07 diciembre 2021

Algo de “el olvido que ya somos”…

No he visto a mi amigo Eddie por casi cincuenta años: le perdí totalmente la pista, alguien me dijo que se habría ido a vivir en Guayaquil. Su padre fue un prestigioso aviador militar a quien se le atribuye la construcción de algunas de las pistas de aterrizaje que se hicieron en el Oriente hacia mediados del siglo pasado; fue también legislador por varias de las provincias orientales y procuró, por medio de sus renovados empeños, asignaciones gubernamentales para fortalecer su desarrollo. Hoy en día, el aeropuerto de Macas y una importante calle de Quito llevan su nombre. Pocos saben que ese nombre es el de alguien que mucho aportó para el progreso de la aviación nacional. Hoy he querido dedicar una breve reseña a su memoria.

 

Edmundo Carvajal había nacido en Guayaquil en septiembre de 1912. Habría estudiado en la escuela Numa Pompilio Llona y, más tarde, cursado la secundaria en el Vicente Rocafuerte. Luego de un par de años que ejerció como maestro, Carvajal habría iniciado estudios de arquitectura en la universidad. Pronto, sin embargo, se habría dejado seducir por el embrujo de la aviación y participado en un llamado para un curso de pilotos civiles, organizado por el Colegio Militar en Quito. Así, contando ya con 25 años, habría obtenido una beca para viajar a Venezuela con el objeto de formarse como piloto militar. En 1938 habría retornado al Ecuador y, no obstante su condición de subteniente de la Fuerza Aérea, habría colaborado con una empresa precursora de la aviación nacional: SEDTA, Sociedad Ecuatoriana de Transportes Aéreos.

 

Para 1942, ya con el grado de capitán, el distinguido oficial viajaría a Corpus Christi, Texas, donde completaría sus estudios como piloto naval, obteniendo la primera antigüedad. Fundada en 1943 la Comandancia General de Aeronáutica, precursora de la FAE, sería designado Jefe de Bases y Aeropuertos y, más tarde, Jefe de Operaciones. Por estos mismos años fue elegido también diputado, en representación de la institución armada. En 1945 sería designado Agregado Aéreo en Washington, función que habría de desempeñar por tres años. Es entonces cuando el gobierno del presidente Velasco Ibarra se interesó por la adquisición de un lote de aeronaves americanas que habían quedado como sobrantes de la Segunda Guerra Mundial. Así se adquirió una cuadrilla de doce aviones P-47 que volaron al Ecuador al mando del ahora ya Teniente Coronel Edmundo Carvajal.

 

Poco después, sería designado Comandante General de Aeronáutica, en su relevo fue ascendido al grado de Coronel. Es cuando, contando con la ayuda del mayor e ingeniero Francisco Sampedro, Carvajal pone su primordial empeño al servicio de la construcción de una serie de pistas en el Oriente; sobresalen Tena, Macas, Sucúa, Gualaquiza, Chupianza (Méndez) y Zamora, al tiempo que se negocia la pista lastrada de Río Amazonas (Shell Mera) con la empresa petrolera Shell Oil. Estas pistas se construyeron con el aporte de los moradores locales, y no solo sirvieron para la operación de avionetas sino también para la de los inolvidables Douglas C-47 Dakota, conocidos con el nombre comercial de DC-3.

 

En 1951, último de su ejercicio como Comandante General, Carvajal habría tenido un accidente en Gualaquiza que estuvo a punto de costarle la vida: estando en plena maniobra de despegue, el avión habría capotado (probablemente habría interrumpido la carrera) y el AT-6 se habría clavado de morro en la pista. Le acompañaba otra vez Sampedro, quien pocos días antes había realizado una expedición a la renombrada Cueva de los Tayos.

 

Entre 1950 y 1957,  el ahora coronel retirado, habría vuelto al Congreso en representación de Santiago Zamora. En este lapso, y en forma temporal, el ex oficial fue contratado por la línea venezolana Aeropostal, con la que realizó vuelos de carácter internacional. En 1960, ya de vuelta al Ecuador, Carvajal sería elegido senador por Morona Santiago; entonces dio impulso a la construcción de la carreta Guamote–Macas. Sin embargo, permaneció en esa dignidad solo hasta julio de 1963, cuando un golpe militar disolvió el Congreso y derrocó al presidente Arosemena Monroy. Al cabo, se incorporó a ATESA, por invitación del Cap. Cristóbal Drexel.

 

La tarde del viernes 17 de enero de 1964, cuando ya tenía ocho hijos, 20.000 horas de vuelo y recién contaba con cincuenta y un años de edad, Edmundo Carvajal realizaba un vuelo de retorno desde Sucúa a Quito, volando una Cessna 185; le acompañaba una joven religiosa y cumplía con un vuelo transportando carne faenada. De pronto, el mal tiempo se hizo general en todos los rincones de la Amazonía –una “turbonada”, llamaban los pilotos–, Carvajal salió de Sucúa y parece que intentó aterrizar en Pastaza. Nunca se logró saber nada más de él.

 

Nota: este es un breve resumen de una reseña del blog de Historia Militar Ecuatoriana.


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