04 febrero 2018

En qué mismo quedamos?

Existen palabras con múltiples, y aun diversos, significados. Eso lo comprobamos con solo abrir el diccionario; lo imprevisto o, si se quiere, lo inesperado, es que existan palabras con significados contradictorios. Una de estas voces es una que tiene una curiosa etimología; me refiero a la palabra “zafarrancho”, que para quienes no están familiarizados con la milicia o el mundo náutico, ha ido adquiriendo un sentido más bien negativo, ya que denota desorden, alboroto, relajo o una situación imprevista que implica trifulca, caos y confusión.

Lo que hace interesante a mi reflexión es que tanto en la milicia, como en la actividad náutica, un zafarrancho (así con erre, o doble ere) es una medida ordenada (en el sentido de que ésta guarda orden o que es metódica) que obedece a un protocolo o a una necesaria, y a veces emergente, disposición. Hacer zafarrancho en un cuartel o en una embarcación no es, como se sugeriría, crear trifulca o alboroto, implica poner las cosas en disposición ordenada y prepararse para asumir una esperada posición, siempre con el objeto de enfrentar una tarea imprevista e importante como lo sería un desembarco o una inminente evacuación.

Esta contradictoria distorsión parecería provenir de la misma etimología del término, toda vez que la voz proviene de las palabras “zafar” (probablemente árabe con el sentido de soltar, desunir o desembarazarse) y “rancho” (palabra con origen galo, que querría decir lugar de encuentro o sitio de reunión, y que poco a poco se ha ido convirtiendo también en provisión de alimento o comida). Visto de este modo, “hacer zafarrancho” en la milicia o en el medio náutico, es abandonar lo que había estado dispuesto u ordenado, para en forma organizada (con un sentido de orden) tomar nuevas posiciones con una finalidad u objetivo en común.

El diccionario de la Academia define zafarrancho como “conjunto de actividades con que se dispone (prepara) a una embarcación para una actividad determinada” (sic), dice también que significa “agitación desordenada y ruidosa”; e incluso: “pelea, riña o gran alboroto que se produce entre dos o más personas”. Nótese que en la primera de las acepciones, la RAE usa, quizá inadvertidamente, un término en forma repetitiva. Bien pudo haber construido la frase en forma distinta y decir “conjunto de actividades con que se dispone... para un propósito determinado”, por ejemplo...

A veces me pregunto si algunas de las acepciones que van adquiriendo de pronto las palabras, van apareciendo en forma caprichosa y arbitraria, porque a alguien se le ocurre darle un determinado sentido; y ese uso, sujeto a la voluntad (o arbitrio) de una persona o grupo de personas, va poco a poco imponiendo una costumbre que se va alejando de lo que fue el significado inicial. Asunto similar pudo haber ocurrido con una de las raíces de la palabra que nos ocupa (rancho) que probablemente, en un principio, se refería a un lugar para reunirse, luego a un sitio para comer en conjunto, y más tarde, simplemente, a la comida en grupo (el rancho) que se reunían a disfrutar -en conjunto- un grupo de personas, y todos una misma preparación.

Caigo en cuenta, al hablar de ranchos, que ellos constituyen en Venezuela lo que en Brasil se conocen como “favelas”, en Perú como “pueblos jóvenes” y en otros países como “villas miseria”; son los barrios marginales, las barracas o chabolas. En este aspecto, es curioso como un símbolo de precariedad y de indigencia pueda tener un sentido también contradictorio, y llegue a significar una porción de tierra donde se cuidan y alimentan animales de cierta especial estirpe, lo que viene a representar una distracción o entretenimiento de gente con recursos, gente que no vive en la miseria, que es rica, que se caracteriza justamente por ser afluente.

De vuelta a zafarrancho, no deja de ser curioso que una palabra que quiere decir prepararse con orden para cumplir con una tarea, signifique también ocasionar destrozos o causar estragos. Dice el Diccionario Náutico que un zafarrancho es “un esfuerzo de conjunto realizado por la tripulación para salvar (o salir con bien) de situaciones de apremio”. Creo yo que si ese esfuerzo no se lo acomete con prolijidad o empeño, lo único que se consigue no es más que el desastre y la confusión, la conmoción y el alboroto.

Traducción y mensaje: para hacer un zafarrancho (trámite ordenado) no hay que convertir la acción en zafarrancho (en una trifulca desordenada caracterizada por el ajetreo caótico y la confusión)... Así que, a ver, atención: ¡esto es un zafarrancho!, ¡cuidado con que lo vayan a convertir en ningún zafarrancho! ¡Por favor!

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