07 marzo 2023

Caminos y distancias

En días pasados mencioné este blog en una reunión social. ¿Pero… por qué “náutico” si eres un aviador? alguien inquirió; respondí que procuraba dar a mis experiencias el tratamiento que se da a los relatos de viaje. “Lo náutico está relacionado con la ciencia y el arte de la navegación” expliqué. De pronto caí en cuenta del motivo para la indagación: náutico es una palabra a menudo asociada con asuntos navales o marineros, aunque de manera más general tiene que ver con el arte de desplazarse. Medité en que idéntico equivoco puede provocar la voz “itinerario” que no solo tiene que ver con horas de operación de las naves sino con lo que sucede en rutas y destinos: iter es voz latina que quiere decir camino o período de marcha.

 

Desde la antigüedad el hombre ha buscado métodos para medir la distancia de sus viajes; así han aparecido la milla (en sus dos versiones: terrestre y náutica), la legua –que equivale a tres millas– y, desde que se instituyó el sistema métrico decimal, el kilómetro. La legua terrestre, o estatutaria, equivale asimismo a tres millas terrestres; mide 4827 metros, pues la milla tiene una extensión de 1609 metros. La legua representa la distancia que una persona puede caminar a paso regular en una hora. Existe además una milla marina, o náutica, que equivale a 1.15 millas terrestres, es decir 1852 metros o 6000 pies (6076); esta es la utilizada como medida itineraria por marinos y aviadores.

 

Leyendo “Hombres buenos” de Pérez Reverte, he encontrado una aparente imprecisión respecto a la legua terrestre: menciona que hacia fines del siglo XVIII esta tenía una distancia de 5.5 kilómetros (unos 700 metros más que la actual). Caí en cuenta entonces que las medidas no siempre tuvieron valores uniformes: la legua romana no tenía la misma extensión que la francesa y la inglesa tampoco era igual que la castellana; esta última equivalía a 5.572 metros, era utilizada para determinar la extensión de los predios y era reconocida legalmente en los tribunales españoles; por un tiempo se la había fijado en 5000 varas castellanas (o 15000 pies), esto es unas 2.6 millas romanas o 4190 metros; y se la siguió usando por un tiempo adicional en España, a pesar de haber sido abolida por Felipe II en 1568.

 

Dice una página que he consultado (Agrimensores Paneros, de Argentina) que  la legua común “era una unidad itineraria que se utilizaba en las crónicas de exploraciones y viajes; era una medida muy imprecisa ya que variaba con las circunstancias que rodeaban al viajero, tales como si iba a pie, a caballo, en mula o en carruaje. Quedó establecida por el uso en el siglo XVI en 20 000 pies castellanos: 5572,7 metros o 6666,66 varas castellanas. Sin embargo, la legua común variaba de modo notable según los distintos reinos españoles o sus provincias”. Por lo tanto, “Para facilitar los cálculos y unificar con los usos de otros países, a fines del siglo XVII comenzó a utilizarse la legua llamada de 20 al grado (por un vigésimo de grado de meridiano terrestre o 6.666,66 varas)”.

 

La milla náutica, actualmente utilizada en la marina y aviación, equivale a un minuto de grado de meridiano. Un grado, por lo mismo, equivale a 60 millas náuticas o, lo que es lo mismo, 20 leguas náuticas. Ahora bien, si una legua náutica mide 5,55555 kilómetros quiere decir que un grado de meridiano mide la curiosa cifra de 111,11111 km (guarismo que muy probablemente no ha de ser una coincidencia), lo mismo que 60 millas náuticas. En cuanto a la milla náutica que mide 1852 metros, alguna vez aprendí una simpática frase que se constituye en método mnemotécnico para no olvidar el importante dato: “es como un ocho sin codos” (realmente un–ocho–cinco–dos): 1/60 de grado.

 

En aviación todavía se utilizan dos tipos de cartas de navegación: unas son para vuelos de reconocimiento (entrenamiento, “cross–country”); estas utilizan millas estatutarias. Las demás son cartas instrumentales que por lo general utilizan millas náuticas. Del mismo modo, la velocidad en los aviones menores es calculada en millas por hora mientras que en los aviones mayores, y más veloces, es registrada en “nudos” (knots en inglés); el nudo no es sino una unidad de velocidad expresada en millas náuticas por hora. El nombre es heredado de una gruesa cuerda de esparto que se lanzaba desde la cubierta de los barcos para medir la velocidad de desplazamiento sobre el agua; la cuerda contenía nudos espaciados cuyo número era observado de acuerdo con la velocidad que alcanzaba la embarcación.

 

En resumen: una legua terrestre equivale a 0,868976241900649 leguas náuticas. Una milla estatutaria mide 1609 metros, la náutica 1852 (por eso dicen que la milla náutica es “un poco más larga y húmeda” que la terrestre). Una milla náutica es igual que un minuto de arco de meridiano. El origen de la milla pudiera sería la “parasanga” persa que llegó a los romanos a través de los griegos. Si esto se aplica correctamente, “a leguas” se verá que han puesto atención…


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