17 enero 2023

Avatares y vicisitudes

Avatar es palabra devaluada (“underated” creo que dicen en inglés); pudiera decirse que ha sufrido su propio avatar. Casi ya nadie la usa con el sentido que antes escuchaba, con el de vicisitud o cambiante circunstancia, y menos todavía con el de su raíz indoeuropea, como cruce, paso, traslado, descenso y hasta reencarnación. Ha pasado, sobre todo para los jóvenes, a significar: identidad virtual  (“heterónimo”, hubiera dicho el gran Pessoa). Y es justamente así como también la define la última –y más fresca– acepción de nuestro inefable diccionario, que literalmente reza: “Representación gráfica de la identidad virtual de un usuario en entornos digitales” (parece que no estuviéramos leyendo un glosario léxico sino un relato de Isaac Asimov o, mejor todavía, alguna revista de ciencia ficción).

 

Cuando era “guambra” había un programa radial que hablaba de las vicisitudes de la política, de sus avatares; creo que se llamaba “Andanzas del maestro Juanito”, ahí se comentaban esas volubles y cambiantes condiciones que tiene la circunstancia política; así aprendí de esos cambios pendulares que suele tener esa díscola manifestación que trata de expresar las aspiraciones, ilusiones y desengaños que viven pueblos y colectividades. Entonces se la trataba de dejar en manos de los que parecían más capaces; hoy, según parece, se la ha ido dejando en manos de seres semi–analfabetos convertidos en prestidigitadores. No es necesario tener a mano un diccionario para definirlos; estos políticos modernos son “ignorantes que lo saben todo”. Ah… pero siempre a un negociable precio. ¡Sí señor!

 

Avatar no es un término de nueva data, no ha sido inventado para alguna película de “sci-fi” (ciencia-ficción); ahí estaba desde el principio de los tiempos, fue inventada por los indios o hindúes (los originarios de la India) que son hinduistas (practican una religión politeísta, es decir repleta de una gran variedad de dioses) y que creen que sus divinidades a veces se encarnan, o reencarnan, y que para ello abandonan su condición sobrenatural y se convierten en humanos. Es entonces, cuando “descienden” a nuestra humilde realidad, que se produce un avatar. Se han “abajado” a la condición de seres comunes y corrientes, a humanos.

 

Dicen los que saben (yo en casos como estos solo me baso en referencias etimológicas) que la palabra avatar viene del sánscrito (otra lengua indoeuropea) y que no es sino el nombre que reciben “las reencarnaciones de los dioses cuando se presentan a los hombres”; unas veces lo hacen como humanos y otras como animales. El hinduismo también tiene su trinidad; esta está constituida por Brahma, Shiva y Vishnu. Brahma es el dios supremo; Shiva es una deidad destructora (no es malvado, destruye para renovar la vida); y Vishnu, es un protector, él representa la preservación, el balance y la armonía. Es una suerte de intercesor (tiene atributos femeninos), a él acuden sus devotos en busca de ayuda y consolación. Por ello le representan con muchos brazos, en clara alusión a su omnipotencia y generosidad…

 

No estoy seguro (a veces debo recurrir a mi lado humilde) pero entiendo que la relación de avatar o avatarah con el sánscrito es por el elemento tarah (un “tara” nasal), que nos ha llegado a través del latín por medio del prefijo trans (o tras) que, como se indicó, significa cruzar o “pasar por”. Voces como tránsito, transeúnte, trasladar, transportar, transacción o intransigente, tendrían similar origen. Habría sido Neal Stephenson, un autor de ciencia ficción (él la llama “ficción especulativa”), quien parece que popularizó el término avatar con un sentido diferente; lo hizo en sus primeros libros en los que mezclaba mitología y nanotecnología. No leo ciencia ficción (ya tengo suficiente ficción con la novela) pero la gente que lo ha hecho me cuenta que son obras bien sustentadas y muy divertidas.

 

De vuelta a nuestros avatares de carácter colectivo, parece que ya es hora de que intentemos un “avatar al revés” y procuremos “subir de nivel”, lo que en tecnología y en los pasajes aéreos sería hacer un upgrade”. Lo merece nuestro destino comunitario; lo merecen nuestras familias y demás conciudadanos. No vamos a salir de nuestro estancamiento mientras no nos propongamos convertir la nación que nos ha tocado en suerte, en un mejor modelo de sociedad. Lo vamos a lograr con la suma de nuestras individuales transformaciones; exigiendo a quienes nos representan que cambien esa imagen tan necia y desprolija que exhiben, por una que nos permita el tránsito hacia una nueva realidad. Que esa sea una más alta y remozada identidad, con el amparo de un dios generoso y protector…


Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario