26 octubre 2021

Reparación del "bienhechito"

"De nada sirven las desgracias para quien no sabe aprender de ellas" (Lucio Anneo Séneca)

 

Dicen nuestros diccionarios, los de ecuatorianismos, o al menos los consultados (C. J. Córdova, S. Cordero y F. Miño), que nuestra palabra compuesta “bienhecho” y su aún más expresivo diminutivo, el singular “bienhechito”, no son sino vulgarismos para expresar satisfacción ante el mal ajeno. Aunque discrepo un tanto con su interpretación, me he ido dando cuenta que su utilización es más asidua o frecuente que lo que se ha querido reconocer. Ayer nomás, en un chat que comparto con amigos, fue utilizado con inopinada recurrencia; y no solo eliminando sus haches intermedias, sino omitiendo la parte del adverbio; inaugurando así, con una rara e insólita forma de ortografía, un novedoso y recién estrenado sustantivo ecuatoriano, todavía nada popular: el recortado “echito”…

 

En efecto, estos tres diccionarios mencionan los dos términos y, al hacerlo, los tres tienen cuidado de escribirlo de manera seguida (bienecho o bienhecho, y bienechito o bienhechito), juntando así el adverbio “bien” al participio del verbo hacer; o, para el caso del bienhechito, añadiendole al adverbio el inexistente diminutivo del participio (el delicado y candoroso “hechito”). Pero hay algo más –cosa curiosa–, los tres diccionarios utilizan indistintamente las dos palabras, a veces con y a veces sin hache intermedia. Aunque, esto de prescindir de la hache, me parece que ortográficamente sería incorrecto, porque se trata del participio del verbo hacer.

 

No encuentro referencias respecto a bienhecho o bienhechito (con o sin hache) en el DLE, pero de las múltiples que existen respecto a la palabra “bien”, y para lo que hoy nos ocupa, podríamos tomar como referencia la número 13, que explica: Bien: adverbio. Úsase con algunos participios, casi a manera de prefijo, llegando a veces a formar con ellos una sola palabra. Bien criado. Bien hablado. Inferimos, que lo mismo se aplicaría para Bien hecho.

 

Ahora bien, partiendo de que se utilice la expresión solo en Ecuador, no estamos de acuerdo con la explicación que presentan esos diccionarios, que indican que el giro es utilizado cuando “nos alegramos del mal ajeno”, lo cual no es enteramente exacto. Bienhecho se utiliza entre nosotros para expresar que nos gusta que algo malo le suceda a alguien porque tenemos la esperanza de que aquello le sirva, a ese alguien, de escarmiento; que nos alegramos que se haya dado un castigo que incluya una enseñanza moral, que esperamos que se aprenda la lección. El mensaje es un “toma para que aprendas” o, incluso, “toma un poco de tu propia medicina”.

 

Se trata pues de una frase adverbial que expresa satisfacción por el predicamento ajeno, siempre que aquello vaya a ayudar al reprendido a aprender algo bueno de lo que le sucedió. Pero además existe algo subyacente, pues se envuelve a la afirmación con una cierta dosis de ironía, es la satisfacción porque lo ocurrido se haya producido por algo que lo originó. En este sentido, sería más bien una forma de burla ante lo sucedido al escarmentado. El Alemán tiene una voz para expresar aquella forma de sentimiento, es la palabra “schadenfreude” (ver Itinerario Náutico, “Manejando por el carril izquierdo”, 4 de Mayo de 2019); su traducción en español sería “alegría maliciosa”, o regodearse con el mal ajeno, que consiste, según el DLE, en: “Complacerse maliciosamente con un percance, apuro, etc., que le ocurre a otra persona”.

 

Respecto a escarmentar, dice el diccionario que existe una tercera acepción, pero ya entrada en desuso, la de avisar -yo diría que la de advertir- a alguien de un determinado riesgo. Creo que esta encaja con nuestro aparente localismo que, bien visto, solo es localismo como expresión y no como forma de advertencia. En otras palabras: no porque otros hablantes no utilicen el bienhecho o el bienhechito, quiere decir que carezcan de otras formas propias para expresar lo mismo. Incluso nosotros, cuando jugamos al cuarenta, o presenciamos algún otro juego, usamos una frase para celebrar el acierto propio o para referirnos con ironía al daño causado al circunstancial adversario. “Toma para que estudees”, decimos (así, repitiendo con intención la e y conjugando mal el verbo estudiar); "toma para que aprendas" o "para que no seas tan ingenuo", es lo que quizá queremos significar.

 

Comparado con el bienhecho, creo que es mucho más sabroso el bienhechito. Pero aún hay otro bocado, más delicado y suculento, digno de la más refinada receta de exclusividad culinaria: el perennemente infantil, aunque siempre vindicativo, “bienhechito, bienhechito ya”…


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