07 febrero 2023

De "vuelta" a Roma

Gracias a la generosidad de mi amigo Popoyo he terminado de leer “Roma soy yo”, primera novela de la nueva saga de Santiago Posteguillo. Pero, quizás me expreso mal, pues es gracias a que recibí la obra como inesperado obsequio que la he terminado de leer y que hoy la puedo comentar. No ha sido la primera novela que he leído del escritor español, que debe andar en los 55 años y cuya primera obra publicada fue la trilogía relacionada con Escipión el Africano. Luego vendría otra trilogía que gira alrededor del emperador Trajano, de origen hispano, y finalmente otras dos obras que están relacionadas con Julia Donna, la esposa de Septimio Severo. “Roma soy yo” es el primer libro de una sega de varios tomos que habrá de publicarse en doce años; se relaciona con la vida de Julio César.

 

Posteguillo no es historiador, es filólogo y lingüista. A veces se me hace difícil distinguir si estas novelas llamadas históricas, o biográficas, son realmente eso, o si más bien son historias noveladas. Creo que es preciso conocer un poco de  Historia (así, con mayúscula) para ubicarse mejor y, en lo posible, poder distinguir la ficción de la estructura histórica en la que se basa la trama. Roma es una ciudad fascinante, repleta de historia, fue parte de mis destinos cuando estuve asignado al Airbus A-340 y su nombre tiene un interesante origen y significado: estaría relacionado con el mito germinal de Rómulo y Remo. Roma es palabra etrusca que significa ubre y pudiera venir del griego con el sentido de fuerza. Para algunos el término haría referencia a la forma de sus dos colinas: el Palatino y el Avertino.

 

No quisiera ser un “spoilrer”, es decir alguien que estropea o arruina la futura lectura que planea el lector, anticipando parte de la trama; así que solo diré que, en esta primera parte, el libreto trata de los primeros años de Julio César, la pesada mochila que debe sobrellevar como sobrino de un importante tribuno, Cayo Mario, enfrentado con el dictador Lucio Cornelio Sila; su formidable trabajo como joven acusador (tenía 23 años) del corrupto funcionario Dolabela; su exitosa gestión diplomática cuando fue alejado de Roma; y su inesperado triunfo estratégico en la batalla de Mitelene (si a una improvisación puede darse el nombre de “estrategia”).

 

Dicen que Roma es una ciudad a la que siempre se vuelve… Así que, ¿para qué dejarnos invadir por la nostalgia? A fin de cuentas, “Roma no se construyó en un día” (cómo olvidar que “todos los caminos conducen a Roma”). Tuve la privilegiada fortuna de no solo haber estado un sinnúmero de veces en Roma, sino que un día me hice el especial propósito de ir conociendo (así en gerundio) todos los primorosos pueblitos que rodean a la “ciudad eterna”, los “Castelli Romani” (los “Castillos Romanos”), y puedo decir que he estado en Ariccia, Frascati y Grottaferrata; en Albano Laziale, Ciampino y Castel Gandolfo. A todos los visité y “los viví” cual si fuese un romano más, tomando el tren en la estación en Términi y disfrutando de sus callejas y de su campiña.

 

Ya que lo mencioné, hoy deseo hablarles de Mitelene. En “Roma soy yo” se glosa el poema de un personaje a quien se conoció como Safo de Mitelene (Sappho en latín); poeta muy reconocida en la antigüedad (realmente una poetisa que había nacido en la isla de Lesbos). Safo habría nacido en Éresos, ubicada en el lado occidental de esa isla que tiene una forma triangular, con dos bahías, y que, a pesar de estar situada junto a la actual Turquía, al igual que lo están Quíos o Rodas, pertenece a Grecia. Safo fue conocida por su nunca escondida bisexualidad; de hecho su nombre ha dado lugar a la creación del término safismo que, al igual que lesbianismo identifica a esa opción femenina. Esta última palabra, lesbianismo, debe su origen a las actividades de Safo y sus discípulas que estudiaban en la isla. Sin embargo, el gentilicio de los habitantes del lugar no es el mencionado; se los conoce como lesbias o lesbios.

 

Lo que ocurría en Lesbos en el siglo VII a.C. o, en las premisas dirigidas por la reconocida poetisa, es un asunto que siempre ha sido incomprendido e, incluso, perseguido y hasta castigado. En nuestros días se va reduciendo tal intolerancia; se ha pasado a reconocer la opción como algo diferente o atípico. Como algo que está en la naturaleza...

 

Ahora sí, de vuelta al título de esta entrada, ruego que se me permita una pequeña digresión (voy a apartarme un poquito del tema), pretendo referirme al vocablo “vuelta”, cuyo uso incorrecto, de acuerdo con C.J. Córdova, con el sentido de “otra vez” o “nuevamente”, no solo sería desusado sino incluso vulgar. Otros diccionarios lo mencionan también como ecuatorianismo, con el sentido de la locución adverbial “en cambio” o, también, con el de “por el contrario”.


Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario