13 agosto 2021

Las persianas de Aladino

Muchas veces la gente me pregunta acerca de asuntos relacionados con aviación, y cuyas respuestas no siempre conozco; claro, si la gente me pregunta, no es porque crea que tengo la sabiduría para contestar cualquier tipo de asunto, lo hace simplemente porque sabe que soy piloto. Supone, por lo mismo, que puedo saber la respuesta.

La mayoría de esas preguntas, claro está, las puedo responder; sin embargo, siempre hay algunas que exceden no solo mis conocimientos sino también el nivel regular de imaginación que puedan tener las personas. A veces me expresan interesantes inquietudes: ¿por qué son redondas u ovaladas las ventanas de los aviones?, por ejemplo. O, si no, ¿por qué es que se apagan las luces de la cabina durante los despegues y aterrizajes nocturnos?; esto último sumado a otra, aún más inquisidora indagación, aquella de ¿por qué, en cambio, nos piden que mantengamos levantadas (o abiertas) las persianas de las ventanillas en esas fases del vuelo? ¿No es acaso un contrasentido?, nos escrutan muy serios nuestros siempre curiosos amigos…

Anteayer nomás, uno de ellos me conversaba de las bondades del Boeing-787, mejor conocido como “Dreamliner”, y me preguntaba que cómo funciona, que cuál es la tecnología que usan para oscurecer electrónicamente sus ventanas, asunto del que yo ni siquiera me había enterado, ni hablar de dar una explicación de cómo puede ser eso posible. La verdad es que puede ser una coincidencia, pero como mis vuelos han bajado en intensidad o frecuencia, no había tenido oportunidad todavía de volar en el 787. En efecto, las ventanillas de este portentoso aparato ya no están equipadas con las persianas tradicionales; disponen de un interruptor, a manera de reóstato, que gradúa la luminosidad (o si se prefiere, la cantidad de oscuridad) que desea seleccionar el pasajero ubicado en el asiento contiguo a la ventana; en otras palabras, es un mando que oscurece la ventana ¡como por arte de magia!

Así que, no me ha quedado más remedio (puedo pasar por tonto pero no por ignorante), he tenido que ponerme a investigar y esto es lo que he encontrado: existe una nueva tecnología en las ventanas de los aviones, esta utiliza unos vidrios conocidos como “electrocrómicos” que se están instalando en los aparatos de última tecnología. Para empezar, los vidrios de varios paneles o capas no son una novedad, ya se utilizan en todos los aviones presurizados, la diferencia está en lo que sucede en los nuevos vidrios, y más precisamente en una de sus láminas. Se trata de un fenómeno químico. En efecto, este resultado se logra inyectando una solución química (a base de trióxido de wolframio, o tungsteno) en una de esas capas, asunto que se logra por medio de un control térmico, lo que consigue bloquear el ingreso de la energía infrarroja (no otra cosa que la luz exterior), con lo que se logra oscurecer, en forma automática, la ventanilla en cuestión y, como consecuencia, parte de la cabina.

El mando utilizado no es más que un control de temperatura de ese invisible panel intermedio: ¡a más temperatura, más oscuridad! Lo interesante de saber es que este artilugio o aditamento (“feature” lo llaman en inglés) no solo ofrece una cómoda ventaja para el pasajero, sino que está instalado también para reducir la temperatura de la cabina y conseguir así un eventual ahorro. Y, aun si este ahorro sería mínimo, eso ayudaría de todos modos a lograr una temperatura mejor regulada y, desde luego, más agradable para el pasajero.

En cuanto a “por qué las ventanas no son cuadradas”, pues no es un asunto estético, aquello tiene una utilidad aerodinámica pues, caso contrario, si los bordes de las ventanas tuvieran ángulos, la fricción crearía resistencia y podría inclusive rajar y romper las ventanillas con la presión exterior. En lo relacionado a “apagar las luces y simultáneamente abrir las persianas”, ello solo es una precaución durante las fases críticas del vuelo, para que los pasajeros estén adaptados a la oscuridad, en caso de una emergencia que requiera de una pronta evacuación. Se ha calculado que el ojo humano requiere de algunos minutos para adaptarse a la falta de claridad.

Ah, y con respecto al título… se trata del personaje de “Aladino y su lámpara maravillosa”… Un cuento que, según algunos, está incluido en Las Mil y Una Noches; según otros, se atribuiría a H.C. Andersen. En todo caso, se trata de una metáfora de lo aleatoria que suele ser la fortuna o, si se quiere, del impensado abandono de la pobreza, y de cómo debemos actuar cuando lleguemos a ricos: con sabiduría y templanza, con prudencia y humildad…


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