30 septiembre 2025

Disfrutando a ‘full’…

Es ella una mujer dedicada, pudiera decirse que le ha empezado a sonreír un justo, aunque tardío, reconocimiento. Venía ella de uno de esos viajes breves y repentinos que hace; contaba que tuvo “full presentaciones”, que es cuando caí en cuenta que antes ya había dicho que había terminado “full ocupada”. Por coincidencia, en los últimos días, venía yo advirtiendo que esa misma palabra (ese full inglés, que significa lleno y, en ocasiones, bastante) parece haber dejado de ser feudo de la juventud para ubicarse también en el habla de los adultos...

Hasta que sucumbimos a la hegemonía del tabaco con filtro y, por lo mismo, a la del Marlboro, en el país se vendía principalmente Lucky Strike y Chester (Chesterfield). Aunque en menos escala, también se expendía King y un tabaco negro, algo menos elaborado, llamado Full Speed. Este era un cigarrillo más fuerte: estaba orientado a los sectores populares o, quién sabe, a los buenos y más redomados fumadores. Su nombre iba acompañado de un velero: proclamaba una marca que insinuaba un viaje realizado “a toda”, es decir (para esos tiempos) “a toda velocidad”. Sí, hubo también un “interinazgo”: el de los Kent y Camel, el de los Raleigh y Winston-Salem, o el de los Parliament y los Kool. Muchos, la mayoría, aprendieron ese nuevo verbo: el de “marlborear”. Yo prefería solo fumar Kool…

Pero no es que entonces full fuera una palabra extraña; ya muchos la utilizaban y, quienes no, por lo menos la entendían: decían “estoy full” si se llenaban o “a full” si estaban ocupados. No solo eso, full era una suerte en el juego de la baraja (el poker) que implicaba tener tres cartas de una misma denominación y una pareja distinta. Hoy, sin embargo, parece que el término ha resucitado. Y ha regresado como un vocablo ubicuo, que se lo usa por todas partes, e incluso sin ton ni son. Es, vaya, un estribillo: una muletilla; y, si a alguien le molesta: con el riesgo de convertirse pronto en una cantaleta… Para todo sirve, es un auténtico comodín (“te conviene full”).

 

En días pasados, mientras visitaba un café, me fue inevitable escuchar una conversación. Lo hice “sin querer”, pero pronto me interesé. Lideraba el coloquio un jovenzuelo que utilizaba o, más bien, sobre-utilizaba el empedernido y obcecado terminajo. Cada que lo usaba, yo presto intuía (o procuraba intuir) con qué sentido era que cada vez lo usaba o trataba de utilizar. Hablaba él de lo ocurrido en algún público espectáculo. Este es el resumen de los varios significados que yo, en forma disimulada, acuciosamente barrunté: lleno, completo, completamente, ocupado, en gran cantidad, bien (como en bien tonto) o bastante más. En fin, genuina habla juvenil…

 

En definitiva, y a manera de resumen: full es un anglicismo que ya no solo significa que algo está lleno o completo (su sentido en el inglés) sino que, entre otros propósitos, se lo utiliza también como intensificador: tiene full extras, está full acostumbrado. Así, usado como perífrasis de intensificación equivaldría a bien o a muy, como en full apurado o full caliente. Aunque, en este caso, suele respetar su origen inicial en el inglés: nadie diría full poco o full vacío. La palabra full, en inglés, vendría del antiguo germánico gol; y este, del latín plenas (nuestro “pleno”, en castellano) y del griego plērēs. También pudiera ser utilizada para reemplazar al adverbio muy: they knew full well; pero nadie diría algo como: I’m full busy, o: she is full nice

 

Por otra parte, y ya que estamos en ello: full en inglés quiere decir lleno pero nunca ocupado (mucho menos muy ocupado), que se diría: busy, packed o (coloquialmente) jam-packed. En resumidas cuentas: pudiera estarse empleando como locución adjetival: estoy a full (como en “estoy muy ocupado”); o como locución adverbial: hay que vivir a full  (vivir hasta el límite); o, como adjetivo si conserva su valor original: estoy full (lleno), el tanque está full.

 

De mi revisión del Diccionario de Americanismos, puedo colegir que estos no solo serían usos coloquiales de la región (Venezuela, Colombia o, incluso, Perú), sino de muchos otros países. E, incluso, de España, pues una fundación (Fondéu) recomendaba hace poco, emplear de preferencia las voces o locuciones equivalentes en castellano. Aquí van algunos ejemplos de la utilización de full en nuestros países: estoy trabajando full time (con dedicación exclusiva): siento full calor (en reemplazo de muy o mucho); o, hubo full gente o full cerveza (con el significado de abundante); o, disfruté full (con el de plenitud)… Como se darán cuenta, todo esto está de locos, expresión que, como las anteriores, también parece habernos llegado por influencia de la televisión o debido a esa rara manera de hablar, que hemos aprendido a escuchar en el habla de nuestros hijos. Está full de locos, tal vez dirían ellos…


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26 septiembre 2025

Toponimia de las Galápagos

Las islas Galápagos han tenido varios y muy sugestivos nombres. Al principio las llamaron “Islas de las Tortugas” o “encantadas”; sería el capitán Diego de Rivadeneira quien, en 1546, al parecerle que aparecían y desaparecían (es decir, “como que flotaban), les puso ese sobrenombre. Galápago quiere decir silla jineta (de montar) o cabalgadura: eso es lo que les parecían, a los exploradores de entonces, los quelonios gigantes. El mapa de Abraham Ortelius (1570) las llama en latín Insulae de los Galopegos. Hoy se las conoce también como Archipiélago de Colón.

Las islas fueron descubiertas en 1535 por fray Tomás de Berlanga, obispo de Panamá, quien las describió como un lugar árido y feo… Su primera carta náutica se debe al bucanero William Ambrose Cowley (1684); él las bautizó con nombres de piratas amigos y de nobles ingleses que apoyaban su causa. En 1831 José de Villamil envió una comisión exploradora al archipiélago; Ecuador las anexaría en 1832, bajo el gobierno de Juan José Flores. Hacia 1835 serían visitadas por Charles Darwin y en 1978 serían declaradas Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco.

 

Esta es una lista de las islas más grandes o principales, seguida por la historia y explicación de sus nombres: Isabela 4588 km² / Sta. Cruz 986 km² / Fernandina 642 km² / Santiago 585 km² / San Cristóbal 558 km² / Floreana 172 km² / Marchena 130 km² / Española 60 km² / Pinta 59 km²: 


1. Isabela (Albemarle). Llamada así en honor a la Reina Isabel I de Castilla que patrocinó el viaje de Colón. Su nombre inglés enaltece al Duque de Albemarle, George Monck (1608-1670), famoso soldado y político inglés. Es la mayor isla del archipiélago. Su forma se debe a la fusión progresiva de sus cinco grandes volcanes.

 

2. Santa Cruz (Indefatigable). Su primer nombre fue San Clemente; luego llamada Bolivia en honor a Simón Bolivar. Su nombre en inglés se debe al buque militar HMS Indefatigable. A veces la llamaron Isla Chávez. Ambrose Cowley la llamó Isla de Norfolk en 1684, en honor de Henry Howard, 6to. Duque de Norfolk, o de su hijo Henry, 7mo. Duque. Más tarde la conocieron por Indefatigable, en honor al buque que se distinguió en las guerras napoleónicas.

 

3. Fernandina (Narborough). en honor a Fernando el Católico, que patrocinó el viaje de Colón. El nombre inglés rinde homenaje a Sir John Narborough, almirante que comandó el escuadrón de la marina inglesa (es apelativo asignado por el pirata Cowley). Conocida inicialmente con el nombre de Isla de la Plata.

 

4. Santiago (James). Conocida al principio como San Salvador, en honor a la primera isla descubierta por Colón en su primer viaje. James (Jacob) es el nombre bíblico de Santiago de Zebedeo, o Santiago el Mayor (San Iago), en inglés. Santiago es el santo patrón de la Madre Patria.

 

5. San Cristobal (Chatam). En honor al mártir cristiano (su nombre inglés es en memoria del Conde de Chatham). San Cristóbal es el santo patrón de los marinos (y, por extensión, de los aviadores). El nombre en inglés proviene de William Pitt (Viejo), I conde de Chatham. Cuando Ecuador tomó posesión (1832) recibió el nombre de “Isla Mercedes” en honor a la esposa del presidente Juan José Flores y Aramburu: Mercedes Jijón de Vivanco.

 

6. Floreana (Charles). Se llama así en honor del presidente Juan José Flores, en cuya primera administración se tomó posesión del archipiélago (en inglés es el nombre del rey Carlos II de Inglaterra). La conocen también como Santa María en honor a una de las tres carabelas del primer viaje de Colón.

 

7. Marchena (Bindloe). En honor a fray Antonio de Marchena. Llamada Bindloe en el siglo XVII por piratas ingleses en honor a un miembro del consejo jamaicano, John Bindloe que condonó sus actividades, la isla fue rebautizada como Torres a finales del siglo XVIII por el navegante español Don Alonso de Torres, y finalmente como Marchena.

 

8. Española (Hood). Llamada así en homenaje al primer asentamiento americano fundado por Colón en lo que es hoy Santo Domingo (isla Española). Su nombre en inglés honra al vizconde Samuel Hood.

 

9. Pinta (Abingdon). Llamada así en honor a una de las carabelas de Colón –Pinta, Niña y Santa María–. Su nombre en inglés está dedicado al Conde de Abingdon. La isla fue hogar del nunca bien ponderado “Solitario George”.

 

10. Genovesa (Tower). También conocida como “Isla de los Pájaros”. Fue llamada Genovesa en honor a la ciudad de Génova (Italia), probable lugar de nacimiento del almirante Cristóbal Colón.

 

Pinzón (Duncan), en honor a los hermanos Pinzón, capitanes de las carabelas La Pinta y La Niña en la primera expedición de Cristóbal Colón (el nombre inglés recuerda al Vizconde de Duncan); Santa Fe (Barrington): por las Capitulaciones de Santa Fe, en las que Colón obtuvo los títulos de almirante de la Mar Océana, virrey y gobernador general de las tierras que descubriera (en inglés, por el almirante Samuel Barrington). Rábida (Jervis): por el monasterio donde Colón dejó a su hijo en el primer viaje (y por el almirante John Jervis). Bartolomé: por Sir Bartholomew Sullivan de la Marina Británica. Baltra: o Seymur por el almirante inglés lord Hugh Seymour.


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23 septiembre 2025

Canetti: “el poder como enfermedad” *

   * Escrito por Use Lahoz, para El País de España. Reeditado para satisfacer el formato de Itinerario Náutico.

Misia Sert, en el París de principios del siglo XX, contaba en sus memorias que siendo niña ensartaba con gran placer moscas vivas en un hilo para hacer un “collar” que se colocaba luego alrededor del cuello. Le emocionaba el zumbido de las alas atrapadas que sentía contra su piel. La imagen de ese collar —la crueldad disfrazada de juego— inquietó tanto a Elias Canetti que la utilizó en 1992 como metáfora central del ensayo El suplicio de las moscas, donde trata de forma inquietante la fascinación humana por el poder y el sufrimiento ajeno.

