14 julio 2023

Los niños “perdidos”

Si usted sabe, amable lector, qué son las ‘teorías conspirativas’, puedo decirle que hoy he amanecido terriblemente ‘conspirativo’ (no confundir con ‘conspiranoico’), y todo porque creo que algo no me cuadra con el tan publicitado accidente aéreo acaecido hace poco en la vecina selva colombiana. Desde un cierto momento, me empezó a dar la impresión de que los chicos que habían sobrevivido como que no estaban tan interesados en acercarse a quienes trataban de rescatarlos; todo lo contrario: actuaban como que los eludían, como si sintiéran que eran perseguidos…

 

Pero… hubo otro factor significativo: nadie hablaba del padre del los niños, de la misma persona que habría contratado la avioneta para movilizar a su familia desde la selva hacia un lugar desconocido (hoy se dice que Bogotá). Hay algunas cosas que suenan oscuras o, por lo menos, no muy convincentes en el supuesto accidente. Para empezar, este sucedió en un aparato que antes ya había estado involucrado en otro siniestro y que había recuperado su certificado de aeronavegabilidad aparentemente sin haber cumplido los trámites regulatorios que, para estos casos, son –o deberían ser– exigidos por la autoridad aeronáutica correspondiente.

 

Digo ‘supuesto’ accidente porque ahora todos sabemos que el avioncito se cayó, pero nadie puede asegurar que el siniestro fue consecuencia de un auténtico accidente. Lo que quiero decir es que nadie sabe si el avión de veras se cayó por una circunstancia imprevista (por ejemplo, una falla del motor) o si se produjo por consecuencia de algún tipo de sabotaje; es decir, si el aparato fue contratado para darle ese destino: que se caiga… ¿No es sospechoso que únicamente hubieran fallecido los tres ocupantes adultos (incluida la madre y el piloto), pero que los menores sobrevivientes no hayan tenido ninguna lesión, ningún corte, abrasión o traumatismo?… ¡Nada!, solo síntomas de cansancio, falta de alimentación o deshidratación; meras picaduras de insecto. ¡Estaban totalmente ilesos!

 

En resumen, bien se podría elucubrar que los niños ni siquiera se encontraban en el avión en el momento del accidente y, hasta que los cuerpos pudieron no pertenecer a los supuestos accidentados (hoy improbable)… Se hace sospechoso que los chicos dejaran abandonado un biberón, que podía resultar muy efectivo para mantener tranquilo a un infante de once meses por tanto tiempo (no olvidar que este siempre estuvo en brazos de la hermana mayor). La pregunta de rigor es si ese objeto fue puesto intencionalmente donde se lo encontró, o si los niños se vieron súbitamente obligados a prescindir de un implemento que era necesario para tranquilizar al bebé. De veras, ¿no será que lo abandonaron porque –como ya insinuamos– estaban huyendo?

 

Luego está el ‘frustrado’ y prematuro anuncio de la feliz localización de los muchachos efectuado por el presidente Petro. ¿Es lo corriente que una noticia tan importante, que estaba relacionada con un tema que tenía en vilo a toda la comunidad colombiana, se la difunda sin la verificación y la confirmación correspondientes? No, no lo creo. Más tarde, ya pasado el tiempo, pasadas las semanas, se consolidó y confirmó el acuerdo de paz con el ELN (Ejército de Liberación Nacional) y, como por arte de magia, se confirmó ipso–facto el ‘hallazgo’ de los niños. Y, otra vez, el padre no asomó ni dijo ni pío, nadie preguntó por él, ni nadie lo reclamó…

 

Estoy leyendo una novelita de Alejo Carpentier intitulada “El reino de este mundo” (‘nivola’ la hubiera llamado Unamuno) y encuentro el significado de lo que el escritor cubano llamó, por primera vez, lo ‘real maravilloso’, en contraposición –o como anticipo precursor– a lo que más tarde se conoció como ‘realismo mágico’, y no puedo dejar de considerar cómo en ‘nuestro mundo’ –léase en nuestra América– todo puede pasar y, de hecho, todo sucede, como sacado de la manga de cualquier taumaturgo o de la chistera de cualquier prestidigitador de feria, todo termina por maravillarnos al creerse realidad lo que no es sino pura fantasía…

 

En aviación, muchas veces la causa de los accidentes no es ‘lo que parece’. Cuando ocurre un siniestro lo importante no es averiguar qué pasó, sino por qué este sucedió. ¿Qué era lo que en realidad temía el jefe comunitario que arrendó la Cessna? ¿Alguien sabía a quién se iban a entregar los niños? ¿Fue todo este curioso episodio un accidente o solo una impostura?. ¿Por qué, si los chicos pudieron sobrevivir en la selva por 40 días, nunca hicieron señales de humo para poder ser localizados? ¿Hubo un acuerdo entre el gobierno y la prensa para controlar la información? ¿Fueron las sospechas filtradas a la ciudadanía? ¿Estaba el ‘hallazgo’ de los chicos supeditado a la firma del acuerdo de paz?... ¡Tengo la sospecha de que la verdadera historia todavía no ha terminado!...


Share/Bookmark

No hay comentarios.:

Publicar un comentario