27 enero 2023

Del suéter al cárdigan

Hoy voy a hablarles de una prenda aristocrática. Nada que ver con el “bisht”, esa elegante capa árabe, que usan jeques, emires y sultanes, la misma que, en una anterior entrada, he llamado “esmoquin árabe”; capa, esta, que fuera obsequiada al circunstancial capitán de la selección ganadora del último campeonato mundial de fútbol. Entrada que, por otra parte, tuvo alrededor de quinientas visitas en un solo día (es sorprendente a lo que puede llegar el insano fanatismo, capaz de convertir en religión cualquier vulgar pasión futbolera)... No, hoy quiero hablarles de una de las prendas de vestir más cómodas y versátiles que existen, cuyo uso e historia tienen ciertamente una alcurnia u origen de veras aristocrático.

 

Todo empieza con una pieza un poco más humilde, el suéter común y corriente (le llaman “sweater” en inglés, con parecida pronunciación). Este no es sino un indumento que surge con la industria textil: es una prenda hecha de lana o algodón (este último material es preferible para evitar las inelegantes motas) y tejida a máquina. Los suéteres originales eran cerrados, ya sea con cuello circular o en V; más cómodo este último por su facilidad para introducir la cabeza. La abertura en V iba hasta el esternón o, si prefieren, hasta el canalillo del pecho femenino. “To sweat” quiere decir sudar, pero la función del suéter es la de abrigar o cubrir la parte superior del cuerpo, no la de “hacer sudar”. La conocen también como pulóver (“pullover” en inglés, que significa literalmente “para ponerse sobre la cabeza”).

 

No siempre hubo suéteres, hubo diferentes tipos de chaquetas o sacos de diferentes materiales. Más tarde, a alguien se le ocurrió diseñar otro tipo de suéter pero con abertura en todo el frente delantero, utilizando botones o cremallera (el cierre), cuando se popularizó ese formidable invento. Yo tuve algunos suéteres en mi niñez; los había de un solo color o con patrones en los que se combinaban varios colores, tuve también uno grueso de varios colores y con franjas transversales gracias a la generosidad de uno de mis tíos. Luego preferí los de un solo color. Mi primer suéter abierto (con cremallera) fue fruto del primer sueldo de mi hermano Adrián; era blanco con franjas azules y rojas, tanto en los bordes como en los filos de las mangas. Era un modelo clásico, como los que usaban los tenistas.

 

Este último era algo más que un simple suéter abierto: era técnicamente un “cárdigan”, es decir era abierto pero con la manga cosida con un estilo llamado “ranglán” o “raglán”. La construcción de la prenda con ese estilo une la manga al cuerpo principal con una costura que va en diagonal, desde la axila hasta la clavícula. Ese simple detalle le hace al cárdigan único y especial. Fue conocido en Inglaterra como “Cardigan” (con acento en la primera vocal); su nombre se debió a quien lo popularizó, un aristócrata llamado James Thomas Brudenell (1797–1868), séptimo conde de Cardigan. Se trataba de un comandante militar británico que participó en la guerra de Crimea y que fue repetidamente cuestionado en sus servicios; se aduce que utilizaba este tipo de prenda y fue él quien familiarizó su uso.

 

A Brudenell se debe que en Inglaterra se llame cárdigan a lo que en EE UU llamaron “jumper”. Es una prenda muy cómoda; se la usa normalmente en combinación con una camisa con botones en el cuello; pero es muy versátil, se la puede usar con camiseta o sobre una prenda  de tipo cuello tortuga. Fueron estos cárdigan los primeros suéteres que compré siendo todavía alumno piloto. Desde entonces cuentan entre mis favoritos. Hoy dispongo de dos fabricados con lana de vicuña, ya exhiben refuerzos en sus codos pero me siguen acompañando sin denunciar sus años. En Inglaterra los llaman jersey, en honor a la isla de ese nombre (le dicen “jerséy” en España). Existen varios tipos de cárdigan; los hay sin botones e incluso sin mangas; y hay un modelo con cuello. El cárdigan puede dar la apariencia de ser una prenda “para viejos” pero no pasa de moda y es una de las prendas más cómodas que existen. Se recomienda no colgarlo (guardarlo doblado) para que mantenga su forma.

 

Es su material y el tipo de elástico que tienen sus muñequeras lo que le hace tan confortable al cárdigan. Sin embargo, es ese tipo de corte diagonal que tienen sus mangas, “en ranglán”, lo que la hace especial… lo que le da ese “look” tan diferente. Este tipo de corte debería su nombre a otro militar británico, el mariscal de campo FitzRoy James Henry Somerset (1788-1855), Lord de Raglan y primer Barón de Raglan, secretario del duque de Wellington, quien supuestamente utilizaba este estilo para disimular la pérdida de uno de sus brazos en la batalla de Waterloo.


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