31 marzo 2023

Caveat emptor

(Advertencia al comprador)

 

Cuando uno escribe, mantiene casi sin proponérselo una actitud de observación permanente que es continuamente estimulada por lecturas, conversaciones y viajes. Hay quienes leen para aprender, otros para entretenerse o para encontrar respuestas; por mi parte, lo hago también para alimentar nuevas inquietudes que me obligan a investigar y a tener una idea más clara de diversas cuestiones. De otro lado, cualquier experiencia, episodio o comentario aviva, y aun reaviva, la actividad creadora. Un solo vocablo puede espolear nuestra imaginación…

 

A veces creo, asimismo, que solo soy un sobreviviente… En mis tiempos de TAO, el gerente de la empresa había invitado al doctor Alberto Di Capua a pasar unos días en el Oriente. Don Alberto, que había sido fundador y pionero de los laboratorios LIFE, llegó una tarde a Shell Mera, acompañado de su hijo Alejandro. Este era un joven inquieto y locuaz; su padre le había imbuido que en la vida, si se quería aprender, había que preguntar. Estábamos sentados a la mesa, disfrutando de la cena, cuando el muchacho –que con el tiempo llegó a ser mi buen amigo– curioso inquirió: “Aquí al lado quedan los brasilianos, ¿no es cierto?”.

 

Di Capua, que había nacido en Italia hacia 1905; era un padre severo. Lucía esas camisas ligeras de lino y manga corta que tan elegantes parecen en el trópico. A pesar de su corta estatura, tenía algo en su talante que le daba un gesto altivo que infundía respeto; quizá era su forma profesoral de expresarse o aquella tendencia a elevar el mentón antes de dirigirse a las demás personas… “No se dice brasiliano”, le increpó a su heredero, acompañando el reproche con un disimulado expletivo… Hoy, por lástima, ni el padre ni el hijo están ya entre nosotros.

 

La inquietud de mi amigo traducía la difuminada perspectiva que, por mucho tiempo, los ecuatorianos hemos tenido no solo de nuestras fronteras, sino de nuestro real territorio. Tan temprano como en 1904, Ecuador había firmado el Tratado Tobar–Río Branco con el Brasil, que establecía una “potencial” frontera “para el caso de que superásemos las diferencias que manteníamos con el Perú”. El límite estaba trazado entre Tabatinga (actual Leticia) y la confluencia del Apaporis con el Caquetá; una línea de alrededor de 300 Km. Obviamente, no se había contado con el beneplácito del Perú. Algo semejante sucedió al cesar los enfrentamientos entre Perú y Colombia y se estableció el Trapecio de Leticia; entonces Colombia había transferido al Perú los mismos territorios que antes le había cedido el Ecuador.

 

Aquí vale recordar algo de geografía: algunos ríos de nuestro Oriente (Pastaza, Santiago) desembocan en el Marañón (el Napo lo hace en el Amazonas); el Marañón recibe por su derecha al Huallaga y al juntarse con el Ucayali (poco antes de Iquitos) forma el Amazonas. Tanto el Huallaga como el Ucayali corren paralelos al Marañón por casi medio territorio peruano; pues, aunque nacen con otros nombres al sur del Perú, el Marañón lo hace a la cuadra de Lima. El Amazonas tiene un nombre diferente en parte de su recorrido; esto es desde Tabatinga hasta Manaos (1.700 Km), ahí se lo conoce como Solimões. Desde Manaos hasta el Atlántico cambia, otra vez, al de Amazonas. Leticia, por otra parte, forma una sola ciudad con Tabatinga, aunque ambas están divididas por la frontera entre Colombia y Brasil.

 

Para resumir: Perú y Colombia habían tenido un conflicto bélico en 1922, el mismo que obligó al Perú a ceder una extenso territorio a Colombia. El tratado suscrito, para sorpresa de los mismos ciudadanos peruanos, se había mantenido en secreto por cinco años. Años más tarde (1932) el contenido malestar peruano reanudó las hostilidades que luego tuvieron que suspenderse ante el inesperado asesinato del presidente Sánchez Cerro. Un nuevo tratado se firmaría en 1934, sin atender los reclamos territoriales del tercero en discordia, nuestro país. De este modo, el Trapecio de Leticia, cedido por Perú, nos alejaría para siempre del Brasil.

 

En cuanto a disputas territoriales, tal parece que nunca está dicha la última palabra. A pesar de que los presidentes Mahuad y Fujimori firmaron la paz entre Ecuador y Perú a finales del pasado siglo. Un dirigente “etnocacerista” peruano, Antauro Humala, hermano de Ollanta, el anterior presidente, también tendría aspiraciones presidenciales… él habría anticipado que desconocería los acuerdos con Chile y Ecuador (?). Esto significaría resucitar los supuestos límites contenidos en la Cédula Real de 1803, que reconocían como pertenecientes al Virreinato de Lima los territorios ubicados hacia el oriente de la cordillera de los Andes…


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