 

Sin teorizar ni fundar una escuela filosófica, Elias Canetti (Ruse, Bulgaria, 1905 - Zúrich, Suiza, 1994) es autor de una novela, Auto de fe, y de numerosos ensayos como el recién reeditado La provincia del hombre, textos breves escritos entre 1942 y 1970, mereció en 1981 el Premio Nobel de Literatura. Es uno de los pensadores más determinantes del siglo XX por su mirada única, penetrante y radicalmente humana sobre los temas de su tiempo: el poder como enfermedad mental y la avaricia como afección moral, la masa, la lucha contra la muerte, el lenguaje y la identidad, la violencia, la libertad del espíritu, la relación entre el individuo y la sociedad.

 

En El suplicio de las moscas decía: “El poder no se ejerce a gritos ni con látigos, sino con detalles sutiles, con actos que parecen insignificantes pero que anulan a otros con impunidad”; y añadía: “A medida que crece, el saber cambia de forma. No tiene uniformidad. Los auténticos saltos se realizan lateralmente, como los del caballo en el ajedrez. Lo que se elabora en línea recta y predecible resulta irrelevante. Lo decisivo es el saber torcido y lateral”. La idea del “salto lateral” como parte del pensamiento libre estaba ya presente en La provincia del hombre, que Canetti consideró la obra de su vida”. No es una obra sistemática: se lee como un diario fragmentario, donde plasma sus impresiones sobre el ser humano y su misterio, el poder, la lengua, la muerte, la locura: lo hace con una escritura incisiva, a veces lírica, a veces filosófica, otras casi profética. El autor desconfía del pensamiento rígido: “Quien piensa con rigor deja de pensar”, dice. O, “El pensamiento más claro es aquel que más duda de sí mismo”…

 

El escritor analiza no solo a dictadores y masas, sino los gestos cotidianos: “Quien quiere dominar a los demás, se convierte en esclavo de su propio poder”. No escribe como filósofo o académico. Lo hace a través de apuntes que le permiten respirar y sobrevivir en el mundo intelectual, ello lo vincula con Heráclito, Demócrito, Pascal, Nietzsche. En 1943 anota: “Los grandes aforistas se leen como si se hubieran conocido entre ellos”. Después de vivir las catástrofes del siglo XX —guerras, Gulag, nazismo—, articuló una resistencia del espíritu, una ética de la atención, de la vigilancia, de la compasión. Cada ser vivo merece respeto: rechaza toda forma de exterminio, desde torturar una mosca hasta demoler un pueblo (sería interesante conocer su opinión sobre Gaza: él era un sefardita ciudadano del mundo).

 

Para él, el poder nace del miedo a la muerte: las masas permiten al individuo sentirse “inmortal” al fundirse con los otros. Una sola frase suya de 1942 lo resume: “El ser humano ha recogido la sabiduría de todos sus ancestros, y mirad cuán estúpido es”… Cada idioma tiene su propio silencio, dice alguien para quien las lenguas tuvieron gran importancia, sobre todo el alemán que le enseñaría su madre de niño (en la cama, por las noches, ocupando el vacío de su padre, por eso adquieren sentido sentencias como: “Las palabras dichas en la oscuridad pesan el doble”). Así tituló a cada una de sus memorias, nombrando los órganos de los sentidos: La lengua liberada (1979), La antorcha al oído (1982) y El juego de los ojos (1986).

 

Raquel Kleinman ha dedicado 12 años al estudio de su obra, primero con su tesis doctoral y luego como autora de Elias Canetti: Luces y sombras, en que trata la relación del búlgaro con el psicoanálisis. Afirma: “Me resultó muy interesante la aportación de Canetti a la visión del poder como enfermedad mental, y la visión de masa y poder como mecanismos de defensa ante las ansiedades vitales de un ser que percibe su muerte pero no la acepta. Y me interesó la propuesta que la considera como motor de la conducta humana frente a la de Freud, que más bien relaciona a la pulsión sexual, dentro de un marco legal y de prohibiciones”.

 

La crítica Cecilia Dreymüller sostiene: “Canetti entró en la historia del pensamiento político con su estudio, antisistema y pionero, sobre la masa y el poder. Es original en sus escritos, como prueban su novela sobre los beneficios lectores, Auto de fe, sus obras de teatro y sus aforismos”. Recoge tres de ellos: “No digas ahí he estado; di siempre: ahí nunca he estado”. “Qué poco has leído, qué poco sabes... pero del azar de lo leído depende lo que eres”. “El hombre es el único animal que recuerda a quién, o a qué, ha asesinado”. Terriblemente actual (“solamente en el exilio nos percatamos hasta qué punto una parte del mundo ha sido siempre un mundo de exiliados”), el ensayo vincula a quien lee con una región que se explora sin mapas. Canetti describe un terreno por el que vamos a saltos. Siempre con un salto lateral: ese modo no lineal de construir que suele tener el conocimiento.


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19 septiembre 2025

Las otras Pléyades

El verbo “destacar significa adelantarse a otros, aventajarlos; es también exceder, descollar, prevalecer, despuntar… Eso es lo que constituye una pléyade (del latín Pleĭas, -ădis 'constelación de las Pléyades', y este del griego Πλειάς, -άδος Pleiás, -ádos): un grupo de gente que sobresale en una misma época; y cuyos sinónimos son: generación, hornada… La Biblioteca de la Pléiade (Bibliotèque de la Pléiade, en francés) es, por su parte, una famosa colección de libros, creada en 1931 por un joven editor francés, Jacques Schiffrin, que se propuso seleccionar un conjunto de obras de autores clásicos y presentarla en formato de bolsillo. Otro innovador –él mismo un destacado escritor– llamado André Gide, se preocupó de comprometer a Ediciones Gallimard para continuar con la tarea.

En la actualidad, La Pléiade escoge una lista de acuerdo con el tema que se haya elegido y la relevancia que hubiese adquirido un determinado autor. Al principio solo se escogieron obras de escritores franceses; sin embargo, poco a poco se han enviado a imprenta, los trabajos de nuevos escritores de otras lenguas y nacionalidades, en atención al reconocimiento que hace, en forma permanente, un consejo editorial. De este modo, siempre están en “el horno” hasta una quincena de obras destacadas; algunas merecen reedición, dependiendo de la demanda.

 

Pero “pléyade” (femenino), puede también referirse a un racimo de estrellas que puede identificarse a simple vista, ubicado en la constelación de Tauro; también lo conocen como las Siete Hermanas o M45, por ese motivo, y por extensión, se conoce del mismo modo a un grupo sobresaliente de siete personalidades ilustres. Ese cúmulo estelar contiene un sinnúmero de estrellas jóvenes y es conocido desde la antigüedad por su prominente resplandor. La belleza de esta “constelación dentro de otra” se ha reconocido en la mitología de varias culturas.

 

Este “ramillete” constituye un manojo de estrellas que pueden ser vistas sin ayuda del telescopio. Es, por otra parte, uno de los cúmulos estelares más próximos a la tierra. Es pues de fácil observación, especialmente durante el invierno en el hemisferio norte, aunque es posible ubicarlo desde el hemisferio sur en los meses del verano austral. Pero también se lo conoce con una gran variedad de nombres adicionales: las Siete Cabrillas; Subaru (en japonés; de ahí las estrellas que lleva el logotipo de esa marca de vehículos); las Seguidoras o Mul Mul. Las Pléyades han aparecido en diversas culturas: mayas, indios, japoneses, griegos; al ser siete en total, se usa el vocablo para designar a un grupo de siete individuos notables, destacados por su talento en el ámbito de las letras, las ciencias o la filosofía.

 

Dicen las enciclopedias que las Pléyades, en la mitología griega, eran “las siete hijas del titán Atlas y de la ninfa Pléyone (de ahí su nombre), hermanas que se convirtieron en estrellas para escapar del cazador Orión. Estas ninfas acompañaban a Artemisa, la diosa de la caza, y se las consideraba progenitoras de muchas estirpes en la mitología griega”. Orión se habría enamorado de las Pléyades y las habría perseguido ‘con deseo desmedido…” De acuerdo con la versión de Hyginus (un escritor latino, liberto de Augusto, mencionado por Suetonio) en realidad solo trataba de seducir a su madre. Zeus (Júpiter en latín) protegió a las hermanas y las ubicó arriba, entre las estrellas; desde entonces, Orión las persigue noche tras noche…


 

Las siete hermanas se llamaban Maya, Electra, Alción, Taigete, Astérope, Celeno y Mérope. Se dice que eran ninfas del séquito o cohorte de Artemisa. Eran, además, medio hermanastras de las siete Híades, otro cúmulo estelar cercano al de las Pléyades. En aspectos de espiritualidad, de acuerdo con otra referencia, las Siete Cabrillas constituyen una guía espiritual; representan la sabiduría, el amor filial, la armonía y paz espiritual, la evolución de la conciencia… Y ya que nos hemos metido a escarbar en la astronomía, y en medio del insondable Universo, las Pléyades son vecinas de una de las estrellas más brillantes que existen: una que se llama Aldebarán.

 

Aldebarán es una gigante roja; su radio angular es unas 45 veces el tamaño de nuestro Sol; lo que significa que si a este lo compararamos con un grano de azucar, aquella parecería una pelota de ping-pong. En realidad resulta fácil ubicarla en el cielo: se la localiza hacia la derecha (o nororiente) de las estrellas que forman el “cinturón” de Orión, a las que mucha gente conoce como Las tres Marías; se la descubre en la proyección de ese mismo cinturón. El nombre de Aldebarán proviene del árabe الدبران, al-dabarān, cuyo significado es “el que sigue”, en referencia a que la estrella parece que “persigue” a las Pléyades en su recorrido nocturno a través del firmamento.



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16 septiembre 2025

Uso apropiado del verbo ‘involucrar’

El Fundéu, la Fundación del Español Urgente, ha observado que se estaría usando en forma incorrecta el verbo “involucrar” (de modo inapropiado, quizá quiera decir). Expresa que cuando se refiere a una persona, involucrar significa implicarla en un asunto o comprometerla en él. Dice que también significaría “incluir un objeto o ‘cosa’ en algún asunto o tema”. Al respecto, alguien ha comentado que “la voz tiene una connotación negativa, por lo que no se recomendaría su uso por esa razón” (no deberíamos decir “un buen profesor es quien ‘involucra’ a sus alumnos en unas tareas, sino quien los implica”, dice). Asunto con el que tampoco estoy muy de acuerdo (ya que implicar tiene un similar significado); preferiría decir: los incluye, incorpora, integra; o los hace participar.

Aquí el texto completo de la observación: “La Fundación del Español Urgente, Fundéu, explica que el verbo ‘involucrar’ se está usando incorrectamente cuando se emplea para referirse a personas afectadas por un suceso, como en ‘hay veinte niños involucrados en un determinado asunto’. En estos casos, se debería decir que ‘veinte niños se han visto afectados por aquello’ o que ‘tal asunto ha afectado a veinte niños’. El uso propio de ‘involucrar’ implica complicar a alguien en un asunto o comprometerlo, no el resultar una víctima o ser un afectado”:

 

Cuándo usar "involucrar": 

• "Involucrar" se usa correctamente cuando una persona está implicada en un asunto de forma voluntaria o por responsabilidad.

• Ejemplo: "La investigación ha descubierto que el director estaba involucrado en el fraude".

Cuándo no usar "involucrar": 

• No se debe usar para referirse a personas que son víctimas de un evento.

• Ejemplo incorrecto: "Cien personas están involucradas en el desastre".

• Ejemplos correctos: "Cien personas han sido afectadas por el desastre" o "El desastre ha afectado a cien personas".

En resumen: 

• Para referirse a una víctima, se usan verbos como "afectar" o "verse implicado".

• "Involucrar" es para cuando alguien es parte activa o responsable de algo.

 

Ahora bien, qué dice el DLE respecto a involucrar:   

Involucrar: Del latín involūcrum 'envoltura'.

1. transitivo: Abarcar, incluir, comprender.

2. transitivo: Injerir en discursos o escritos cuestiones o asuntos extraños al principal objeto.

3. transitivo: Complicar a alguien en un asunto, comprometiéndolo. U. t. c. personal.


Sinónimos: implicar, comprometer, complicar, enredar, envolver, mezclar, embarrar.

 

Explico entonces el porqué de mi inconformidad: opino que esta definición es corta o, más bien, incompleta en una acepción adicional, la de: incorporar, incluir, integrar o tomar en cuenta; la de hacer participar a alguien.

 

Esto es lo que he obtenido de consultar el diccionario de María Moliner (una autoridad en la materia): “involucrar (del latín involūcrum, envoltura) 1 transitivo: Envolver en una cuestión o discurso materias ajenas a ellos, como también mezclar, confundir o enredar unas cosas con otras. 2 transitivo y personal: (es) comprometer (se) o mezclar (se) en un asunto”. Sin embargo, si nos apoyamos en un traductor automático y escribimos por ejemplo: to all the persons involved, la herramienta procesará: “a todas las personas involucradas”. No descartaría, por lo tanto, que pudiera tratarse de un anglicismo que “aunque pudiera resultar correcto, no estaría todavía aceptado”

 

Ya en julio de 2024 expresé esta inquietud en este blog (Dos verbos… y algo más). Ahí menciono la curiosa etimología del verbo (que literalmente significa “poner una red alrededor de algo”). Yo suelo emplearlo, aunque no en forma preferente, con el sentido de incluir o incorporar; hay quienes recelan que su sola mención implicaría un cierto carácter jurídico y hasta penal; y que, más bien, debería solo utilizarse con el sentido de implicar, comprometer o enredar. Por lo tanto, concedo en que pudiera ser preferible no utilizarlo mientras se pueda decir: incluir, hacer participar o tomar en cuenta. Sin embargo, siendo “involucrar” un verbo que viene de involucrum (envoltura o envoltorio), y se forma con la raíz latina volvere (volver o hacer rodar), comparte raíz con otros términos; y, obviamente, con envolver, incluir o incorporar, Esto sucede porque involucrar se asocia con una raíz indoeuropea (igual que lo que pasa en el inglés) que los filólogos conocen como *wel-2 (con el significado de “enrollar”).


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12 septiembre 2025

Legado de un tal Paracelso

“Quien nada conoce, nada ama. Quien nada puede hacer, es que no ha comprendido nada. Quien nada comprende, nada vale.” Teofrasto Felipe Paracelso.

Se llamaba Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim. Había nacido en Zúrich-Suiza (1493-1541); se lo reconoce como padre de la farmacología. Alquimista, sanador y astrólogo, fue conocido como Teofrasto Paracelso o Paracelso. Usó substancias químicas y minerales para curar varias dolencias; se lo considera también padre de la toxicología. Con tan complicado nombre, no extraña que haya tenido que latinizarlo: Teofrastus Paracelsus.

 

Este nombre, Paracelso, lo escogió él mismo; significa “igual o semejante a Celso”. Celso fue un curador romano del siglo I (25 a. C. a 50 de nuestra era);  lo conocían como el “Hipócrates latino”, había hecho avances en temas como la dieta, la farmacia y la cirugía. Aulus Cornelius Celsus, en latín, fue un enciclopedista, escritor y –tal vez– médico, aunque no hay evidencias a este respecto; nacido en la Galia Narbonense. Habría sido un escritor elegante, su obra se perdió hacia el final de la Edad Media. Se especula que solo escribió un tratado de medicina.

 

No digo que Paracelso fuera un “galeno” porque este título solo se usó después de muerto Claudio Galeno Nicón, simplemente conocido como Galeno de Pérgamo (129-216 AD); este fue un influyente médico, cirujano y filósofo griego del Imperio Romano, cuyas obras dominaron la medicina occidental por más de mil años. Hoy a los médicos y a algunos profesionales de la salud también se los conoce por “facultativos”: se llama así a quienes están legalmente autorizados para prescribir medicamentos, prótesis y otros productos sanitarios.

 

Pero sigamos con Paracelso: fue un adelantado a su tiempo, aunque se ganó enemigos y obtuvo fama de mago… Dentro de sus aportes a la medicina se cuentan la descripción de las enfermedades pulmonares causadas por la inhalación crónica de polvo; el descubrimiento de la relación entre cretinismo y bocio;  el empleo del hierro y otras sustancias inorgánicas en la terapéutica. Introdujo la noción de las enfermedades metabólicas e ideó ciertas sustancias químicas con fármacos específicos. Discrepaba con la idea que entonces estuvo en boga: que la cirugía era una actividad marginal que debía encargarse al cuidado de los barberos…

 

En fin, dicen también que era alquimista (alguien con una visión mística de la realidad); creo que además de sus aportes a la medicina, su gran legado pertenece a la filosofía. Aquí van unas pocas reflexiones: “La suerte no existe, el destino depende de los propios actos y pensamientos”; “Cuando el alma está limpia, todo sale bien”; “Uno, jamás debe creerse solo ni débil. El único enemigo a quien se debe temer es a uno mismo”. “El miedo y la desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas energías y con ellas el desastre”.

