22 noviembre 2010

Acertijo con la letra Efe

Nadie lo llama por ese nombre de hidalgo que hace buen juego con su heráldico apellido. Todos lo conocen solo por la inicial del mismo, usando para ello la letra más flaca que existe en el abecedario; una letra tan flaca, que de flaca ya le está venciendo el peso de su propio cuerpo. No es la efe de flaco, de fino, de famélico. Es la efe, de novelero formidable, de optimista fascinante, de piloto forastero.

Esto, de que le llamen así, de Efe, le viene de antes que sus mal llamados amigos lo hubieran rebautizado un día, abusando de su proverbial tolerancia. Y es que, como alguna vez le detectaron una insignificante deficiencia auditiva, los chuscos le empezaron a tildar de “Orejas” y aun de “Oídos Dos Mil”; y todo… por puro traviesos! Yo mismo tengo que hacer un retrospectivo “mea culpa” y reconocer que, más de una vez, le saludé con un socarrón “Qué más Efe, qué has oído?”. Solo para obtener siempre la sabiduría de su invariable respuesta: “Nada, no he oído nada! Solo lo mismo que tu me repites, igual que siempre, querido compañero”…

El es, como yo, un aviador de oficio. Me corrijo: el sí es uno de esos locos enamorados de la aviación; y creo que jamás pensó en ejercer una diferente afición o actividad en su vida. Los pilotos nos convertimos en lo que somos casi siempre por casualidad, por necesidad o por otros curiosos motivos; pero, en su caso, el accedió a ésto de los fierros que vuelan por los aires, de los aparatos que se sustentan en el cielo, con una enorme ilusión; asunto e intención que a él le han acompañado desde que era muy pequeño. Yo lo conozco desde que él era un muchacho y estoy persuadido que ésa su novelería por las cosas de la vida y por las de su profesión, le va a impedir que alguna vez pueda dejar de serlo. Porque el Efe sí que es un muchacho cabal y a tiempo completo, uno de esos inquietos muchachos que hay por ahí; entusiastas y curiosos; noveleros y traviesos!

Compartimos en un cercano pasado la misma cabina, las mismas charlas, las mismas inquietudes; vivimos los mismos renunciamientos; convivimos idénticas preocupaciones, idénticos presentimientos. El es un niño grande. Yo, en cambio, como lo compruebo todos los días frente al espejo, soy todavía un pequeño rapaz, uno de ésos que se empecinan con las rabietas de la necedad y luego se empeñan en aparentar con astucia que ya han dejado de serlo. El supo aceptar con resignación, y por mucho tiempo, una posición que le alejaba de los controles de mando, que es lo único que siempre quiso hacer a su tiempo. Porque, lo que el Efe realmente quería, era que un día le llamen “Capitán” y no con ese nombre ajeno a los aeronautas voladores que es el de los llamados Ingenieros de Vuelo.

Pero, no hay sordera que dure cien años, ni orejas que lo resistan! Y así es como mi buen amigo disfruta ahora de manejar sus aviones y comandar sus vuelos. Hoy es quien “va al volante”, pulsando pedales y cabrillas, sorteando vientos cruzados y malos tiempos. Y hace ahora algo tan entretenido y gratificante, que todos los demás que dicen “oír bien” ya se quisieran estarlo haciendo. Cuarterón de árabe como es, vive y trabaja en la tierra de sus antepasados; gente enorme, misteriosa e inescrutable que sigue las fases de la luna y que respeta el Corán. Así es como el Efe sabe lo que es la ley Sharía y el ramadán; sabe de tormentas de arena, de ansiados oasis, de interminables desiertos; y además, cuando saluda, anuncia con piadosa reverencia, un sonoro e inconfundible: as-salama alekum!

Anfitrión afectuoso y formidable; tiene una diminuta e inteligente mujer que lo ha acompañado en privaciones y requiebros. El Efe, heredó de su padre la persistencia de los militares; y probablemente de su madre, esa discreción elegante de las mujeres árabes que, al ocultar su sonrisa, expresan en su mirada el más inescrutable de los misterios. Por eso él castiga siempre con un gesto conmiserativo la insidia ajena; y no cede jamás a la insinuación venenosa o al comentario perverso. Hay una bondad natural en su distendida catadura; una propensión a escuchar con atención lo que parecería conmovedor e interesante; aunque a él le anime la sospecha de que pudiese ser improbable o incierto…

Hoy el Efe es mi “vecino” de continente. Mientras yo vivo en una cultura donde la gente ha optado por un desinhibido y consumista destape; el transcurre sus días en una sociedad que todo lo esconde y cubre con sus velos. Una cultura donde solo se puede mirar, de las mujeres, sus ojos y calcañares coquetos. Ah, cómo seduce lo prohibido, cómo inflama lo escondido, cómo atrae lo arcano, cómo conmueve lo secreto! Arabia, tierra de abayas y de arena; de miradas furtivas, minaretes y obligados rezos! Arabia, tierra de pudores e incalculables fortunas; tierra donde no se escribe con letras, sino con lombrices escapadas del desierto!

Que quién es el Efe...? Pues, fácil, efe de fácil! Como lo hubiera dicho ya el Julito: “Blanco es, frito se come, gallina lo pone, qué cosa es?” Lean la respuesta en el próximo capitulo, amables lectores amigos! No se pierdan el siguiente episodio del apasionante drama “Las orejas del viento”. Es que… hay misterios detrás de los velos y acertijos escondidos en las dunas del desierto! Y, no vayan luego a decir que “no lo habían oído”; porque hay cosas que no se escuchan, y no siempre es porque sea un secreto…!

Ma salama habibi!

Shanghai, 23 de Noviembre de 2010
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