17 febrero 2017

Corrupción sin fronteras

Causa alarma, en nuestros días, el efecto que produce la corrupción en el mundo financiero, en especial el que tiene que ver con aquellas negociaciones (léase negociados) que se efectúan con empresas estatales o instituciones públicas. Este cáncer produce estragos en todas las latitudes, tanto en las naciones pobres como en las ricas; tal parece que las cifras millonarias que se manejan no pudieran tratarse sobre una mesa, sin que exista de por medio algún tipo de soborno, sobreprecio o impúdica retribución. Claro, la industria aeronáutica no ha podido quedar afuera. También se ha contagiado de la lepra de la corrupción.

Como muestra de ejemplo, esta semana la revista aeronáutica AeroTime dedica su artículo principal a la preocupante situación financiera de la compañía Rolls-Royce, hasta hace poco vigorosa y prestigiosa fabricante de motores de aviación del Reino Unido. Anuncia la publicación que las pérdidas de la empresa británica para el año 2016, fueron de casi seis billones de dólares; siendo uno de los principales culpables, las multas que debió erogar la empresa como consecuencia de las acusaciones de soborno que ha tenido que enfrentar.

El monto principal de las pérdidas de la compañía inglesa se debe a los efectos de la salida de Gran Bretaña del mercado europeo, el Brexit, asunto que no es sino consecuencia de los prejuicios y recelos nacionalistas que, en un mundo globalizado, todavía puede aupar aquella otra lacra insensata, la del populismo. Efectivamente, desde el referéndum de fines de junio del año pasado, el valor de la libra esterlina en relación al dólar se ha depreciado en forma significativa, por lo que Rolls-Royce ha reconocido que debe efectuar un ajuste importante en sus libros de cuentas a futuro a objeto de equilibrar sus costos financieros.

Los negativos resultados de la empresa están afectados por las multas, por 840 millones de dólares, que tuvo que enfrentar por "acuerdos convenidos" con las autoridades fiscales, en conexión con actos de corrupción que involucraron a intermediarios de diversos mercados internacionales. De todas maneras, sin contar con estos sobornos y los efectos del Brexit, la empresa reportó una reducción en las ventas de un 2% en el 2016, lo que representa una reducción en sus utilidades, antes de pago de impuestos, superior al billón de dólares.

De acuerdo con su máximo ejecutivo, Rolls-Royce espera recuperarse con la venta posterior de motores Trent, utilizados en los aviones de gran capacidad; pero, sobre todo, aplicando recortes financieros con nuevas políticas de austeridad y, lo que es más importante, "reforzando cambios culturales y de comportamiento para asegurar que una verdadera transformación sea conseguida y se recuperen los anteriores estándares de conducta. Todo esto es esencial implementar si se quiere volver a contar con la confianza del mercado”.

Por curiosa coincidencia, la misma publicación también comenta del reclamo del sindicato de Thai Airways a la administración de la empresa. Los empleados han debido acudir al Primer Ministro para que intervenga respecto a las prácticas de corrupción de la compañía. Los hechos cuestionados incluyen la prematura dada de baja de algunos aviones de la flota y el mal uso de fondos para la rehabilitación de la empresa hacia el final de la década pasada. Además de los sobornos de la empresa Rolls-Royce.

Este último escándalo, el de los sobornos del fabricante, comprometería también a ejecutivos de distintas aerolíneas de otras naciones asiáticas. Por el momento, la Oficina de Prevención de Fraude del Reino Unido ha detectado casos de soborno que incluyen a países de distintas regiones alrededor del mundo, como Tailandia, Indonesia, India, Rusia, Nigeria, China y Malasia. Se aduce que sólo en Tailandia el fabricante habría "repartido" a los intermediarios casi 20 millones de dólares para asegurar la venta de sus motores T800.

Estas prácticas deshonestas no sólo afectan la economía de las líneas aéreas y de los estados, constituyen un estado de podredumbre que, sin ser nuevo, ha creado la inaceptable convicción de que no hay otra forma de acordar un precio justo y adecuado en el mundo contractual. Claramente es un asunto de integridad. La pregunta clave es quién le pone el cascabel al gato... No hay duda que se trata de un purulento camino de doble vía -cenagoso, putrefacto y fétido-: pues hay tanta corrupción en el que propone como en el que exige!

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