 

Arriba, en el epígrafe, se compendia uno de sus conceptos: el éxito de la educación no solo consiste en edificar más escuelas, disponer de mejores planes de estudio o mejores docentes: se trata de que quienes aprenden sepan comprender. Esta noción trata hoy de aplicarse en aeronáutica. Es el CRM, o Crew Resource Management, acrónimo cuya primera letra  ha variado de significado a través del tiempo: Cockpit, Cabin crew o Company...

 

Famosas y muy conocidas son las llamadas Siete Reglas de Paracelso:

1. Lo primero es mejorar la salud;

2. Desterrar absolutamente del estado de ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza;

3. Hacer todo el bien posible;

4. Olvidar toda ofensa, más aún: esforzarse por pensar bien siempre;

5. Recogerse todos los días, por lo menos media hora, en donde nadie pueda perturbar;

6. Guardar silencio de todos los asuntos personales;

7. Jamás temer a los seres humanos, ni dejar que nos inspire sobresalto la palabra “mañana”.

 

“Es preciso dominar los sentidos; huir de la autocompasión y de la vanidad. La una sustrae fuerzas y la otra las paraliza”. La frase "La dosis hace el veneno" proviene también de Paracelso. Significa que cualquier sustancia puede llegar a ser tóxica si se la consume en cantidades inadecuadas o excesivas.


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09 septiembre 2025

Borges y el tango *

   * Escrito por Carlos E. Cué, el 29 de agosto de 2016. Reeditado para cumplir con el formato de este blog.

El tango no es triste, popular, ni arrabalero: no nació así. “El tango surge de la milonga, y es al principio valeroso y feliz. Y luego va languideciendo y entristeciéndose”. Lo cuenta alguien con la autoridad de haber nacido casi al mismo tiempo que el tango: Jorge Luis Borges. Por improbable que parezca, el escritor argentino, nacido hace 117 años y fallecido hace 30, aún tiene obra inédita. Y se acaba de publicar en España: El tango, cuatro conferencias (Lumen).

 

La génesis de la obra daría para un cuento: su especialidad. JLB impartió unas conferencias sobre el tango en 1965; son casi un tratado que mezcla erudición, sabiduría popular y humor, para hablar no solo de música sino de Buenos Aires, de Argentina, de la vida de los “guapos" (pendencieros) que protagonizan las letras tangueras. Todo ello se habría perdido si no fuera porque alguien lo grabó y 50 años después las cintas llegaron a Bernardo Atxaga, que las arregló y donó para que, luego de 16 años de escucharlas, se convirtieran en un libro.

 

Leyendo uno puede imaginar a un Borges burlón que se anima incluso a cantar con tono varonil para desacreditar a Gardel, a quien culpa de alterar el espíritu de esa música. “El tango no es triste, melancólico, nostálgico, ni llorón. El tango es alegre”, se desgañita. “Gardel tomó la letra del tango y la convirtió en una breve escena dramática, en la cual un hombre abandonado por una mujer se queja, o en la que se habla de la decadencia física de ella”. También rechaza la tesis de que lo hicieron llorón los inmigrantes italianos. “No puedo aceptar esa teoría racista de un tango pendenciero; porque era criollo y luego se entristeció en el barrio de La Boca”, dice.

 

“A Borges le gustaban los tangos de la guardia vieja, que había escuchado en su infancia, que no eran patéticos. Tenían letras alegres, pícaras. Él pensaba que Gardel lo había arruinado”, explica María Kodama, viuda del autor, que sigue custodiando su obra aunque desconocía la existencia de estas conferencias, hasta que Atxaga se las pasó a César Antonio Molina y este las compartió con ella para confirmar que eran auténticas. Kodama asegura que el escritor no escuchaba mucho tango pero que le fascinaba el origen de la música que marcó su infancia. Borges nació en 1899 y en sus conferencias coloca en 1880 la creación de esa nueva música.

 

Leer a Borges con ideas preconcebidas es peligroso. Lo más probable es que las desmienta y lleve al lector a sentirse un ignorante. Borges lo hará con sutileza y humor, pero con efectos devastadores. El tango no solo que no era triste: tampoco era popular. No surge en los barrios bajos, sino en los prostíbulos, donde había “compadritos”, de origen humilde, pero también “niños bien” buscando diversión. “Los primeros tangos se tocaban con piano, flauta y violín. Después se agregó el bandoneón, de origen alemán. Si el tango hubiera sido orillero, popular, el artilugio habría sido el que era instrumento popular por excelencia: la guitarra”, asegura.

 

Eso explica por qué al principio solo se lo bailaba entre hombres. “A comienzos de siglo, vi a parejas de hombres bailando el tango, digamos al carnicero, a un carrero, acaso con un clavel en la oreja, bailando el tango al compás del organito. Porque las mujeres conocían su raíz infame y no querían bailarlo”. El tango era algo oculto, clandestino. Hasta que llegó a París, la ciudad a la que siempre miró Buenos Aires. “Contrario a esa suerte de novela sentimental de los films, el pueblo no inventó el tango, no lo impuso a la gente bien. Ocurrió lo contrario: los niños bien, los patoteros, que eran gente de armas tomar, lo llevaron a París. Y cuando fue aprobado y adecentado, el Barrio Norte, digamos, lo impuso a Buenos Aires”, cuenta Borges.

