08 febrero 2018

¿Quién mató a los hermanos Restrepo? *

* Por Julio César Roca de Castro
  Tomado del diario El Universo - Martes 6 de febrero de 2018

Imagine que usted es padre o madre de dos hijos de 17 y 14 años. Que con su cónyuge salen de la ciudad un par de días y al regreso no los hallan. Seguramente enloquecerían, estallarían en llanto y se resolvieran a buscarlos en cada rincón del mundo. Es lo que les ocurrió e hicieron Pedro Restrepo y Luz Arismendi desde el 10 de enero de 1988. No sólo fue la pérdida de sus vástagos, sino el engaño y la difamación de ellos por agentes de la Policía Nacional, que después la sufrieron en sus propias personas.

En la galería de la infamia uniformada empieza a desfilar Doris Morán, quien estuvo a cargo del caso como jefe de la brigada de menores. Intentó construir la imagen de drogadictos y alcohólicos de los chicos, procurando forzar a que declaren en su contra sus compañeros; luego los acusó de guerrilleros, asociando su desaparición al pasado de la familia. Pidió dinero a los padres y los intimó a que no denunciaran el hecho a las autoridades y a la prensa, para no arriesgar a los jóvenes. Usó inclusive a su madre, para ganarse la confianza de aquellos. Les decían que sus hijos estaban bien, los exhortaban a tener confianza en Dios. Les dio una fecha de retorno y sugirió que les prepararan la comida que les gustaba. Dijo de ella el Fiscal: “De la perfidia salta a la crueldad y vuelve a ésta apenas deja aquella”.

En febrero de 1988 la policía muestra el carro donde iban los hermanos. Se quiso hacer aparecer que habían sufrido un accidente de tránsito. El Coronel Gallegos declaró que sus cuerpos habían sido devorados por los peces. Le muestran a la familia un zapato usado de Carlos, el hijo mayor desaparecido, la madre desmiente que él lo haya utilizado. El comandante de la Policía, General Molina, le da el pésame a Pedro Restrepo y cierran el caso. En agosto, enseguida que deja el poder el Ing. Febres Cordero, la familia hace pública la situación. Desde marzo de 1989, todos los miércoles, Pedro, Luz y la hermana de ella, reclamaron a sus hijos en la Plaza Grande en Quito. El Dr. Borja escucha su clamor, desechando el informe policial del accidente, que fue desmentido por la policía colombiana, que implicó a la ecuatoriana, y conforma una comisión internacional, integrada por un experto de la ONU y otras personalidades nacionales y extranjeras. La comisión corroboró los infundios policiales contra la familia y determinó la responsabilidad de la institución.

¿Qué sucedió con los hermanos Restrepo? Según testimonios de detenidos, fueron encarcelados en el Centro de Detención Provisional en Quito. Pero el libro de ingreso de detenidos se “perdió”, luego apareció, alterado en la página del 8 de enero. El ex agente del SIC Hugo España, declaró que ese día recibió a los menores y el Sargento Llerena le ordenó que los separara e incomunicara. Después le pidió que le entregara al mayor. Regresó a los 45 o 60 minutos con el joven, en muy malas condiciones, sin poder permanecer en pie. España no lo recibió y Llerena se llevó al chico y a su hermano. El superior de España le pidió que mantuviera en silencio lo ocurrido y le ofreció interceder para que le levantaran un castigo que le habían impuesto. En la noche del 11, España y otros dos agentes, en el carro asignado al coronel Barrionuevo, llevaron dos fundas negras a la laguna de Yambo en Cotopaxi y ahí las abrieron, les agregaron piedra y arena. En su interior había cadáveres humanos, que arrojaron en el lugar que Llerena indicó. España presumió que los cuerpos eran de los hermanos Restrepo, por un diálogo que tuvieron Llerena y el agente Badillo.

España escribió un libro donde relata lo acontecido, añadiendo que, al mayor, estando detenido, le pusieron en la cabeza una funda plástica llena de gas lacrimógeno y lo golpearon fuertemente en el estómago. Al otro lo asesinaron para que no hablara. España, como testigo protegido, fue a Londres. No sabemos si lo han dejado vivo los delatados, que, por la detención arbitraria e ilegal, las torturas y el asesinato de los menores, recibieron pena de reclusión en el juicio, incluido el coronel Barrionuevo, pastor evangélico ahora, que no reconoce su culpa y el General Gilberto Molina, que fugó de la cómoda “cárcel” policial donde estaba internado y de donde con total desparpajo salía a los centros comerciales. El Estado ecuatoriano, frente a una demanda internacional de Pedro Restrepo, aceptó su responsabilidad.

¿Cómo reaccionaron los gendarmes y oficiales? Agraviando a los padres Restrepo, pidiendo que se los echara del país por ser colombianos, con un libro en el que pretendieron justificar los abusos con la lucha contra la subversión y el terrorismo, en un tiempo en el que podían ingresar y sacar de las cárceles a los detenidos sin registro y donde cayeron inocentes y se violaron atrozmente los derechos humanos. Se pidió enjuiciar a los padres, prohibirles tomar la Plaza Grande. El gobierno del Dr. Borja mandó retirar las fotos de los chicos y los carteles de la plaza. El régimen del Arq. Durán Ballén apresó a activistas de derechos humanos, entre ellos al cantautor Jaime Guevara, a quien el gobierno del Econ. Correa calumnió y detuvo. Cercó la plaza. El presidente le dijo a Pedro que ponga música clásica en vez de las fanfarrias y su ministro de gobierno trató de expulsarlos del país. Se suprimió el SIC. La Policía Nacional instituyó los cursos de derechos humanos para sus miembros, reconociendo su pasado horroroso.

¿Y la responsabilidad de la administración del Ing. Febres Cordero? El 11 de enero de 1988 el coronel Barrionuevo informó a sus subalternos que el ministro de gobierno, Robles Plaza, recomendó investigar prioritariamente. Su sucesor, el Dr. Heinz Moeller, declaró que los hermanos Restrepo fueron víctimas de un exceso policial, que su muerte era un secreto de Estado. Los ecuatorianos quisiéramos saber cuál fue ese secreto. La política represiva de dicho gobierno condujo al comportamiento irresponsable y criminal de los uniformados.

Carlos y Pedro Restrepo junior, dos jóvenes que fueron arrancados temprano del jardín de la vida. Su madre después los siguió en un trágico accidente de tránsito. Pedro padre, de 75 años, espera aún encontrar los restos de sus hijos, al cabo de treinta años. Nosotros también. Manifestó Pedro cuando le reportaron no haber hallado los restos de sus hijos en la laguna de Yambo: “El caso Restrepo no se cierra, la lucha de la familia continúa y la responsabilidad del Estado continúa”

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