13 septiembre 2017

Y, ¿quién era el señor Hubris?

Existen en medicina una serie de afecciones que llevan nombres específicos. Así tenemos, por ejemplo, los síndromes de Asperger, de Guillain Barré, de Tourette o el de Down; estos llevan nombres relacionados con quien identificó sus síntomas, aunque no siempre pudo identificar las causas de los males que estudió. Pero existen otras afecciones que no han sido bautizadas con el nombre de sus pioneros o descubridores. Esos otros no son síndromes con prosapia, llevan nombres algo más prosaicos, como síndrome del colon irritable.

Hoy se habla mucho del síndrome de Hubris o Hybris. He recurrido a la enciclopedia y a varios medios de consulta para averiguar por qué les llaman así a algunas formas de dolencia. Aquí va un breve resumen de algunas de las afecciones mencionadas:

Síndrome de Tourette: Georges Gilles de la Tourette fue un  médico francés que estudió los tics nerviosos o reflejos involuntarios. Sin embargo, fue otro francés, el médico Jean Marc Gaspard Itard, quien describió por primera vez los síntomas que más tarde se conocerían con el nombre del primero. Gaspard había sentado también las bases para el método de escritura y lectura Braille para ciegos, un sistema que fue perfeccionado más tarde por otro francés, Louis Braille, que consiste en un método táctil de seis puntos. Como se ve, el bautizo que reciben ciertos descubrimientos no siempre hace justicia a su primer investigador o pionero.

Síndrome de Down: no debe su nombre a una depresión fisiológica o deficiencia (down quiere decir bajo o debajo en inglés), sino al médico inglés John Langdon Down, quien fue el primero en reconocer que quienes sufrían la condición la padecían debido a una deformación genética. Casi un siglo más tarde, otro investigador llamado Jerôme Lejeune descubrió que el trastorno se debía a una alteración en los cromosomas (realmente, la presencia de una copia extra del cromosoma 21). La deficiencia es conocida a veces como mongolismo porque sus pacientes reflejan características físicas similares a las de los habitantes de cierta región de Mongolia.

AS o Asperger: Con el síndrome del espectro autista sucede algo similar. Habría sido un pediatra austriaco de nombre Hans Asperger, quien hacia mediados del siglo pasado analizó las características de un grupo de niños que tenían dificultad para comunicarse e integrarse. Los chicos parecían tener una inteligencia normal pero compartían dificultades de empatía y comunicación, no habían desarrollado sus habilidades físicas, tenían problemas de lenguaje y su interés parecía concentrarse en un tema absorbente. Asperger describió la afección como un trastorno caracterizado por el aislamiento social y lo llamó "psicopatía autista". Fue una médico inglesa la que al analizar síntomas similares los identificó como síndrome de Asperger.

En cuanto a la afección que da título a esta entrada, se trata del síndrome de Hubris, que es la enfermedad de los adictos al poder. Estos personajes se sienten en la capacidad de conseguir logros extraordinarios, idealizan el apoyo y ciega reverencia de las multitudes, adquieren un patológico convencimiento en su falsa infalibilidad y llegan a creerse irreemplazables. La suya es la enfermedad de los líderes, ellos se apasionan y sueñan con el afecto y adulación de todos aquellos a quienes creen haber favorecido. El suyo es un delirio de inmortalidad y de grandeza. El convencimiento de que con ellos comienza la Historia.

La palabra hubris viene del término griego hybris, que quiere decir desmesura. Del mismo modo que los síndromes que hemos comentado anteriormente, el síndrome fue descrito e identificado por otro médico, el británico David Owen, quien asoció el exceso de autoconfianza y el mesianismo como características de los líderes que han probado las mieles del poder. No es una enfermedad, propiamente dicha, pero se considera como una manifestación de la personalidad que se caracteriza por una actitud emparentada con la arrogancia y la soberbia. Para los griegos actuar con desmesura era una condición deshonrosa ya que a menudo se confunde con la megalomanía, el narcisismo y la conducta bipolar.

Como se sabe, curarse no significa eliminar los síntomas sino eliminar las causas de cualquier dolencia, trastorno o enfermedad. Por lo mismo, para quienes padecen de la enfermedad de la desmesura, solo hace falta que dejen el poder. Solo allí, aunque lo añoran -como cualquier forma de adicción-, pierden su delirio de grandeza, ponen pies en tierra y vuelven a la realidad.

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