicos (como define el diccionario), sino también -y de modo general- el abuso, apropiación, distracción o disposición arbitraria de estos bienes. En otras palabras, no es requisito indispensable el hecho de robar dineros o efectos que los representen; basta con que se traten y administren dichos bienes públicos, sean dineros o no, con desprecio por su gestión correcta y apropiada. Es decir que todas aquellas infracciones que incluyen abuso o tratamiento arbitrario son de hecho consideradas como peculado. Nótese además que no es indispensable la condición de actuar en provecho propio. Puede serlo en beneficio de terceros.

Estas consideraciones son importantes a la hora de analizar el uso y abuso de los bienes del Estado (los vehículos al cuidado de los funcionarios gubernamentales y los aviones al servicio de la presidencia son algunos de los ejemplos), cuando sucede exactamente lo contemplado en la Sección Tercera del COIP, aun en el caso de que no exista hurto específico de dineros o efectos (documentos, etcétera) que los representen.

Y esto es precisamente lo que sucede con algunos de nuestros dignatarios y principales funcionarios, que se sienten o creen nuevos ricos, que subestiman el costo real de sus extravagantes "generosidades" (pues con dinero ajeno, sabido es que cualquiera es pródigo) e incurren en ciertas decisiones o autorizaciones que representan egresos incalculables, gastos que jamás son auditados y que, por sobre todo y principalmente, nunca llegan a ser resarcidos, y ni siquiera facturados. Todo esto no solo que es grosero e insólito sino también inaceptable. Además, y para el efecto, es causa de sanción y, desde luego, también constituye peculado.

Peculado viene del latín "peculatus" porque uno de sus componentes léxicos es "pecus" que quiere decir ganado o dinero, y que está emparentado con términos como peculio, peculiar y pecuario. Peculio también viene de pecus y significa el dinero que tiene cada uno, el caudal que ha ahorrado. Peculiar tiene también un similar origen ya que representa lo que es propio de cada uno, lo perteneciente al peculio. En la antigüedad el trueque no se lo realizaba con dinero sino con el mayor de los bienes muebles, que era justamente el ganado. Esto sucedió hasta el advenimiento de la moneda, que al principio contenía la imagen del dios Jano.

Jano era el dios de los comienzos y los finales, por ello los romanos le dedicaron el primer mes del año. Jano devino en januario que luego se convirtió en enero. El Jano bifronte apareció en las primeras monedas, consistía en una efigie con dos rostros opuestos, vistos de perfil. A veces me pregunto si esas dos caras que también representan a la hipocresía no serán una advertencia latente y premonitoria de un posible peculado...

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