 

Pero el tango solo es excusa para hablar de un país desaparecido y contar anécdotas que explican más que los libros de historia; de esa vida de los guapos que matan y mueren para mantener su fama de valientes, obligados a aceptar cualquier duelo; y de un país que crecía y asombraba al mundo. Es la melancolía de la oportunidad perdida que aún invade todo en Argentina. Es la condena del alma argentina, que vive lamentando lo que pudo haber sido y no fue, y confortándose con la idea de que está condenada a un éxito que nunca llega…

 

Borges habla de 1910, de la expansión del tango, y dice que Buenos Aires “era la capital de un país creciente, donde la pobreza era cuestión de solo una generación”. En 1965 ya se ve su nostalgia al hablar de “ese país que fuimos hasta hace poco”. 50 años después, la discusión es similar. Borges recomienda refugiarse en la música: “El tango nos da un pasado imaginario, sentimos que, de un modo mágico, hemos muerto peleando en una esquina del suburbio”.


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05 septiembre 2025

Los mapas y sus distorsiones

Desde niño me dejé cautivar por dos asignaturas que representaban las dimensiones que marcan nuestra vida: el espacio y el tiempo: eran la Historia y la Geografía. Pronto habría de darme cuenta de que la una afectaba a la otra. Por su parte, la historia de la cartografía estaría llena de mapas y otros elementos que tratarían de reflejar la superficie de la Tierra. Su desarrollo, desde el siglo XV, ha sido la historia de un continuo proceso de mejoramiento técnico. Desde entonces, hasta buena parte del SS XIX, el interés por los mapas provino de diversos sectores; a partir del SS XX, la cartografía soportaría un cambio de paradigma: tendría una carga ideológica.

Temprano el hombre advirtió que había situaciones que regresaban o se repetían. Pronto ideó rutas para satisfacer sus intereses: como buscar agua o ir de caza. Los primeros mapas replicaron unas regiones rodeadas por agua: el Mediterráneo. En el SS VI a. C., Anaximandro usó el Sol para determinar la latitud. En el 310 a. C., Piteas ya navegó entre Cádiz y Gran Bretaña; sus notas ayudarían a Claudio Ptolomeo a elaborar el primer mapamundi en el SS II; él se apoyaría en las referencias de un fenicio, Marino de Tiro, que fue el primer hombre en usar una cuadrícula. Ya los babilonios (en el 2300 a. C.) habían elaborado los primeros mapas de que se tenga noticia. Tales de Mileto produciría el primer mapamundi: su Mundo era un disco que flotaba sobre las aguas…

 

En el SS III a. C. Aristarco prefiguró ya el sistema heliocéntrico; más tarde, Eratóstenes propondría que la Tierra era esférica: fue el primero en crear un planisferio con coordenadas (usó paralelos y meridianos). Posteriormente, se idearían rutas, recorridos de viaje o periplos, que impulsarían el comercio y las conquistas militares (lo propio sucedía en la civilización china). Entonces, los mapas estaban influenciados por la Biblia, Jerusalén se ubicaba en el centro, y el Paraíso se situaba en el Este. En el  SS XII un tal Al-Idrisi hizo un mapa con las partes conocidas de África, el Índico y Extremo Oriente. En el XIII se aplicaría ya la brújula y se dibujarían portulanos con cursos basados en la Rosa de los Vientos. La era de los descubrimientos se apoyó así en los mapas antiguos.

 

El máximo exponente de la época dorada de la cartografía sería el flamenco Gerhard Kramer (1512-1594). Como su apellido significaba mercader, lo latinizó y cambió por Gerardus Mercator. Entonces los mapas eran secreto de Estado; luego, los avances en los dispositivos mecánicos como la imprenta, el cuadrante, el sextante, el telescopio, permitirían la creación de mapas más precisos y la posibilidad de efectuar reproducciones más exactas. En los últimos tiempos han aparecido técnicas como la litografía o el grabado, o la invención de muchos nuevos aparatos, como pantallas, plóters, impresoras, escáners, procesadores de imágenes o softwares con bases de datos.

 

Cuando me hice piloto conocí de las proyecciones usadas en las cartas de aeronavegación; las principales eran dos: la conforme o cónica de Lambert; y la cilíndrica o transversal de Mercator.  Hoy hay nuevas y diferentes proyecciones pero todavía ninguna es perfecta. El problema que subsiste es que todas mantienen algún tipo de distorsión. Las últimas buscan un balance: la de Robinson (fines del SS XX) ha sido mejorado por la de Winkel-Tripel; por ello, hace falta escoger la que mejor funcione, dependiendo de la necesidad. La recomendación para los mapamundis sigue siendo no utilizar ninguna proyección de tipo rectangular, como las de Gall-Peters o la de Mercator.

 

Gerardus Mercator fue hijo de un zapatero; ideó su proyección en 1569; su invento ha sido de enorme ayuda para la navegación en general y ha servido de modelo para los futuros mapamundis: su proyección es muy precisa para las figuras locales pero distorsiona los tamaños cuando las figuras terrestres se alejan del Ecuador. Su mérito es que facilita la navegación sobre la base de mantener rumbos constantes; pues, aunque respeta la forma, no considera el tamaño de los cuerpos terrestres. Con su invención trasladó el mundo tridimensional a una superficie plana bidimensional. Fue el creador del término Atlas para significar una colección de cartas o de mapas diversos.

