17 agosto 2021

"Capaz" que gana Carapaz

Jamás había escuchado su nombre hasta hace unos pocos meses; es más, creo que nunca antes lo había escuchado como apellido. Tenía entendido que así como existen apellidos en Imbabura que terminan en “qui/quí”, existían del mismo modo otros apellidos en el norte del Ecuador y en el sur de Colombia (la tierra preincaica de los Pastos) que asimismo terminaban en “bas/pás/paz”. De pronto su nombre se hizo conocer y, poco a poco –igual como llegan los rumores–, fuimos enterándonos que lo conocían en Colombia, tierra de destacados ciclistas, y que había empezado a sobresalir en diversos circuitos de ese deporte. Richard Carapaz pasó a ser un nombre familiar, como lo fueron los hermanos Pozo González en mis días de escuela.

Hace pocos años Carapaz se integró a uno de esos equipos profesionales de ciclismo; lo hacía como “gregario”, es decir como un acompañante designado para escoltar, marcar el paso y proteger al líder de un determinado conjunto de ciclistas. Estos equipos son necesarios por la modalidad de las competencias y, por lo que interpreto, porque su organización está relacionada con el auspicio económico del grupo en las competiciones. Si alguien quiere llegar a destacarse como ciclista deber ser parte de un equipo y está obligado a empezar como gregario; no hay alternativa, tiene que pedalear fuerte para ayudar y ver ganar a otro (lo que en mi oficio hacen los copilotos). No le queda más. Ahí debe tener paciencia y saber esperar.

Pero algo sucedió. Sea que alguien de más arriba se lesionó o el chico del Carchi empezó a exhibir la madera de la que estaba hecho, pero el asunto es que paso a paso, pedaleo a pedaleo, Richard, “La locomotora del Carchi”, empezó a destacarse en su equipo y a ser reconocido entre los mejores ciclistas internacionales. Más temprano que tarde ya había ganado carreras importantes, entre ellas el Giro de Italia, se había impuesto en la Vuelta a España y cumplió una formidable actuación en el publicitado Tour de Francia, llegando tercero. Nadie esperaba tanto de este menudo muchacho, menos todavía si era conocido que no había recibido apoyo estatal. Sus logros dependían de su propio esfuerzo. Más meritorio todavía si se trataba de un muchacho de condición humilde.

De modo que, cuando supimos que integraría el equipo olímpico del Ecuador que viajaría a Tokio, nos pareció que tendría una honrosa participación pero que tenía muy poco chance de triunfar, porque sería parte de un equipo nacional con recursos y fondos limitados. Nunca nos imaginamos que en su cabeza y corazón ya venía albergando el sueño de coronarse como campeón olímpico y de ganar una medalla de oro como el mejor ciclista en el mundo en su especialidad. Sabiendo como sabemos del desarrollo que tiene el ciclismo en los demás países, todo nos imaginamos pero no que nos daría un alegrón y que lo estaríamos viendo triunfar.

He ahí que, haciendo una carrera estratégica inteligente, Richard fue por el oro, se desprendió del grupo líder cuando faltaban solo veinte de los 234 kilómetros de la exigente carrera, ensayó una esforzada fuga y se adelantó al pelotón. Así, en forma espectacular, sostenida y vibrante, se hizo de la punta de la competencia y nunca más la abandonó. Luego de más de seis horas de carrera, obtuvo una ventaja inesperada sobre su inmediato contendor: casi un minuto en el reloj. Había evitado tener que competir en los últimos metros y segundos, donde podían tener mejores posibilidades la fuerza física y los amagues de los demás competidores. No podía dejar tan precioso y ansiado resultado en manos de la elusiva diosa fortuna.

Capaz, la primera palabra del título de hoy, y que la uso porque rima con Carapaz, es un adjetivo cuyo significado equivale a hábil, apto, e incluso a preparado o idóneo. Se la utiliza también con el sentido de “con capacidad de” como cuando se dice: capaz de dictar sentencia. En América, sin embargo, especialmente en los países andinos, se la usa como parte de una curiosa locución (capaz que) con el sentido de quizás, tal vez, a lo mejor o "es probable que". Bien sé que no es un uso adecuado, suena más bien como una expresión prosaica e inelegante (capaz que pido vacaciones). Se le ha pegado a uno de mis hijos, “capaz” porque vive ausente del país…

Según un interesante trabajo, Carapaz pudiera ser un palabra perteneciente a la lengua pasto –que algunos confunden con el “quillasinga”–; el pasto fue una lengua hablada en la sierra, desde el río Angasmayo (o quizá el Guáitara) en Nariño hasta el río Mira o Chota en el sur. De esa región habla el cronista Cieza de León. A la parte ecuatoriana pertenecerían Guaca o Huaca, y Tutsa o Tuza que fuera fundada por Sebastián de Benalcázar pero que cambió de nombre a San Gabriel, en honor a García Moreno que la habría reconstruido luego del terremoto de 1868. Existen muchos topónimos y antropónimos en esta lengua terminados en paz o pás; el morfema, según otro autor, bien pudiera significar familia o estirpe. Me aventuro a completar: “linaje o estirpe de campeones”.


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