18 febrero 2022

Un parecido sorprendente…

Poco a poco, lentamente, como en esa preciosa tonada, que cantan a dúo Natalia Lafourcade con el extinto Juan Gabriel, me he ido persuadiendo de mi innegable parecido con Homero Jota Simpson. Para empezar ahí está el nombre: Alberto Eme Vizcaíno, donde no se sabe si esa Eme de la mitad, es la inicial de la letra o el nombre intermedio. Pero, ojo… sería justo y oportuno hacer una necesaria aclaración: me refiero con esta suerte de comparación o paralelo tan solo al personaje. No puedo caer en la fatua presunción de creerme reflejado en la sorprendente como destacada condición de la serie completa que, según la autorizada opinión del Sunday Times, sería considerada como «la creación cómica más grande de los tiempos modernos».

 

Si la Wikipedia me ha de servir de referencia, sería preferible dejar que hablen sus propias palabras: “Representa el estereotipo del ciudadano medio que se limita a ir a la taberna con sus amigos, beber cerveza, ver la televisión y asistir a algún partido de béisbol. Es grosero, incompetente, torpe, vago y descuidado, aunque Homero demuestra tener un gran corazón en muchos episodios”. Ya en la larga frase advierto la semejanza, cual si el propósito de la popular enciclopedia sería más bien otorgarme una intencional dedicatoria. En efecto: represento al ecuatoriano medio, me limito a beber whiskey los martes con los amigos (bien sé que “limitarse” no es el verbo mejor escogido), también veo la tele y asisto a algún partido de fútbol. Admito que probablemente tengo algo de zafio, poco competente, holgazán y despreocupado; y, a lo mejor, aquello otro, aunque más episódico: lo del generoso corazón…

 

Así que, ¿para qué proseguir con tan inútil trámite comparativo? De aquí en adelante no haré sino glosar lo que a Homero, quiero decir a mí, (me) endilgan y corresponde: “Sus rasgos de personalidad más comunes son la indiscreción, la pereza, el egoísmo y una ira explosiva. Su complexión física coincide con la de un hombre descuidado, derivada de su cultura gastronómica, siendo alguien que «consiente a su estómago», pues tiene sobrepeso y roza el alcoholismo, además de sufrir narcolepsia. No tiene grandes ambiciones de futuro y acostumbra a relegar sus obligaciones familiares frente a sus intereses personales”.

 

“Le encanta comer y suele pasar la mayoría de su tiempo sentado en el sofá, mirando algún programa de televisión, comiendo productos cárnicos y tomando cerveza. En casa no suele ayudar con las tareas domésticas ni prestar atención a sus hijos; aunque en ocasiones Alberto realiza los trabajos más pesados de la casa, generalmente los de mantenimiento, pero suele dejarlos a medias o con resultados poco satisfactorios. Su salud es bastante precaria. En una ocasión llegó a subir hasta alcanzar 136 kg de peso, sólo para evitar ir al trabajo. Se ha roto casi todos los huesos de su cuerpo, ha sido blanco de disparos de bala y de cañón, víctima de ataques cardíacos y ha recibido cortes y heridas incontables. Alberto es estéril debido a la exposición prolongada a materiales radiactivos en la Central Nuclear de San Rafael”.

 

“Alberto sufre varios problemas congénitos, siendo el más obvio la alopecia masculina, pero tiene también el gen de la necedad masculina de los Simpson… dedos anormalmente cortos y gruesos y el «trasero Simpson» que es genético. Nuestro héroe tiene una escasa capacidad de concentración, además de ser muy impulsivo, lo que complementa con su pasión efímera por varias aficiones y empresas; con frecuencia experimenta «cambios de opinión cuando las cosas le salen mal». Alberto es propenso a las explosiones emocionales, es muy envidioso de sus vecinos y se enfada fácilmente con uno de sus hijos, estrangulándolo con frecuencia. No muestra ningún remordimiento frente a ello y no trata de ocultar sus acciones a la gente ajena a la familia, incluso hace caso omiso del bienestar de sus vástagos”.

 

“Aunque es por naturaleza un hombre perezoso, es capaz de hacer un esfuerzo enorme para lograr alguna cosa específica, especialmente para superar a su vecino o a alguna famosa personalidad, aunque sólo sea durante cortos períodos de tiempo. Alberto tiene un cociente intelectual (CI) de 55, muy por debajo de los 100 puntos de la media, debido a: la herencia mencionada del gen Simpson, sus problemas con el alcohol, la exposición a los residuos radiactivos y sus traumatismos craneales repetitivos. En uno de los capítulos se despejó el motivo sobre su falta de intelecto y su exagerada estulticia: tiene alojado en el lóbulo frontal de su cerebro un crayón que él mismo se había metido por la nariz cuando era niño”…

 

“A pesar de las payasadas irreflexivas que suele realizar, que a menudo molestan a su familia, Alberto también se ha revelado como un padre y marido sorprendentemente humanitario, aunque él mismo no se da cuenta de su vertiente más cariñosa…”


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