11 octubre 2022

Génesis 5, explicado…

Siempre me ha gustado saber el porqué del nombre de las personas. No en todos los casos nuestros nombres obedecen a que ellos les habían gustado a nuestros padres o a que se estaba haciendo honor a un antepasado, o a que se quería perpetuar el nombre de algún miembro de las respectivas familias. ¿Por qué bautizaron a alguien de Pancracio, Torcuato o Anselmo? ¿Qué tal Enoc o Enoch, por ejemplo? En estos días tuve una sabrosa tertulia con mis viejos colegas y, esa palabra (Enoch) se mencionó como el nombre de pila de un antiguo comandante.

 

Ese nombre me quedó rondando por esas cosas que tienen la curiosidad y la memoria. Algo me decía que se trataba de un nombre bíblico. Una vez consultado, reconocí que se trataba efectivamente de un santo varón de la estirpe de Seth (el tercer hijo de Adán). Enoch habría sido tan santo que Dios no había querido dejarle morir; dice la Biblia, en el libro del Génesis, que Dios le habría simplemente “trasladado” o transportado; es decir lo habría escondido o hecho desaparecer. Cuando se indaga por Enoch y se revisa la versión inglesa de la Wikipedia, se encuentra una sinopsis muy interesante; en el gráfico se evidencia que ese nombre no solo es el del bisabuelo de Noé sino también el del primogénito de Caín, el primer hijo de nuestro padre Adán (aunque este no es el personaje que hoy nos interesa).

 

Cuando se da lectura al Génesis, se encuentra una información francamente insólita. En ella se establece que los primeros patriarcas (diez generaciones entre Adán y Noé) habrían vivido ¡entre 800 y 1.000 años!, algo que –dadas las características de la especie humana– suena inverosímil. Uno no puede sino dudar de tales guarismos y, claro, cae en cuenta que la Escritura es un documento simbólico, una hermosa alegoría. Intuye, por lo mismo, que el mensaje que nos entrega el Génesis, capítulo 5, es que “todos se mueren”. El único caso distinto sería el de aquel santo “trasladado”, el tal Enoch que habría vivido hasta la nada provecta edad de solo 365 años. ¡Un curioso guarismo!

 

Uno conjetura que esas son edades imposibles, que algo inexacto existe en las matemáticas de Moisés o de quienes recopilaron los textos sagrados. Especula, como muchos lo han hecho a lo largo de la Historia, que hubo algún error en la transliteración de esas edades y que donde dice “años” deberíamos entender que fueron meses. Entonces dividimos para 12 y obtenemos valores más reales y coherentes. Matusalén, por ejemplo, que habría vivido la fabulosa cifra de 978 años, habría vivido realmente 82. Pero hay un problema: el Génesis no solo da el total de años que vivieron esos patriarcas sino que, además, indica los años que vivieron hasta que fueron padres por primera vez y los que vivieron desde ese episodio hasta que finalmente fallecieron.

 

Y es ahí donde surge el problema. El Génesis dice que Cainán fue padre a los 70 años, lo que querría decir –si lo convertimos a meses– que ya fue padre ¡antes de tener seis años de edad!, lo cual carecería de sentido. Uno sospecha que ese misterioso capítulo cinco no puede ser otra cosa que un desafiante acertijo. Por mi parte, he decidido recoger el guante y se me ha ocurrido algo un tanto diferente: propongo que los primeros años (los de “soltero”) representan el número de estaciones (cuatro por año) y que los posteriores al nacimiento del primer hijo son efectivamente meses. Ya con esta perspectiva, glosemos el texto del Génesis:

 

“Set Vivió 105 años, y engendró a Enós. Después que engendró a Enós, Set vivió 807 años, y engendró... Así, todos los días de Set fueron 912 años, y murió. Enós Vivió 90 años, y engendró a Cainán. Después que engendró a Cainán, vivió 815 años, y engendró... Así, todos los días de Enós fueron 905 años, y murió. Vivió Cainán 70 años, y engendró a Mahalaleel. Después de esto, Cainán vivió 840 años, y engendró... Así, todos sus días fueron 910 años, y murió. Vivió Mahalaleel 65 años, y engendró a Jared. Después que engendró a Jared, vivió 830 años, y engendró hijos e hijas. Así, todos los días de Mahalaleel fueron 895 años, y murió.

 

Vivió Jared 162 años, y engendró a Enoc. Después Jared vivió 800 años, y engendró… Así, todos los días de Jared fueron 962 años, y murió. Vivió Enoc 65 años, y engendró a Matusalén. Después que lo engendró, “caminó Enoc con Dios” 300 años, y engendró… Así, todos los días de Enoc fueron 365 años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque se lo llevó. Vivió Matusalén 187 años, y engendró a Lamec. Después Matusalén vivió 782 años, y engendró... Así, pues, todos los días de Matusalén fueron 969 años, y murió. Vivió Lamec 182 años, engendró un hijo y le puso por nombre Noé… Después que engendró a Noé, Lamec vivió 595 años, y engendró... Así, todos los días de Lamec fueron 777 años, y murió. Noé tenía 500 años cuando engendró a Sem, Cam y Jafet”…

 

Yo tenía 102 años cuando engendré a mi hijo Bernardo y ahora tengo “solo 642. Así que... ¡hagan cuentas!


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