24 enero 2023

Pretensiones y fingimientos

Artista, tú eres un gran artista,

Vendedor de ilusiones,

Mentiroso y egoísta. . .

Artista, tú eres un gran artista,

No me van tus actuaciones,

Tu obra ya está muy vista. . .         (Dúo “Pimpinela”. Letra de la canción “Artista”).

 

Estuve en mi estudio meditando en el extraño mundial que nos tocó vivir hace pocas semanas, fue cuando el Fusco empezó a ladrarme “en voz alta”. Venía a reclamarme que en lugar de estar embelesado mirando un artilugio hecho de hojas de papel por tan largo tiempo (estuve leyendo), le llevara a pasear a ese mismo sitio a donde van sus amigos y a donde, en forma casi puntual, le llevo también casi todas las mañanas. Cuando el inquieto canino había ya subido a su asiento favorito, encendí el motor del vehículo e inicie el breve trámite para dirigirme al portón de salida. Fue entonces cuando escuché la pegajosa tonada; tomé nota de su letra y más tarde consulté su título…

 

Solo tuve que escribir “Artista, tú eres un gran artista” y el buscador me llevó a la letra que he escrito en el epígrafe. Irónicamente, estaba cantada por un par de chicos de apellido Galán, que se hace llamar Pimpinela. Son argentinos y cantan en forma de diálogo; no sé porqué habrán escogido el nombre; pero, si no saben lo qué es pimpinela y consultan el DLE, van a encontrar que es una “planta herbácea vivaz, de la familia de las rosáceas” (aquí viene una larguísima explicación botánica) y termina diciendo que “abunda en España y se emplea en medicina como tónica y diaforética” (no se molesten en averiguar el significado del último término: quiere decir sudorífico). Curioso nombre, ese de Pimpinela, a juzgar por las canciones que ejecutan (baladas y tonadas románticas), se diría que con ellas logran cualquier cosa menos “hacernos sudar”.

 

Sé también que la pimpinela es una planta tóxica, así que tampoco… "nada que ver". Pero me interesó la canción por el contexto deportivo actual y creo que a lo que quiere referirse es al actor, que no al artista. No hace falta acudir otra vez al diccionario para inferir que “actor” es quien interpreta un papel y, por extensión, alguien que finge o exagera. Cosa muy seria es esta del histrionismo, del arte del fingimiento, sobre todo en esos días del Mundial. Mundial de zambullidas y manos evidentes no cobradas, de múltiples y excesivos penales sancionados, o de dudosos y vergonzosos penales regalados (que cambiaron el curso de más de un partido). Mundial corrupto que nos hace pensar en que: ¿para qué sirve el VAR, si cuando se deben revisar los actos de descarado fingimiento, de torpe y escandalosa simulación, no se lo usa para nada?

 

Hay un verbo curioso en el inglés, es justamente el de fingir, que se dice “to pretend”. Digo curioso porque dada la cercanía fonética, hay quienes hablan nuestro idioma que se sienten tentados a traducirlo con el significado de pretender. Este es un verbo “interesante” porque pretender no es fingir o disimular sino “hacer cosas o diligencias para conseguir algo”, como pretender una posición o a una chica, por ejemplo. Eso es pretender. Y digo interesante, porque pretencioso (o presuntuoso) es alguien que quiere parecer como si fuera más de lo que realmente es. Resumiendo, y disculpándome por el aparente juego de palabras, bien pudiera decirse que quien finge esconde una pretensión y que el pretencioso emboza un callado fingimiento.

 

El último partido del Mundial me dejó un sabor agridulce, un extraño regusto. Un enjuto jugador, a quien siempre había admirado por su elegancia y habilidad, se dejó caer en él área sin haber sido lastimado (cual fideo con disfunción eréctil). El árbitro “compró” la burda simulación y, lejos de sancionarlo como correspondía (o al menos consultar al infalible e inefable VAR), concedió un penal que desvirtuó el trámite natural del partido. Esta fue una acción definitiva. Va siendo hora entonces de que la FIFA actúe de forma severa y ejemplarizadora; que establezca una normativa que castigue con rigor el histrionismo. El fútbol es solo un deporte, pero es una metáfora de la vida y aunque no podemos pretender que siempre ganen los mejores, el juego debe seguir reflejando que quienquiera que sea el que gane no debe nunca apoyarse en la trampa o el artificio:  es que... ¡debería haber justicia!

 

No más fingimientos ni falsas lesiones simuladas, no más reacciones torpes o maliciosas, no más subterfugios o actos marulleros para obtener ventaja y perjudicar a otros jugadores y a los equipos honestos. El fútbol es un hermoso entretenimiento pero por favor no lo dañemos. ¡Compitamos en buena y equitativa lid!


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