 

Una de las mayores distorsiones en las cartas Mercator es Groenlandia, que aparece como si tuviera el tamaño de África (en realidad es 14 veces menor). La isla tiene una extensión total de 2’175.6 km², mientras que el continente 30’221.5 km². Si sabemos que Ecuador tiene 283.5 km², tendremos que Groenlandia sería solo 7.5 veces su tamaño, mientras que África lo sería unas 106. En África hay países que son más extensos que Groenlandia; ahí están: Argelia, con 2’382 km²; o, República Democrática del Congo, con 2’345 km². En realidad Groenlandia es apenas más extensa que los territorios de Quebec, Terranova y Labrador reunidos (1’950 km²). Como se ve, ni es tan grande ni tan impresionante como alguien se ha estado imaginando…


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02 septiembre 2025

Una autenticidad cuestionada…

Es ese un diminuto trozo de cartulina, mide un tercio de lo que una tarjeta de negocios; contiene una dedicatoria que quizá acompañaba a un pequeño obsequio. Está escrita, la dedicatoria, con una caligrafía primorosa: los trazos son delicados y finos, dignos de un pendolista. Algo denuncia que fue puesta en el interior de tan abultado texto para ser conservada como señalador o como recuerdo. La nota transmite buenos augurios de parte de una familia conocida para alguien que está por iniciar sus bisoñas actividades profesionales. Está ahí, como si fuera a propósito, esperando que la descubran: la encuentro entre las páginas de las Obras Completas de Shakespeare.

Cavilo en si ese mismo volumen pudo haber sido el presente al que acompañaba la nota. Lo más seguro es que se la haya guardado allí al azar. Ello implicaría que estuvo adherida a otro regalo cuyo destinatario bien pudo ser uno de mis hijos. No recuerdo haber comprado el libro, no leo drama ni poesía: no siempre me atraen los clásicos traducidos. Ello exige que deba recurrir con frecuencia al diccionario para consultar el significado de una palabra o el sentido de una frase… Quizá por ello, jamás leí al Bardo de Avon, a despecho de su fama. Y, por ahora, tampoco pienso hacerlo.

 

Parece insólito que persistan dudas respecto a la autoría de su obra, cuando al inglés se lo considera el más grande escritor –no solo en lengua inglesa sino también de toda la literatura universal–. Dice la Wikipedia que “Resulta curioso que todo el conocimiento que ha llegado a la posteridad sobre uno de los autores más importantes del canon occidental no sea más que un constructo formado con diversas especulaciones”… Todo ello dimana de un hecho muy simple: los datos de que se dispone, respecto al dramaturgo, son muy exiguos y contrastan con lo grandioso de su obra. J. L. Borges elabora que si Inglaterra es “la patria del 'understatement', o de la reticencia bien educada; la hipérbole, el exceso y el esplendor (en cambio) son típicos en Shakespeare”.

 

Repaso su biografía: nació en 1564; contemporáneo de Francis Bacon y Christopher Marlowe (a quienes también se les atribuye la autoría de sus obras), vio la luz en un pueblo conocido como Stratford-upon-Avon (Stratford sobre el río Avon). Se casó joven (tenía 18 años) con una mujer ocho años mayor, con quien no tuvo un matrimonio “bien avenido”, aunque es probable que fuera bisexual. Escribía su apellido en forma inconsistente: Shakespeares (como se lo nombra en el First Folio), Sakspere, Shakspur y hasta Shake-speares (así figura en sus Sonetos); aunque tuvo su motivo: la ortografía en tiempos isabelinos aún no tenía normas rigurosas.

 

Entonces caigo en cuenta que la cercana Birmingham nunca fue una ciudad provinciana (es la más poblada, después de Londres, que existe en el Reino Unido), es dos veces más grande que Manchester o Liverpool… Me pongo por un momento en el lado de campo de quienes, tan tarde como 150 años después de su muerte, empezaron a recelar –y cuestionar– que no fuera él quien habría ideado y compuesto todas esas piezas geniales, porque simplemente “no tenía la instrucción ni el mundo requerido” para poder hacerlo… Y resuelvo que no, que nadie hubiese despreciado tan súbita fama y reconocimiento: tan agradecido y general aprecio…

 

Hace no mucho se renovó el viejo cuestionamiento. El ya inveterado rumor se agitó tras las declaraciones de un par de actores de reparto: Derek Jacobi y Mark Rylance. Ellos se habrían encargado de divulgar una Declaración de Duda Razonable respecto a la identidad del eventual vicario dramaturgo. Tal declaración disputa que fuera William Shakespeare, un plebeyo del siglo XVI, criado en un hogar analfabeto de Stratford, quien hubiera escrito las magistrales obras cuya paternidad se debate. El reclamo expone que alguien que apenas sabía leer y escribir no pudo tener los conocimientos de todo tipo que debían tener las obras atribuidas a Shakespeare.

 

De existir asidero, ese nombre, William Shakespeare, sería solo un seudónimo, el alias de un desconocido. El que del mismo modo se llamara un actor que interpretaba sus obras, sería solo una “coartada perfecta”… “Shake-spear” (¿sacudidor de lanzas?), sería solo un espantapájaros, una sutil estratagema para encubrir otra identidad y confundir a los ingenuos, la de alguien que –por extraña razón– prefirió mantenerse en secreto. Más aún si, como se disputa, “nadie pudo haber escrito esas obras si no era instruido, refinado y de cierto abolengo”… Como quiera que fuere, Shakespeare (o quien haya sido) estará por siempre en la cima de la Literatura. Pues, como diría Ben Jonson, otro contemporáneo suyo: “Shakespeare no pertenece a una sola época sino a toda la eternidad”


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